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Una dieta basada principalmente en alimentos de origen vegetal se asoció con un menor riesgo de desarrollar trastornos hipertensivos del embarazo, según los resultados de una investigación publicada en American Journal of Obstetrics and Gynecology.
El estudio de cohorte prospectivo dio seguimiento a 11.459 mujeres a lo largo de 18 años (1991-2009) y evaluó la dieta desde el inicio utilizando un cuestionario validado de frecuencia y calidad de los alimentos de origen vegetal. Esta herramienta permitió calcular el índice de dieta basada en plantas (plant-based diet index-PDI) incluso entre los participantes omnívoros. Una puntuación más alta indica una mayor adherencia al PDI.
«Queríamos saber cómo la dieta anterior influye en el embarazo, por lo que dimos seguimiento a las mujeres prácticamente por su vida reproductiva entera, casi 20 años, sabiendo su dieta usual antes de la gestación», comentó a Medscape en español el médico líder del trabajo, Dr. Jorge E. Chavarro, profesor de nutrición, epidemiologia y medicina en las Escuelas de Salud Pública y Medicina de la Universidad de Harvard, en Harvard, Estados Unidos, y su área de investigación es estudiar cómo la nutrición y estilo de vida influencia la salud reproductiva y la salud en general de las mujeres a lo largo de la vida.
El análisis de los datos del Estudio de Salud de Enfermeras II permitió detectar que a medida que cambiaba la proporción de productos la de animales disminuía y la de vegetales aumentaba y el riesgo de que las mujeres tuvieran trastornos hipertensivos del embarazo también disminuía. Las mujeres en el quintil más alto de PDI se asociaron significativamente con un menor riesgo de trastornos hipertensivos del embarazo en comparación con las del quintil más bajo (riesgo relativo [RR]: 0,76; intervalo de confianza de 95 % [IC 95%]: 0,62 a 0,93]). Esta asociación fue ligeramente más fuerte para la enfermedad hipertensiva inducida por el embarazo (RR: 0,77; IC 95 %: 0,60 a 0,99) que para la preeclampsia (RR: 0,80; IC 95 %: 0,61 a 1,04).
Las mujeres en el quintil más alto de PDI tuvieron un riesgo 24 % menor de trastornos hipertensivos del embarazo que aquellas en el quintil más bajo; el riesgo de enfermedad hipertensiva inducida por el embarazo disminuyó en un patrón lineal con aumento de PDI, mientras que la relación de PDI con preeclampsia se restringió a mujeres en el quintil más alto de adherencia.
«Fue más claro para la hipertensión del embarazo que para la preeclampsia, pero la dieta basada principalmente en alimentos de origen vegetal parecía ser protectora para ambas», señaló el Dr. Chavarro, añadiendo que además de los problemas que generan en el embarazo, ambas aumentan el riesgo de sufrir otras enfermedades crónicas más adelante. «¿Será que factores de estilo de vida modificables tanto antes como durante el embarazo pueden no solo ayudar a reducir problemas en la gestación, sino también a prevenir problemas de salud de la mujer años más adelante? Esa fue la motivación general del estudio».
Mercedes Sotos-Prieto, Ph. D., que no participó del estudio, manifestó a Medscape en español que la metodología es muy robusta, con técnicas estadísticas adecuadas para lo que analiza y resalta que utiliza un cuestionario de frecuencia de consumo de alimentos validado. Considera al estudio importante, también por enfocarse en ese grupo poblacional. «Siempre se ha tenido mayores reticencias con la dieta de las embarazadas, igual que con la de los adultos de edad avanzada. Pero se ha visto que este tipo de dieta, si es de calidad, se podría asociar con beneficios para la salud».
Sotos-Prieto, doctora en epidemiología nutricional y salud pública, investigadora en la Universidad Autónoma de Madrid y profesora adjunta en la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard, trabaja con grandes cohortes epidemiológicas, como la de enfermeras estadounidenses sobre la que se basa este artículo y ENRICA, representativa de la población española y de adultos de edad avanzada. Es autora de otros estudios que como este, asociaron una dieta basada en alimentos de origen vegetal saludables con un menor riesgo de fragilidad tanto en el estudio de salud de las enfermeras de Estados Unidos como en un estudio de corte ≥60 años de España (ENRICA-1).
Asimismo, es investigadora principal de un proyecto para valorar el riesgo de enfermedad cardiovascular a partir de estilos de vida modificables que creó una herramienta: Test del corazón saludable, para evaluar la calidad de la dieta «en cinco minutos, porque sabemos que los médicos no tienen tiempo». Lo considera un tipo de prueba que podría implementarse en la práctica clínica para identificar comportamientos del estilo de vida que puedan mejorarse, por ejemplo, sustituir los cereales refinados por cereales integrales o aumentar el consumo de legumbres.
