Imagen: Archivo.La actividad física modifica la microbiota intestinal en personas mayores con obesidad y síndrome metabólico, según ha demostrado un estudio llevado a cabo por investigadores del Instituto de Investigación Biomédica (Ibima Plataforma Bionand) y el Hospital Virgen de la Victoria de Málaga.

Los hallazgos, publicados en la revista Biology of Sport, han concluido que la actividad física regular, combinada con una dieta mediterránea, produce cambios significativos en la microbiota intestinal, lo cual podría tener beneficios en personas mayores con obesidad y síndrome metabólico.

Los resultados destacan el impacto positivo que los cambios en el estilo de vida pueden tener en la salud intestinal y general de la población envejecida.

El estudio, que forma parte del proyecto Predimed-Plus -sobre el impacto del estilo de vida en la prevención de enfermedades cardiovasculares-, incluyó a 297 participantes de los nodos de Málaga y Reus, de entre 55 y 75 años, todos con sobrepeso u obesidad y diagnosticados con síndrome metabólico.

Durante un año, los investigadores monitorizaron la actividad física, la dieta y los cambios en la composición de la microbiota intestinal de los participantes.

Gracias al desarrollo de este estudio, aquellos que aumentaron significativamente su actividad física, mostraron alteraciones positivas en su microbiota, incluido el aumento de bacterias beneficiosas como Sutterella y Lachnospira, y una disminución de Collinsella, asociada a niveles elevados de colesterol LDL.

La primera autora del estudio, Patricia Ruiz Limón, ha señalado que este trabajo pone de manifiesto «cómo la actividad física puede actuar como un modulador clave de la microbiota intestinal», lo que «abre una nueva ventana para comprender mejor su papel en la prevención de enfermedades metabólicas».

«Estos resultados nos permiten avanzar en el diseño de intervenciones más personalizadas para mejorar la salud de las personas mayores», ha afirmado la investigadora.

Por su parte, el director científico de Ibima y jefe de servicio de Endocrinología y Nutrición en el Hospital Virgen de la Victoria, Francisco J. Tinahones, ha agregado que «es muy relevante que en este estudio se haya profundizado más allá de la actividad física, la reducción de peso o la mejora del control glucémico».

«Ahora podemos asociar claramente que el ejercicio físico tiene influencia directa en la microbiota intestinal», ha manifestado Tinahones, que ha incidido en que se trata de «un vínculo que podría ser fundamental a la hora de tratar el síndrome metabólico en personas mayores».

Otra de las coautoras del estudio es la investigadora Isabel Moreno, quien ha apuntado que «este hito marca el camino a seguir de futuros estudios» encaminados a destacar el potencial que tiene el estudio de la microbiota con otros factores como la actividad física para «acercar el análisis de este tipo de bacterias» y dirigirlas hacia terapias «más personalizadas».

02 octubre 2024|Fuente: EFE |Tomado de la Selección Temática sobre Medicina de Prensa Latina. Copyright 2024. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.|Noticia

Imagen: Prensa Latina.La comunidad médica celebró este martes el Día Internacional de la Hepatitis C, una enfermedad que afecta al menos a 50 millones de personas en el mundo y cada año se producen alrededor de un millón de nuevas infecciones.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la hepatitis C es una inflamación del hígado causada por un virus, que puede ser aguda o crónica, y cuyas manifestaciones pueden ser leves pero también pueden revestir gravedad, cronificarse y provocar cirrosis y cáncer hepático.

La transmisión del virus de la hepatitis C es sanguínea y la mayoría de las infecciones se producen por exposición a la sangre debido a prácticas de inyección o de atención de salud poco seguras (como la atención estomatológica sin correcta esterilización del instrumental), transfusiones de sangre sin analizar, consumo de drogas inyectables y prácticas sexuales que conllevan contacto con sangre o con las secreciones.

Calcula la OMS que en 2022 fallecieron cerca de 242 000 personas debido a la hepatitis C, sobre todo por cirrosis y carcinoma hepatocelular (cáncer primario de hígado).

Los antivíricos de acción directa pueden curar más del 95 % de los casos de esta infección, pero el acceso al diagnóstico y el tratamiento es escaso.

