incendiosExperimentar catástrofes relacionadas con el clima está asociado con un deterioro acumulativo de la salud mental, según un estudio australiano con datos de 5 000 personas que constata que los efectos se agravan con los sucesivos eventos.

Los detalles se publican en la revista The Lancet Public Health, en un artículo en el que los autores subrayan la urgencia de considerar estas exposiciones múltiples a desastres en los servicios de salud pública y bienestar social.

El trabajo se basa en datos longitudinales entre 2009 y 2019 de 5 000 personas que sufrieron daños en su vivienda después de al menos una catástrofe (inundación, incendio forestal o ciclón), a las que se realizó un seguimiento desde los años previos al desastre hasta los posteriores a cada exposición.

Según los autores, adscritos entre otros a la Universidad de Melbourne, experimentar sucesivas catástrofes relacionadas con el clima se asocia a una mayor gravedad del deterioro de la salud mental.

Así, la recuperación a la situación inicial previa al desastre se retrasó más con las repetidas exposiciones. Se observaron mayores deterioros en la salud mental cuando los desastres ocurrieron más cerca de la exposición previa (con una diferencia de uno a dos años) que cuando se produjeron más lejos (con tres o más años de diferencia).

Asimismo, se descubrió que las mujeres, los individuos más jóvenes, las poblaciones indígenas y los habitantes de zonas rurales tenían más probabilidades de experimentar un deterioro de la salud mental después de desastres repetidos.

También que las personas con enfermedades, deficiencias o discapacidades de larga duración, aquellas con escaso apoyo social, así como los propietarios de viviendas con hipotecas y los inquilinos, experimentaron un mayor deterioro de la salud mental entre la primera y las siguientes catástrofes.

Los autores admiten que la investigación tiene algunas limitaciones. Por ejemplo, la medida de exposición al desastre se basó en los daños a las viviendas causados ​​por un desastre reportados por los propios participantes.

Además, el modesto tamaño de la muestra para tres desastres (o más) introduce incertidumbre y limita la capacidad para extraer inferencias sólidas sobre el efecto.

No obstante, defienden sus conclusiones y afirman que los hallazgos ponen de relieve los efectos acumulativos en la salud mental de la exposición a múltiples catástrofes relacionadas con el clima, lo que debe tenerse en cuenta y abordarse urgentemente en los servicios de salud pública.

Los investigadores afirman que por primera vez han demostrado estadísticamente que la acumulación de dos o tres catástrofes naturales, especialmente entre personas vulnerables, provoca con más frecuencia trastorno de estrés postraumático, ansiedad y depresión que la ocurrencia de una sola catástrofe o ninguna, explica el psiquiatra Paul Valent.

Con el cambio climático produciendo más catástrofes naturales, advierten de que la salud mental de la población empeorará. «Su lógica, respaldada por abundantes estadísticas, parece inatacable», señala el investigador que no participa en el estudio.

Sin embargo, este se limita a «un pequeño puñado» de síntomas medibles que -dicen- representan la salud mental, describe Valent, presidente jubilado de la Sociedad para estudios sobre el estrés traumático de Australasia, en declaraciones recogidas por la plataforma de recursos científicos Science Media Centre.

«Este supuesto es cuestionable». Los síntomas no incluyen una amplia gama de otros síntomas psicológicos como el duelo, la ira, la culpa, la vergüenza e injusticia. Y no dicen nada de las consecuencias psicosomáticas de las catástrofes, como infartos de miocardio, accidentes cerebrovasculares y una gran variedad de síntomas físicos.

30 abril 2025 | Fuente: EFE | Tomado de la Selección Temática sobre Medicina de Prensa Latina. Copyright 2025. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A. | Noticia

mayo 6, 2025 | Carlos Alberto Santamaría González | Filed under: Clima y cambio climático, Medicina de desastres, Psicología, Trastornos mentales | Etiquetas: , , |

Imagen: Prensa Latina.En los meses más calientes de 2024, un año en el que México y el mundo alcanzaron temperaturas récord, Yanine Quiroz empezó a sentir una fatiga y una angustia que le impedía trabajar por el día.

«Sentí mucho miedo de ver esa escasez de agua y cómo toda mi familia y mis amigos estábamos sufriendo», cuenta esta periodista de 33 años de Ecatepec, uno de los municipios que más padece la sequía del Estado de México, aledaño a la capital, donde el año pasado se temió por la llegada del inminente «día cero», en el que se acabaran las reservas de agua potable.

