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A medida que los días sofocantes de verano se vuelven más comunes, la cantidad de estadounidenses que mueren por problemas cardíacos o accidentes cerebrovasculares relacionados con el calor podría dispararse en las próximas décadas, proyecta un nuevo estudio.
El estudio, publicado el 30 de octubre en la revista Circulation, estima que para mediados de siglo, Estados Unidos vivirá la triplicación de estas muertes prevenibles si se permite que las emisiones de gases de efecto invernadero aumenten sin control.
Se espera que los adultos mayores y los afroamericanos sean los más afectados, una perspectiva que ampliaría las disparidades raciales en enfermedades cardíacas que ya existen.
Esas son las malas noticias. El hallazgo más esperanzador es que algunas de esas muertes relacionadas con el calor podrían evitarse implementando las propuestas actuales para reducir las emisiones.
«Nuestro estudio sugiere que podría haber un beneficio al reducir las emisiones, y en un corto plazo», dijo el investigador principal, el Dr. Sameed Khatana, cardiólogo y profesor asistente de medicina en la Universidad de Pensilvania.
Los expertos han sabido desde hace mucho tiempo que las olas de calor a menudo desencadenan un aumento en los accidentes cerebrovasculares, ataques cardíacos y otras complicaciones cardiovasculares, típicamente entre personas con factores de riesgo preexistentes.
Esto se debe a que el corazón y los vasos sanguíneos (sistema cardiovascular) son actores clave en la regulación de la temperatura corporal, dijo Khatana. Cuando el cuerpo se recalienta, el corazón trabaja más, bombeando sangre a la periferia del cuerpo para liberar calor a través del sudor.
Y para las personas vulnerables, ese estrés puede ser excesivo.
«También sabemos que se proyecta un aumento en el número de días de calor extremo», dijo Khatana.
Ese hecho, junto con una población envejecida y más estadounidenses mudándose a partes más calurosas del país, apunta a un escenario obvio: un aumento en las muertes cardiovasculares relacionadas con el calor.
Para tener una idea de lo que podría deparar el futuro, el equipo de Khatana primero analizó datos sobre muertes cardiovasculares y días de calor extremo en condados de EE. UU. entre 2008 y 2019. «Extremo» significaba días en los que se sentía como 90 grados o más.
Durante esos años, los investigadores estiman que el calor extremo causó un promedio de 1,651 muertes cardiovasculares «excesivas» por año, es decir, muertes que no hubieran ocurrido sin esos extremos de temperatura.
Los investigadores luego utilizaron esas cifras, junto con estimaciones sobre cambios ambientales y poblacionales, para hacer proyecciones sobre las próximas décadas, 2036 a 2065. Y la imagen no era alentadora.
Bajo un escenario más positivo, en el que las emisiones de gases de efecto invernadero se redujeran moderadamente, las muertes cardiovasculares relacionadas con el calor aún aumentarían, más que duplicándose, a un promedio de 4,320 por año.
En parte, eso se debe a que los días extremadamente calurosos aumentarían, de 54 días anuales en años recientes, a 71 días.
Pero esa perspectiva era mejor que el segundo escenario que analizaron los investigadores, en el que «no» se hacía nada para frenar las emisiones, dijo Khatana.
En ese caso, los estadounidenses típicamente enfrentarían temperaturas abrasadoras 80 días al año. Y las muertes cardiovasculares relacionadas con el calor se triplicarían con creces, a 5,491 por año en todo el país.
Sin embargo, todas esas cifras probablemente son subestimaciones, según Kristina Dahl, una científica climática principal de la Unión de Científicos Preocupados, una organización sin fines de lucro.
Las muertes relacionadas con el calor, dijo, no se rastrean formalmente por las agencias de salud pública, ni se reconocen necesariamente como tales en los registros de defunción.
De hecho, el calor extremo se considera un «asesino silencioso», dijo Dahl, quien no participó en el estudio. Aunque a menudo son mortales, señaló, las olas de calor no acaparan los titulares que sí lo hacen los huracanes y desastres similares.
La buena noticia, dijo Dahl, es que la temperatura responde rápidamente a los cambios en las emisiones de gases de efecto invernadero.
Así que como proyecta este estudio, dijo, reducir las emisiones debería ayudar a limitar los días de calor extremo y las muertes relacionadas con el corazón, en un plazo relativamente corto.
El estudio también encontró que los afroamericanos serían especialmente afectados por los aumentos en el calor extremo: en comparación con los estadounidenses blancos, podrían ver un aumento de casi cinco veces en las muertes cardiovasculares relacionadas con el calor.
Una razón, dijeron Khatana y Dahl, es que los afroamericanos están más expuestos a los estragos de las temperaturas abrasadoras.
