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Una canción de cuna compuesta por el músico austriaco sirvió para tranquilizar a los bebés durante la prueba del talón, un pequeño examen de sangre que se realiza a los lactantes para detectar algunas enfermedades.
Cantar canciones de cuna tranquiliza a los recién nacidos, pero si estas piezas musicales las compuso Wolfgang Amadeus Mozart pueden además ayudar a aliviar el dolor que siente el bebé cuando se le somete a un análisis de sangre por punción en el talón, según se detalla en un estudio que publica este martes (29.08.2023) la revista Pediatric Research.
Ese es el resultado de un estudio realizado con cien lactantes, en el cual se señala que los recién nacidos que escucharon solamente una de las canciones de cuna compuestas por Mozart antes, durante y después del pinchazo registraron menos dolor y se calmaron antes.
Un pequeño examen para detectar enfermedades
Un equipo encabezado por el Centro Médico Lincoln de Nueva York desarrolló su investigación mientras los bebés se sometían a la llamada prueba del talón, un análisis de sangre en el pie que sirve para detectar algunas enfermedades como el hipotiroidismo congénito o la fenilcentonuria.
Los lactantes tenían una media de dos días de vida y habían nacido con 39 semanas de gestación. Como parte de los cuidados estándar, se administró a todos 0,5 mililitros de solución azucarada dos minutos antes de realizar la punción del talón. Los padres no podían abrazar físicamente al bebé para calmarlo durante el ensayo.
Más de la mitad escuchó a Mozart
54 de los 100 lactantes escucharon una canción de cuna instrumental de Mozart durante 20 minutos antes y durante la punción del talón y durante cinco minutos después, mientras que los restantes no escucharon música. Antes de recibir el pequeño pinchazo, los autores observaron niveles de dolor similares en ambos grupos de bebés, que eran de una media de cero.
Sin embargo, la puntuación media de dolor de los bebés que escucharon la canción de cuna fue significativamente menor durante e inmediatamente después del procedimiento, en comparación con los que no escucharon música.
Diferencias de dolor entre quienes escucharon la melodía
En concreto, las puntuaciones de dolor de los bebés que oyeron la melodía musical fueron de 4 durante la punción; 0 un minuto después y 0 dos minutos después. En cambio, en el grupo de los 46 restantes que no oyeron música, las puntuaciones de dolor fueron de 7; 5,5 y 2 en los mismos puntos temporales, según el estudio.
Tres minutos después del procedimiento, el equipo no observó diferencias significativas en las puntuaciones medias de dolor de los lactantes de ambos grupos.
«La intervención musical es una herramienta fácil, reproducible y barata para aliviar el dolor de procedimientos menores en recién nacidos sanos y a término», proponen los investigadores.
¿Cómo se sabe si un niño siente dolor?
Los niveles de dolor se determinaron en función de las expresiones faciales de los niños, el grado de llanto, los patrones de respiración, los movimientos de las extremidades y los niveles de alerta.
Los autores, que entre sus filas contaban con un investigador que llevaba auriculares con cancelación de ruido, tuvieron en cuenta la posible influencia de otros estímulos sensoriales en los niveles de dolor, realizando el procedimiento en una habitación silenciosa, poco iluminada y a temperatura ambiente, y no proporcionando a los recién nacidos chupetes ni consuelo físico.
Los autores sugieren que los próximos estudios podrían enfocarse en las grabaciones de las voces de los padres, que también pueden reducir el dolor en los recién nacidos durante procedimientos menores, así como explorar la influencia del consuelo físico de los cuidadores, además de la música, en los niveles de dolor.
Referencia
Anbalagan, S., Velasquez, J.H., Staufert Gutierrez, D. et al. Music for pain relief of minor procedures in term neonates. Pediatr Res (2023). https://doi.org/10.1038/s41390-023-02746-4.
https://www.nature.com/articles/s41390-023-02746-4
29/08/2023 (DW.com) Tomado Ciencia Estados Unidos © 2023 Deutsche Welle
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Hace mucho tiempo que se sabe que la lactancia materna ayuda a mantener a los recién nacidos sanos y protegidos frente a diversas enfermedades. Pero ciertos azúcares presentes en la leche materna también podrían ayudar a prevenir infecciones antes del nacimiento del bebé. Los investigadores que publican informes en ACS Central Science han descubierto que estos azúcares pueden detener una infección prenatal habitual que afecta a los tejidos humanos y a ratones preñados. Esto podría ayudar a evitar partos prematuros u otras complicaciones sin necesidad de suministrar antibióticos en el futuro.