Nadie discute que el tomate es saludable, pero ¿y las papas fritas?
La mayor parte del beneficio se deriva del patrón de dieta de origen vegetal en su conjunto y no en la asociación individual de cualquier alimento. Pero estos estudios utilizan un puntaje de lo que es y no es saludable.
La dieta se evaluó cada cuatro años (a partir de 1991) utilizando un cuestionario semicuantitativo de frecuencia de alimentos (FFQ) que registró el consumo de 131 alimentos y bebidas durante el año anterior, en términos de la frecuencia, en promedio, en que los participantes consumían cada alimento. Se asignaron 18 grupos de alimentos en tres categorías: alimentos vegetales saludables (granos enteros, frutas, verduras, nueces, legumbres, aceites vegetales, té y café), alimentos vegetales poco saludables (jugos de frutas, granos refinados, papas, bebidas azucaradas, dulces y postres) y alimentos de origen animal (lácteos, huevos, pescado o mariscos, carne y alimentos diversos de origen animal.)
Los alimentos vegetales saludables se convirtieron en puntuaciones positivas, mientras que los vegetales menos saludables y los grupos de alimentos de origen animal se tradujeron en puntuaciones inversas. La ingesta de cada grupo de alimentos se clasificó en PDI utilizando quintiles.
Las mujeres en el quintil más alto de PDI se asociaron significativamente con un menor riesgo de trastornos hipertensivos del embarazo en comparación con las mujeres en el quintil más bajo. Hubo una relación dosis-respuesta inversa entre PDI y el riesgo de la enfermedad. «Una dieta vegetariana no tiene por qué ser más saludable que una no vegetariana si está basada en alimentos superfluos como papas fritas y bebidas refrescantes, destacó la Dra. Sotos-Prieto. La diferencia radica en la calidad de los alimentos de origen vegetal, ahí está la diferencia entre la saludable y no saludable».
¿Es preciso abandonar la carne?
El Dr. Chavarro señaló que dejar de cenar con carne fue algo de lo más difícil hace 22 años. «Ahora lo hago sin problema», aseguró. Pero entiende que hay personas para las cuales hacer un cambio de dieta reemplazando productos animales por no animales es difícil. Sin embargo, no se trata de abandonar la carne de forma definitiva.
«En el quintil más alto tampoco son mujeres vegetarianas o veganas, pero comen mucho menos alimentos de origen animal que las otras», puntualizó, agregando que las dietas vegetarianas o veganas no son incompatibles con un embarazo saludable. «Todos los veganos saben cómo encontrar la vitamina B12 en suplementos».
¿Es la dieta o la pérdida de peso?
Gran parte del beneficio observado en el estudio parece estar relacionado con un mejor control del peso.
El índice de masa corporal entre la evaluación dietética y el embarazo explicaba 39 % de la relación entre PDI y trastornos hipertensivos del embarazo, y 48% de la relación entre PDI y enfermedad hipertensiva inducida por el embarazo.
«Parte de la asociación parece ser explicada por mejor control de peso durante largos periodos», explicó el Dr. Chavarro. Las mujeres que adoptaron la dieta con más alimentos de origen vegetal ganaron peso más lentamente que las que tienen mayor consumo de alimentos de origen animal. «Son diferencias por las trayectorias de peso por muchos años, por lo cual parte de la asociación que vemos tiene que ver con mejor control de peso a largo plazo, pero la otra mitad de la asociación es atribuible a la dieta per se y no necesariamente al peso». En la discusión del artículo los autores sugieren para explicarlo mecanismos de acción en la disfunción endotelial, la inflamación o la presión arterial antes del embarazo.
Sotos-Prieto considera este punto «realmente relevante». En su opinión, pone de manifiesto que para la población de mujeres embarazadas es muy importante controlar el peso al inicio del embarazo, que también puede mejorar otros factores, como la diabetes gestacional. «Creo que las medidas preventivas deberían enfocarse eso y en base a estos resultados se pone en evidencia que tiene que haber intervenciones para aumentar las probabilidades de comenzar un embarazo con un peso adecuado. Y esto incluye la modificación de la dieta».
¿Es extrapolable a otras poblaciones?
Más de 90% de las participantes del Estudio de Salud de Enfermeras era de raza blanca, no hispana. ¿Es extrapolable a otras poblaciones? «La respuesta exige repetir el estudio en otras poblaciones», admitió el Dr. Chavarro «y eso va a tomar tiempo. Pero aun sin esa información, creo que lo podemos utilizar para informar otras poblaciones, independiente de la etnia».