En comparación con los estadounidenses blancos, tienen más probabilidades de vivir en grandes ciudades, donde el concreto atrapa el calor y muchos habitantes de apartamentos carecen de aire acondicionado. Además, dijo Dahl, muchas personas de color están expuestas a extremos de calor a través de trabajos que los mantienen al aire libre.
«Agua, sombra y descanso» son clave para proteger a esos trabajadores, dijo Dahl. Pero por ahora, añadió, solo tres estados de EE. UU. han establecido normas sobre ese tema.
Ambos expertos señalaron medidas que las comunidades pueden tomar para proteger a los residentes vulnerables: plantar árboles en vecindarios urbanos para proporcionar sombra; crear «centros de enfriamiento» que sean accesibles, seguros y atractivos como para atraer a las personas; y diseñar «planes de acción contra el calor» para prepararse para las olas de calor.
Khatana hizo otro punto: este estudio solo miró las muertes relacionadas con el calor. Muchos otros estadounidenses sufren complicaciones cardiovasculares no fatales durante las olas de calor, lo suficientemente graves como para enviarlos al hospital y tener efectos duraderos en su salud y calidad de vida.
«Las muertes cardiovasculares son solo la punta del iceberg», dijo Khatana.
Referencia
Khatana S, Eberly L, Nathan AS, Groeneveld PW. Projected Change in the Burden of Excess Cardiovascular Deaths Associated With Extreme Heat by Midcentury (2036–2065) in the Contiguous United States. Circulation [Internet]. 2023[citado 2 nov 2023]. doi: 10.1161/CIRCULATIONAHA.123.066017.
2 noviembre 2023| Fuente: HealthDay| Tomado de Noticias Salud
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El ayuno intermitente puede ser una mejor manera para que las personas con diabetes tipo 2 pierdan peso que contar calorías, sugiere un nuevo estudio.
Los investigadores encontraron que las personas que solo comían entre las 12 p.m. y las 8 p.m. todos los días perdieron más peso que aquellos que redujeron sus calorías en un 25 %. Sin embargo, ambos grupos tuvieron reducciones similares en los niveles de azúcar en sangre a largo plazo basados en una prueba de hemoglobina A1C. La prueba muestra los niveles de azúcar en sangre durante los últimos tres meses.
«Es importante ofrecer a las personas con diabetes tipo 2 más de una estrategia para perder peso y disminuir su HbA1C», dijo la investigadora principal Krista Varady, profesora de nutrición en la Universidad de Illinois, Chicago.
«Algunas personas encuentran difícil contar calorías. Otras no tienen apoyo semanal o mensual y necesitan un patrón dietético que sea simple de seguir, como mirar el reloj», agregó Varady.
En los Estados Unidos, aproximadamente 1 de cada 10 residentes tiene diabetes, y ese número está aumentando, dijeron los investigadores. Es crucial encontrar más maneras de controlar el peso y los niveles de azúcar en sangre para estos pacientes.
Aunque el estudio representa una «prueba de concepto» que muestra que el ayuno intermitente es seguro para aquellos con diabetes tipo 2, Varady dijo que las personas con diabetes deberían consultar a su médico antes de comenzar este tipo de dieta.
Además, «algunos medicamentos para la diabetes tipo 2 bajan el azúcar en sangre y necesitan tomarse con alimentos», dijo.
Pero el efecto positivo de la pérdida de peso en la reducción del azúcar en sangre debería permitir a las personas reducir sus medicamentos para la diabetes, dijo Varady.
«Las personas con diabetes tipo 2 generalmente tienen que aumentar su medicación a lo largo de su vida, a menudo tomando tres medicamentos orales a la vez, ya que la mayoría de los medicamentos disminuyen la HbA1C solo un poco», señaló. «Poder mejorar su glucosa solo a través del estilo de vida es muy importante para reducir la carga de medicación».
Para el estudio, Varady y sus colegas dividieron a 75 personas en tres grupos: un grupo siguió una dieta con ayuno intermitente, otro se les dijo que redujeran las calorías en un cuarto y los demás no siguieron ningún plan de dieta. El índice de masa corporal promedio (IMC) fue de 39, lo que se considera obeso. La HbA1C promedio fue del 8.1 % (el rango normal es del 4 % al 5.6 %, según los Institutos Nacionales de Salud).
Después de seis meses, los investigadores encontraron que aquellos en la dieta con restricción de tiempo perdieron alrededor del 4 % de su peso corporal, mientras que aquellos que restringieron las calorías perdieron alrededor del 2 % de su peso corporal. Ambos grupos bajaron su azúcar en sangre en aproximadamente un 1 %.