Algunas bacterias que pueden afectar los embarazos de forma más frecuente son los estreptococos del grupo B (EGB). Las infecciones por EGB no tratadas pueden provocar efectos adversos, como neumonía neonatal o parto prematuro. Los tratamientos existentes se basan principalmente en antibióticos, que pueden dar lugar a cepas resistentes. Sin embargo, muchos de los compuestos ya presentes en la leche materna humana, como los oligosacáridos de la leche materna (HMO, por sus siglas en inglés), tienen efectos antibacterianos.
Steven Townsend, Jennifer Gaddy y sus colegas previamente exploraron los efectos antibacterianos de los HMO y descubrieron que podían inhibir el crecimiento de los EGB in vitro y en determinadas células reproductoras. Sin embargo, los investigadores debían demostrar cómo funcionan los azúcares en diferentes tejidos e in vivo antes de poder utilizar estos compuestos para potenciar los antibióticos existentes, o considerarlos como una nueva opción de tratamiento. Los investigadores pasaron entonces a estudiar la actividad de los HMO en las infecciones por EGB en ratones preñados y en tejidos humanos.
En primer lugar, analizaron los efectos protectores de los HMO en tejidos humanos infectados por EGB, utilizando tanto tejidos fetales vivos como un modelo organoide de la vagina. Al añadir un compuesto de HMO diseñado para imitar la composición de los azúcares de la leche materna, las bacterias no pudieron adherirse ni formar colonias.
A continuación, probaron el compuesto de HMO en ratones preñados infectados con EGB. Los ratones tratados presentaron un nivel de inflamación relativamente típico, cantidades reducidas de bacterias en distintos tejidos reproductivos y no hubo casos de partos prematuros, rotura de membranas ni muertes maternas. En su conjunto, estos resultados demuestran que los HMO pueden tener efectos antimicrobianos sin la administración de antibióticos adicionales. Los investigadores afirman que este trabajo podría permitir el uso de estos azúcares como opción viable de tratamiento para las infecciones por EGB y para prevenir resultados adversos en el embarazo.
Fuente: EurekaAlert
Referencia: Rebecca E. Moore, Sabrina K. Spicer, Jacky Lu, Schuyler A. Chambers, Kristen N. Noble, Jonathan Lochner, Rebecca C. Christofferson, Karla A. Vasco, Shannon D. Manning, Steven D. Townsend, and Jennifer A. Gaddy. The Utility of Human Milk Oligosaccharides against Group B Streptococcus Infections of Reproductive Tissues and Cognate Adverse Pregnancy Outcomes. ACS Central Science Article ASAP. Aug 2023. DOI: 10.1021/acscentsci.3c00101
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La obesidad infantil aumenta el riesgo de enfermedades cardiometabólicas, particularmente en el sexo femenino, debido a los niveles más altos de HOMA-IR (modelo homeostático para evaluar la resistencia a la insulina), triglicéridos/C-HDL y triglicéridos/glucosa y el tercil superior de la relación triglicéridos/C-HDL. Read more
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Si bien los padres identifican al pediatra como la fuente principal para el manejo de la fiebre, alrededor de la mitad se siente insegura de en sus intervenciones, razón por la cual es necesario brindar intervenciones educativas durante las consultas de niños sanos.
El artículo publicado por la Revista Mexicana de Pediatría destaca la efectividad de la educación dirigida cuando se anticipa a un nuevo episodio febril. Otras opiniones consideran además que el impacto real de las intervenciones profesionales deben ser personalizadas, estructuradas y con un reforzamiento constante.
Los autores de la investigación se propusieron describir el conocimiento, actitudes y creencias que tienen los padres ante la fiebre por representar uno de los principales motivos de la consulta pediátrica y motivadora de importante ansiedad en los progenitores.
MATERIAL Y MÉTODOS
El estudio observacional, transversal y descriptivo se realizó entre septiembre de 2017 y julio de 2018, mediante la aplicación de un cuestionario en cuatro unidades médicas del estado de Nuevo León, México. Dos correspondieron al sector privado (Hospital Zambrano Hellion y Hospital San José del Tecnológico de Monterrey) y los restantes al sector público (Hospital Metropolitano «Dr. Bernardo Sepúlveda» y la Clínica de Atención Primaria del Centro de Salud Integral de la Fundación TecSalud).
La encuesta se aplicó en salas de pediatría ambulatoria, a «un padre de familia» o al cuidador primario de niños con edades desde recién nacidos hasta 15 años. La participación fue voluntaria, anónima y confidencial. Se eliminaron cuestionarios con dos o más reactivos sin respuesta o llenados incorrectamente. El muestreo fue por conveniencia.
