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Luis Humberto Ros, jefe de Servicio de Radiodiagnóstico del Hospital Universitario Miguel Servet, tercera generación de una familia de radiólogos, ha sido Visiting Professor de Radiología de la Universidad de Harvard (Boston) y Clinical Assistant Professor de Radiología de la Universidad de Florida, posición que actualmente desempeña en el Departamento de Radiología de la Case Western Reserve University de Cleveland (Ohio).
Fue presidente de la Comisión Científica de la Sociedad Española de Radiología (1998-2002), desde 2014 preside la Comisión Nacional de Radiodiagnóstico y es miembro de la Comisión Permanente del Consejo Nacional de Especialidades Médicas. Director desde 2018 de la revista Radiología, acaba de ganar la plaza de profesor titular del área de Radiología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Zaragoza. En 2017 fue uno de los “25 Embajadores de la Medicina Española” de Diario Médico.
Acaba de ser nombrado titular de Radiología en la Universidad de Zaragoza. En esta calma pandémica, reflexiona sobre las lecciones aprendidas por su especialidad.
¿Por qué la radiología y las técnicas de imagen han tenido un papel tan relevante en la crisis de la COVID-19?
Junto con la clínica y las pruebas de laboratorio, PCR y pruebas serológicas, nuestra especialidad ha sido el tercer pilar en que se ha fundamentado el diagnóstico de este proceso, inicialmente mediante la radiología simple de tórax, en muchos casos con un aparato portátil de rayos en la cabecera de la cama del paciente, en la UCI o en la zona de aislamiento donde se encontrase, y después, en los casos en que hubiese indicación precisa, para aclarar o confirmar el diagnóstico mediante tomografía computarizada. Ha sido un trabajo de equipo, que ha mostrado la coordinación y buen funcionamiento de los servicios de radiología del país.
¿Cómo se han adaptado los departamentos a la avalancha de casos?
Mediante la elaboración de un plan de contingencia que contemplaba, entre otros aspectos, los circuitos definidos para el flujo de pacientes, las medidas adecuadas de protección, los protocolos de las distintas exploraciones, e incluso la realización de un informe estructurado en cada una de ellas. En las fases iniciales la situación puede que desbordase nuestra capacidad de reacción, pero conforme se iba acumulando experiencia propia o adquirida a través de otros compañeros que habían padecido antes la situación, la adaptación fue más sencilla, aunque puede decirse que el plan de contingencia se iba renovando y adaptando a las circunstancias del momento; cada día aprendíamos algo nuevo.
¿Qué diferencias radiográficas se han encontrado con relación a otros virus como los de la gripe o las neumonías?
Aun cuando en la etapa inicial de la pandemia todavía podían plantearse posibles diagnósticos diferenciales, poco a poco se comprobó que todos los pacientes con sintomatología respiratoria y/o hallazgos radiológicos, por mínimos o sutiles que estos últimos fueran, correspondían a infección por COVID. Rápidamente aparecieron publicaciones radiológicas con las primeras series de casos, aunque es pronto para establecer conclusiones definitivas y presentar patrones radiológicos definidos; es necesario asentar y contrastar experiencias, comprobar resultados y valorar la evolución a medio y largo plazo.
¿Ha continuado en estos meses la formación de los residentes? ¿Se han adaptado con rapidez o con titubeos?
La fase aguda de la pandemia fue netamente asistencial, se suspendieron las sesiones y seminarios presenciales, así como las rotaciones externas o por otros servicios, si bien gracias a las modernas tecnologías de la información y comunicación y al buen hacer de las distintas sociedades científicas, que día a día nos informaban de los últimos avances sobre el tema, todos pudimos mantenernos al día. En el caso de los residentes, cuya aportación en el curso de la pandemia ha sido muy valiosa, tal vez el contraste más llamativo haya sido el que acostumbrados a manejarse con la alta tecnología han tenido que volver a los orígenes de la especialidad, a la placa simple, a la radiografía de tórax obtenida con un aparato portátil, que ya casi no estaban acostumbrados a informar. Su adaptación, como cabía esperar en relación con la preparación y capacidad de este colectivo, ha sido total y con muy buenos resultados.
¿Traerá cambios esta crisis en la organización de los servicios o en algunas prácticas clínicas?