No se sabe aún si seguir una dieta con restricción de tiempo resultará en una pérdida de peso continua a lo largo de un tiempo más prolongado, dijo Varady, señalando que se necesitan estudios más grandes.
«Este es el primer estudio que compara una dieta de ocho horas con restricción de tiempo con el conteo de calorías en aquellos con diabetes tipo 2″, dijo. «Nuestros hallazgos esperamos den confianza a los médicos y dietistas para implementar la alimentación con restricción de tiempo en individuos con diabetes que necesitan una dieta alternativa para ayudar con la pérdida de peso y el manejo del azúcar en sangre».
Imran Syed, un experto de Nueva York que no formó parte del estudio, piensa que la dieta con restricción de tiempo puede ser más fácil de seguir que contar calorías.
«He tratado con pacientes donde principalmente siempre ha sido restringido calóricamente», dijo Syed, un dietista en el North Shore University Hospital en Manhasset. «La restricción calórica también ha sido de corta duración, porque es un control conductual sobre la alimentación, mientras que la restricción de tiempo es algo más accesible, donde el tiempo puede ser más fácil de controlar», dijo.
Un estilo de dieta que es más fácil de seguir significa que los pacientes tienen más probabilidades de adherirse a ella, dijo.
«La restricción de tiempo parece ser un enfoque mejor. Es algo que aconsejaría mientras se toma en consideración la gestión de la medicación para que el azúcar en sangre no baje demasiado», dijo Syed.
El informe se publicó en línea el 27 de octubre en la revista JAMA Network Open.
Referencia
Pavlou V, Cienfuegos S, Lin S, Ezpeleta M, Ready K, Copari s, et al. Effect of Time-Restricted Eating on Weight Loss in Adults With Type 2 Diabetes: A Randomized Clinical Trial. JAMA Netw Open [Internet]. 2023[citado 2 nov 2023];6(10):e2339337. doi:10.1001/jamanetworkopen.2023.39337.
2 noviembre 2023| Fuente: HealthDay| Tomado de Noticias de Salud
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Demostró reducciones en la HbA1c y el peso corporal con menos hipoglucemia En personas con diabetes tipo 2 mal controlada tratadas con insulina basal en este ensayo clínico aleatorizado con 1 428 participantes, la tirzepatida semanal en comparación con la insulina prandial como tratamiento adicional con insulina glargina demostró reducciones en la HbA1c y el peso corporal con menos hipoglucemia.
Pregunta
¿Cuál es el efecto sobre el control glucémico de agregar tirzepatida una vez a la semana versus insulina lispro prandial tres veces al día al tratamiento con insulina glargina en la diabetes tipo 2 tratada con insulina basal inadecuadamente controlada?
Hallazgos
En este ensayo clínico aleatorizado (N = 1428), el cambio medio en la hemoglobina A 1c (HbA 1c) en la semana 52 fue −2,1 % con tirzepatida frente a −1,1 % con insulina lispro; Las diferencias de tratamiento fueron estadísticamente significativas con menos hipoglucemia y más reducción de peso corporal con tirzepatida.
Significado
La adición de tirzepatida una vez a la semana versus insulina lispro prandial a la insulina glargina en pacientes tratados con insulina basal con diabetes tipo 2 y control glucémico inadecuado resultó en mayores reducciones en la HbA 1c junto con una mayor pérdida de peso y menos hipoglucemia.
Importancia
La tirzepatida es un polipéptido insulinotrópico dependiente de la glucosa y un agonista del receptor del péptido 1 similar al glucagón que se utiliza para el tratamiento de la diabetes tipo 2. No se ha descrito la eficacia y seguridad de añadir tirzepatida frente a insulina prandial al tratamiento en pacientes con control glucémico inadecuado con insulina basal.
Objetivo
Evaluar la eficacia y seguridad de tirzepatida versus insulina lispro como terapia complementaria a la insulina glargina.
Diseño, entorno y participantes
Este ensayo clínico de fase 3b de etiqueta abierta se realizó en 135 sitios en 15 países (participantes inscritos desde el 19 de octubre de 2020 hasta el 1 de noviembre de 2022) en 1428 adultos con diabetes tipo 2 que tomaban insulina basal.
Intervenciones
Los participantes fueron asignados al azar (en una proporción de 1:1:1:3) para recibir inyecciones subcutáneas de tirzepatida una vez a la semana (5 mg [n = 243], 10 mg [n = 238] o 15 mg [n = 236]) o insulina lispro prandial tres veces al día (n = 708).
