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Un grupo de investigadores de Costa Rica, Colombia, México y España sintetizó la evidencia existente acerca de los papeles del ejercicio y la microbiota intestinal en la neurodegeneración y encontró lo siguiente:[1]
- La microbiota intestinal afecta los cambios metabólicos en enfermedades neurológicas, mientras que el ejercicio beneficia la salud cerebral y la función cognitiva, posiblemente retrasando trastornos neurológicos graves.
¿Por qué es importante este estudio?
A pesar de la asignación de recursos significativos para estudiar la influencia de la relación entre el ejercicio y la microbiota intestinal en enfermedades neurológicas, aún persiste incertidumbre en cuanto a la conexión específica entre la microbiota intestinal y el ejercicio en el contexto de la salud cerebral. El propósito de este estudio fue aclarar esta interacción y promover un enfoque integral en la atención médica.
Metodología
Se realizó una revisión narrativa que abarcó el periodo de 2013 a 2023.
Resultados principales
- El ejercicio físico reduce la inflamación y mejora la respuesta inmune. Al hacer ejercicio se producen exerquinas, que mejoran la salud cardiovascular, el metabolismo, la respuesta inmunológica y el bienestar neurológico. Además, se aumenta la producción de interleucinas antiinflamatorias (p. ej, interleucina-10) y se reduce la producción de interleucinas proinflamatorias (p. ej., interleucina-6), disminuyendo así la inflamación en el cuerpo y mejorando la respuesta inmunológica.
- El ejercicio físico modula la microbiota intestinal a través del lactato, influyendo en la diversidad y composición bacteriana. La actividad física regular aumenta firmicutes y actinobacteria, junto con bacterias productoras de butirato y enzimas antioxidantes, mientras reduce las bacterias proinflamatorias promoviendo la salud intestinal. Estos beneficios se extienden a personas con enfermedades crónicas, disminuyendo la inflamación sistémica y los síntomas de la enfermedad.
El ejercicio puede aumentar la expresión de transportadores de lactato en el músculo y el intestino mejorando la absorción de productos metabólicos beneficiosos, como los ácidos grasos de cadena corta producidos por las bacterias intestinales.
El ejercicio físico como neuromodulador: el entrenamiento de resistencia aumenta las endorfinas y endocannabinoides, reduciendo ansiedad, trastornos del sueño y depresión, mientras que eleva los niveles de serotonina y dopamina, mejorando la cognición y retrasando respuestas neurodegenerativas. El ejercicio cardiovascular mejora las habilidades cognitivas y neurológicas en adultos sanos y con limitaciones cognitivas.
- El papel de la microbiota en el deterioro cognitivo: se ha encontrado una correlación entre la desregulación de la microbiota intestinal y diversos trastornos neurodegenerativos, como enfermedad de Parkinson, enfermedad de Alzheimer y esclerosis múltiple.
- El ejercicio físico tiene lugar en los síntomas motores, el equilibrio y la calidad de vida en pacientes con enfermedad de Parkinson. A la par, en Alzheimer resulta benéfico en deterioro neurocognitivo leve y el ejercicio cardiovascular puede r
- educir prevalencia, morbilidad y mortalidad y disminuir la velocidad de deterioro cognitivo. A largo plazo los programas de ejercicio pueden prevenir los factores de riesgo de la enfermedad de Alzheimer, mejorar el flujo sanguíneo, aumentar el volumen del hipocampo y mejorar la neurogénesis. En la esclerosis múltiple se han utilizado diversas modalidades de ejercicio (p. ej., cardiovascular, de fuerza y de intervalos) y se ha demostrado que pueden ayudar a mitigar el deterioro en la movilidad al caminar y reducir la progresión de la enfermedad. Además el ejercicio físico puede prevenir el deterioro cognitivo, que predice la discapacidad física posterior en esclerosis múltiple. El papel del ejercicio en el tratamiento de la esclerosis lateral amiotrófica es controversial, pero cuando se implementa tempranamente en la enfermedad puede ayudar a mejorar la función motora y aumentar la independencia.
- Limitaciones
El estudio presenta ciertas limitaciones en términos de exhaustividad y la selección de artículos al no seguir la metodología de una revisión sistemática.
Conclusiones
Se destaca la importancia de incluir estrategias multimodales que incluyan ejercicio, dieta, higiene del sueño y terapia psicológica como parte integral de las estrategias de tratamiento y gestión de enfermedades degenerativas.