La especialista admitió que esta hipótesis no se ha probado aún en población española, pero ella es autora de un estudio similar que dio seguimiento por una década a casi 12.000 adultos españoles y utilizó el mismo PDI. En su trabajo cada aumento de diez puntos en el PDI se asoció con un riesgo 14 % menor de mortalidad por todas las causas (CRI: 0,86; IC 95%: 0,74 a 0,99) y un riesgo 37 % menor de fallecimiento por enfermedad cardiovascular (CRI: 0,63; IC 95%: 0,46 a 0,85). Asimismo, considera que las recomendaciones derivadas del estudio se podrían generalizar a otras poblaciones «siempre que se tenga en cuenta la cultura de cada de cada país, para ver cómo se puede adaptar culturalmente. Si es una población que tiene un alto consumo de cereales refinados, por ejemplo, hacer pequeños cambios a cereales integrales».
¿Cuál es el peso de las evidencias?
El estudio tiene fortalezas y limitaciones derivadas de la metodología y el propio Dr. Chavarro reconoce que «en cuanto a desórdenes hipertensivos del embarazo específicamente, esta no va a ser la última palabra». Pero la necesidad de encontrar respuestas es importante.
Tanto el American College of Obstetricians and Gynecologists (ACOG) como la Organización Mundial de la Salud (OMS) sugieren que las mujeres sigan dietas saludables antes y durante el embarazo. Pero proporcionan poca orientación sobre lo que constituye una dieta saludable en lo que respecta a minimizar los riesgos de resultados adversos del embarazo. «Son bastante ambiguas e inespecíficas», añadió el Dr. Chavarro.
Los nuevos hallazgos indican que las dietas basadas en alimentos de origen vegetal pueden ser una de esas estrategias, en particular porque se encontró alguna evidencia de que pueden ser beneficiosas en las mujeres mayores de 35 años que se consideran un grupo de alto riesgo.
«Sin duda hay muchas formas de comer de forma saludable, pero si pensamos en estas complicaciones del embarazo que pueden tener consecuencias serias tanto para la madre como para el feto, podríamos pensar en esta como una de las posibles dietas saludables», destacó el médico.
¿Pero cuán robusta es la evidencia para recomendar a las pacientes un cambio? «Idealmente faltan más estudios», declaró el Dr.Chavarro. «Hay dos maneras de entender el problema. Una es no hacer recomendaciones hasta no tener tres ensayos clínicos controlados, lo que incluso con voluntad y financiación llevará de 15 a 20 años. Pero si tenemos que dar la mejor información que hay para las personas que hoy lo necesitan, considero que estos resultados son sólidos para guiar el comportamiento».
«Siempre es mejor si podemos tomar decisiones basadas en información solida e incontrovertible, pero no siempre está disponible y debes aprender a vivir en los dos mundos y a tomar decisiones con incertidumbres», concluyó.
Referencia
Mitsunami M, Wang S, Soria-Contreras DC, Minguez-Alarcon L, Ortiz Panazo E, Stuart JJ, et al. Prepregnancy plant-based diets and risk of hypertensive disorders of pregnancy. Am J Obstet Gynecol[Internet]. 2023[citado 2 0ct 2023]:S0002-9378(23)00548-3. doi: 10.1016/j.ajog.2023.07.057. PMID: 37598996.
3 octubre 2023 |Fuente: Medscape en Español ||Tomado de Noticias y Perspectivas
sep
27
Las principales barreras de la anticoncepción identificadas en un centro de salud limeño de primer nivel fueron la preocupación por los efectos secundarios de los anticonceptivos y el desplazamiento al centro de salud para obtenerlos. La mayor parte de las mujeres atendidas son jóvenes que utilizan diversos métodos priorizando el condón masculino y las píldoras orales.
El artículo Adherencia y barreras en el uso de anticonceptivos en mujeres adultas jóvenes… publicado por la revista peruana Medicina Clínica y Social describe los factores que influyen en la elección de los distintos métodos anticonceptivos y la continuidad de su uso en mujeres que utilizan servicios de atención primaria en Perú.
Situación internacional y local
En los países subdesarrollados, la existencia de barreras de acceso de las mujeres a la anticoncepción genera baja adherencia al uso de los diferentes métodos anticonceptivos.
Según los autores, diversas encuestas peruanas de alcance nacional estimaron que 57 % de las mujeres utilizan algún método anticonceptivo moderno, pero esta cifra es inferior al promedio de 69,9 % de América Latina.
También se observó una disparidad en el uso, con registros más bajos en mujeres con menor nivel de instrucción, con inferiores ingresos o en quienes se autoidentifican como indígenas.
El Dr. Hugo Gutiérrez Crespo, de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y sus colaboradores informan que después de la pandemia de COVID-19 disminuyó el uso de métodos anticonceptivos modernos y en una mayor proporción, en las regiones y poblaciones más vulnerables.