Diversos estudios han confirmado que la exposición prolongada al calor afecta a la salud física y mental, aumenta el riesgo de agotamiento, insolación, trastornos del estado de ánimo, ansiedad e incluso provoca pensamientos suicidas.

En el caso de Quiroz, a las preocupaciones relacionadas con el clima se sumó un episodio de ansiedad aguda que ya padecía, y comenzó a tener ataques de pánico, que le llevaron a solicitar un permiso por incapacidad en su trabajo. También buscó ayuda profesional que le ha ayudado a hablar más abiertamente sobre su salud mental.

Quiroz cree que estaba sufriendo lo que se ha denominado ecoansiedad, un estado de agitación, inquietud o zozobra del ánimo frente a la crisis climática.

Aunque todavía no se reconoce formalmente como una afección médica, este concepto, popularizado por la Asociación Americana de Psicología (APA) en 2017 en su informe Salud mental y Nuestro Clima Cambiante, se refiere a la angustia y el malestar emocional que una persona experimenta debido a la preocupación por el estado del medioambiente y los desastres climáticos.

Es una sensación que, según se ha observado, afecta principalmente a las nuevas generaciones y a quienes trabajan en temas ambientales. Un estudio de 2021 publicado en la revista médica The Lancet arrojó que más de la mitad de sus 10 000 encuestados, todos jóvenes de entre 16 y 25 años y de diez países diferentes, experimentaron emociones negativas como ansiedad e impotencia ante el cambio climático.

Con desastres más potentes y frecuentes, y un clima más errático que amenaza con sequías, inundaciones y olas de calor a las comunidades, es urgente que los profesionales de la salud comprendan el impacto del cambio climático en la salud mental, explica la doctora Ana Laura Torlaschi, asesora de la Organización Panamericana de Salud (OPS) para proyectos sobre salud y cambio climático.

«Puedes tener un profundo conocimiento sobre enfermedades, pero si no reconoces que una persona está expuesta a factores ambientales que la afectan, no podrás ofrecer la ayuda adecuada», afirma.

La salud mental en los desastres climáticos

Estudios han demostrado que las personas que viven un desastre natural de primera mano están expuestas a sufrir impactos agudos en su salud mental. Ese fue el caso de Diana Ruiz, de 35 años, y su madre, que no alcanzaron a prepararse para la llegada del huracán Otis en 2023, la peor tormenta en golpear el Pacífico mexicano en más de tres décadas, que arrasó con el balneario turístico de Acapulco.

Otis solo tardó 12 horas en pasar de tormenta tropical a un huracán categoría cinco, la mayor posible, algo inédito. Ante el rápido fortalecimiento del ciclón, madre e hija no alcanzaron a evacuar, y no les quedó más remedio que encerrarse en el baño de su casa en la ciudad balneario de Acapulco con su gato a la espera de que pasara.

«Fue un shock. Estábamos asustadas. Intentamos dormir, pero había un ruido muy extraño del viento», recuerda Diana. Por la mañana, ilesas, pudieron hacer recuento de daños: su casa estaba muy dañada y habían perdido el local en el que vendían accesorios y ropa.

En las siguientes semanas, el reto fue conseguir comida y evitar que los ladrones entraran a su casa, ya que los robos se hicieron frecuentes tras la tormenta. «Mi mamá se aguantaba muchas cosas, dolor. No lloramos», recuerda la hija. «Tiempo después, te empiezan a caer las cosas y te das cuenta de cómo pasaron», añade.

Tras ese huracán, psicólogos de Médicos Sin Fronteras (MSF) y del Estado de Guerrero llegaron para atender la salud mental de las personas en Acapulco y Coyuca de Benítez, dos de los municipios más afectados.

«Llegamos dentro de lo que se considera la fase inmediata posterior al desastr», explica Berzaida López, encargada de la intervención en salud mental de MSF tras Otis. Según detalla, en esa etapa prevalece la sensación de incredulidad, y los afectados sienten como si estuvieran viviendo una pesadilla.