Principales resultados y medidas
Los resultados incluyeron la no inferioridad de tirzepatida (cohorte agrupada) versus insulina lispro, ambas además de insulina glargina, en el cambio de HbA 1c desde el inicio en la semana 52 (margen de no inferioridad, 0,3%). Los criterios de valoración secundarios clave incluyeron el cambio en el peso corporal y el porcentaje de participantes que alcanzaron el objetivo de hemoglobina A 1c (HbA 1c) de menos del 7,0 %.
Resultados
Entre 1 428 participantes aleatorizados (824 [57,7 %] mujeres; edad media [DE], 58,8 [9,7] años; media [DE] HbA 1c, 8,8% [1,0 %]), 1.304 (91,3 %) completaron el ensayo. En la semana 52, el cambio medio estimado con respecto al valor inicial en HbA 1c con tirzepatida (cohorte agrupada) fue de −2,1 % frente a −1,1 % con insulina lispro, lo que dio como resultado niveles medios de HbA 1c de 6,7 % frente a 7,7 % (diferencia estimada de tratamiento, −0,98 % [IC del 95 %, −1,17 % a −0,79 %]; P < 0,001); los resultados cumplieron con los criterios de no inferioridad y se logró la superioridad estadística.
El cambio medio estimado desde el inicio en el peso corporal fue de −9,0 kg con tirzepatida y 3,2 kg con insulina lispro (diferencia estimada de tratamiento, −12,2 kg [IC del 95 %, −13,4 a −10,9]). El porcentaje de participantes que alcanzan la HbA1c menos del 7,0% fue el 68% (483 de 716) con tirzepatida y el 36% (256 de 708) con insulina lispro (odds ratio, 4,2 [IC del 95%, 3,2-5,5]).
Los eventos adversos más comunes con tirzepatida fueron síntomas gastrointestinales leves a moderados (náuseas: 14 %-26 %; diarrea: 11 %-15 %; vómitos: 5 %-13 %).
Las tasas de eventos de hipoglucemia (nivel de glucosa en sangre <54 mg/dL o hipoglucemia grave) fueron de 0,4 eventos por paciente-año con tirzepatida (agrupada) y 4,4 eventos por paciente-año con insulina lispro.
Conclusiones y relevancia
En personas con diabetes tipo 2 mal controlada tratadas con insulina basal, la tirzepatida semanal en comparación con la insulina prandial como tratamiento adicional con insulina glargina demostró reducciones en la HbA 1c y el peso corporal con menos hipoglucemia.
Referencia
Rosenstock J, Frías JP, Rodbard HW, Tofé S, Sears E, Huh R, et al. Tirzepatide vs Insulin Lispro Added to Basal Insulin in Type 2 Diabetes: The SURPASS-6 Randomized Clinical Trial. JAMA[Internet].2023[citado 31 oct 2023]; Published online October 03, 2023. doi:10.1001/jama.2023.20294
1 noviembre 2023| Fuente: IntraMed | Tomado de Noticias biomédicas
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La prolongada es un deterioro común post-Covid 19.
Los efectos a largo plazo de la COVID-19 sobre la función cognitiva se han convertido en un área de creciente preocupación. Este artículo proporciona una descripción general de las características, factores de riesgo, posibles mecanismos y estrategias de manejo de la disfunción cognitiva en la condición post-COVID-19 (PCC).
La disfunción cognitiva prolongada es uno de los deterioros más comunes en la condición post-COVID-19 (PCC), afecta entre el 17% y el 28% de los individuos más de 12 semanas después de la infección y persiste en algunos casos durante varios años.
Las disfunciones cognitivas pueden manifestarse como una amplia gama de síntomas que incluyen deterioro de la memoria, déficit de atención, disfunción ejecutiva y velocidad de procesamiento reducida.
Los factores de riesgo para desarrollar PCC, con o sin deterioro cognitivo, incluyen la edad avanzada, las condiciones médicas preexistentes y la gravedad de la enfermedad aguda. Los mecanismos subyacentes aún no están claros, pero los contribuyentes propuestos incluyen neuroinflamación, hipoxia, daño vascular y reactivación del virus latente, sin excluir la posibilidad de una invasión viral directa del sistema nervioso central, lo que ilustra una patología viral compleja.
Síntomas cognitivos
Las funciones de atención permiten la capacidad de procesar información de nuestro entorno y se consideran de naturaleza jerárquica. La atención focalizada y la atención sostenida se consideran funciones de atención fundamentales. Los niveles más altos de atención dependen de funciones ejecutivas y abarcan atención alterna, selectiva y dividida. A pesar de su nombre, la memoria de trabajo también se considera una función de la atención y desempeña un papel importante en la codificación de la memoria y la recuperación de información almacenada en la memoria a largo plazo.