Características del instrumento
El cuestionario constaba de cinco secciones: 1) datos demográficos, 2) detección y manejo de la fiebre, 3) conocimientos sobre la fiebre y uso de medicamentos, 4) ansiedad ante la fiebre y creencias, y 5) fuentes de información y percepción de autoeficacia para el manejo de fiebre.
Con base en la guía del National Institute for Health and Care Excellence (NICE) 2017, la temperatura < 37.5 o C se consideró normal; mientras que valores > 38.0 o C se consideraron como fiebre. En cuanto uso de medicamentos, el paracetamol se consideró correcto en un intervalo de administración de cuatro a seis horas, seis horas para ibuprofeno y ocho para diclofenaco.
Resultados
Un total de 323 encuestas cumplieron los criterios de selección, de las cuales 170 fueron de unidades médicas del sector privado y 153 del público.
En los pacientes, la edad fue similar entre ambos grupos, donde predominaron los menores de tres años. En cuanto al sexo, la proporción de mujeres fue mayor en el sector público (59.5 %) que en el privado (48.2 %). Respecto a la escolaridad de los padres hubo diferencias; en general, los del sector privado tuvieron un nivel mayor de escolaridad (74.5 % con licenciatura o superior).
Respecto a la identificación de la fiebre por parte de los padres, la mayoría de los ubicados en el sector privado (95.9 %) utiliza termómetro en comparación con el 68 % de los públicos. En relación al intervalo de uso de medicamentos, el porcentaje de respuestas correctas fue mayor para el paracetamol que ibuprofeno y diclofenaco. Sin embargo, los padres del sector público tuvieron menor porcentaje de uso correcto de paracetamol (55.6 versus 73.4 %).
El 95 % de los padres evidencia ansiedad ante la fiebre, siendo de grado leve o moderada en la mayoría. En ambos grupos los porcentajes de respuesta fueron muy semejantes.
En cuanto a las posibles consecuencias de la fiebre, alrededor de 90 % cree que les ocasionará algún daño a los niños, siendo las crisis convulsivas los temores más frecuentes.
En cuanto a la percepción de ansiedad de los padres, un metaanálisis publicado en 2016, señala que la prevalencia de la «fobia a la fiebre» no ha disminuido desde 1980. En este contexto se debe considerar que la gran mayoría de los padres del estudio de la Revista Mexicana de Pediatría respondió que, por sí sola, la fiebre puede provocar convulsiones, daño cerebral, meningitis o la muerte.
Por último, la mayoría de los padres perciben a los médicos pediatras como la mejor fuente de información para el manejo de la fiebre, seguido del consejo de la familia o de los amigos. Además, alrededor de la mitad se percibe apto para brindar las medidas apropiadas.
Semejanzas y diferencias
Los padres del sector privado acuden más frecuentemente al servicio de urgencias cuando sus hijos presentan fiebre, en comparación con los del sector público (21.6 versus 2.9 %).
Esta actitud podría implicar la saturación de los servicios de salud, lo cual enfatiza la importancia de capacitar a los padres en el manejo correcto de la fiebre. Por ejemplo, la definición de fiebre fue contestada de manera incorrecta en alrededor de 60% de los encuestados, esto concuerda con lo señalado por trabajos anteriores en padres latinos de EE. UU., pero es marcadamente distinto de lo reportado en Francia, donde hasta 89% de los papás participantes la definió correctamente. Asimismo, es relevante señalar que alrededor de la mitad de los padres desconocen el intervalo de uso correcto de los medicamentos, particularmente para ibuprofeno y diclofenaco; estos datos son similares a los descritos en un estudio del Reino Unido, en el cual se reportó que 6.4 y 42.3 % de los cuidadores administra el paracetamol e ibuprofeno con mayor frecuencia de la recomendada.
Es interesante mencionar que, al parecer, el nivel de escolaridad de los padres no tiene efecto en las conductas y creencias sobre la fiebre. Al respecto, otros autores concluyeron también que el miedo no siempre es racional y que tiene un importante componente emocional, lo cual sugiere que el miedo a la fiebre es un fenómeno multifactorial y que no depende solamente de la educación.
Por último, los padres identifican al pediatra como la fuente principal para el manejo de la fiebre, lo cual ya ha fue descripto con anterioridad. No obstante, alrededor de la mitad no se sienten seguros de cómo deben actuar ante la fiebre. Lo anterior, hace reflexionar sobre la necesidad de brindar educación dirigida.