«El estrés está muy elevado en esos primeros días. Las personas hablan de dificultad para dormir, de tener sobresaltos o estar en constante vigilancia», dice López. «Si venía un viento fuerte que provocaba ruidos que se asocian con el huracán, la gente volvía a experimentar el trauma», agrega. Estos flashbacks, revivir el huracán, son señales de estrés agudo.

La importancia que se le da a la salud mental y el hecho de que existan profesionales que atiendan a las personas en desastres es relativamente nuevo.

En 2011, después del terremoto de Sendai, Japón, que dejó más de 18 000 muertos y problemas agudos de salud mental a los supervivientes, se creó el Marco de Sendai para la reducción del Riesgo de la ONU, que recomienda mejorar los planes de recuperación y ofrecer apoyo psicosocial a los afectados.

Aunque es emergente, especialmente en América Latina, la evidencia de que estos eventos pueden aumentar los riesgos de depresión, ansiedad, trastorno de estrés postraumático, abuso de sustancias y comportamiento suicida resalta su importancia. La organización de Médicos sin Fronteras, por ejemplo, lleva desde la década de 1990 implementando intervenciones de salud mental como parte de su labor de emergencia.

A más de dos años de Otis, la salud mental todavía es un reto para Diana y su mamá. Ella tiene secuelas por el dengue que sufrió tras Otis, una enfermedad que se disparó tras el desastre, que también infligió un golpe a la economía local y que llevó a Diana a trasladarse a la Ciudad de México.

Más allá del desastre: el dolor de perder el paisaje

La ecoansiedad también le afectó a Regeane Oliveira Suares, una joven indígena terena que dejó su comunidad en Nioaque, en el estado brasileño de Mato Grosso do Sul hace más de cinco años para estudiar medicina en la capital del estado Campo Grande.

Para muchos de los pueblos indígenas latinoamericanos, cuyas tradiciones, culturas y medios de vida suelen basarse en una estrecha relación con su entorno, la ecoansiedad también puede ser una respuesta a un paisaje y un clima cambiantes.

«Salí de un pequeño municipio donde todos se conocían y la rutina era diferente. Cuando comencé a vivir en la ciudad, mi salud mental sufrió mucho. Empecé a desarrollar depresión y ansiedad», recuerda.

En su aldea, todo le daba sensación de libertad. Podía caminar o montar en bicicleta sin peligro. Pero si dejar su comunidad fue un reto, describe que también lo fue volver a Nioaque y ver que la tierra y el paisaje habían cambiado.

«Noté cambios drásticos en los cultivos, la falta de lluvias empobreció el suelo y el fuerte sol acabó con la mayor parte de lo que se sembraba para comer o vender», dice. El río cada vez estaba más seco y muchas veces incluso desviado, generando un paisaje que describe como «triste».

Tanto Mato Grosso como su vecino del sur, Mato Grosso do Sul, se encuentran entre los estados agrícolas más importantes de Brasil por sus productos como cereales, caña de azúcar, ganado y soja.

Sin embargo, en las últimas décadas, esta posición también ha llevado a los estados a situarse entre los diez primeros estados líderes en deforestación ―en parte ilegal―, lo que ha provocado cambios en el paisaje y otros impactos en los ecosistemas.

Al desarraigo, a Oliveira se le sumó lo que el filósofo Glenn Albrecht bautizó en 2005 como solastalgia, «un dolor que se experimenta cuando se reconoce que el lugar en el que se reside y se ama está sometido a un asalto». Es una especie de duelo por la pérdida del lugar conocido y un fenómeno que varios estudios, incluida la investigación de Albrecht, han tratado de explorar más a fondo.

«Pienso que mis hijos tal vez no verán de qué fui parte, en dónde crecí. Esto me deprime aún más, porque, poco a poco, vi que ese lugar se estaba desmoronando ante nuestros ojos», comenta.

En 2021, Oliveira participó en una investigación de la Escuela de Medicina de la Universidad Estatal de Mato Grosso do Sul (UEMS), donde ella misma estudia, liderada por el profesor Antonio Grande que buscaba explorar las acciones que se necesitan para mejorar la salud mental de los indígenas en relación con el cambio climático.

«Estos pueblos están perdiendo su perspectiva de vida, la esperanza, así que, para ellos, todo lo que sucede tiene un significado más profundo», asegura Grande en una videollamada. «En este punto, todo tiene que ver con el cambio climático. Las tierras han sido devastadas y ellos ya no se pueden comunicar con la naturaleza. Incluso algunos hablan de que ya no la pueden escuchar», detalla.

