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El cáncer de mama es un modelo de medicina personalizada en el que se reivindican algunos cambio.
La enfermedad de mama es, en la actualidad, un modelo de medicina personalizada, ya que en su tratamiento se ha logrado consolidar, de manera definitiva, una cirugía cada vez menos radical, el empleo de la cirugía reconstructiva en los casos mutilantes, una radioterapia más cómoda, rápida y precisa, y unos fármacos menos tóxicos y más eficaces. Pero hay una petición en boca de los expertos: que las mamografías se realicen anualmente en lugar de cada dos años, que los programas de cribado incluyan a mujeres a partir de los 40 años, en lugar de los 45 o 50 actuales, y que se prolonguen de por vida y no finalicen como ahora, entre los 65 y 70 años, según el programa de cada servicio autonómico de salud.
En el encuentro Cáncer de mama: una enfermedad curable, celebrado en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP), los profesionales han reclamado que el Sistema Nacional de Salud (SNS) aumente los márgenes de edad de las mujeres que participan en los cribados de cáncer de mama, tal y como han asegurado los dos codirectores del curso, José Díaz-Faes, presidente de la Fundación de Estudios Mastológicos (FEMA), y Armando Tejerina, director del Máster Internacional de Especialización en Mastología, título propio de la UIMP.
Ambos han observado que los cribados deberían adelantarse a los 40 años, dado que «el 40 % de los tumores se detectan en mujeres menores de 50 años», ha destacado Tejerina.
Díaz-Faes, por su parte, ha hecho hincapié en que también es necesario que los programas de cribado se incrementen más allá de los 70 años e incluso «de por vida, ya que si las mujeres viviesen hasta los 120 años, todas tendrían cáncer de mama, debido a que aumenta con la edad».
Esta reclamación a las administraciones sanitarias también ha sido apoyada por Fernando Bandrés, director académico de la Fundación Tejerina y miembro del Observatorio Europeo de Patología de la Mama, y por Manuel Sánchez del Río, patrono de FEMA, quien considera que las mamografías se deberían realizar anualmente en lugar de, como sucede ahora en los cribados preventivos, cada dos años.
Cada vez más curable
La cada vez mayor curación del cáncer se debe muchas veces a las propias mujeres, que reclaman las mamografías, y al cada vez mayor avance en la calidad digital de las imágenes. «La ratificación de la mamografía digital como pilar del diagnóstico, y la incursión de la resonancia magnética y de la tomografía por emisión de positrones, ha influido en la curación», ha indicado Tejerina.
Díaz-Faes ha dejado claro que el cáncer de mama genético es «una parte muy pequeña, casi siempre de origen desconocido. De ahí que la mastectomía no asegura que no se vaya a desarrollar, ya que la cirugía no previene el 100 %, aunque sí disminuye muchísimo el riesgo». La prueba genética previa para conocer el riesgo es muy costosa, aunque sencilla, al tratarse de un análisis de sangre cuyos resultados, no obstante, tardan dos meses en llegar a la paciente.
Máxima alerta a las situaciones de riesgo
Según Armando Tejerina, los factores de riesgo más frecuentes son la edad, una estructura mamaria anómala, la obesidad, factores raciales u hormonales y familiares, caso de un cáncer de mama familiar de primer grado, lo que puede aumentar su frecuencia de aparición. «En las pacientes de alto riesgo familiar directo, un primer estudio con mamografía de base a los 35 años de edad, y así poder catalogar la estructura mamaria, además de conocer los factores de riesgo predisponentes en la historia clínica». Hay otras situaciones que se consideran de alto riesgo, como por ejemplo, las hiperplasias epiteliales atípicas que son lesiones precancerosas susceptibles de extirpación quirúrgica, lo que evita la transformación maligna.
julio 12/2013 (Diario Médico)