El aumento de las infecciones de transmisión sexual (ITS) en los últimos años ya tiene una consecuencia clara: su extensión a grupos vulnerables, en este caso a los recién nacidos. La tremenda escalada que están viviendo se ha convertido en un fenómeno que alcanza similares dimensiones en toda Europa y EEUU.

«El crecimiento de las cifras de sífilis congénita [en EEUU] refleja la realidad de la epidemia de sífilis del país y la tendencia creciente de las infecciones entre las mujeres y sus parejas sexuales», apuntaba Robert McDonald, de la División de Prevención de ITS, de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) en Atlanta, EEUU en un artículo que publicaba hace un año The Lancet Microbe. «De 2015 a 2019, las tasas de sífilis primaria y secundaria aumentaron más del 170% en mujeres en edad reproductiva». Sin embargo, dos décadas antes este escenario era completamente diferente, ya que EEUU se preparaba para erradicar de forma definitiva la sífilis.

Al otro lado del Atlántico, el escenario es similar. En 2019, se notificaron 72 casos confirmados de sífilis congénita en 13 países de la UE, según los últimos registros del Centro Europeo para la Prevención y el Control de las Enfermedades (ECDC). Este es el segundo año consecutivo en una década en que aumenta el número de casos notificados (66 en 2018).

En España, las ITS han aumentado 158,93% en las mujeres y 113,83% en los hombres entre los años 2016 y 2019, según los datos más actualizados del Instituto de Salud Carlos III. En 2021 se notificaron 6.613 casos de sífilis y su tasa de incidencia por 100.000 habitantes se ha duplicado en los últimos 10 años, hasta los 13,97.

En Europa, la tendencia es similar y, en EEUU, los CDC en su último informe advierten de que los casos de sífilis se dispararon en 2021, especialmente entre las mujeres y un preocupante aumento de los casos de sífilis congénita en bebés, que puede ser mortal.

Según los últimos datos que registra el informe de febrero de Renave, que realiza el Instituto Carlos III, en el año 2021 se notificaron cinco casos confirmados de sífilis congénita precoz (menor de dos años de edad). Los casos correspondieron a tres niños y dos niñas, todos ellos se diagnosticaron antes del primer mes de vida, excepto una de las niñas que se diagnosticó con 10 meses. La tasa de incidencia de casos confirmados en 2021 es de 1,48, la quinta más alta desde el año 2000.

La sífilis congénita llega al recién nacido a través de la transmisión de la bacteria Treponema pallidum desde la madre al hijo. La probabilidad de transmisión vertical está directamente relacionada con el estadio de la sífilis materna durante el embarazo y/o el trimestre de la gestación en el que la madre adquirió la infección.

«Una infección durante la gestación supone un riesgo para para el feto si hay transmisión. Hemos visto un incremento en los casos en los últimos diez años, si se tiene en cuenta que hasta hace unos años era considerada excepcional, porque se había producido un descenso progresivo». Pero ahora «estamos evidenciando un incremento en España», manifiesta Aguilera.

Las mujeres de entre 25 y 34 años registran los índices más altos de sífilis. Esta cuestión se avala por razones biológicas y conductuales. Por un lado, se encuentra relacionado por el momento de experimentación en el que se encuentran las jóvenes con más parejas sexuales que las mujeres de más avanzada edad, explican desde Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (Sego). Por otro lado, la biológica, la flora vaginal de la mujer se encuentra cambiante a esas edades, además, la zona de la metaplasia en el cuello uterino en las mujeres jóvenes es más grande siendo un lugar perfecto para que las bacterias y los virus se acantonen.

La bacteria puede permanecer latente en la mujer y dar la cara en el momento de los análisis rutinarios de la gestante. «A veces, puede pasar desapercibida durante el embarazo y dar la cara en el bebé recién nacido», detalla Aguilera. Esto ocurre porque la infección pasa por varias fases, en una de ellas quedan latente y sin tratamiento ni medidas profilácticas puede desembocar en complicaciones graves y nuevos contagios.

Existe una sífilis primaria que se caracteriza por la aparición de una úlcera en el lugar de la infección (chancro sifilítico) a las dos o tres semanas tras la exposición. Tras esto suele desarrollarse una erupción que suele afectar al tronco y a las palmas de las manos y plantas de los pies, conocida como sífilis secundaria).

