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Una gran encuesta llevada a cabo en 17 países de América Latina y el Caribe evidencia que las personas con una situación económica más precaria perdieron más empleos y cerraron más negocios durante la pandemia, en comparación con las familias con más ingresos.
Los impactos económicos provocados por la COVID-19 en los países en vías de desarrollo inciden más en quienes tenían un nivel de ingresos más bajo previamente a la pandemia. Es la principal conclusión a la que ha llegado un grupo de investigadores del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y de la Universidad de Cornell (Estados Unidos), cuyos resultados se han publicado en la revista Plos One.
“La pandemia tuvo grandes efectos no solo en pérdida de empleos y caída de ingresos, sino que también generó más hambre y ajustes en la dieta, especialmente en hogares de menores ingresos”, explica a SINC Nicolás Bottan, profesor en Universidad de Cornell y uno de los autores del estudio.
“Aunque estas medidas son necesarias para la salud pública, pueden profundizar las brechas preexistentes entre ricos y pobres”, expone este estudio.
La principal causa de estos perjuicios, exponen, se encuentra en las medidas sanitarias adoptadas por los gobiernos, “necesarias”, pero perjudiciales para la economía. “Los gobiernos han implementado regulaciones que requieren distanciamiento social, el cierre de negocios no esenciales, las restricciones a los viajes y, en muchos casos, quedarse en casa”, contextualiza el estudio.
“Aunque estas medidas son necesarias para la salud pública, pruebas recientes en los países desarrollados sugieren que tienen impactos económicos negativos a corto plazo y, potencialmente, pueden profundizar las brechas preexistentes entre ricos y pobres”, exponen sus autores en el documento.
En concreto, los autores han recogido pruebas a través de una gran encuesta, realizada en 17 países de América Latina y el Caribe: 8 países de América del Sur (Chile, Colombia, Bolivia, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam y Uruguay), 4 países de Norteamérica y Centroamérica (Costa Rica, El Salvador, México y Panamá) y cinco países del Caribe (Bahamas, Barbados, Jamaica, República Dominicana y Trinidad y Tobago).
Los investigadores obtuvieron un total de 230 540 respuestas válidas, acerca de cuestiones económicas como la pérdida de empleos, el cierre de negocios y el poder adquisitivo. Los datos revelaron grandes caídas en el empleo y cierres de empresas que afectaron más a los hogares de ingresos más bajos. “Estos efectos negativos tienen consecuencias también que se traducen en una disminución de la seguridad alimentaria”, subraya el trabajo.
En líneas generales, el 45 % de los encuestados informó de que un miembro del hogar había perdido su trabajo. También, de entre quienes tenían a un familiar emprendedor, el 58 % afirmó que este se había visto obligado a cerrar su negocio.
Desglosando estos datos por niveles de renta, y separando las respuestas entre quienes están por encima y por debajo del salario mínimo de cada país en el que se llevó a cabo este estudio, se aprecia una gran desproporción entre estas mismas preguntas.
Casi el 71 % de los encuestados con rentas más bajas informó de que un miembro del hogar perdió su trabajo
De entre quienes estaban por encima del listón salarial, solamente el 14 % afirmó que un miembro de su hogar perdió el empleo, mientras que el 54 % indicó que un familiar cerró su negocio. Por contra, casi el 71 % de los encuestados con rentas más bajas informó de que un miembro del hogar perdió su trabajo y el 61 % informó que un miembro del hogar cerró su negocio.
Otro indicador que han obtenido es el porcentaje de familias que han recibido ayuda económica o préstamos por parte de otros familiares o amigos. Mientras que en las rentas inferiores a los salarios mínimos este hecho sucedió en el 70 % de los hogares encuestados, solamente el 26 % de los encuestados con ingresos superiores recibieron regalos o préstamos económicos por parte de parientes o conocidos. “Esto pone de relieve la importancia de las redes informales de protección social como una herramienta para hacer frente a los impactos negativos de la pandemia”, expresa el estudio.