Por ese motivo decidieron investigar los factores determinantes de esta observación en un grupo de mujeres que accedieron al primer nivel de atención.
Participantes y metodología
La investigación tuvo un enfoque cuantitativo, con un diseño observacional, de tipo descriptivo, transversal. Se incluyó a una población de mujeres mayores de 18 años que fueron atendidas en el consultorio de un establecimiento de salud de primer nivel, en un distrito de Lima, Perú, durante el período comprendido entre octubre y diciembre del año 2022. Se trabajó sobre una muestra no probabilística a la que se aplicaron criterios de inclusión como una edad mínima de 18 años e interés en participar voluntariamente.
Para la recolección de la información se utilizó una encuesta dividida en dos secciones: una que describía las características sociodemográficas y la segunda, que evaluaba el acceso y las preferencias relacionadas con la información sobre anticoncepción, con preguntas sobre preocupaciones acerca de los efectos secundarios, el aumento de peso, las hemorragias irregulares, la caída del cabello y las náuseas, entre otras.
Se analizaron los datos para evaluar el uso de anticonceptivos por nivel educativo, edad, situación laboral, idioma principal, tipo de seguro y embarazos previos. En cuanto a los hábitos anticonceptivos, se describieron según anticoncepción actual, anticoncepción anterior, duración del uso de anticonceptivos y constancia. Se evaluaron las percepciones de las pacientes, incluidas las preocupaciones sobre los efectos de las hormonas, la discreción y el deseo de embarazo.
En el estudio participaron 353 mujeres que acudieron al consultorio de ginecoobstetricia. La media de edad fue de 24,6 ± 4,2 años, con predominio de mujeres mayores de 21 años (74,2 %). Los métodos más utilizados fueron el preservativo masculino y las píldoras anticonceptivas.
Principales observaciones
La mayoría de las mujeres que utilizaban píldoras (66 %) expresaron preocupación por sus efectos secundarios. En este contexto, muchas manifestaron temor al aumento de peso, otras creían que este tipo de medicamentos produce sangrado irregular y algunas, que son un riesgo para la salud a largo plazo.
La otra preocupación expresada frecuentemente fue la necesidad de desplazarse hasta el centro de salud para controlar y obtener los anticonceptivos por la incomodidad de hacerlo.
Por otra parte, se indagó sobre el método anticonceptivo ideal para prevenir las infecciones de trasmisión sexual y la mayoría opinó que los preservativos son los más seguros para este fin.
En relación con el nivel educativo, en el grupo que usaba anticonceptivos, alrededor del 70% tenía educación secundaria o terciaria. Alrededor de dos tercios de las participantes tenían algún tipo de cobertura de un seguro de salud. Con respecto a la creencia religiosa, en el grupo que usaba anticonceptivos, las tres cuartas partes refirieron ser católicas, casi 13 % expresaron no tener creencias religiosas y el resto practicaba otra religión.
Aunque más del 90 % expresó conocer los métodos anticonceptivos de emergencia (como fármacos o dispositivos intrauterinos de cobre) para evitar un embarazo después de haber tenido una relación sexual sin protección, sólo la mitad informó haberlos utilizado alguna vez.
Conclusiones del estudio
En la investigación se pudo comprobar que más del 80 % de las mujeres refirieron tener actividad sexual y la mayoría de ellas expresaron interés por algún método anticonceptivo.
Para los autores, sus hallazgos muestran que las mujeres jóvenes en edad reproductiva tienden a preocuparse por acceder a alguna forma de anticoncepción y, a pesar de que últimamente se ha promovido el uso de nuevos métodos masculinos y femeninos, el preservativo fue el anticonceptivo preferido por las participantes. En este estudio, más de un tercio de las encuestadas respondieron usar el método de barrera, seguido de píldoras orales y como tercer método mencionaron los inyectables.
Según el Dr. Gutiérrez Crespo, fue llamativo que el 25 % de las mujeres con actividad sexual no utilizara ningún método anticonceptivo. Opina que, al menos en parte, esta actitud está relacionada con el temor a los efectos secundarios de los métodos anticonceptivos.
Otro hallazgo notable fue que la tasa de uso de métodos anticonceptivos de emergencia en Perú está por debajo de lo informado en otros países de Latinoamérica. En parte, esto se debería a que anteriormente la anticoncepción de emergencia no se consideraba oficialmente un método anticonceptivo y a que su disponibilidad sigue siendo limitada.
Dos terceras partes de las mujeres dijeron haber obtenido información sobre los anticonceptivos de sus médicos, de internet o de compañeros de estudios. No obstante, un grupo importante de mujeres respondió que una barrera o limitación es tener que visitar el establecimiento de salud para obtener y controlar el anticonceptivo que utilizaban.