Después de la exposición de síntomas se llega a la fase silenciosa, en la que se produce un periodo caracterizado por ausencia de signos de enfermedad, denominada sífilis latente. Aquí, puede coincidir con el momento de la gestación. Sin tratamiento la enfermedad avanza y muchos años después de la adquisición puede aparecer afectación de múltiples órganos, incluyendo daños severos vasculares y en el sistema nervioso, lo que se conoce como sífilis terciaria.

Síntomas de la sífilis congénita en el bebé

Hay dos escenarios por los que se llega al diagnóstico en el bebé. «El más frecuente es una detección durante el embarazo de sífilis en diferentes estadios, de tal forma que establecemos el riesgo de transmisión», explica el también médico adjunto de pediatría de infecciosas del Hospital Universitario Gregorio Marañón (Madrid). «También puede ser por una serie de signos que presente el bebé en las primeras semanas de vida», añade.

El cuadro clínico en el recién nacido es variable y pueden no presentarse síntomas al nacer o manifestarse como rinitis, lesiones mucocutáneas, alteraciones óseas, hepatoesplenomegalia acompañada de ictericia y anemia en los dos primeros años de vida. A partir de esa edad puede existir afectación ocular, sordera y afectación ósea entre otras manifestaciones. Puede convertirse en causa de aborto, muerte neonatal o muerte del lactante debida a parto prematuro o a enfermedad sistémica.

Aguilera subraya la importancia de la detección a tiempo «porque la afectación puede ser grave, pudiendo afectar a nivel neurológico, hematológico… Se puede poner en peligro la vida del feto incluso antes de nacer».

«Hay que vigilar la evolución hasta el momento del parto y establecer el riesgo de transmisión de la infección y se comprueba en el momento del parto», explica Aguilera. Sea en la gestante o en el bebé, el abordaje terapéutico es a través de penicilina «a diferentes dosis y duración».

Abril 23/2023 (Diario Médico) – Tomado de Microbiología y Enfermedades Infecciosas – Aumento de las ITS https://www.diariomedico.com/medicina/enfermedades-infecciosas/preocupacion-entre-los-expertos-por-el-incremento-de-casos-de-sifilis-congenita.html Copyright Junio 2018 Unidad Editorial Revistas, S.L.U.

Investigadores de la Universidad de São Paulo (USP), en Brasil, han demostrado por primera vez que la obesidad gestacional asociada a la infección por el virus del zika influye en la respuesta antiviral de la placenta, debilitando la capacidad del órgano para atacar al patógeno y proteger al feto.

El estudio contó con el apoyo de la FAPESP. Sus resultados se recogen en un artículo publicado en la revista Viruses. Según los autores, los resultados subrayan la importancia de una atención prenatal adecuada.

Normalmente asociamos la obesidad durante el embarazo a problemas como la diabetes gestacional o los recién nacidos de alto peso, pero hay que subrayar que las consecuencias pueden ir más allá. En este estudio demostramos que la respuesta inmunitaria de la placenta, o más bien la respuesta inmunitaria que se produce en la interfase materno-fetal, está muy comprometida en estos casos, afirma Maria Notomi Sato, profesora de la Facultad de Medicina de la USP y última autora del artículo.

En los casos de infección por zika en embarazadas obesas, explicó, tanto la transcripción de genes como la producción de proteínas implicadas en la respuesta inmunitaria están disminuidas. «Sobre todo, la vía del interferón está alterada. La proteína interferón ayuda a inhibir la replicación del virus y es una parte extremadamente importante de la respuesta a cualquier enfermedad viral», dijo.

Cabe señalar que el zika, al igual que el dengue y el SARS-CoV-2, es capaz de atravesar la barrera placentaria e infectar al bebé. El grupo analizó 30 muestras de placenta de embarazadas obesas y no obesas infectadas por el zika suministradas por la Fundación Oswaldo Cruz (FIOCRUZ), institución de investigación subordinada al Ministerio de Salud de Brasil, y 39 de mujeres sanas suministradas por Patrícia Rondó (investigadora de la Facultad de Salud Pública de la USP).

