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Millones de casos de demencia se pueden evitar si se actúa sobre factores como el tabaquismo o la contaminación, según un amplio estudio publicado por la revista The Lancet, aunque expertos señalan que la prevención no es la solución definitiva a esta enfermedad.
Contra las demencias «la prevención tiene un gran potencial», resume este trabajo de síntesis.
Decenas de millones de personas en todo el mundo padecen demencias. La enfermedad de Alzheimer es la más conocida y extendida de estas patologías que deterioran, en general de manera irreversible, la memoria o el lenguaje de los pacientes.
El estudio de The Lancet, que recopila los conocimientos más recientes sobre el tema, pretende constituir una referencia. Sigue a un informe anterior, publicado en 2020, que ya enfatizaba la importancia de la prevención.
En aquel entonces, los autores estimaron que el 40 % de las demencias estaban relacionadas con una docena de factores de riesgo, de naturaleza muy diversa: bajo nivel educativo, problemas de audición, tabaquismo, obesidad, contaminación del aire, depresión, aislamiento, traumatismos craneales, hipertensión…
Ahora, a la luz de las investigaciones más recientes, se añaden dos factores de riesgo: la pérdida de la visión, que puede llegar hasta la ceguera, y un nivel de colesterol elevado.
En total, «casi la mitad de las demencias podrían teóricamente evitarse eliminando estos 14 factores de riesgo», estiman los autores.
Este énfasis en la prevención es necesario teniendo en cuenta que no existe aún un tratamiento farmacológico realmente eficaz contra las demencias, a pesar de décadas de investigación.
Dos tratamientos contra el alzhéimer fueron aprobados en Estados Unidos el año pasado: el lecanemab de Biogen y el donanemab de Eli Lilly. Actúan combatiendo la formación en el cerebro de las placas amiloides, consideradas uno de los principales mecanismos de la enfermedad.
Pero sus efectos siguen siendo modestos en comparación con los graves efectos secundarios y el alto costo.
La Unión Europea rechazó la semana pasada autorizar el lecanemab, mientras que el donanemab sigue a examen.
Atención a la culpabilización
Si bien algunos investigadores esperan que el lecanemab y el donanemab allanen el camino para tratamientos más eficaces, otros prefieren enfatizar la prevención en lugar de abrigar esperanzas terapéuticas aún difíciles de concretar.
Combatir los factores de riesgo «sería mucho más rentable que desarrollar tratamientos avanzados que hasta ahora se han revelado decepcionantes», opina el neurólogo Masud Husain, que reaccionó al estudio.
En general el informe de The Lancet ha sido bien recibido por los neurólogos, entre quienes la importancia de la prevención no genera mucho debate.
Sin embargo, algunos llaman a relativizar la idea de que se puede actuar sobre la mitad de las demencias tomando medidas preventivas.
Algunos puntos metodológicos del estudio son cuestionables.
Primero, como reconocen los propios autores, no se puede decir con certeza que estos factores de riesgo causen directamente las demencias.
Además, es difícil separar ciertos factores entre sí, aunque los autores han intentado integrar esta consideración en sus cálculos. Por ejemplo, la depresión y el aislamiento, o el tabaquismo y la hipertensión, están intrínsecamente relacionados.
También parece difícil actuar sobre ciertos factores, porque el informe mezcla recomendaciones individuales (usar casco para ir en bicicleta) y colectivas, como mejorar el acceso a la educación.
«Ya contamos con programas de salud pública para reducir el tabaquismo y la hipertensión: ¿qué más se puede hacer en este aspecto?», destaca el neurólogo Charles Marshall en declaraciones a la AFP.
Por último, algunos investigadores, sin contradecir las conclusiones de The Lancet, advierten contra una mala interpretación que provocaría culpabilidad en algunos pacientes, sugiriendo que son responsables de su demencia.
«Es evidente que muchas demencias no podrían evitarse», recuerda la neuróloga Tara Spire Jones en declaraciones a la AFP, señalando especialmente el origen genético de muchas de estas enfermedades.
01 agosto 2024|Fuente: AFP|Tomado de la Selección Temática sobre Medicina de Prensa Latina. Copyright 2024. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.|Noticia
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Las personas con altos niveles de grasa corporal almacenada en abdomen o brazos pueden tener más probabilidades de desarrollar enfermedades como Alzheimer y Parkinson, afirmaron investigadores de la Universidad de Sichuan en Chengdu, China.
El estudio, publicado en la revista Neurology, también observó que aquellos con alto nivel de fuerza muscular tenían menos probabilidades de desarrollar estas enfermedades que los que poseen baja fuerza muscular.