Toda crisis constituye un reto para la superación y la mejora, también una llamada a la humildad. Indudablemente habrá un antes y un después de esta crisis. Hemos aprendido la necesidad de una actitud flexible para adaptarnos a un entorno cambiante, los beneficios del teletrabajo, la importancia de disponer de protocolos de estudio abreviados para optimizar los tiempos, la necesidad de mantener una serie de medidas de protección y distanciamiento social para extremar la seguridad de pacientes y profesionales… lo que en conjunto implica la creación de un nuevo sistema de organización de la actividad de los servicios de radiología, con reinvención del proceso radiológico, modernización de los modelos de formación de los profesionales y renovación y optimización de los equipamientos radiológicos.
¿Se han utilizado herramientas de inteligencia artificial u otras de última generación para la valoración de las imágenes?
La inteligencia artificial se define como la disciplina que se ocupa de crear programas informáticos que ejecutan operaciones comparables a las que realiza la mente humana, como el aprendizaje o el razonamiento lógico; el hecho de que la pandemia COVID haya sido algo tan inesperado y con tan rápida evolución justifica que no hubiese aplicaciones plenamente desarrolladas de inteligencia artificial para su uso en la práctica clínica; alguna se ha utilizado, pero fundamentalmente como proceso de inicio para adquirir experiencia. No obstante, cabe pensar que, en un futuro inmediato, al igual que la vacuna frente al COVID, se desarrollarán aplicaciones y programas con utilidad práctica real.
¿Hasta qué punto ha cambiado la especialidad en los últimos años? ¿No se ha automatizado demasiado en detrimento del juicio del especialista?
El radiodiagnóstico ha pasado de ser una especialidad complementaria a constituirse en una especialidad imprescindible. Las modernas técnicas de imagen asistidas por ordenador -tomografía computarizada, resonancia magnética, las técnicas híbridas o combinadas (PET-TAC, PET-RM)- nos permiten ver y diagnosticar casi todo. Se ha evolucionado del diagnóstico morfológico al diagnóstico funcional, casi a nivel molecular. De manera paralela la faceta terapéutica en manos del radiólogo, la radiología intervencionista, ha evolucionado también de manera muy dinámica, de modo que con los tres elementos clásicos -aguja, guía y catéter- se puede acceder a la práctica totalidad de estructuras del organismo para llevar a cabo esos procedimientos de un modo mínimamente invasivo. Aun cuando cada vez se dependa más de la tecnología, sigue siendo el especialista el que lidera y gestiona las indicaciones y el que tiene la última palabra en el diagnóstico o el tratamiento.
¿Está cambiando toda esta innovación la enseñanza de la radiología en las facultades de Medicina?
La enseñanza universitaria actual está basada en que el alumno adquiera una serie de competencias, entendiendo como tal el conjunto de conocimientos, habilidades y actitudes del futuro profesional. Es una enseñanza eminentemente práctica, en la que el alumno es el tutor de su propio aprendizaje y el profesor constituye un estímulo a la iniciativa del alumno. Otra característica es el uso de las modernas tecnologías de la información y comunicación. La crisis COVID ha puesto de manifiesto que debemos estar preparados para adaptarnos a un entorno por completo virtual de la enseñanza, aun cuando en el caso de la profesión médica, donde tan importante es el contacto personal y humano con el paciente, pudiera no ser el más idóneo. En nuestra disciplina, basada en la imagen, ese entorno virtual nos resulta algo más favorable que en el caso de otras disciplinas médicas o quirúrgicas.
¿Han asumido los radiólogos nuevas tareas en los últimos años?
El cambio acaecido en nuestra especialidad en los últimos tiempos ha sido muy llamativo. En la actualidad la mayor parte de los diagnósticos dependen de los servicios de imagen; la figura del radiólogo es hoy imprescindible en todos los comités multidisciplinares para la toma de decisiones clínicas. Y la faceta intervencionista -código ictus, terapias endovasculares, TIPS, embolizaciones, drenajes percutáneos y otros, que se contempla como una alternativa válida frente a la cirugía, es cada vez más demandada. El progreso de la especialidad abarca también otros frentes: telerradiología, informática, inteligencia artificial. En suma, se trata de una especialidad muy dinámica, que evoluciona rápidamente, en la que la actualización de conocimientos, de distinta índole, no solo radiológicos, debe llevarse a cabo cada vez con un intervalo menor de tiempo.