Con respecto a la adherencia al uso de métodos anticonceptivos, los autores observaron que las mujeres mayores de 21 años tenían más del doble de probabilidades de usarlos que las más jóvenes, lo que resalta la necesidad de aumentar los esfuerzos de promoción de la anticoncepción desde los niveles básicos de escolaridad para la prevención de embarazos no deseados.
En los últimos años, la masificación de las tecnologías de la comunicación y de la información virtual facilitaron la respuesta a cualquier consulta sobre planificación familiar y anticoncepción; sin embargo, este acceso depende en gran medida de factores socioeconómicos y culturales de cada población y no es posible ignorar la importancia de la educación sobre el uso seguro de estos métodos.
Referencia
Gutiérrez-Crespo H, Huaman-Carhuas L, Cehua-Alvarez EA, Matzumura-Kasano JP, Valdiglesias-Ochoa D. Adherencia y barreras en el uso de anticonceptivos en mujeres adultas jóvenes atendidas en establecimientos de salud del primer nivel de atención, Perú. Medicina Clínica y Social. 2023; Vol. 7 Núm. 2. https://doi.org/10.52379/mcs.v7i2.283
26/06/2023
Fuente: SIIC Salud Tomado de Noticias biomédicas
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Los problemas de salud mental plantean importantes retos en las próximas décadas. Concretamente, la demencia es ya una de las principales causas de discapacidad y dependencia en todo el mundo y, aunque no es un proceso natural del envejecimiento, suele afectar más a personas de edades más avanzadas. Según la OMS, en el mundo hay actualmente más de 55 millones de personas que sufren demencia, y entre un 60 %-70 % de los casos corresponden a la enfermedad de Alzheimer.
Y eso solo el principio: los expertos calculan que 153 millones de personas la padecerán para el año 2050. Teniendo en cuenta el gran impacto que tiene este problema en la persona afectada, así como en su entorno familiar y social, es comprensible la preocupación compartida a nivel internacional y la necesidad de implicar a toda la sociedad.
Entornos diseñados para personas con demencia
Ante este panorama, existen numerosas investigaciones y disciplinas que están abordando los retos de la demencia desde múltiples perspectivas. Una de ellas es cómo el diseño de los espacios y las ciudades puede tener en cuenta las necesidades específicas de las personas que la padecen.
A nivel internacional, existen equipos de investigación pioneros como el departamento Dementia Services Development Centre de la Universidad de Stirling, quienes han desarrollado una certificación específica para entornos construidos con elementos evaluables basados en la evidencia científica disponible y el conocimiento experto del equipo.
En España, el equipo de Matia Instituto trabaja en una herramienta de similares características adaptada al contexto nacional. Una novedosa propuesta de evaluación de entornos que emerge en el marco del proyecto “Como en Casa” (2022-2024), uno de los proyectos de innovación social que forman parte de la Estrategia Estatal de Desinstitucionalización y ha sido financiado por el Ministerio de Derechos Sociales español y Agenda 2030 en el marco del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia del Gobierno de España y los fondos Next Generation EU de la Unión Europea.
Entornos que facilitan la rutina y la convivencia
Cuando hablamos de personas con demencia, principalmente nos referimos a personas con edades avanzadas. Por lo tanto, hay componentes similares a las necesidades específicas de los diseños adaptados a personas mayores que deben ser tenidos en cuenta. Pero, en concreto, podemos identificar también la necesidad de adaptar servicios de la ciudad, como el transporte, los comercios locales o la policía municipal, para generar una sociedad sensibilizada que facilite que las personas puedan permanecer el máximo tiempo posible en sus entornos de toda la vida manteniendo sus rutinas habituales.
Con motivo de mi tesis doctoral “La ciudad para personas con demencia: metodología para integrar el diseño y la calidad de vida en las ciudades europeas” analicé una decena de casos de estudio a nivel europeo, comparando las principales innovaciones en cuestión de diseño e integración en el entorno urbano, a partir de una revisión de buenas prácticas internacionales. Y de paso identificamos una serie de recomendaciones también aplicables en interiores o espacios específicos, como son parques o jardines o equipamientos públicos, que igualmente pueden ser de gran interés para progresivamente adaptar los entornos para que sean más accesibles y amables.
‘Dementia-village’ y nuevas tipologías alternativas a las residencias que conocemos
Entre los centros residenciales más innovadores cabe destacar las dementia-villages. Quizá la más conocida es De Hogeweyk (2009), en Weesp, un municipio en las afueras de Ámsterdam. Sin embargo este modelo se ha ido extendiendo a otros países como Village Landais Henri Emmanuelli en Dax, Francia (2021), o Harmonia Village en Dover, Reino Unido (2020).