Estudios y organizaciones internacionales, incluidas la Organización de Naciones Unidas (ONU) y la Organización Panamericana de la Salud, han puesto de relieve el aumento de los problemas de salud mental en las comunidades indígenas de todo el mundo, a menudo relacionados con la expropiación de tierras y los cambios medioambientales.

La investigación de Grande y su equipo propone preservar su territorio, respetar sus formas de vida y romper el tabú sobre la enfermedad mental que existe en estas comunidades. «Es algo político, que empieza por no destruir sus tierras», comenta Grande.

El que lidera es uno de los pocos estudios sobre salud mental y cambio climático hechos en América Latina y da pistas de la transformación que necesita la región para empezar a abordar un tema que ha sido estigmatizado históricamente.

Oliveira, por su parte, arroja sus percepciones como mujer indígena que también está a punto de graduarse de médica.

Las facultades de medicina, dice, deben trabajar en esta relación entre la salud mental indígena y el cambio climático, pero la clave está en abordar las causas fundamentales de los factores que generan ansiedad y presiones en las comunidades.

«Los gobiernos deben garantizar el derecho a la tierra ancestral y a la asistencia financiera, y en las escuelas se debe educar sobre nuestros orígenes, nuestros derechos y nuestros valores como seres humanos en la sociedad», asegura.

La acción: un camino para trabajar la salud mental

Mientras se prevé que los eventos climáticos adversos aumenten, es probable que más personas sientan su salud mental afectada.

La doctora Nora Leal Marchena, psiquiatra que en 2023 impulsó la creación del Capítulo de Salud Mental Ambiental y Urbana de la Asociación de Psiquiatras de Argentina, subraya la importancia de trabajar con acciones concretas para manejar estas emociones. «Cuando se empieza a trabajar por un tema, las acciones motorizan respuestas positivas que ayudan a mitigar la preocupación», dice.

Estudios como el de The Lancet sobre la ecoansiedad juvenil han demostrado que la magnitud de la crisis climática, de escala global, puede llevar a caer en el apocalíptico «ya es muy tarde».

Pero por lo menos a nivel mental, actuar salva. Marchena lo ve sobre todo con los niños y adolescentes, en cuya salud mental se ha especializado. «Hay que llevarlos a tomar acción, porque si no, les generas impotencia», afirma.

Alice Poma, doctora en ciencias sociales e investigación de emociones y movimientos sociales en la Universidad Nacional Autónoma de México, lo corrobora. «Uno de los resultados de las investigaciones es que el activismo es casi terapéutico en tema de emociones climáticas,» explica. «Porque, al organizarte, al participar, consigues manejar algunas de las emociones climáticas», prosigue.

Tener esperanza en la acción colectiva, en crear espacios de discusión, permite pensar en un futuro diferente, explica Poma. «El cariño o los vínculos afectivos que se forman en la colaboración ayudan a no tenerle tanto miedo al futuro distópico que nos imaginamos», concluye.

Por eso, personas como Yanine Quiroz, buscan estrategias para afrontar el impacto emocional del clima extremo. «Tengo algunas ideas en mente para responder a corto plazo a esas futuras situaciones que podrían desencadenar la ecoansiedad otra vez», dice.

Sus estrategias van desde soluciones individuales, como climatizar sus espacios, hasta acciones colectivas, como participar en reforestaciones con ONG. «Pero definitivamente el miedo aparece cada vez que el calor se vuelve más intenso», reconoce.

14 abril 2025 | Fuente: IPS | Tomado de la Selección Temática sobre Medicina de Prensa Latina. Copyright 2025. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A. | Noticia

abril 21, 2025 | Carlos Alberto Santamaría González | Filed under: Clima y cambio climático, Medicina de desastres, Medio ambiente, Psicología, Trastornos mentales | Etiquetas: , |

Imagen: Prensa Latina. La Organización de las Naciones unidas (ONU) celebró este jueves el Día Internacional de Preparación ante Epidemias con un llamamiento a los países a tener en cuenta las enseñanzas de las emergencias sanitarias del pasado para ayudar a preparar al mundo para las siguientes.