Conjugar salud y economía
Tal y como comienza enunciando el informe, las medidas sanitarias impuestas fueron “necesarias”, pero, a su vez, perjudicaron a las rentas más bajas. En este sentido, el 77 % del total de encuestados están de acuerdo con la declaración de que la prioridad principal de los respectivos gobiernos nacionales debería ser detener la pandemia y el 54 % de los encuestados piensa que los negocios no esenciales deberían permanecer cerrados por un mes adicional. “La disminución del apoyo para mantener los negocios cerrados durante un mes adicional disminuye más rápido entre los hogares que pierden sus medios de vida”, puntualiza el informe.
“En América Latina y en el Caribe existen muchas barreras al acceso de internet, especialmente para hogares de ingresos más bajos”, explica Nicolás Bottan.
Al preguntar a los investigadores sobre cómo conjugar esos dos elementos, proponen algunas fórmulas que pueden contribuir a mantener la seguridad alimentaria de las familias más desfavorecidas. “En el corto plazo observamos que programas de transferencias gubernamentales así como transferencias informales, como remesas familiares, son importantes para atenuar los impactos económicos relacionados con las medidas de restricción de movilidad”, opina Bottan.
“Sin embargo, nuestro estudio también sugiere que la ayuda del gobierno debe ir más allá de los estímulos económicos. Para minimizar estos efectos, serán muy importantes las políticas en el sector de la salud y de la educación”, considera el docente.
¿A qué se deben estas desigualdades?
Para los investigadores, la naturaleza de los trabajos y la posibilidad de teletrabajar han tenido mucho que ver. “En América Latina y en el Caribe existen muchas barreras al acceso de internet, especialmente para hogares de ingresos más bajos”, explica Bottan.
“Al mismo tiempo, continúa, encontramos que la informalidad en el mercado laboral es un factor importante. Los empleados de hogares con menores ingresos tienden a trabajar en el sector informal y no acceden a los beneficios laborales disponibles en el sector formal”, considera.
Según los datos obtenidos en la encuesta, solo el 30 % de los trabajadores de los hogares con ingresos inferiores al salario mínimo nacional trabajan desde casa, mientras que el 76 % de los trabajadores de los hogares con mayores ingresos reportan trabajar desde casa.
“Se espera que muchos hogares que antes de la pandemia no eran pobres pero sí vulnerables caigan en situación de pobreza”, opina Diego Vera-Cossio.
Para apoyar la hipótesis de que los impactos económicos negativos son más pronunciados en los países en vías de desarrollo, compararon los resultados obtenidos con estadísticas similares en Estados Unidos, donde, según cifras del estudio, “el 43 % de las empresas cerraron”. “Esta investigación encuentra mayores tasas de cierre de negocios, lo que implica que los impactos económicos de la pandemia puede ser más fuerte en los países en desarrollo”, exponen.
Según sus conclusiones, aunque el estudio se ha realizado en el continente americano, los resultados son extrapolables a otras regiones. “Por ejemplo, no es extraño oír en las noticias de Estados Unidos sobre cómo los efectos de la pandemia han sido desiguales, incluso generando cambios en la calidad de la dieta de los americanos. El tema de los impactos en la nutrición ha sido enfatizado por economistas prominentes en la India”, declara a SINC Diego Vera-Cossio, economista del departamento de Investigación del Banco Interamericano de Desarrollo y coautor del informe.
“El panorama en Latinoamérica es particularmente sombrío dada la alta desigualdad en la distribución del ingreso antes de la pandemia. Se espera que muchos hogares que antes de la pandemia no eran pobres pero sí vulnerables caigan en situación de pobreza. Este sin duda, será un desafío para los políticos de cara al postconfinamiento”, concluye Vera-Cossio.
Referencia:
Bottan N, Hoffmann B, Vera-Cossio D. : The unequal impact of the coronavirus pandemic: Evidence from seventeen developing countries. PLoS ONE. 2020.