Fruto del estudio de estas y otras experiencias internacionales, la Fundación Matia recientemente ha inaugurado dos edificios residenciales innovadores de alojamientos para personas mayores y personas en situación de gran dependencia: las viviendas con apoyos en Lugaritz en Donostia-San Sebastián, y Egurtzegi, viviendas en Unidades de Convivencia en Usurbil.
Un aspecto clave es la organización del edificio en unidades de convivencia de pequeña escala, articuladas en “apartamentos” o “viviendas” autónomas. Eso permite que las personas que viven en ellas y el personal que las cuida establezcan vínculos más profundos y estables. En el siguiente vídeo podemos recorrer una de ellas:
La distribución y la organización espacial deben garantizar en todo momento la seguridad, permitiendo que la persona deambule e interactúe con total libertad y minimizando los riesgos de que se pierda o salga del centro. Otro aspecto clave es que el diseño debe reducir los estímulos ambientales negativos, a la vez que fomenta los positivos.
Y todo con un diseño familiar y hogareño que -cumpliendo la normativa- tenga en cuenta que se trata de un alojamiento donde las personas viven, probablemente hasta el fin de sus días. Como en cualquier hogar, el cariño y mimo en la decoración y en los objetos personales son aspectos fundamentales para sentirse a gusto.
También es importante destacar los esfuerzos que se están haciendo en integrar estos alojamientos con el resto del tejido urbano para que sean itinerarios continuos en un entorno de proximidad familiar y reconocible por la persona.
El contacto con el exterior no solo se realiza a través de ventanales que permiten ver el exterior desde una silla o desde la cama: también se incorpora mobiliario urbano, distintas zonas estanciales y juegos que permiten hacer uso de estos espacios y disfrutarlos por toda la comunidad.
Merece la pena pararse a reflexionar sobre lo que consideramos calidad de vida y hasta qué punto el adecuado diseño de edificios puede repercutir en nuestro bienestar y permitirnos mantener al máximo nuestras rutinas deseadas y el contacto con nuestro entorno social y físico.
Referencia
Naciones Unidas. La demencia es un problema de salud sin respuesta en el 75% de los países.
20/09/2023
Fuente: (The Conversation) Tomada de Noticias ONU Copyright © 2010–2023
sep
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Praga, 6 sep (EFE).- La República Checa, de 10,5 millones de habitantes, registró en 2022 un total de 1 302 suicidios, un 6,5 % más que en 2021, una tendencia que contrasta con la decreciente de los años anteriores, informó este martes la Oficina de Estadísticas Checa.
La gran mayoría -1 031- de la personas que se quitaron la vida el año pasado fueron varones, frente a las 271 mujeres, según los datos de la citada entidad.
Anteriormente, la tasa de suicidios estaba disminuyendo. Entre 2019 y 2021, alrededor de 1 200 personas se suicidaron cada año en este país centroeuropeo. El aumento, que se registra sobre todo entre los jóvenes, es ‘preocupante, porque los suicidios estaban bajando, y ahora esa cifra es alarmante’, señaló a Efe hoy Alexandr Kasal, investigador del Centro Nacional para la Salud Mental (NUDZ).
‘No sabemos si acabará aquí o cómo continuará’, comentó. Aunque el mayor número de suicidios, en cifras absolutas, se produce en categorías adultas, el incremento ha sido más significativo en las categorías de edad inferiores (de 15 a 19 años, de 20 a 24 y de 30 a 34). Kasal lo atribuye a los problemas de salud mental que generan las ‘muchas demandas a las que se enfrentan los jóvenes’. ‘Los jóvenes lo tienen complicado, porque entrevén muchas posibilidades y esto les paraliza’, explica. ‘En las redes sociales, donde uno puede ver también en la intimidad de las personas, se enfrentan continuamente a comparaciones’, matiza el experto al comentar un contexto a largo plazo de empeoramiento de la salud mental, con depresión y ansiedad como enfermedades prevalentes.
El problema, añade, es que en las redes sociales ‘se habla sólo de éxito, de ser un tipo ‘top’, de demostrar algo, y no se abordan los fracasos, lo que crea ansiedad’.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que el número de personas que intentan suicidarse es quince veces el número de suicidios consumados. En la República Checa ese indicador se mide por el número de personas hospitalizadas tras un intento de suicidio, que asciende anualmente a unas 3 000 personas, en su mayoría adolescentes y jóvenes adultos. ‘Es importante darse cuenta que tras un suicidio no hay una sola causa, sino más bien una combinación’, afirma también Kasal.