Un mensaje del secretario general de la ONU, António Guterres, señaló que la pandemia de covid-19 fue un llamado de atención para el mundo, pues cobró millones de vidas, destrozó las economías, llevó a los sistemas de salud al borde del abismo y perturbó la vida cotidiana de toda la humanidad.

Puede que la crisis haya pasado, pero ha dejado dolorosas enseñanzas: el mundo está muy mal preparado para la próxima pandemia, alertó.

Los brotes de viruela símica, cólera, poliomielitis y la enfermedad por el virus de Marburgo son alarmantes recordatorios de que las enfermedades infecciosas son, aún hoy, un peligro real para todos los países, enfatizó.

Para ello, dijo, hay que construir sistemas de salud pública y atención primaria de salud que sean resilientes y cumplir la promesa de la cobertura sanitaria universal.

Hay que invertir con audacia en la vigilancia y la detección de las pandemias y la respuesta a ellas, y hay que garantizar el acceso equitativo a los recursos que salvan vidas como las vacunas, los tratamientos y los medios de diagnóstico, agregó.

En especial, indicó, hay que promover la solidaridad mundial y cumplir el histórico Acuerdo sobre Pandemias a fin de velar por que todo el mundo mejore la colaboración para prevenir y contener las pandemias futuras.

La propuesta de la efeméride fue iniciativa de la delegación de Vietnam ante la ONU, en virtud de las repercusiones devastadoras que tienen las enfermedades infecciosas, epidemias y pandemias en la vida humana, impactando el desarrollo económico y social de las naciones en el corto, mediano y largo plazo, especialmente en países con economías vulnerables.

Igualmente, la fecha rinde homenaje al químico y microbiólogo francés Louis Pasteur, como precursor de la microbiología moderna.

Otras enfermedades epidémicas más conocidas de la historia son la peste bubónica, la gripe española, el cólera, la gripe aviar, el ébola y el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA).

27 diciembre 2024|Fuente: Prensa Latina |Tomado de |Noticia

Imagen: AP.La gente comenzó a reunirse el jueves para orar y visitar las fosas comunes en la provincia de Aceh en Indonesia para conmemorar los 20 años desde el masivo tsunami del océano Índico, uno de los peores desastres naturales de la historia moderna.

Muchos lloraron en la fosa común del pueblo de Ulee Lheue, donde están enterradas más de 14 000 víctimas del tsunami no identificadas y no reclamadas. Es una de varias fosas comunes en Banda Aceh, la capital de la provincia más septentrional de Indonesia. Fue una de las áreas más afectadas por el terremoto y el tsunami, junto con el distrito de Aceh Besar.

Un poderoso terremoto de magnitud 9,1 frente a la costa de la isla indonesia de Sumatra el 26 de diciembre de 2004 desencadenó un tsunami que mató a unas 230 000 personas en una decena de países, llegando hasta el este de África. Alrededor de 17 millones de personas fueron desplazadas, principalmente en los cuatro países más afectados: Indonesia, Sri Lanka, India y Tailandia.

Más de 170 000 personas murieron sólo en Indonesia.

Aunque han pasado 20 años, el dolor persiste y los sobrevivientes aún recuerdan a sus seres queridos, perdidos en las gigantescas olas que aplanaron edificios en la mayoría de las áreas costeras de Aceh, hasta llegar a la ciudad de Banda Aceh.

La infraestructura en Aceh ha sido reconstruida y ahora es más resiliente de lo que era antes de que el tsunami golpeara. Se han instalado sistemas de alerta temprana en las áreas costeras para alertar a los residentes sobre posibles tsunamis, proporcionando tiempo crucial para buscar seguridad.

Los esfuerzos de reconstrucción fueron posibles gracias al apoyo de donantes y organizaciones internacionales, quienes contribuyeron con fondos significativos para ayudar a la región a recuperarse. Escuelas, hospitales e infraestructura esencial que fueron destruidos por el desastre han sido reconstruidos con mayor fortaleza y durabilidad, asegurando una mejor preparación para futuros desafíos.

El tsunami también se cobró la vida de más de 8 000 personas en Tailandia, incluidos muchos que aún permanecen desaparecidos, dejando una profunda cicatriz en la historia de la nación. Casi 400 cuerpos siguen sin ser identificados y reclamados.