Esta indagación destaca el potencial de reducir el riesgo de que las personas desarrollen estas enfermedades mejorando su composición corporal.
Según los expertos, las intervenciones dirigidas a reducir la grasa del tronco y los brazos y, al mismo tiempo, promover el desarrollo muscular saludable, pueden ser más eficaces para la protección contra estas enfermedades que el control general del peso.
En el estudio participaron 412 691 personas con una edad media de 56 años, a las que se les hizo un seguimiento medio de nueve años.
Al inicio de la pesquisa se tomaron medidas de la composición corporal, como la cintura y la cadera, la fuerza de agarre, la densidad ósea y la masa grasa y magra.
Durante la investigación 8 224 personas desarrollaron enfermedades neurodegenerativas, principalmente la enfermedad de Alzheimer, otras formas de demencia y Parkinson.
Tras ajustar otros factores que podrían afectar la tasa de enfermedades, como presión arterial alta, tabaquismo, consumo de alcohol y diabetes, los investigadores encontraron que, en general, las personas con altos niveles de grasa abdominal tenían un 13 % más de probabilidades de desarrollar estos males.
En tanto, las personas con alta fuerza muscular tenían un 26 % menos de probabilidades de desarrollar enfermedades que aquellos con niveles bajos de fuerza.
Igualmente, la relación entre estas composiciones corporales y las enfermedades neurodegenerativas se explicó en parte por la aparición, después del inicio del estudio, de enfermedades cardiovasculares como las cardíacas y los accidentes cerebrovasculares.
31 julio 2024|Fuente: Prensa Latina|Tomado de la Selección Temática sobre Medicina de Prensa Latina. Copyright 2024. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.|Noticia
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Dos de los tratamientos antidiabéticos evaluados se han podido relacionar con una menor probabilidad de consumir medicación contra la enfermedad de Alzheimer, por lo que podrían considerarse un factor de protección frente a la aparición y el avance de este tipo de demencia.
La diabetes, señala la Universidad CEU Cardenal Herrera en un comunicado, al igual que otras enfermedades como la hipertensión o la dislipemia, se han identificado como factores de riesgo para la enfermedad de Alzheimer. Por ello, investigaciones recientes consideran que los fármacos utilizados en estas enfermedades podrían ser de utilidad en la prevención y ralentización de este tipo de demencia.
En esta investigación de la Cátedra DeCo se han aplicado técnicas de Big Data para el análisis de la base de datos proporcionada por la Conselleria de Sanitat de la Generalitat Valenciana con las medicaciones anonimizadas de 233 183 pacientes mayores de 50 años entre los años 2018 y 2020.
Las técnicas de IA aplicadas en la investigación han permitido analizar más de seis millones de prescripciones de medicamentos. Se incluyeron en el estudio a aquellos pacientes que tomaban al menos una medicación para la hipertensión, la diabetes y/o la dislipemia, quedando así 91 836 casos clasificados como pacientes con riesgo cardiovascular, siendo este el primer grupo de estudio.
De ellos, 29 260 tomaban solo medicación para la diabetes, es decir, no consumían ni antihipertensivos ni fármacos utilizados en el tratamiento de la dislipemia. Estos fueron clasificados como el segundo grupo de estudio.
Los resultados del análisis, que acaban de ser publicados en la revista Pharmacological Research, muestran que, tanto en pacientes con riesgo cardiovascular como en pacientes diabéticos, aquellos tratados con inhibidores del cotransportador sodio-glucosa 2 (iSGLT2), solo o en combinación con metformina, podrían tener menos probabilidades de consumir medicación para la enfermedad de Alzheimer. Y los análogos del péptido de glucagón 1 (GLP-1) también podrían disminuir las probabilidades de tomar medicación para el Alzheimer.
Sin embargo, el uso de insulina solo o en combinación con otros antidiabéticos podría aumentar las posibilidades de tomar fármacos para este tipo de demencia.
ENSAYOS CLÍNICOS
Según destaca la catedrática de Farmacología de la CEU UCH, Lucrecia Moreno, responsable de la Cátedra DeCo de la CEU UCH y el Muy Ilustre Colegio Oficial de Farmacéuticos (MICOF), «pese a las limitaciones del estudio, resulta muy novedoso el posible papel de los iSGLT2 en la enfermedad de Alzheimer que hemos detectado». «Nuestros resultados podrían servir de base para la realización de estudios longitudinales y ensayos clínicos para confirmar los datos obtenidos a partir del análisis de la base de datos de prescripciones», apostilla.