Al respecto, aludió a las consecuencias psíquicas de las restricciones impuestas durante la pandemia, que dejaron huella en la salud mental de las personas, así como el desempleo o la inflación. Además, si bien las personas y sus allegados tienen a su disposición servicios sanitarios y teléfonos de emergencia donde pueden recibir ayuda, el experto admitió problemas de acceso a los servicios de salud.
Con todo, a pesar del aumento del pasado año, las cifras en la República Checa son estándar respecto al resto de la Unión Europea (UE). ‘No nos distinguimos, no mostramos una tendencia anormal, sino que estamos en la media de Europa’, asegura Kasal, coautor del plan nacional para la prevención del suicidio 2020-2030 y que trabaja en su aplicación en el marco del proyecto europeo ImpleMENTAL.
El 10 de septiembre es el Día Internacional para la Prevención de Suicidio, y con este motivo en la República Checa, entre otras actividades, se organizará una marcha de los familiares de personas que se suicidaron, con el objeto de lanzar un mensaje de esperanza. Para Kasal, es importante que ‘se hable del tema en los colegios, que no se estigmatice’, algo que ayudará a que las personas busquen ayuda antes.
6/09/2023
Fuente: (SwissInfo) Tomado de la Selección Temática sobre Medicina de Prensa Latina. Copyright 2019. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.
sep
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La Universidad de Aarhus (Dinamarca) ha publicado dos nuevos estudios que arrojan luz sobre los efectos secundarios de la vacunación de la Covid-19, destacando en uno de ellos que el 30 por ciento de las mujeres que menstruaban notificaron cambios en su ciclo menstrual después de haber sido vacunadas contra Covid-19.
Ambos estudios se basan en la cohorte danesa BiCoVac, que permite realizar estudios basados en un amplio grupo de la población danesa.
En cuanto al estudio sobre alteraciones en la regla, su muestra incluyó a 13.648 mujeres menstruantes de entre 16 y 65 años que completaron todas las encuestas, recibieron su primera dosis de vacuna Covid-19 durante el periodo de recogida de datos y completaron las preguntas relacionadas con su ciclo menstrual.
Los investigadores examinaron qué factores podrían influir en esos cambios y descubrieron que las causas más comunes de las alteraciones menstruales, como el estrés, la edad y el tabaquismo, guardaban relación con los cambios de ciclo notificados tras la vacunación contra Covid-19.
«También descubrimos que las mujeres que habían estado preocupadas por la vacuna Covid-19, que habían tenido una infección grave por Covid-19 o que declararon haber experimentado varias reacciones a la vacuna tenían más probabilidades de notificar cambios menstruales tras la vacunación», afirma Christina Bisgaard Jensen, primera autora del estudio, que acaba de publicarse en la revista científica ´Human Reproduction´.
«Los cambios en el ciclo menstrual no son infrecuentes, y no podemos descartar que, en algunas personas, los cambios menstruales notificados se produjeran de forma aleatoria en relación temporal con la vacunación», afirma Christina Bisgaard Jensen, quien explica además que el estudio no puede utilizarse para identificar una correlación directa entre la vacunación con Covid-19 y los cambios menstruales notificados. «Se necesitan más estudios para establecer relaciones causales y la importancia clínica de los cambios menstruales autoinformados», afirma.
Según el segundo estudio, los efectos secundarios como malestar general, fiebre y cansancio se encuentran entre los más frecuentes en Dinamarca. Así, los efectos adversos notificados con más asiduidad tras el primer pequeño pinchazo en el hombro son enrojecimiento y dolor en el lugar de la inyección, que experimentan el 20 por ciento de las personas. Tras el segundo y el tercer pinchazo, la fatiga es el efecto secundario más notificado, por el 22 y el 14 por ciento de las personas, respectivamente.
El estudio se ha publicado en la revista ´Vaccine´. Los efectos secundarios más graves, como la parálisis facial y las reacciones alérgicas, no son tan frecuentes.
«Las mujeres, las personas de entre 25 y 35 años y las personas que habían tenido Covid antes de vacunarse declararon experimentar efectos secundarios con más frecuencia que los hombres, las personas mayores y las personas que no habían recibido Covid-19 previamente», afirma Kristoffer Torp Hansen, primer autor del estudio y ayudante de investigación del Departamento de Salud Pública.
Los resultados también muestran que los efectos secundarios agudos difieren según la vacuna administrada. Las personas vacunadas con la vacuna de AstraZeneca declararon más efectos secundarios después de la primera dosis que las vacunadas con las otras inyecciones.
Las personas que recibieron la vacuna de Moderna notificaron más efectos secundarios después de la segunda y tercera dosis en comparación con las personas que recibieron la vacuna de Pfizer-BioNTech.
