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La privación del sueño incide en todos los aspectos de nuestra biología y se ha relacionado con afecciones tales como la obesidad, la diabetes, las enfermedades cardíacas, el ictus, la enfermedad de Alzheimer y el cáncer.
Un estudio con modelos animales ha mostrado una nueva consecuencia: se trata de la potenciación que ejerce la privación de sueño en lo que hace a los efectos de la anfetamina, al favorecer el desarrollo de patrones conductuales relacionados con la adicción.
Investigaciones anteriores afirman que son necesarias cuatro sesiones para condicionar a los animales al uso de anfetaminas, pero el objetivo del nuevo estudio consistió en verificar si la privación de sueño podría llevar al condicionamiento con una cantidad menor de sesiones.
En total se utilizaron 25 ratas: 13 con privación de sueño y 12 en el grupo control. Tras dos sesiones de anfetamina, y empleando el método de preferencia condicionada por lugar, ningún animal del grupo control desarrolló condicionamiento, pero todos los animales privados del sueño lo desarrollaron. Esto confirmó la hipótesis de que, de hecho, la privación de sueño potencia los efectos de la anfetamina y contribuye al afianzamiento de la drogadicción.
El principal mecanismo a través del cual la privación de sueño potencia el efecto de las drogas de abuso parece relacionarse con la vía dopaminérgica mesolímbica, de la cual forma parte el núcleo accumbens. Estudios muestran que la privación de sueño en ratas deriva en un aumento de los niveles de dopamina en el posencéfalo basal, un área relacionada con el sueño. Aún no existen evidencias del aumento de dopamina en el núcleo accumbens, pero estudios conductuales lo sugieren. El estudio fue publicado por Neurosci Lett 2018.
octubre 28/2018 (neurologia.com)