Además, estos resultados también podrían ser de utilidad para la modificación de las guías de prescripción de antidiabéticos: «En pacientes con riesgo de demencia, los iSGLT2 serían los fármacos de elección, dada la relación que hemos detectado en nuestro estudio con un menor consumo de fármacos contra el Alzheimer por parte de las personas que siguen estos tratamientos para la diabetes».
Este estudio ha sido realizado por las investigadoras de la Cátedra DeCo para la detección precoz del Deterioro Cognitivo de la Universidad CEU Cardenal Herrera (CEU UCH) y el MICOF Mar García Zamora, Gemma García Lluch y su responsable, Lucrecia Moreno, en colaboración con la investigadora Consuelo Cháfer, del Grupo de Alzheimer del Instituto de Investigación Sanitaria La Fe (IIS-La Fe), y del profesor Juan Pardo Albiach, del Departamento de Matemáticas, Física y Ciencias de la Computación de la CEU UCH.
24 julio 2024|Fuente: Europa Press |Tomado de la Selección Temática sobre Medicina de Prensa Latina. Copyright 2024. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.|Noticia
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La temperatura iba subiendo en la casa de la zona de Houston que Janet Jarrett compartía con su hermana después de que se quedaran sin electricidad en el huracán Beryl, y ella hacía todo lo que podía por mantener fresca a su hermana de 64 años.
Pero al despertarse en el cuarto día sin electricidad oyó cómo Pamela Jarrett, que utilizaba una silla de ruedas y necesitaba una sonda de alimentación, luchaba por respirar. Pidió una ambulancia, pero Pamela fue declarada muerta en el hospital, y el forense atribuyó su muerte al calor.
«Es muy difícil saber que se ha ido, porque esto no tenía que haberle pasado», Janet Jarrett.
Casi dos semanas después del paso de Beryl, las muertes asociadas al calor durante los prolongados cortes de electricidad han elevado el número de decesos relacionados con la tormenta a al menos 23 en Texas.
La combinación de un calor abrasador y vecinos que no tenían cómo poner en marcha el aire acondicionado en los días posteriores a que la tormenta de categoría 1 tocara tierra el 8 de julio, provocó condiciones cada vez más peligrosas para algunos en la cuarta ciudad más grande de Estados Unidos.
Beryl dejó sin luz a casi tres millones de hogares y negocios en el apogeo de los apagones, que duraron días o mucho más, y los hospitales reportaron un aumento en las enfermedades relacionadas con el calor.
La mayoría de la gente volvía a tener electricidad la semana pasada, tras una semana de apagones generalizados. El lento ritmo en la zona de Houston incrementó las dudas sobre si la compañía eléctrica de la región, CenterPoint Energy, estaba suficientemente preparada.
Aunque podrían pasar semanas o incluso años antes de conocer con certeza el coste humano total de la tormenta en Texas, conocer ese número ayuda a planificar el futuro, según los expertos.
¿Qué se sabe de las muertes por ahora?
Justo después de que impactara la tormenta con fuertes vientos e inundaciones, las muertes incluían personas alcanzadas por árboles caídos y gente que se ahogó cuando sus vehículos se vieron sumergidos por las inundaciones. En los días siguientes fallecieron personas que se cayeron cuando cortaban ramas de árboles dañados o que sufrieron problemas de salud asociados al calor.
La mitad de las muertes atribuidas a la tormenta en el condado Harris, donde se encuentra Houston, estaban relacionadas con el calor, según el Instituto de Ciencias Forenses del Condado Harris.
Jarrett, que cuidaba a su hermana desde que resultó herida en un ataque hace seis años, dijo que su «descarada» hermana había hecho de todo, desde poseer una tienda de antigüedades en Harlem; Nueva York, a trabajar como artista.
«Tenía mucha personalidad», dijo Jarrett, que dijo que su hermana estaba bien de salud antes de que se quedaran sin electricidad en su casa de Spring.
¿Cuándo se sabrá la cifra total de muertos?
Los cortes de luz y las tareas de limpieza siguen en marcha, y es probable que la cifra de muertos siga subiendo.
Las autoridades aún trabajan para determinar si algunas de las muertes ya ocurridas deberían considerarse relacionadas con Beryl. Pero incluso cuando llegan esas cifras, conseguir una imagen clara del coste de la tormenta podría tomar mucho más tiempo.
Lara Anton, vocera del Departamento de Servicios Estatales de Salud de Texas, que utiliza datos del certificado de defunción para identificar las muertes asociadas a la tormenta, estimó que incluso un conteo preliminar podría tomar hasta finales de julio.