Dado que las funciones de atención sirven como procesos y subsistemas cognitivos fundamentales para otras funciones cognitivas, son cruciales para gestionar nuestra vida cotidiana. Las funciones de atención deterioradas, incluso en los casos de deficiencias leves, afectan directamente el rendimiento tanto en las tareas cotidianas como en la vida laboral.
Las funciones de atención se asocian frecuentemente con la velocidad de procesamiento. Desde una perspectiva neuroanatómica, el tálamo desempeña un papel crucial como centro de redes que respaldan procesos relacionados con la atención, el procesamiento de información, la memoria y las funciones ejecutivas. Sin embargo, en los estudios realizados hasta el momento sobre la COVID-19 no se ha determinado cuál de las funciones de atención se ve más afectada en el PCC, ni en qué medida otras disfunciones cognitivas son independientes o están vinculadas a funciones de atención disminuidas.
Las deficiencias en la atención, la memoria de trabajo y las funciones ejecutivas a menudo tienen efectos secundarios en las pruebas que evalúan la codificación y recuperación de la memoria. En consecuencia, la memoria episódica puede verse afectada indirectamente por el tipo de daño neurológico causado por enfermedades virales, principalmente a través de reducciones en la atención y la velocidad de procesamiento necesarias para la codificación. En el contexto del PCC, aún no está completamente establecido si los resultados observados en las pruebas de memoria se deben a dificultades primarias en el almacenamiento de la memoria o si son efectos secundarios resultantes de un deterioro de la atención y/o de la memoria de trabajo.
Fatiga
La fatiga es un síntoma destacado tanto en el COVID-19 agudo como en el PCC. Las tasas de prevalencia de fatiga post-COVID oscilan entre el 32 % y el 46 % en diferentes estudios y en el metanálisis de seguimientos de 1 año entre el 18 % y el 39 %. Sin embargo, la fatiga es un síntoma multifactorial y vagamente definido presente en diversas afecciones, incluidos trastornos neurológicos, dolor crónico y depresión. También se ha informado de fatiga posinfecciosa después de otras epidemias virales.
En la mayoría de los estudios, la fatiga se informa subjetivamente mediante escalas de autoevaluación diseñadas para capturar un nivel bajo de energía que no es proporcional al nivel de actividad del individuo y que no se alivia con el descanso o el sueño normales. Actualmente, no existe una escala de fatiga validada específicamente para la fatiga post-COVID.
Como COVID-19 es una afección nueva, no es evidente si la fatiga experimentada en el PCC es equivalente y comparte los mismos mecanismos subyacentes que la fatiga en las afecciones neurológicas. En condiciones neurológicas, la disminución de la atención, la disminución de la velocidad de procesamiento y la fatigabilidad se han relacionado con la experiencia de fatiga, pero también han mostrado correlaciones significativas con la depresión y los trastornos del sueño.
Abordaje
Como la variación individual de los deterioros cognitivos es grande, se requiere un examen neuropsicológico y un enfoque multidimensional centrado en la persona. Según la Organización Mundial de la Salud, la evidencia limitada sobre los deterioros cognitivos relacionados con la COVID-19 requiere la implementación de intervenciones de rehabilitación a partir de prácticas establecidas para condiciones similares.
Se recomienda psicoeducación y entrenamiento en habilidades compensatorias. Podrían ser útiles los productos de asistencia y las modificaciones ambientales adaptadas a las necesidades individuales.
En disfunciones específicas de la atención y la memoria de trabajo, el entrenamiento cognitivo (cuidadosamente controlado en cuanto a su intensidad) podría ser eficaz para las personas que no sufren malestar post-esfuerzo.
Es crucial realizar más investigaciones para intervenciones basadas en evidencia específicas para los deterioros cognitivos relacionados con la COVID-19.
Conclusiones
La disfunción cognitiva prolongada es un deterioro común que afecta a las personas con PCC. Los factores de riesgo del PCC en general incluyen el sexo femenino, la edad, las condiciones médicas preexistentes y la gravedad de la enfermedad aguda.
Los mecanismos propuestos que contribuyen al PCC y los deterioros cognitivos incluyen neuroinflamación, hipoxia, daño vascular, reactivación viral latente e invasión viral directa del sistema nervioso central.
El manejo de la disfunción cognitiva en el PCC requiere un enfoque multidimensional que incluya un examen neuropsicológico y rehabilitación individualizada. Aunque la evidencia específica sobre los deterioros cognitivos relacionados con la COVID-19 es limitada, se pueden implementar intervenciones basadas en prácticas establecidas para otras afecciones neurológicas. La OMS recomienda educación, entrenamiento de habilidades, ejercicios cognitivos, productos de asistencia y modificaciones ambientales.
Se recomienda un entrenamiento funcional con un cuidadoso control de la intensidad para las personas que no padecen PEM. Es esencial realizar más investigaciones para intervenciones basadas en evidencia específicas para los deterioros cognitivos relacionados con la COVID-19.