Asimismo, los hallazgos resaltan la necesidad de investigaciones futuras en este campo. Además, los profesionales de la salud pueden considerar prescribir programas de ejercicio personalizados para sus pacientes, teniendo en cuenta sus necesidades y capacidades individuales.
Los autores han declarado no tener ningún conflicto de interés económico pertinente.
Referencia
Rojas-Valverde D, Bonilla DA, Gómez-Miranda LM, Calleja-Núñez JJ, Arias N, Martínez Guardado I. Examining the Interaction between Exercise, Gut Microbiota, and Neurodegeneration: Future Research Directions. Biomedicines. 2023;11(8):2267. Dio: 10.3390/biomedicines11082267. PMID: 37626763.
https://www.mdpi.com/2227-9059/11/8/2267
11/09/2023
Fuente:( Medscape,com) Tomado de Noticias y Perspectivas Copyright © 1994-2023 by WebMD
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Un inquietante hallazgo relacionó la mala higiene dental con la disminución del volumen cerebral y el deterioro cognitivo.
A pesar de limitaciones, el estudio aporta pruebas convincentes de que mantener una buena higiene bucal podría protegernos de enfermedades cerebrales.
Son variadas las razones por las que siempre se nos ha instado a mantener una rutina constante de higiene dental. Ejemplos de esto son la eliminación del aliento matutino desagradable o la prevención de la pérdida de dientes con el paso de los años. Sin embargo, resulta sorprendente considerar que existen motivos aún más serios para mantener una higiene bucal rigurosa. Y es que un reciente estudio ha llegado a la conclusión de que no solamente se trata de cuidar nuestras encías, sino que también el estado de nuestro cerebro podría estar en juego debido a una mala higiene dental.
Así, investigadores japoneses detrás de este estudio, publicado en la revista Neurology, afiliada a la Academia Americana de Neurología, han establecido una correlación entre las enfermedades de las encías y la pérdida de dientes con una disminución en el volumen del hipocampo, una región cerebral fundamental para la memoria y que tiende a deteriorarse en personas que padecen Alzheimer.
Perder dientes sería más beneficioso
Sorprendentemente, los resultados plantean la posibilidad de que, en determinados casos, podría ser más beneficioso perder dientes afectados por enfermedades que amenazan la salud de las encías, con el fin de proteger tanto la integridad de las encías como la del cerebro.
Aun así, los investigadores subrayan que el estudio no establece una conexión directa entre las enfermedades periodontales o la pérdida de dientes y el desarrollo del Alzheimer, sino que ha identificado una asociación entre ellos.
Los científicos encontraron que los cambios en el hipocampo izquierdo del cerebro estaban relacionados con el número de dientes y la extensión de las enfermedades periodontales. Los científicos encontraron que los cambios en el hipocampo izquierdo del cerebro estaban relacionados con el número de dientes y la extensión de las enfermedades periodontales.
«Estos resultados ponen de relieve la importancia de preservar la salud de los dientes y no solo conservarlos», afirma el dentista geriátrico Satoshi Yamaguchi, de la Universidad de Tohoku, en Sendai, Japón.
«La pérdida de dientes y la enfermedad de las encías, que es una inflamación del tejido que rodea los dientes que puede causar la contracción de las encías y el aflojamiento de los dientes, son muy comunes, por lo que la evaluación de un posible vínculo con la demencia es increíblemente importante», agregó Yamaguchi.
De acuerdo con declaraciones de Yamaguchi a Newsweek, estudios anteriores han demostrado que la inflamación periférica crónica puede aumentar el riesgo de demencia y progresar la atrofia del hipocampo, es decir, lo que se traduce en un encogimiento del cerebro. Además, agrega el investigador, se ha planteado la posibilidad de que los microorganismos involucrados en las enfermedades periodontales puedan acceder al cerebro y dañar el tejido nervioso.
El estudio se realizó en una región específica de Japón y contó con la participación de 172 individuos, con un promedio de edad de 67 años y sin problemas de memoria al inicio del estudio. Los participantes fueron sometidos a exámenes dentales, pruebas de memoria y escáneres cerebrales tanto al inicio del estudio como cuatro años después.
Los investigadores evaluaron el número de dientes de cada participante y la presencia de enfermedades de las encías mediante mediciones de la profundidad de sondaje periodontal.