En el sistema de estadísticas del estado hay una opción para indicar si la muerte está relacionada con la tormenta, y se pide a los médicos que certifican la defunción que den más información sobre la conexión entre la muerte y la tormenta, explicó Anton.
Los expertos dicen que si bien un conteo de los decesos asociados a la tormenta resulta útil, un análisis del exceso de mortalidad ocurrido durante y después del meteoro puede dar una imagen más completa del coste. Para eso, los investigadores comparan el número de fallecidos en ese periodo con los que se habría previsto en condiciones normales.
El análisis sobre el exceso de mortalidad ayuda a contabilizar muertes que pueden haber sido pasadas por alto, dijo la doctora Lynn Goldman, decana de la facultad de Salud Pública Instituto Milken de la Universidad George Washington.
¿Qué nos dicen las diferentes cifras?
Tanto la estrategia de contar los certificados de defunción como la de calcular el exceso de mortalidad tienen sus propias ventajas cuando se trata de tormentas, dijo Gregory Wellenius, director del Centro para Salud y Clima de la Facultad de Salud Pública de la Universidad de Boston.
El análisis del exceso de mortalidad da una estimación mejor del número total de fallecidos, de modo que resulta útil para planificar la gestión de emergencias y salud pública, además de evaluar el impacto del cambio climático, dijo.
Pero «no te dice quién», señaló, y comprender las circunstancias individuales de las muertes por tormenta es importante para mostrar qué es lo que pone en peligro a personas concretas.
«Si sólo te digo que murieron 200 personas, no te cuenta la historia de qué salió mal para estas personas, lo que nos enseña algo sobre qué esperemos que podamos hacer mejor para prepararnos o para ayudar a la gente a prepararse en el futuro», dijo Wellenius.
22 julio 2024|Fuente: AP |Tomado de la Selección Temática sobre Medicina de Prensa Latina. Copyright 2024. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.|Noticia
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20
Los ratones viejos mejoran su salud y esperanza de vida, una media de casi un 25 %, al inhibirles la proteína inflamatoria interlucina 11 (IL11), pero aún no se saben sus efectos en humanos, en los que se realizan ensayos clínicos en fase inicial en pacientes con enfermedad pulmonar fibrótica.
Un estudio publicado en Nature señala que el bloqueo de la IL11 con un anticuerpo mejoró, en ratones, el metabolismo y la función muscular, al tiempo que redujo los signos de envejecimiento y fragilidad.
El equipo de investigadores, liderados por la Facultad de Medicina de Duke, en Singapur, considera que los resultados del estudio son los primeros en demostrar que la IL11 es el principal factor de envejecimiento.
Los ratones de 75 semanas de edad (equivalente a unos 55 años en humanos) tratados hasta su muerte con una inyección de un anticuerpo anti-IL-11, vieron prolongada su esperanza media de vida en un 22,4 % en los machos y un 25 % en las hembras.
Los animales vivieron una media de 155 semanas, frente a las 120 semanas de los ratones no tratados, indica el estudio.
Además, el tratamiento redujo, en gran medida, las muertes por cáncer, así como las numerosas enfermedades causadas por la fibrosis, la inflamación crónica y el metabolismo deficiente, características del envejecimiento, con pocos efectos secundarios.
«Los ratones tratados tenían menos cánceres y carecían de los signos habituales de envejecimiento y fragilidad, pero también observaron una reducción del desgaste muscular y una mejora de la fuerza muscular. En otras palabras, los ratones viejos que recibieron anti-IL11 estaban más sanos», dijo uno de los autores Stuart Cook.
El equipo también creó roedores a los que se suprimió el gen productor de IL 11, lo que les protegió contra el deterioro metabólico, múltiples enfermedades y la fragilidad en la vejez, a la vez que prolongó la vida de ambos sexos en un promedio de 24,9 %.
Los científicos advierten de que los resultados de este estudio se obtuvieron en ratones y que la seguridad y eficacia de estos tratamientos en humanos debe establecerse en ensayos clínicos antes de considerar el uso de fármacos anti-IL-11 con este fin.
Sin embargo, Cook indicó que «plantean la tentadora posibilidad de que los fármacos puedan tener un efecto similar en seres humanos de edad avanzada».
Los tratamientos contra el IL-11 se encuentran actualmente en fase de ensayo clínico en humanos para otras afecciones, lo que podría ofrecer interesantes oportunidades para estudiar sus efectos en humanos de edad avanzada en el futuro.