Referencia
Möller M, Borg K, Janson C, Lerm M, Normark J, Niward K, et al. Cognitive dysfunction in post-COVID-19 condition: Mechanisms, management, and rehabilitation. J Intern Med [Internet]. 2023[citado 31 oct 2023]; ;294(5):563-581. doi: 10.1111/joim.13720.
1 noviembre 2023| Fuente: IntraMed |Tomado de Noticias biomédicas
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En adultos con sobrepeso, una intervención prebiótica que cambia el microbioma en dosis altas disminuye en dos semanas las respuestas cerebrales a las señales de alimentos ricos en calorías.
El artículo publicado por la revista Gut se propuso evaluar la capacidad de la fibra prebiótica en dosis altas para alterar el microbioma intestinal y, por lo tanto, los patrones de activación neuronal de la alimentación provechosa en una población con riesgo de aumento de peso y resistencia a la insulina.
A pesar de los estudios en animales que sugieren que los nutrientes prebióticos de origen vegetal reforzarían las funciones cerebrales homeostáticas y hedónicas a través de mejoras en la comunicación microbioma-intestino-cerebro, poco se sabe acerca de si estos resultados son aplicables a los seres humanos.
Los autores sugieren que la fibra dietética puede influir tanto en la composición de las bacterias intestinales como en las señales de valiosas del cerebro y las tomas de decisiones alimentarias asociadas.
Los prebióticos se utilizan para fomentar la colonización de bacterias beneficiosas en el intestino. Estas fibras dietéticas no digeribles se encuentran en alimentos de origen vegetal como cebollas, puerros, alcachofas, trigo, bananas y, en concentraciones significativas, en la raíz de achicoria.
Favorecen la salud intestinal promoviendo el crecimiento y la actividad de las bacterias intestinales beneficiosas.
Detalles del trabajo
El estudio aleatorizado, controlado y de diseño cruzado, prueba los efectos de una dosis alta de fibra prebiótica en la toma de decisiones alimentarias relacionadas con la satisfacción y evalúa posibles marcadores microbianos y metabólicos.
Los investigadores profundizaron en la posible influencia de ciertos prebióticos en la función cerebral con la mejora de la comunicación entre el microbioma intestinal y el cerebro.
El estudio que encabezó el Centro Médico de la Universidad de Leipzig (Medical Faculty of the University of Leipzig), Alemania, resalta que la ingestión de dosis altas de prebióticos dietéticos conduce a una reducción en la actividad cerebral conectada con la satisfacción que proviene de estímulos alimentarios hipercalóricos.
Los 59 adultos jóvenes y de mediana edad seleccionados, con sobrepeso (19 mujeres, 18-42 años, índice de masa corporal 25-30 kg/m2) y dieta occidental omnívora consumieron en dos semanas, 30 gramos diarios de insulina, prebiótico derivado de la raíz de la achicoria y se sometieron a resonancia magnética funcional antes y después de la ingesta suplementaria indicada.
Además, analizaron la sangre en ayunas de los voluntarios, los niveles de ácidos grases de cadena corta (AGCC), hormonas gastrointestinales, glucosa/lípidos y marcadores inflamatorios.
Durante la ejecución de las resonancias magnéticas funcionales, los participantes observaron la proyección de imágenes de alimentos y fueron consultados por la magnitud del deseo que les generaban los alimentos representados.
Tras la prueba de resonancia magnética, recibieron el plato mejor valorado con pedido expreso de consumirlo.
Resultados de la investigación
El estudio informa que después de la ingesta de prebióticos, disminuyó la activación de las áreas del cerebro relacionadas con la satisfacción (tegmental ventral y corteza orbitofrontal) hacia los alimentos deseados, altos en calorías.
El efecto se vio acompañado por un cambio en la composición de las bacterias intestinales. Mientras que los niveles sanguíneos en ayunas permanecieron en su mayoría sin cambios, la secuenciación de ARNr 16S mostró alteraciones significativas en el microbioma. Entre ellas, los autores observaron un aumento en la presencia de bifidobacteriaceae productoras de AGCC, y cambios en más de 60 vías de señalización funcional posterior a la ingesta de prebióticos.
Los hallazgos surgidos de neuroimágenes avanzadas, secuenciación de una nueva generación de bacterias intestinales y análisis combinados de posibles vías metabólicas, sugieren que los cambios microbianos funcionales pueden subyacer a la alteración de la respuesta cerebral provocada por las señales de alimentos hipercalóricos.
El estudio precisa que una intervención prebiótica atenuó la activación cerebral relacionada con la satisfacción durante la toma de decisiones alimentarias, en paralelo con cambios en el microbioma intestinal.