Referencia: Rivera-Fernández-Galán B, Rodríguez-de IJ, Garza-Ornelas BM, et al. Conocimiento, actitudes y creencias de los padres ante la fiebre en niños. Rev Mex Pediatr. 2022;89(5):190-195. doi:10.35366/110504.
https://www.medigraphic.com/cgi-bin/new/resumen.cgi?IDARTICULO=110504
Fuente: SIICSalud
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MADRID, ESP. Aunque un bebé nazca sano, si durante la gestación ha estado expuesto a determinadas afecciones, como diabetes mal controlada u otras situaciones que sobrecargan el corazón fetal o las derivadas de un crecimiento intrauterino retardado, es necesario disponer de esta información y someterlo a un seguimiento adecuado, ya que la evidencia más reciente vincula estas circunstancias a un riesgo cardiovascular mayor al del resto de los niños.[1]
Este tema se abordó en una mesa de debate celebrada en el marco del 69 Congreso de la Asociación Española de Pediatría (AEP) en la que se destacaron los principales avances en el ámbito de la cardiología pediátrica.
La Dra. Lucía Deiros, coordinadora de la Unidad de Cardiología Fetal del Servicio de Cardiología Infantil del Hospital Universitario La Paz, de Madrid, señaló: «De acuerdo con la evidencia científica más reciente, se puede hablar de un nuevo factor de riesgo cardiovascular con el que algunos niños deberán convivir desde su nacimiento: un entorno fetal determinado. Se sabe que el riesgo de desarrollar una enfermedad cardiovascular surge de la interacción del riesgo en época prenatal, la infancia y la vida adulta y en este contexto, el entorno fetal puede ser considerado actualmente como un factor de riesgo cardiovascular».
La especialista resaltó a Medscape en español que este «nuevo papel» del entorno fetal como factor de riesgo cardiovascular está respaldado por múltiples revistas y artículos publicados en los últimos 5 años y se basa en la hipótesis de la programación fetal, según la cual un entorno desfavorable intraútero puede influir en la estructura y el desarrollo de la función cardiaca. «Esto nos lleva a considerar que el feto es un paciente en el que la función cardiaca es esencial para su bienestar y está asociada a su futura salud cardiovascular».
Crecimiento intrauterino retardado en el punto de mira
En cuanto a las características que definen lo que se consideraría un entorno fetal adverso, la Dra. Deiros señaló que en los cambios epigenéticos producidos en ese entorno con impacto potencial en el bienestar cardiaco fetal pueden estar implicadas afecciones maternas, como la diabetes mal controlada o fenómenos con una hemodinámica más compleja, como la que se puede dar en la transfusión feto-fetal, típica de los embarazos gemelares.
«Pero el más estudiado y que más se ha asociado a un futuro desarrollo de riesgo cardiovascular aumentado respecto a sus iguales es el crecimiento intrauterino retardado. Las evidencias apuntan a que los fetos con este antecedente pueden tener, tanto en la infancia como en la vida adulta, una mayor propensión a desarrollar una enfermedad cardiovascular».
Así, por ejemplo, en la infancia pueden presentarse anomalías en la función diastólica, en la estructura y la función cardiaca, mientras que en la vida adulta este factor se ha relacionado con hipertensión, intolerancia a la glucosa, obesidad e incluso con patología coronaria o mayor propensión a isquemia o infarto«, añadió la especialista.
La experta destacó que contar con esta información es muy importante «porque saber cuáles de estos niños están expuestos a un mayor riesgo cardiovascular permite llevar a cabo actuaciones tanto en la infancia como en la vida adulta, con el objetivo de disminuir las posibilidades de que presenten un evento cardiovascular. Cada vez estudiamos y tratamos mejor ese entorno cardiaco fetal desfavorable que puede dar lugar al desarrollo de enfermedades cardiovasculares en el futuro y esto supone una oportunidad única para llevar a cabo una prevención que resulta primordial».
Por otro lado, como se comentó en la sesión, entre 6 y 12 por cada 1.000 nacidos vivos vienen al mundo con anomalías en el corazón, siendo la malformación cardiaca la causante de hasta 50% de morbilidad grave por malformación en el recién nacido. «Hay que tener en cuenta que las cardiopatías tienen un origen multifactorial y se estima que en uno de cada 100 embarazos el feto puede presentar una cardiopatía de mayor o menor gravedad», comentó la Dra. Deiros.
Diagnóstico prenatal: un nuevo escenario
La médica puntualizó que es en el marco de esta casuística donde cobra toda su dimensión la aportación que ha supuesto la implementación del diagnóstico prenatal, que ha revolucionado en los últimos años tanto la detección como el manejo hemodinámico de los pacientes con cardiopatías.