En un principio la única manera de detectar el virus es por medio de un análisis de sangre, pero con el paso del tiempo, si no se trata, la enfermedad va agudizándose produciendo una inflamación en el hígado que puede terminar desencadenando una cirrosis o incluso cáncer hepático.

Por lo general el periodo de incubación de la hepatitis C, puede variar de dos semanas a seis meses, y durante ese tiempo, la persona infectada puede ir presentando como síntomas fiebre, cansancio, inapetencia, náuseas, vómitos, dolor abdominal, dolores articulares y coloración amarillenta en piel y ojos (ictericia).

Dicha enfermedad requiere de un tratamiento con antivíricos de acción directa y la OMS recomienda que a toda persona mayor de 12 años que la presente en su organismo se le trate como si fuese un caso grave o crónico.

Se debe suministrar un tratamiento con antivíricos de acción directa pangenotípicos, que es el tratamiento adecuado para aquellos que han desarrollado cirrosis producto del virus.

En la mayoría de los casos este tratamiento cura por completo al paciente y su duración varía entre 12 a 24 semanas, dependiendo de lo aguda que sea la patología.

Hay casos en que el mismo sistema inmune de la persona destruye por completo el virus sin necesidad de ningún tipo de tratamiento, pero las estadísticas son muy reducidas pues la persona suele no enterarse de que en algún momento tuvo el virus en su cuerpo.

Actualmente no existe ninguna vacuna contra la hepatitis C aunque la investigación en este campo continua.

01 octubre 2024|Fuente: Prensa Latina |Tomado de |Noticia

Imagen: Archivo. Científicos estadounidenses han descubierto una nueva bacteria que causa inmunodeficiencia intestinal y han sentado las bases para posibles nuevos tratamientos para diversas enfermedades inflamatorias e infecciosas, como la enfermedad inflamatoria intestinal, la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa.

El descubrimiento lo han hecho investigadores de la Clínica Cleveland de Estados Unidos, y los resultados de su trabajo aparecen este jueves publicados en la revista Science.

El equipo identificó una bacteria (Tomasiella immunophila), que desempeña un papel clave en la ruptura de un componente inmunitario crucial de la polifacética barrera inmunitaria protectora del intestino.

Identificar esta bacteria, han subrayado los investigadores, es el primer paso para desarrollar nuevos tratamientos contra diversas enfermedades inflamatorias e infecciosas del intestino.

Estas afecciones -como la enfermedad inflamatoria intestinal, la enfermedad de Crohn o la colitis ulcerosa-, se asocian a una disminución de los niveles de inmunoglobulina A secretora (SIgA), un anticuerpo que protege las superficies mucosas, según el extracto de su trabajo que ha facilitado la revista.

La investigación representa un papel fundamental de un componente específico del microbioma intestinal en la salud y la enfermedad humanas, según sus autores, que han subrayado que al identificar esta bacteria concreta, no sólo han mejorado la comprensión de las enfermedades intestinales, sino que también han abierto «una nueva y prometedora vía de tratamiento».

En este nuevo trabajo, los investigadores han descubierto que la presencia de esa bacteria en el intestino aumenta la susceptibilidad a los patógenos y retrasa la reparación de la barrera protectora del intestino.

Este descubrimiento es muy importante, ya que la SIgA en el intestino funciona como un componente crítico de la barrera para los billones de microbios que viven en los intestinos, y ofrece una nueva vía para desarrollar terapias que manipulen la SIgA en el intestino y mejoren la salud.

26 septiembre 2024|Fuente: EFE |Tomado de la Selección Temática sobre Medicina de Prensa Latina. Copyright 2024. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.|Noticia

Imagen: Archivo. Un trabajo del grupo de investigación en Nutrición Comunitaria y Oxidación (Nucox) de la Universidad de las Islas Baleares sobre la influencia de la dieta mediterránea en la prevención de la enfermedad del hígado graso no alcohólico ha sido galardonado por la revista científica Nutrients.

El artículo sobre el estudio del grupo Nucox, el IdISBa y CIBEROBN ha sido considerado el segundo mejor publicado en 2022 por la revista, una de las publicaciones más importantes en el ámbito internacional en el campo de la nutrición humana, ha detallado la UIB en un comunicado.

