may
31
Hasta el año 2009, la relevancia metabólica del tejido adiposo pardo era una completa desconocida. Su descubrimiento supuso una revolución y no pocos fueron los que consideraron que podría traer consigo todo un cambio en la forma de abordar la obesidad. Sin embargo, cada vez son más las dudas que hay sobre cómo impacta realmente en el balance energético y un estudio de la Universidad de Granada, presentado en el Congreso Europeo de Obesidad celebrado en Viena, parece abundar en esta idea.
Hasta la fecha, la mayor parte de estudios que se han hecho sobre el tejido adiposo pardo han sido en ratones, donde se mostró muy prometedor. Pero parece que dichos avances son imposibles de trasladar a los humanos.
«Hay algunos compañeros del grupo de Finlandia que han hecho algún estudio muy elegante donde realmente enseñan que el tejido adiposo pardo humano no es tan activo como el de los ratones, que es el que conocemos realmente, y que es muy poco abundante. Por lo tanto, que llegue a impactar en el gasto energético de forma suficiente para cambiar el balance energético parece difícil. Nuestro estudio lo que está haciendo no es más que poner otra piedrecita en esta montaña y decir no hay asociación donde hipotéticamente debería haberla claramente», ha explicado Guillermo Sánchez Delgado, del departamento de Educación Física y Deportiva y el Instituto Mixto Universitario de Deporte y Salud de la Universidad de Granada.
«Hemos medido la máxima capacidad de activación del tejido adiposo pardo de 44 individuos y también hemos medido la máxima capacidad de generación de energía en respuesta al frío. Y hemos visto si estos dos fenómenos se asociaban, observando que esto no sucedía para nada en absoluto». El estudio no se quedó ahí, analizando también la asociación con las tasas de oxidación de nutrientes, ante la posibilidad de que alguien pudiera argumentar que aun a igualdad de cambio de gasto energético, el hecho de que se haga por vías más lipolíticas pudiera ser más cardiosaludable. «En cualquier caso nosotros vemos que de nuevo tampoco no hay asociación entre la actividad del tejido adiposo pardo ni su cantidad con la oxidación de nutrientes.»
¿Tejido sin valor?
¿Supone esto entonces que el tejido adiposo pardo no tiene ningún valor en el tratamiento de la obesidad? La otra gran esperanza es que su activación, y sobre todo lo que se le llama amarronamiento de la grasa blanca, que es una especie de fenotipo intermedio, sí que pueda regular el metabolismo de la glucosa y de los lípidos.
«Lo que sí se ha visto tanto en modelo animal como en estudios observacionales humanos es que ese amarronamiento de la grasa blanca, o incrementar la cantidad de tejido adiposo marrón, en el humano sí que se relaciona con una mejora sobre todo del metabolismo de la glucosa. Probablemente porque el propio adipocito pardo tiene una función endocrina, pero esto es una suposición todavía.»
La grasa parda curará la obesidad. Esto se decía y se sigue debatiendo en realidad. «Y se sigue debatiendo probablemente con base suficiente si nos referimos al desarrollo del síndrome metabólico. Probablemente el tejido adiposo pardo puede impactar en el desarrollo o incluso reversión de los problemas metabólicos asociados a la obesidad. Ahora bien, si el tejido adiposo pardo contribuirá a la pérdida de peso, todo indica que no. Sigue en debate si aunque su contribución sea pequeña, si que ayudará al mantenimiento del peso perdido, inducido por dieta o inducido por lo que sea. Pero pérdida de peso per se, parece que no.»
El efecto del ejercicio
Esta investigación de Sánchez Delgado y su equipo se enmarca dentro de una línea más amplia cuyo gran objetivo es entender como el ejercicio puede modular el balance energético. «Estamos por ejemplo analizando cual es el efecto del ejercicio sobre la regulación del apetito. También el efecto sobre las diferentes partes o porciones de la termogénesis. Y también estamos intentando ver los efectos que el ejercicio induce a nivel molecular en ambos, el tejido adiposo blanco y el tejido muscular.»
Todo esto en un momento en el que el papel del ejercicio en la pérdida de peso está siendo más cuestionado que nunca, aunque para Guillermo un problema es que se no se está entendiendo cuál debe ser el objetivo en la lucha contra la obesidad. «Quizás tengamos que entender que curar la obesidad no es necesariamente inducir una pérdida de peso masiva, sino conseguir una pequeña cantidad de pérdida de peso que acabe impactando en la mejora del estado metabólico de la persona. Y en esto está claro, el ejercicio juega un rol fundamental y además probablemente más que la intervención dietética.»
Otra queja es que muchas veces se simplifica en exceso el papel del ejercicio. «Lo que nos dice la evidencia es que las intervenciones de ejercicio parecen ser más beneficiosas para la mejora o prevención del desarrollo del síndrome metabólico que la propia intervención dietética. Aunque es cierto, y también lo vemos y nos da mucha pena a los que somos de este gremio, que a veces se simplifica demasiado la actividad física en este tipo de estudio, y se entiende por actividad física simplemente la cantidad de pasos que alguien da a lo largo del día, cuando en realidad sabemos desde hace mucho tiempo en fisiología del ejercicio que diferentes tipos de ejercicio o diferentes configuraciones del estímulo en sí mismo producen una respuesta radicalmente diferentes.»
Este problema de la simplificación sin embargo no solo afecta a la parcela del ejercicio, sino que es un mal endémico en general en todo lo relacionado con la obesidad, una enfermedad muy compleja en el fondo y de la que todavía desconocemos mucho. «Si yo me voy a la calle, efectivamente la gente simplifica la obesidad. En mi tierra se dice más suela y menos cazuela, esta es la solución. Esto es claramente un error. Pero a mi lo que me sorprende es que este tipo de comentario se oye en el mundo académico biomédico. Es decir que ese mito de la simplificación extrema de la obesidad, por desgracia está en todos los niveles y en todos los estamentos de su abordaje. Incluso la comunidad médica dice este tipo de cosas muchas veces. Y es un gran error, claro.»
mayo 30/2018 (diariomedico.com)