La pandemia COVID-19 ha interrumpido o trastornado servicios de salud mental críticos en 93 países, de acuerdo con una encuesta en 130 naciones cuyos resultados divulgó recientemente la Organización Mundial de la Salud (OMS).

La COVID trastorna los servicios de salud mentalEsos servicios esenciales de salud mental «se han interrumpido justo cuando más se necesitan», dijo el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, quien pidió a los líderes mundiales que «actúen con rapidez y decisión para invertir más en servicios mentales que salvan vidas».

La OMS estima que cerca de 1000 millones de personas en el mundo pueden padecer algún tipo de trastorno mental, y una cifra cercana al doble puede sufrir un trastorno de ese tipo en algún momento de su vida.

Sus especialistas recordaron que el duelo, el aislamiento, la pérdida de ingresos y el miedo desencadenan problemas de salud mental o agravan los existentes.

La COVID puede provocar complicaciones neurológicas y mentales como delirio, agitación y accidentes cerebrovasculares, y el aumento del consumo de alcohol y drogas, así como el insomnio y ansiedad, son algunas de las consecuencias del estrés generado por la pandemia en todos los ámbitos de la vida.

Las personas con trastornos mentales, neurológicos o por uso de sustancias preexistentes también son más vulnerables a la infección por el nuevo coronavirus, y corren un mayor riesgo de enfermarse gravemente o incluso morir.

El suicidio, por ejemplo, a menudo asociado a esas formas de estrés, cobra cada año unas 800 000 vidas en todo el mundo, y persistió en la década que concluye como un problema en diversas regiones del globo.

Tasas altas de suicidio han presentado países y territorios como Groenlandia, Rusia y otros Estados del este de Europa; Guyana, Suriname y Uruguay en América del Sur; Lesoto, Costa de Marfil, Guinea Ecuatorial, Uganda y Camerún en África, y Corea del Sur, India, Kiribati y Japón en Asia y el Pacífico.

La encuesta mostró que 70 por ciento de los países adoptaron servicios de telemedicina o teleterapia para superar las interrupciones de los servicios en persona, pero hay disparidad porque lo hicieron más de 80 por ciento de los países de renta alta y menos de la mitad de las naciones con ingresos bajos.

Más de un tercio (35 por ciento) reportó interrupciones en las intervenciones de emergencia, incluidas aquellas para personas que experimentan convulsiones prolongadas o síndromes graves de abstinencia por consumo de sustancias y delirio.

Según la encuesta, aunque 89 por ciento de los países afirmó que la salud mental y el apoyo psicosocial forman parte de sus planes nacionales de respuesta a la COVID, solo 17 por ciento dijo tener fondos adicionales para cubrir estas actividades.

Para la OMS «esto subraya la necesidad de destinar más dinero a la salud mental», pues «a medida que continúe la pandemia crecerá la demanda de los programas de salud mental nacionales e internacionales».

Esos programas «acumulan años de insuficiencia de fondos»: antes de la pandemia, los países gastaban menos de dos por ciento de sus presupuestos nacionales sanitarios en salud mental, y no daban abasto para atender las necesidades de sus poblaciones.

La OMS insistió en su llamado a los gobiernos y a los actores internacionales para que asignen mayores recursos a la salud mental. Actualmente, ese rubro recibe menos de uno por ciento de la ayuda internacional destinada a la salud.

octubre 07/2020 (IPS). Tomado de la Selección Temática sobre Medicina de Prensa Latina. Copyright 2019. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.

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