25 diciembre 2024|Fuente: AP |Tomado de |Noticia

diciembre 26, 2024 | Carlos Alberto Santamaría González | Filed under: Medicina de desastres, Medio ambiente | Etiquetas: , |

Imagen: Archivo.Estados Unidos ve en África un campo de pruebas de fármacos experimentales, afirmó hoy el jefe adjunto de las tropas de protección radiológica, química y biológica de Rusia, el general mayor Alexéi Rtíschev.

«Actualmente, África se ha visto en una zona de especial interés. La administración de Estados Unidos ve en esta región un reservorio natural ilimitado de patógenos de infecciones peligrosas y un campo de pruebas para ensayar medicamentos experimentales sobre el terreno», señaló Rtíschev en una rueda de prensa.

El general dijo que los documentos que obran en poder de militares rusos evidencian que la presencia militar biológica de Estados Unidos en el continente africano aumenta a ritmos acelerados.

Mencionó en particular que los centros de investigaciones médicas del Ejército y la Armada de Estados Unidos cuentan con estaciones de campo en Kenya, filiales en Ghana y Yibuti, así como un laboratorio en Nigeria.

Más de 20 instalaciones biológicas en 18 países de África están implicadas hoy en la implementación de una iniciativa centrada en el estudio del genoma de los patógenos, agregó.

En África, según Rtíschev, Estados Unidos usa el mismo sistema de gestión de riesgos biológicos que anteriormente probó con éxito en Ucrania y Georgia.

A juicio del general ruso, «se vislumbra una tendencia clara: los patógenos que suscitan el interés del Pentágono se propagan luego como pandemias, y los beneficiarios son las farmacéuticas estadounidenses».

24 diciembre 2024|Fuente: Prensa Latina |Tomado de la Selección Temática sobre Medicina de Prensa Latina. Copyright 2024. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.|Noticia

diciembre 25, 2024 | Carlos Alberto Santamaría González | Filed under: Medicina de desastres, Microbiología | Etiquetas: , |

Imagen: Prensa Latina. Autoridades del Sistema Nacional para la Prevención, Mitigación y Atención de Desastres (Sinapred) de Nicaragua, anunciaron hoy el cuarto ejercicio nacional de protección de la vida en situaciones multiamenazas.

En conferencia de prensa el director del Sinapred, Guillermo González, precisó que esa actividad, cuyo objetivo es poner a prueba la capacidad de respuesta de las instituciones y la población ante situaciones de riesgo, se realizará el próximo día 19.

El ejercicio contará con la participación de más de 700 000 personas en unos 400 escenarios, y según el funcionario, dan cumplimiento a una orientación del presidente Daniel Ortega y de la vicemandataria Rosario Murillo.

González explicó que en este ejercicio pondrán en práctica mecanismos de preparación para inundaciones repentinas, sobre todo en áreas urbanas, teniendo en cuenta que el período de lluvias en el centro del país y en el Caribe se extiende hasta los meses de febrero y marzo.

Además, se enfocarán en el tema de los terremotos y sus efectos secundarios como incendios y el derrumbe de infraestructura que provoca graves afectaciones a las personas.

Otro de los escenarios será la erupción repentina de un volcán que, aunque no es frecuente en Nicaragua, el titular de Sinapred destacó la importancia de estar preparados, pues hay ciudades ubicadas a los pies de esos colosos como Granada y Chinandega.

Durante el ejercicio, el último de este año, las autoridades pondrán a prueba los mecanismos de alerta temprana y movilización de la población o conglomerados.

De igual modo, verificarán la apropiación de las familias y comunidades de las medidas de autoprotección, la evacuación ordenada a sitios seguros en especial en respuesta a tsunamis; así como constatar los conocimientos y habilidades de las brigadas comunitarias y municipales de salvamento y rescate, entre otras acciones.

16 diciembre 2024|Fuente: Prensa Latina |Tomado de |Noticia

diciembre 18, 2024 | Carlos Alberto Santamaría González | Filed under: Medicina de desastres, Medicina familiar y comunitaria, Medicina intensiva y emergencia | Etiquetas: , , |

  • Noticias por fecha

    mayo 2025
    L M X J V S D
    « abr    
     1234
    567891011
    12131415161718
    19202122232425
    262728293031  
  • Noticias anteriores a enero de 2010

  • Suscripción AL Día

  • Categorias

    open all | close all
  • Palabras Clave