El análisis demostró que el zika puede alterar morfológicamente la placenta en gestantes obesas y agravar la insuficiencia de la vía placentaria del interferón tipo I. Como estrategia de evasión inmunitaria, el virus inhibe la activación de receptores intracelulares que detectan el ARN viral y desencadenan la producción de interferón de tipo I, como RIG-I, IRF-3 y MAVS.

Los interferones son una amplia clase de citoquinas provocadas para defender al organismo y son esenciales para movilizar la respuesta inmunitaria frente a los patógenos, activando genes que impiden su replicación.

Otro mecanismo de evasión utilizado por el zika es la degradación de la proteína STAT2, que media en la señalización del interferón. El estudio demostró que estas estrategias de evasión permitieron al virus persistir en la placenta, facilitando su replicación y transmisión al feto.

Otro mecanismo de evasión utilizado por el zika es la degradación de la proteína STAT2, que media en la señalización del interferón. El estudio demostró que estas estrategias de evasión permitían al virus persistir en la placenta, facilitando su replicación y transmisión al feto.

«El análisis de las muestras de placenta mostró que en las embarazadas obesas no infectadas no había alteraciones en la expresión transcripcional de los factores antivirales ni en la expresión de los tipos I y III de interferón. En las embarazadas obesas que contrajeron el zika, observamos una disminución de la expresión transcripcional de RIG-I e IFIH1 [el gen precursor de la proteína MDA-5]. Esta disminución dio lugar a una respuesta antiviral debilitada», dijo Anna Claudia Castelo Branco, primera autora del artículo y candidata a doctora en el Departamento de Inmunología del Instituto de Ciencias Biomédicas de la USP.

Microcefalia

El estudio no encontró una relación entre la obesidad gestacional y la microcefalia infantil. «No fue posible demostrar tal relación porque el estudio incluyó un pequeño número de muestras», dijo Castelo Branco. «Investigaciones anteriores habían descubierto que la infección por zika en el primer o segundo trimestre era más crítica para la aparición de microcefalia debido a cuestiones relacionadas con el desarrollo neuronal del feto. Teníamos un mayor número de muestras de embarazadas obesas que se infectaron en el tercer trimestre».

Factores de riesgo como el momento de la infección durante el embarazo y si se trataba de una infección primaria, una reinfección o una infección crónica, así como la rotura de membranas y el tipo de parto, pueden influir en la incidencia de la transmisión fetal, añadió.

La obesidad es un estado de inflamación crónica que provoca múltiples enfermedades metabólicas, prosiguió:

Es como si todos los componentes de la obesidad -hiperplasia adipocitaria, acumulación de grasa, alteración de la microbiota intestinal- hicieran que el organismo estuviera constantemente inflamado. Sin embargo, la inflamación es de bajo grado, por lo que el sistema inmunitario está siempre alerta en una sucesión de falsas alarmas.

Se ha comprobado que la obesidad en general (no en el contexto del embarazo) se correlaciona con respuestas deficientes a infecciones y vacunas, y es un factor de riesgo de muchas enfermedades.

En el contexto del embarazo, pocos estudios han encontrado hasta ahora una relación entre la obesidad y un mayor riesgo de infecciones. Nuestro estudio es el primero que demuestra que la respuesta inmunitaria de la placenta está debilitada en las mujeres obesas infectadas por el zika. Castelo Branco.

 

Abril 19/2023 (EurekaAlert!) – Tomado de News Release: https://www.eurekalert.org/news-releases/986731 Copyright 2023 by the American Association for the Advancement of Science (AAAS).

Traducción realizada con la versión gratuita del traductor www.DeepL.com/Translator

El desarrollo de embriones humanos y la formación temprana de órganos siguen sin explorarse en gran medida debido a los problemas éticos relacionados con el uso de embriones para investigación, así como a la disponibilidad limitada de materiales para estudiar. Ahora, un equipo de investigadores de China ha logrado por primera vez crear estructuras similares a embriones a partir de células madre embrionarias de mono. Los investigadores también transfirieron estas estructuras similares a embriones en los úteros de monos hembra y determinaron que las estructuras podían implantarse y provocar una respuesta hormonal similar al embarazo. Los resultados del trabajo se publican en la revista Cell Stem Cell.