El trabajo premiado se centra en el estudio del efecto que la dieta mediterránea tiene en la progresión de la enfermedad del hígado graso no alcohólico. La investigación revela que la adherencia a una dieta mediterránea personalizada, combinada con actividad física, puede prevenir y revertir la enfermedad del hígado graso no alcohólico en pacientes con síndrome metabólico.

La investigación, que se llevó a cabo durante seis meses con la participación de 138 pacientes de entre 40 y 60 años de Mallorca y Navarra, demuestra que seguir una dieta mediterránea puede tener beneficios significativos para estos pacientes y mejorar múltiples factores de salud.

La enfermedad del hígado graso no alcohólico es una condición asociada a menudo con otros problemas como el síndrome metabólico, la diabetes tipo 2 y las enfermedades cardiovasculares.

Los resultados mostraron que aquellos pacientes que aumentaron su adherencia a la dieta mediterránea experimentaron una reducción significativa de su peso corporal, del índice de masa corporal, del perímetro de cintura y de la grasa intrahepática. También se observaron mejoras en la presión arterial, tanto de la sistólica como de la diastólica.

El estudio concluye que una mayor adherencia a la dieta mediterránea está asociada con una mejora notable en los factores de riesgo del síndrome metabólico y con una reducción de la grasa hepática, lo que podría ayudar a revertir la enfermedad del hígado graso no alcohólico.

Los resultados subrayan la importancia de un estilo de vida saludable y de combinar una alimentación equilibrada con actividad física para mejorar la salud de los pacientes con síndrome metabólico; suponen un avance en la gestión de la enfermedad del hígado graso no alcohólico; y refuerzan el valor de la dieta mediterránea como estrategia eficaz para tratar enfermedades relacionadas con el metabolismo.EFE

11 septiembre 2024|Fuente: EFE |Tomado de la Selección Temática sobre Medicina de Prensa Latina. Copyright 2024. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.|Noticia

La especialista en nutrición del Hospital Universitario La Luz de MadridImagen: Archivo. , Laura Sánchez Anguita, ha destacado la importancia del diagnóstico en la intolerancia a la trehalosa, un elemento presente en alimentos como los champiñones, las setas o la cerveza, ya que cada vez se registran más casos y tiene una gran afección en la calidad de vida de los pacientes.

«La trehalosa es un tipo de azúcar natural presente en alimentos como los champiñones, setas y cerveza. Esta intolerancia, aún poco conocida por la población general, está comenzando a preocupar a los profesionales de la salud debido a su impacto en la calidad de vida de los pacientes», ha señalado Sánchez Anguita.

La experta reconoce que actualmente no está catalogada ni reconocida como otras intolerancias más comunes como pueden ser, entre otras, la de la lactosa o la del gluten. Es por ello que la intolerancia a la trehalosa puede ser fácilmente confundida con otras afecciones gastrointestinales como el Síndrome del Intestino Irritable (SII), cuyo cuadro se caracteriza por alteraciones del ritmo intestinal, distensión abdominal, calambres abdominales, dolor abdominal y flatulencias o la intolerancia a la lactosa, lo que dificulta su diagnóstico.

«Además de tener estos síntomas están otros propios de la intolerancia también en otras partes del cuerpo como neurológicos (dolor de cabeza, mareos, vértigos, etc.), respiratorios (asma, etc.) y/o dermatológicos como acné», asevera la especialista.

En este sentido, Laura Sánchez ha advertido de que es «fundamental» que tanto los pacientes como los médicos «estén al tanto de esta condición para evitar diagnósticos erróneos y mejorar la calidad de vida de los afectados».

La trehalosa es un carbohidrato disacárido que es sustento de la microbiota intestinal y la intolerancia se debe a que la mucosa del intestino delgado no produce o tiene un déficit de la enzima trehalasa. «Esta patología ocurre cuando comemos algún alimento rico en trehalosa, como puede ser champiñones, setas, miel y/o cerveza», ha afirmado.

Para diagnosticar esta patología se realiza una prueba que se conoce como test de hidrógeno espirado, que puede solicitarla el endocrino, el dietista-nutricionista o un especialista de digestivo. En cuanto al tratamiento, Laura Sánchez señala que la solución más efectiva es la eliminación o reducción de los alimentos que contienen trehalosa, como los champiñones y otros hongos comestibles.