30/08/2023( IMMédico) Tomado- Obstetricia y Ginecología
sep
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JACKSONVILLE, Florida — Uno de cada tres niños vivirá, al menos, una situación estresante o traumática en la infancia, como el divorcio de su padre y madre, o que un miembro de la familia tenga problemas con el consumo de drogas o alcohol, de acuerdo con la última Encuesta Nacional de Salud Infantil. En un nuevo estudio, los investigadores de Mayo Clinic descubrieron que estas situaciones adversas pueden relacionarse con la inactividad sexual y la disfunción sexual en las mujeres en etapas posteriores de su vida. Los hallazgos del estudio están publicados en la revista The Journal of Sexual Medicine.
Los investigadores recomiendan a los proveedores de atención médica que examinen a sus pacientes con disfunción sexual en busca de situaciones adversas en la infancia y les ofrezcan un tratamiento multidisciplinario que incluya la remisión a servicios de asesoramiento.
Acerca del estudio
Los investigadores estudiaron un grupo de más de 1500 mujeres de mediana edad (entre 40 y 65 años, con una edad media de 53 años) que visitaron la Clínica de Menopausia y Salud Sexual Femenina en la sede de Mayo Clinic en Minnesota entre el 2015 y el 2016 por preocupaciones relacionadas con la menopausia y la salud sexual. Se les pidió a las mujeres que completaran una encuesta antes de las visitas, que incluía preguntas sobre cualquier antecedente de situaciones adversas en la infancia, junto con la función sexual, los abusos recientes, su estado de ánimo, la ansiedad, los síntomas de la menopausia y la satisfacción en las relaciones interpersonales.
La información recopilada se incluyó en el Registro de Experiencias de Envejecimiento, Menopausia y Sexualidad (DREAMS), un registro de Mayo Clinic sobre la salud femenina. Los investigadores analizaron la relación entre la disfunción sexual femenina y las situaciones adversas en la infancia, definidas en el estudio como situaciones traumáticas que suceden durante la infancia y la adolescencia e implican abusos físicos, emocionales o sexuales; o crecer en un hogar con violencia, consumo de drogas, problemas de salud mental; o inseguridad debido a la separación o el divorcio del padre y la madre, o encarcelamiento.
¿Qué descubrieron los investigadores?
Descubrieron que las mujeres que vivieron cuatro o más situaciones adversas en la infancia tenían casi el doble de probabilidad de ser sexualmente inactivas en comparación con las mujeres que no vivieron situaciones adversas en la infancia y tenían el doble de probabilidades de tener disfunciones sexuales en la mediana edad. El estudio define la disfunción sexual femenina como un trastorno que implica problemas persistentes con el deseo sexual, la excitación, la lubricación, la satisfacción, el orgasmo o el dolor sexual que se asocia con una angustia personal para la mujer que presenta estos síntomas.
“Esta asociación parecía ser independiente de otros factores que también afectan la función sexual femenina, como la edad, el estado menopáusico, el uso de terapia hormonal, la ansiedad, la depresión, la satisfacción marital y los antecedentes de abusos recientes”, afirma la Dra. Mariam Saadedine, médica “fellow” en Mayo Clinic en Florida y primera autora del estudio.
“Esta investigación se suma a la bibliografía que explora la función sexual en las mujeres”, afirma la Licenciada en Medicina y Cirugía, Ekta Fapoor, directora asistente del Centro para la Salud Femenina de Mayo Clinic y autora principal del estudio. “La disfunción sexual tiene un impacto significativo en la calidad de vida de una mujer. De acuerdo con estos hallazgos, recomendamos a los proveedores de atención médica que examinen a las mujeres con disfunción sexual en busca de situaciones adversas en la infancia y les ofrezcan un tratamiento multidisciplinario que incluya la remisión a servicios de asesoramiento. Si las consecuencias de las adversidades en la infancia no se abordan de forma adecuada, otras intervenciones para mejorar la función sexual podrían no funcionar”.
Los próximos pasos de esta investigación consisten en evaluar las asociaciones entre las situaciones adversas en la infancia y la disfunción sexual femenina en un grupo de mujeres más diverso, incluidas las de estado socioeconómico más bajo y las que tienen acceso limitado a la atención médica.
Consulte el artículo para acceder al estudio completo, la lista de autores y los conflictos de interés.
Referencia
Mariam Saadedine, Stephanie Faubion, Sheryl Kingsberg, Felicity Enders, Carol Kuhle, Juliana M Kling, et al. Adverse childhood experiences and sexual dysfunction in midlife women: Is there a link?, The Journal of Sexual Medicine, Volume 20, Issue 6, June 2023, Pages 792–799, https://doi.org/10.1093/jsxmed/qdad053
https://academic.oup.com/jsm/article-abstract/20/6/792/7146045?redirectedFrom=fulltext&login=true
30/08/2023(EurekAlert) Tomado – News Releases