«Los mecanismos moleculares de la embriogénesis y la organogénesis humana no están muy claros», dice el coautor Zhen Liu, de la Academia de Ciencias de China (CAS, por sus siglas en inglés) en Shanghái. «Debido a que los monos están estrechamente relacionados con los humanos desde el punto de vista evolutivo, esperamos que el estudio de estos modelos contribuya a profundizar en nuestra comprensión del desarrollo embrionario humano, lo que incluye arrojar luz sobre algunas de las causas de los abortos espontáneos tempranos«, añade Zhen Liu.

«Esta investigación ha creado un sistema similar a un embrión que puede inducirse y cultivarse indefinidamente», dice el coautor correspondiente Quian Sun, también de la CAS. Apunta, además, que el trabajo desarrollado «proporciona nuevas herramientas y perspectivas para la exploración posterior de embriones de primates y la salud médica reproductiva«.

Los investigadores comenzaron con células madre embrionarias de macacos a las que expusieron a una serie de factores de crecimiento en cultivo celular. Estos factores indujeron a las células madre a formar estructuras similares a embriones, por primera vez, utilizando células de primates no humanos.

Cuando se estudiaron bajo un microscopio, se encontró que las estructuras similares a embriones, también llamadas blastoides, tenían una morfología similar a los blastocistos naturales. A medida que se desarrollaron más in vitro , formaron estructuras que se parecían al amnios (saco membranoso más interno que rodea y protege al embrión en desarrollo) y al saco vitelino (anexo embrionario que produce y transporta nutrientes y oxígeno hacia el embrión). Los blastoides también comenzaron a formar los tipos de células que eventualmente forman las tres capas germinales del cuerpo. La secuenciación de ARN de una sola célula reveló que los diferentes tipos de células que se encuentran dentro de las estructuras tenían patrones de expresión génica similares a las células que se encuentran en blastocistos naturales o embriones posteriores a la implantación.

A continuación, los blastoides se transfirieron a los úteros de ocho monas hembras; en tres de ellas se implantaron las estructuras y esta implantación dio lugar a la liberación de progesterona y gonadotropina coriónica, hormonas normalmente asociadas al embarazo. Los blastoides también formaron sacos de gestación temprana, estructuras llenas de líquido que se desarrollan al principio del embarazo para albergar un embrión, y líquido amniótico. Sin embargo, no formaron fetos y las estructuras desaparecieron aproximadamente al cabo de una semana.

En trabajos futuros, los investigadores planean centrarse en desarrollar aún más el sistema de cultivo de estructuras similares a embriones a partir de células de mono. «Esto nos proporcionará un modelo útil para estudios futuros», dice el coautor correspondiente Fan Zhou de la Universidad de Tsinghua. «Una mayor aplicación de blastoides de mono puede ayudar a diseccionar los mecanismos moleculares del desarrollo embrionario de los primates».

Los investigadores reconocen los problemas éticos que rodean a este tipo de investigación, pero subrayan que sigue habiendo muchas diferencias entre estas estructuras similares a embriones y los blastocistos naturales. Y lo que es más importante, las estructuras embrionarias no tienen pleno potencial de desarrollo. Señalan que para que este campo avance es importante que haya debates entre la comunidad científica y el público.

Alfonso Martínez Arias, profesor de investigación ICREA e investigador en Sistemas de Bioingeniería-MELIS de la Universidad Pompeu Fabra, explica, en declaraciones a Science Media Centre España (SMC), que el estudio «es un paso en la caracterización de modelos del desarrollo embrionario basados en células madre embrionarias. Este trabajo está basado en los estudios pioneros de Nicolas Rivron, que fue el primero en construir blastocistos con células madre. El blastocisto es el primer hito en el desarrollo de un mamífero y, por supuesto, de un ser humano. Rivron fue capaz de construir estructuras similares a blastocistos de ratón y humano que llamó blastoides».

Martínez Arias añade que, «desde el punto de vista estructural (genes que expresan sus células), los blastoides son casi idénticos a sus homólogos naturales, los blastocistos. Sin embargo, la prueba de lo que son es funcional. Lo que hace el blastocisto es implantarse en el útero y, una vez bien asentado, comenzar la construcción del organismo con el proceso de gastrulación: la generación de las semillas de cada tejido y órgano a la vez que se ordenan en el espacio». En cualquier caso, este investigador reconoce que «hasta ahora no había evidencia de que los blastoides pudieran implantarse correctamente e iniciar el desarrollo del embrión. En el caso de los humanos, por razones éticas obvias».