Los investigadores afirman que se necesitan más estudios para investigar si los tratamientos que alteran el microbioma podrían abrir nuevas vías para enfoques menos invasivos en la prevención y el tratamiento de la obesidad. Una mejor comprensión de los mecanismos subyacentes entre el microbioma, el intestino y el cerebro permitiría desarrollar nuevas estrategias que promuevan hábitos alimentarios más saludables en personan en situación de riesgo.
El artículo informa que un estudio de seguimiento en desarrollo examina actualmente los efectos de la administración a largo plazo de altas dosis de prebióticos sobre el comportamiento alimentario, la función cerebral y el peso corporal en personas con sobrepeso y obesidad.
Referencia
Medawar E, Beyer F, Thieleking R, Bastiaan Haange S, Rolle-Kampczyk U, et al. Prebiotic diet changes neural correlates of food decision-making in overweight adults: a randomised controlled within-subject cross-over trial. Gut [Internet]. 2023[citado 31 oct 2023]. doi: 10.1136/gutjnl-2023-330365.
1 noviembre 2023| Fuente: SIIIC Salud |Tomado de Noticias biomédicas
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Las ingestas variaron ampliamente según la región del mundo.
Los datos de las encuestas dietéticas muestran diferencias según la región y la edad, dicen investigadores de la Escuela Friedman de Ciencias y Políticas de Nutrición de la Universidad de Tufts.
Resumen
Las bebidas azucaradas (SSB) están asociadas con enfermedades cardiometabólicas y desigualdades sociales. Para la mayoría de los países, no se dispone de estimaciones ni tendencias de ingesta recientes; ni variación por educación o urbanicidad. Investigamos la ingesta de bebidas azucaradas entre adultos entre 1990 y 2018 en 185 países, estratificada a nivel subnacional por edad, sexo, educación y residencia rural/urbana, utilizando datos de la Base de datos dietética global.
En 2018, la ingesta media mundial de SSB fue de 2,7 (8 oz = 248 gramos) porciones/semana (95 % UI 2,5-2,9) (rango: 0,7 (0,5-1,1) en el sur de Asia a 7,8 (7,1-8,6) en América Latina/ Caribe). La ingesta fue mayor en hombres que en mujeres, en jóvenes frente a mayores, con mayor nivel de educación que en los menos educados y en adultos urbanos frente a rurales. Las variaciones por educación y urbanidad fueron mayores en el África subsahariana. Entre 1990 y 2018, la ingesta de SSB aumentó en +0,37 (+0,29, +0,47), con el mayor aumento en África subsahariana.
Estos hallazgos informan la intervención, la vigilancia y las acciones políticas en todo el mundo, destacando el creciente problema de las bebidas azucaradas para la salud pública en el África subsahariana.
Comentarios
La decisión de consumir una bebida azucarada está fuertemente influenciada por el lugar donde vive, informan los investigadores de la Escuela Friedman de Ciencias y Políticas de Nutrición en un nuevo estudio publicado el 3 de octubre en la revista Nature Communications. Si bien un análisis de la Base de datos dietética global para los años 1990, 2005 y 2018 encontró que el consumo general de bebidas azucaradas aumentó (casi un 16 % en todo el mundo durante el período de 28 años estudiado), la ingesta regional varió ampliamente.
Las bebidas azucaradas son un problema de salud pública porque se han asociado ampliamente con la obesidad y las enfermedades cardiometabólicas, que se encuentran entre las principales causas de muerte y años perdidos por discapacidad a nivel mundial. Muchas directrices nacionales recomiendan limitar los azúcares añadidos a menos del 5 al 10 % de las calorías diarias y, como los refrescos no añaden valor nutricional, algunos países gravan su consumo para ayudar a sus residentes a alcanzar este objetivo.
El estudio es la última instantánea de cómo los adultos en 185 países consumen bebidas azucaradas, específicamente: refrescos, bebidas energéticas, jugos de frutas, ponches, limonadas y aguas frescas que contienen más de 50 calorías por porción (8 onzas). Las ingestas variaron ampliamente según la región del mundo. Por ejemplo, en 2018, la persona promedio consumía 2,7 porciones de bebidas azucaradas por semana, pero esto oscilaba entre 0,7 porciones por semana en el sur de Asia y 7,8 porciones por semana en América Latina y el Caribe.