Anteriormente, los científicos habían postulado que la IL-11 es un vestigio evolutivo en las personas y, aunque es vital para la regeneración de las extremidades en algunas especies animales, se cree que es en gran medida redundante en los seres humanos.
A partir de los 55 años, aproximadamente, se produce más IL-11 y las investigaciones anteriores la han relacionado con la inflamación crónica, la fibrosis de los órganos, los trastornos del metabolismo, el desgaste muscular (sarcopenia), la fragilidad y la fibrosis cardíaca.
17 julio 2024|Fuente: EFE |Tomado de la Selección Temática sobre Medicina de Prensa Latina. Copyright 2024. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.|Noticia
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18
La edad, el sexo y el índice de masa corporal están «significativamente relacionados» con la frecuencia de las deposiciones, según un estudio que ahonda en la relación entre la salud a largo plazo y la periodicidad de las defecaciones.
Los resultados se publican en la revista Cell Reports Medicine y la investigación, que examina, entre otros, datos clínicos y de estilo de vida de más de 1 400 adultos, está liderada por investigadores del Instituto de Biología de Sistemas de Seattle, Estados Unidos.
Según los investigadores, la frecuencia con la que se defeca puede tener una gran influencia en la fisiología y la salud.
El estudio se centró en adultos generalmente sanos y excluyó a los que padecían determinadas afecciones o tomaban medicación.
El equipo clasificó la frecuencia autodeclarada de las deposiciones en cuatro grupos: estreñimiento (una o dos evacuaciones a la semana), normal-baja (entre tres y seis a la semana), normal-alta (entre una y tres deposiciones al día) y diarrea, detalla un comunicado del citado instituto.
Después buscó asociaciones entre la frecuencia de las deposiciones y factores como la demografía, la genética, el microbioma intestinal, los metabolitos sanguíneos y la química plasmática.
El estudio constató que la edad, el sexo y el índice de masa corporal (IMC) estaban «significativamente relacionados» con la frecuencia de las deposiciones. En concreto, los más jóvenes, las mujeres y aquellos con un IMC más bajo tendían a defecar con menor repetición.
Los investigadores demostraron, entre otros, que la composición de los microbiomas intestinales de los participantes era un signo revelador de la frecuencia de las deposiciones.
Por ejemplo, constataron que las bacterias asociadas a la fermentación de proteínas o al tracto gastrointestinal superior tendían a enriquecerse en las personas con estreñimiento o diarrea, respectivamente.
Del mismo modo, varios metabolitos sanguíneos y químicas plasmáticas mostraron asociaciones significativas con la frecuencia de las evacuaciones, lo que sugiere vínculos potenciales entre la salud intestinal y el riesgo de enfermedades crónicas.
En concreto, subproductos de la fermentación de proteínas de origen microbiano que se sabe que dañan los riñones, como el sulfato de p-cresol y de indoxil, estaban más presentes en la sangre de las personas con estreñimiento, mientras que las sustancias químicas relacionadas con el daño hepático eran más elevadas en las personas con diarrea.
Como era de esperar, dicen los científicos, aquellos que declararon seguir una dieta rica en fibra, hidratarse mejor y hacer ejercicio con regularidad tendían a encontrarse en una mejor clasificación en cuanto a las deposiciones.
El estreñimiento crónico se ha asociado a trastornos neurodegenerativos y a la progresión de la enfermedad renal crónica en pacientes con enfermedad activa, afirma Sean Gibbons, autor del artículo.
Sin embargo, no quedaba claro -agrega- si las anomalías del movimiento intestinal son o no impulsores tempranos de la enfermedad crónica y el daño orgánico, o si estas asociaciones retrospectivas en pacientes enfermos son una mera coincidencia.
«Aquí, en una población generalmente sana, mostramos que el estreñimiento, en particular, se asocia con niveles sanguíneos de toxinas de origen microbiano conocidas por causar daños orgánicos, antes de cualquier diagnóstico de enfermedad», resume Gibbons.
El estudio también exploró las asociaciones entre la frecuencia de las deposiciones y la ansiedad y depresión, indicando que el historial de salud mental está conectado con la frecuencia.
«En general, este trabajo muestra cómo la frecuencia de las deposiciones puede influir en todos los sistemas corporales y cómo una periodicidad aberrante puede ser un factor de riesgo importante en el desarrollo de enfermedades crónicas», concluye Gibbons.
16 julio 2024|Fuente: EFE |Tomado de la Selección Temática sobre Medicina de Prensa Latina. Copyright 2024. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.|Noticia