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La introducción hace cuatro décadas de los implantes cocleares junto con los programas de detección precoz de la hipoacusia -en los que España ha sido pionera- han recuperado el mundo sonoro para muchas personas que de otra forma estaría limitadas por su discapacidad.
En palabras de un referente internacional en estos tratamientos, Manuel Manrique, director de Otorrinolaringología de la Clínica Universidad de Navarra (CUN), “han cambiado en positivo la vida de estas personas.Hay niños que implantamos hace 30 años y ahora estamos viendo los resultados: les ha permitido no ya desarrollar su lenguaje, sino completar su aprendizaje escolar y acceder al mundo laboral, algo impensable en el mundo previo al implante”.
Manrique ha copresidido el VIII Congreso del Grupo Iberoamericano de Implantes Cocleares y Ciencias Afines (Gicca 2019), el mayor foro en habla hispana sobre implantes cocleares, celebrado en Pamplona, por primera vez en una ciudad europea. Entre los participantes, asistieron dos artífices de los primeros implantes, los bioingenieros austriacos Jim Patrick y Erwin Hochmair.
La evolución de estos dispositivos ha alcanzado unas cotas de eficacia con las que se dota de alta capacidad para oír y entender, “también en ambientes de ruido”, matiza a DM Manrique. De ahí que se hayan ampliado las indicaciones, desde las iniciales pérdidas de audición profundas bilaterales a otras condiciones en las que existen restos de audición. El copresidente del congreso, Ángel Ramos, director del Hospital Materno Infantil de Las Palmas de Gran Canarias, expone que “se ha pasado de pensar que eran únicamente para personas con sordera bilateral y, hoy en día, hemos comprobado que puede mejorar también a personas con un solo oído sordo, a aquellas con restos de audición en un oído e, incluso, como tratamiento de los acúfenos. El progreso ha sido muy importante”.
Las indicaciones también han evolucionado en términos de edad. Manrique recuerda que “implantamos en niños a partir de seis meses de vida, y, en el otro extremo, se han referido casos de implantes en personas con cien años. En nuestro grupo, el paciente mayor al que hemos implantado tenía 85 años”.
El especialista alude a la buena experiencia con los mayores de 65 años que reciben el dispositivo:“Son personas con pérdidas auditivas permanentes, que han progresado por deterioro del oído interno, y en las que los audífonos resultan insuficientes. A menudo se piensa que no hay nada que hacer, pero el implante coclear puede funcionar muy bien. Además, es una cirugía muy bien tolerada y que no requiere encamación”.
Investigaciones recientes han corroborado, en personas con sordera mayores de 65 años y hasta de 90, que la recuperación auditiva “evita las consecuencias asociadas a la pérdida de audición propia de estas edades”, como es el aislamiento social y la pérdida de memoria inmediata que, en muchos casos, deriva en trastornos cognitivos”. Hay estudios que demuestran que en la medida en que se restablece la audición en personas mayores “se reducen las tasas de incidencia de enfermedades cognitivas que cursan con demencia”.
No obstante, cierta resignación ante la senescencia, sumado al desconocimiento de las opciones terapéuticas, explicarían un índice de penetración del implante coclear escaso en este grupo poblacional: “Solo el 1% de mayores con una deficiencia auditiva que podrían recibir el implante lo han hecho”.
Las técnicas de cirugía mínimamente invasiva permiten un implante sin apenas trauma, si bien habida cuenta de que los especialistas abordan cócleas infantiles del tamaño de la uña de un meñique, se siguen perfeccionando para no comprometer futuros tratamientos auditivos. “Estamos implantando a niños con una esperanza de vida de cien años, y en ese tiempo, pueden surgir mejoras tecnológicas que requieran eventuales reemplazos”.
Para contrarrestar el impacto de la cirugía se estudia la utilidad de fármacos que pueden colocarse en la cóclea de forma simultánea al implante. Manrique aclara que “actuaría como un vehículo para liberar sustancias que aseguren la tolerancia y que mejoren el tejido que vamos a estimular. Hay diferentes posibilidades: desde emplear corticoides, o bien neurorregeneradores -fármacos que incrementan la población neural que queremos utilizar en la estimulación del nervio auditivo-, hasta introducir células que produzcan una regeneración tanto a nivel neural como de las células ciliadas del oído interno”.
Estrategias de combinación biónicas
El grupo de Marcelo Rivolta, profesor en la Universidad de Sheffield , Reino Unido, desarrolló un protocolo para diferenciar células madre pluripotenciales embrionarias humanas en progenitores neuroóticos que, al implantarse en un modelo experimental de neuropatía auditiva, lograron una recuperación funcional. Estudios actualmente en curso sugieren que la recuperación se mantiene a largo plazo, así como la seguridad de las células implantadas.
Además, Rivolta, que ha sido ponente en el Gicca 2019, destaca a DM que están estudiando la combinación del implante coclear (que reemplaza funcionalmente las células ciliadas) con el uso de las células madre obtenidas para regenerar el nervio auditivo. “Con esta estrategia de combinación biónica buscamos que los electrodos estimulen a las células madre en aquellos casos de neuropatía auditiva donde también existe daño en la célula ciliada. Esperamos que en unos cuatro años podamos iniciar un ensayo clínico”.