«Gracias a la tecnología de imagen avanzada de la que disponemos y también a la mayor implicación de los cardiólogos fetales y a la ampliación de unidades multidisciplinarias, la precisión del diagnóstico es de hasta 90%», afirmó la especialista, quien hizo hincapié en que además de un mejor diagnóstico, estos avances también permiten informar a los padres (si así lo desean) sobre la existencia de alguna anomalía genética.
«Todo ello nos ha dado la posibilidad de predecir el manejo hemodinámico de la cardiopatía específica y, por tanto, de reducir la morbilidad y en algunas cardiopatías, como la transposición completa de grandes arterias o el ventrículo izquierdo hipoplásico, reduce la mortalidad preoperatoria y perioperatoria», añadió.
Asimismo, la Dra. Deiros destacó que es necesario implementar algunos cambios y reajustes para adaptar las pautas de actuación de los cardiólogos pediátricos a este nuevo escenario: «Por ejemplo, estos profesionales deben recibir una buena formación en el ámbito de la cardiología fetal, tanto en el diagnóstico como en el manejo, para así saber determinar en qué ocasiones es necesario tratar en vida fetal las cardiopatías, de forma que siempre sean capaces de predecir el manejo hemodinámico, ya que esta es una fortaleza del diagnóstico prenatal de tales enfermedades».
Limperopoulos C, Wessel D, Du Plessis A. Understanding the Maternal‐Fetal Environment and the Birth of Prenatal Pediatrics. J Am Heart Assoc. 18 Ene 2022;11(2):e023807. doi: 10.1161/JAHA.121.023807. PMID: 35014863. Fuente
8 de agosto 2023 Medscape
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Según un estudio presentado en el 25º Congreso Europeo de Endocrinología, celebrado en Estambul, unos niveles elevados de cortisol, la hormona del estrés, durante el tercer trimestre del embarazo pueden mejorar el habla y el lenguaje en los tres primeros años de vida del niño. Los resultados ayudan a los investigadores a comprender mejor el papel del cortisol en el desarrollo tanto fetal como infantil.
El desarrollo del lenguaje durante la primera infancia puede indicar lo bien que se desarrolló el sistema nervioso del bebé en el útero. La exposición prenatal al cortisol -una hormona esteroidea que ayuda al organismo a responder al estrés- dirige el crecimiento del feto y también afecta a su desarrollo cerebral. Sin embargo, aún se desconocen los efectos del cortisol en el desarrollo temprano del lenguaje.
En este estudio, investigadores del Hospital Universitario de Odense analizaron datos sobre los niveles de cortisol de 1.093 mujeres danesas durante su tercer trimestre de embarazo y sobre las habilidades del habla y el lenguaje de 1.093 niños daneses de entre 12 y 37 meses, procedentes de la Cohorte Infantil de Odense. Descubrieron que los niños expuestos a altos niveles de cortisol en el útero podían decir más palabras entre los 12 y los 37 meses, mientras que las niñas comprendían mejor más palabras entre los 12 y los 21 meses.
«Que sepamos, éste es el primer estudio que investiga la relación entre los niveles de cortisol materno y el desarrollo del lenguaje en los niños a lo largo del tiempo, teniendo en cuenta también el sexo del niño y el nivel educativo de la madre», afirma la Dra. Anja Fenger Dreyer, que participó en el estudio.
Y añade: «Hemos tenido acceso a una gran cohorte de estudio, métodos de análisis de alta calidad y covariables relevantes, lo que convierte nuestro estudio en una importante contribución a la comprensión fisiológica de la exposición prenatal al cortisol en la maduración fetal y el desarrollo infantil.»
El equipo evaluará a continuación si los niños expuestos a un cortisol elevado en el útero tienen más probabilidades de presentar puntuaciones más altas en el cociente intelectual (CI). Además de los datos sobre los niveles de cortisol materno y el desarrollo temprano del lenguaje, la cohorte infantil de Odense también dispone de datos sobre pruebas de inteligencia realizadas a niños de 7 años. «Se sabe que el desarrollo temprano del lenguaje en los niños predice la función cognitiva en etapas posteriores de la vida, como la atención, la memoria y el aprendizaje, por lo que queremos investigar si la exposición prenatal al cortisol también está asociada a las puntuaciones de CI de los niños de 7 años», afirma la Dra. Fenger Dreyer.
Mayo 13/2023 (EurekaAlert!) – Tomado de News Releases – Reports and Proceedings EUROPEAN SOCIETY OF ENDOCRINOLOGY Copyright 2023 by the American Association for the Advancement of Science (AAAS).