«También se recomienda a los pacientes leer cuidadosamente las etiquetas de los productos alimenticios, ya que la trehalosa puede estar presente como aditivo en algunos productos alimentarios», ha añadido.

03 septiembre 2024|Fuente: Europa Press |Tomado de la Selección Temática sobre Medicina de Prensa Latina. Copyright 2024. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.|Noticia

Imagen: Archivo.Ciertos tipos de bacterias intestinales pueden obstaculizar la eficacia de la vacuna contra el rotavirus, según investigadores del Instituto de Ciencias Biomédicas de la Universidad Estatal de Georgia (Estados Unidos).

Los hallazgos, dirigidos por los doctores Vu L. Ngo y Andrew T. Gewirtz, publicados en la revista Cellular and Molecular Gastroenterology and Hepatology, indican que la microbiota intestinal, en particular los billones de bacterias que viven en el intestino de un individuo, puede influir en la respuesta a la vacuna contra el rotavirus y, a veces, hacer que los niños sigan siendo propensos a la infección por rotavirus y a la enfermedad grave a pesar de haber sido vacunados.

El rotavirus es un virus que se propaga fácilmente entre los bebés y los niños pequeños y causa diarrea intensa, vómitos, fiebre y dolor abdominal. Los niños infectados por la enfermedad por rotavirus pueden deshidratarse y requerir hospitalización. Las vacunas contra el rotavirus han demostrado ser muy eficaces para proteger a los niños en los Estados Unidos y Europa, pero su eficacia es relativamente baja en algunos países de bajos ingresos.

Las vacunas contra el rotavirus son virus vivos atenuados que se administran por vía oral y que deben infectar el intestino del huésped para generar inmunidad protectora. La protección que brindan las vacunas contra el rotavirus es muy diferente entre individuos, lo que llevó a los investigadores a plantear la hipótesis de que la composición de la microbiota intestinal, en la que la vacuna viral debe infectar, influye en la eficacia de la vacuna contra el rotavirus.

En este estudio, los investigadores investigaron la influencia de los microbiomas humanos en la vacunación contra el rotavirus administrando a ratones trasplantes microbianos de niños con una respuesta robusta o mínima a la vacuna contra el rotavirus.

Descubrieron que los ratones que recibieron trasplantes microbianos de individuos que respondieron muy bien a la vacuna contra el rotavirus eliminaron abundantemente antígenos del rotavirus y generaron anticuerpos antirrotavirus de manera robusta. Por el contrario, los ratones que recibieron trasplantes microbianos de niños que no habían respondido a la vacunación contra el rotavirus mostraron solo un aumento modesto de los anticuerpos contra el rotavirus después de la vacunación y, por lo tanto, siguieron siendo propensos a la exposición al rotavirus.

El análisis de los microbiomas mediante secuenciación de ADN sugirió la participación de Clostridium perfringens, que son bacterias que ocasionalmente causan enfermedades manifiestas, pero que también pueden estar presentes sin causar enfermedades en algunos humanos y animales. La administración oral de C. perfringens cultivadas a ratones imitó parcialmente los rasgos de los que no responden a la vacuna contra el rotavirus. Un nuevo análisis de los datos publicados encontró que la abundancia de C. perfringens en niños está modestamente asociada con el fracaso de la vacuna contra el rotavirus.

En conclusión, los investigadores determinaron que la composición de la microbiota influye en la eficacia de la vacuna contra el rotavirus, siendo C. perfringens uno, quizás de muchos, ejemplos de microbiota humana capaz de promover el fracaso de la vacuna contra el rotavirus.

«Nuestros hallazgos reflejan que C. perfringens puede ser uno de un grupo de microbios, incluidas bacterias y virus, que pueden afectar la infección y, en consecuencia, las respuestas inmunes provocadas por los virus de la vacuna contra el rotavirus», señala Gewirtz.

27 agosto 2024|Fuente: Europa Press |Tomado de la Selección Temática sobre Medicina de Prensa Latina. Copyright 2024. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.|Noticia

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