Cambios en el hipocampo izquierdo del cerebro
En resumen, un menor número de dientes y una mayor enfermedad periodontal se asociaron con un encogimiento más rápido del hipocampo izquierdo. Esta relación se manifestó tanto en casos de enfermedad periodontal leve como grave, lo que sugiere que controlar y tratar estas afecciones podría tener un impacto positivo en la salud cerebral.
«Los hallazgos sugieren que conservar los dientes con enfermedad grave de las encías está asociado con la atrofia cerebral. Es crucial controlar la progresión de la enfermedad de las encías mediante visitas periódicas al dentista, y puede ser necesario extraer los dientes con enfermedad grave de las encías y sustituirlos por prótesis adecuadas», aseguró Yamaguchi.
Fuente: DW
Referencia: Satoshi Yamaguchi, Takahisa Murakami, Michihiro Satoh, Takamasa Komiyama, Takashi Ohi, Yoshitada Miyoshi, Kosei Endo, Takako Hiratsuka, Azusa Hara, Yukako Tatsumi, Tomoko Totsune, Kei Asayama, Masahiro Kikuya, Kyoko Nomura, Atsushi Hozawa, Hirohito Metoki, Yutaka Imai, Makoto Watanabe, Takayoshi Ohkubo, Yoshinori Hattori. Associations of Dental Health With the Progression of Hippocampal Atrophy in Community-Dwelling Individuals: The Ohasama Study. Neurology Jul 2023, 10.1212/WNL.0000000000207579; DOI: 10.1212/WNL.0000000000207579
https://n.neurology.org/content/early/2023/07/05/WNL.0000000000207579
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Los adultos con depresión tienen más del doble de riesgo de desarrollar demencia y esto persiste independientemente de cuándo se diagnostique la depresión en la vida, según muestra un estudio grande basado en la población.[1]
El hecho de que la asociación entre la depresión y la demencia persistiera incluso entre las personas a las que se les diagnosticó depresión por primera vez a una edad temprana o mediana proporciona «fuerte evidencia de que la depresión no solo es un síntoma temprano de la demencia, sino que también aumenta su riesgo», dijo a Medscape Noticias Médicas la investigadora del estudio, Dra. Holly Elser, Ph. D., epidemióloga y médica residente de la University of Pennsylvania, en Filadelfia, Estados Unidos.
El estudio fue publicado en versión electrónica el 24 de julio en JAMA Neurology.[1]
Duplica el riesgo
Varios estudios previos que han examinado la relación entre la depresión y la demencia a lo largo de la vida han demostrado consistentemente que la depresión más adelante en la vida está asociada con la demencia subsiguiente.
«En general, se piensa que la depresión en la vejez es un síntoma temprano de demencia o una reacción al deterioro cognitivo subclínico», explicó la Dra. Elser.
Los investigadores querían examinar si la asociación entre la depresión y la demencia persiste incluso cuando la depresión se diagnostica antes en la vida, lo que podría sugerir que aumenta el riesgo de demencia.
«Hasta donde yo sé, el nuestro es el estudio más grande sobre este tema hasta la fecha, pues aprovecha los datos recopilados de forma rutinaria y prospectiva de más de 1,4 millones de ciudadanos daneses seguidos desde 1977 hasta 2018″, señaló la Dra. Elser.
La cohorte contó con 246.499 personas diagnosticadas con depresión y 1.190.302 personas sin depresión.
En ambos grupos, la mediana de edad rondaba los 50 años y 65% eran mujeres. Aproximadamente dos tercios (68%) de los diagnosticados con depresión recibieron su diagnóstico antes de los 60 años.
En los modelos de regresión de riesgos proporcionales de Cox, el riesgo general de demencia se duplicó con creces en las personas diagnosticadas con depresión (hazard ratio [HR]: 2,41). El riesgo de demencia con depresión fue más pronunciado para los hombres (HR: 2,98) que para las mujeres (HR: 2,21).
Esta asociación persistió incluso cuando el tiempo transcurrido desde el diagnóstico de depresión fue de 20 a 39 años (HR: 1,79) y si la depresión se diagnosticó en la vida temprana (18 a 44 años: HR, 3,08), en la edad media (45 a 59 años: HR, 2,95), o en la tercera edad (≥60 años: HR, 2,31).
Fuente: Elser H, Horváth-Puhó E, Gradus JL, Smith ML, y cols. JAMA Neurol. 24 Jul 2023:e232309. doi: 10.1001/jamaneurol.2023.2309. PMID: 37486689; PMCID. Fuente
8 de agosto de 2023. Medscape
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