En opinión de Martínez Arias, los datos del trabajo de los investigadores chinos «parecen de buena calidad, y aunque la frecuencia de éxito es baja, la demostración de que estos blastoides implantan parece segura. Menos claro es si gastrulan (el proceso por el que el embrión adquiere tres capas germinales» y añade: «Mi impresión es que el proceso de gastrulación es defectuoso. Los pocos embriones que inician esta fase crucial del desarrollo colapsan al poco de iniciar el proceso.

Modelo para estudiar fases del desarrollo

Según dice, el trabajo es un paso más en la caracterización de estos modelos de desarrollo basados en células madre embrionarias y habrá otros, pero «su valor dependerá de dos cosas: la reproducibilidad y la demostración de su valor científico en aportar conocimiento nuevo. Lo último está, por el momento, lejos. Los macacos y los humanos son diferentes, incluso en la manera en la que los blastocistos implantan». Para él este trabajo «es una prueba de concepto que será un reto reproducir por el coste de la investigación -trabajar con primates no es fácil ni asequible-, pero claramente es una evidencia de que los blastoides serán, son, una herramienta útil para estudiar los primeros pasos de la implantación uterina, que afectan a muchos aspectos de la infertilidad«.

Antonio Urries, director de la Unidad de Reproducción Asistida del Hospital Quirónsalud de Zaragoza y presidente de la Asociación para el Estudio de la Biología de la Reproducción (Asebir), aclara en SMC que lo que han desarrollado estos investigadores «no son embriones propiamente dichos, sino estructuras embrioides capaces de comportarse como un embrión en sus primeros días de desarrollo». Recuerda además, que «ya se han conseguido generar con éxito este tipo de estructuras embrioides en humanos con morfología y estructuras similares a los embriones naturales, pero no está permitido su cultivo más allá del día 14 ni su implantación en el útero de una mujer debido a cuestiones éticas«. Por ello, cree que «poder hacer este tipo de investigaciones en una especie tan estrechamente relacionada con la nuestra supone un modelo ideal para el estudio en detalle de las primeras fases de desarrollo de órganos tan vitales de los mamíferos como son el corazón, cerebro o tubo neural. El comienzo de la organogénesis».

Urries también defiende que este trabajo «puede ayudar a profundizar en determinados mecanismos de implantación y comprender por qué fallan los embarazos, detectando aquellas anomalías que pueden generar abortos. Igualmente, nos puede guiar en el desarrollo de órganos y tejidos sintéticos para trasplantes y conocer el origen de algunas enfermedades». El presidente de Asebir reconoce que lo logrado «tiene las limitaciones propias de ser una técnica en fase muy preliminar, fruto de un proceso muy complicado e ineficiente (alrededor del 25%), pero con un gran potencial a futuro y una aplicabilidad en humanos muy esperanzadora».

Por último, Lluís Montoliu, investigador en el Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC) y en el CIBERER-ISCIII, en declaraciones recogidas por SMC, señala que el estudio «no reporta el nacimiento de ningún bebé macaco por el momento. Este es un experimento que no puede realizarse en humanos, por las limitaciones técnicas, legales y éticas asociadas, pero estudios como este, realizado en macacos, nos acercan paulatinamente a dicha posibilidad. Cada vez está más cerca el nacimiento de primates no humanos derivados íntegramente de células troncales pluripotentes embrionarias cultivadas en el laboratorio (el siguiente trabajo que intentarán sin duda llevar a cabo los autores de este estudio), sin necesidad de pasar por la fecundación de un óvulo por un espermatozoide, como ya es posible, desde hace años, en ratones».

Montoliu añade: «Queda por ver cuántos de estos avances llegarán a ser testados en células troncales pluripotentes embrionarias humanas. Y quizás sería lícito también preguntarnos si deberíamos acometer estos experimentos, cómo deberíamos regularlos y con qué fines deberíamos permitir abordarlos«.

Abril 06/2023 (Diario Médico) – Tomado de la Selección Ginecología y Obstetricia – Publicado en ‘Cell Stem Cell’. Copyright 2018 Unidad Editorial Revistas, S.L.U.

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