Se observó que la ingesta global era mayor en hombres que en mujeres y en personas más jóvenes que en personas mayores, pero el papel de la educación y la residencia rural/urbana estuvo más influenciado por la región de origen. El consumo de bebidas azucaradas fue más probable entre los adultos con mayor educación que con menor educación en África subsahariana, el sur de Asia y América Latina y el Caribe, mientras que se observó lo contrario en Medio Oriente y África del Norte. En general, algunas de las ingestas más altas de bebidas azucaradas en el mundo se dieron entre adultos urbanos con alto nivel educativo en África subsahariana (12,4 porciones por semana) y en América Latina y el Caribe (8,5 porciones por semana).
A nivel nacional, los países donde las personas consumieron el mayor número de porciones de bebidas azucaradas por semana fueron México (8,9), Etiopía (7,1), Estados Unidos (4,9) y Nigeria (4,9), en comparación con India, China y Bangladesh (0,2 cada uno).
“Nos sorprendieron las amplias variaciones por regiones del mundo en 2018; que América Latina y el Caribe tuvieron las mayores ingestas en todos los momentos a pesar de una disminución general con el tiempo; y que el África subsahariana tuvo los mayores aumentos en todos los momentos”, dice la primera autora Laura Lara-Castor, candidata a doctorado en el programa de Epidemiología de Nutrición y Ciencia de Datos de la Escuela Friedman. «Estos resultados sugieren que se necesita más trabajo, especialmente en torno a intervenciones exitosas como regulaciones de comercialización, etiquetado de alimentos e impuestos a los refrescos».
La información de la Base de datos dietética global, que agrega cientos de resultados de encuestas sobre lo que come y bebe la gente, también reveló una relación entre las bebidas azucaradas y el estatus socioeconómico. Entre 1990 y 2018, el mayor aumento del consumo se produjo en África subsahariana (+2,99; +81,9 %). Las ingestas aumentaron, luego disminuyeron en los países de altos ingresos y disminuyeron y luego aumentaron en América Latina y el Caribe, y en 2018 ambos regresaron a niveles cercanos a los de 1990. Otras regiones del mundo tuvieron aumentos más modestos y constantes a lo largo del tiempo. Se observaron patrones similares por sexo, edad, educación y área de residencia.
Si bien el estudio no identificó las razones de estas tendencias, los investigadores plantean la hipótesis de que los cambios podrían estar relacionados con la efectividad de las tácticas de marketing dirigidas de la industria alimentaria y de los refrescos, la asociación de las dietas occidentales con un alto estatus, así como el acceso al agua. «Los refrescos pueden llegar a los lugares más lejanos, y en países donde el agua potable es menos accesible, estas bebidas pueden ser a veces lo único disponible para beber», dice Lara-Castor.
«El consumo de bebidas azucaradas ha aumentado en las últimas décadas a pesar de los esfuerzos por disminuir su atractivo», dice Dariush Mozaffarian, cardiólogo y profesor Jean Mayer de Nutrición en la Escuela Friedman. «Algunas poblaciones son especialmente vulnerables y nuestros hallazgos proporcionan evidencia para informar la necesidad y el diseño de políticas nacionales y más específicas para reducir su ingesta en todo el mundo».
Los investigadores dicen que se necesita más trabajo para evaluar la ingesta de bebidas azucaradas en niños y adolescentes, medir el impacto de los impuestos a los refrescos a nivel mundial y comprender mejor las diferencias entre las subpoblaciones de cada país. El equipo también quiere explorar cómo otras bebidas dulces, como la leche, el café y el té, influyen en los hábitos de consumo.
La investigación reportada en este artículo fue apoyada por la Fundación Gates, la Asociación Estadounidense del Corazón y el Consejo Nacional para la Ciencia y la Tecnología en México. La información completa sobre autores, financiadores, metodología y conflictos de intereses está disponible en el artículo publicado.
Mensaje final
En conclusión, nuestras estimaciones de la ingesta de bebidas azucaradas revelan que la ingesta global aumentó un 16 % entre 1990 y 2018, con una gran heterogeneidad por región del mundo y características de la población. Nuestros hallazgos también proporcionan evidencia sobre la ingesta de bebidas azucaradas a nivel nacional y subnacional, las tendencias a lo largo del tiempo y las desigualdades nutricionales relacionadas, lo que ayuda a informar la necesidad y el diseño de políticas y enfoques nacionales y más específicos para reducir la ingesta de bebidas azucaradas en todo el mundo, destacando el creciente problema de las bebidas azucaradas para el público. Salud en el África subsahariana.
Referencia
Lara-Castor L, Micha R, Cudhea F, Miller V, Zhang J, Sharib JR, et al. Sugar-sweetened beverage intakes among adults between 1990 and 2018 in 185 countries. Nat Commun[Internet]. 2023[citado 31 oct 2023]; 14(5957). https://doi.org/10.1038/s41467-023-41269-8
2 noviembre 2023| Fuente: IntraMed |Tomado de Noticias biomédicas