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En Asia se ha demostrado que las medidas epidemológicas permiten reducir de forma importante la leishmaniasis. En los países asiáticos, donde son azotados por la enfermedad se ha conseguido reducir más del 90 por ciento a un 5.
Las medidas epidemiológicas permiten reducir de forma muy importante la incidencia de la leishmaniasis. Así se ha demostrado en el sur de Asia, en países especialmente azotados por la enfermedad parasitaria, como India, Bangladesh y Nepal. Allí, el programa de erradicación de la leishmaniasis ha conseguido reducir de más del 90 por ciento a un 5 por ciento los casos de la forma visceral de la enfermedad, que es la más grave.
Así se ha expuesto en el VICongreso Mundial sobre Leishmaniasis (World 6 Leish), que ha terminado este fin de semana en Toledo. El encuentro tiene lugar cada cuatro años y ha reunido a 1500 personas de 70 países, bajo la organización del Instituto de Salud Carlos III junto con la fundación suiza DNDi, para abordar desde múltiples perspectivas la enfermedad protozoaria. Causada por parásitos del género Leishmania, es endémica en más de 90 países con una población de riesgo de 350 millones. Se estima una prevalencia mundial de 12 millones de casos, una incidencia de 1,3 millones y una pérdida de 2 357 000 años de vida ajustados en función de la discapacidad.
En una de las sesiones plenarias, conducida por Daniel Argaw, de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se presentaron las medidas que están resultando eficaces para frenar esta enfermedad, y que en esencia consisten en la búsqueda activa de enfermos para que reciban el tratamiento; el empleo de un test de diagnóstico rápido, y el control vectorial mediante mosquiteras e insecticidas.
No obstante, Jorge Alvar, presidente del congreso y jefe del programa de Leishmaniasis de la Fundación DNDi (Drugs for Neglected Diseases initiative) en Ginebra, ha recordado en la presentación a los medios del congreso que, si bien se ha conseguido una reducción muy importante en esta región asiática, “no hay que perder el apoyo político y mantener la lucha” para evitar la reaparición de la enfermedad. Alvar ha aludido a esta “enfermedad de la pobreza”, denunciando la falta de inversión por parte de la industria farmacéutica para desarrollar nuevos tratamientos.
Regímenes más cortos
Lo cierto es que los medicamentos con los que tratar a la leishmaniasis se cuentan con los dedos de una mano, y en los últimos años no han aparecido nuevos fármacos, ha apuntado Javier Moreno, organizador del congreso y responsable de la Unidad de Leishmaniasis y Enfermedad de Chagas del Centro Nacional de Microbiología en el Instituto Carlos III, en Madrid. La anfotericina B liposomal sigue siendo el más eficaz y el menos tóxico. Se están probando nuevas combinaciones y regímenes terapéuticos. “En India, por ejemplo, ya un 60 por ciento de los enfermos son resistentes a los antimoniales pentavalentes, por lo que debe recurrirse a la anfotericina B liposomal. Al ser un tratamiento caro, se indaga si es igualmente eficaz al administrarlo durante un día. Hay ensayos que concluyen que con un tratamiento más corto se cura al 90 por ciento de los pacientes, algo asumible”.
Para fomentar el desarrollo de nuevos fármacos, instituciones como la Fundación DNDi estudian las moléculas existentes para determinar si alguna de ellas podría ser útil en estas enfermedades desatendidas y crear así un repertorio de medicamentos potenciales. Otra iniciativa, que implica también a la industria, es poner en contacto a los grandes grupos de investigación que están trabajando con moléculas similares, para aunar esfuerzos.
“No obstante, lo que se está desarrollando no parece que vaya a desplazar a los tratamientos actuales, a falta, claro está, de que por fin dispongamos de una vacuna”, ha comentado Moreno, cuyo grupo en el Centro Nacional de Microbiología trabaja precisamente en esa ansiada inmunización.
Buena noticia
Para el científico, “una buena noticia es que gracias al reciente impulso de los consorcios integrados por instituciones públicas y privadas ya hay varias candidatas vacunales que están llegando a la fase I del ensayo clínico”. Entre ellas, se encuentra la candidata en la que trabaja este grupo, junto con el Instituto de Investigación de Enfermedades Infecciosas de Seattle. La inmunización tiene la peculiaridad de integrar además de los antígenos del parásito, un componente de la saliva del mosquito flebótomo. “Se sabe que en el fluido que introduce el vector con su picadura hay compuestos que pueden influir en la virulencia del patógeno, que también contribuyen a la infección. Así que nuestra idea es que, al igual que tomamos parte del parásito para desarrollar la vacuna, incluyamos también estos compuestos de la saliva del flebótomo, de forma que la respuesta inmune sea más eficiente. Además, la vacuna tiene una forma particulada, para lo cual introducimos los compuestos en la envoltura del virus de la gripe, atenuado. De esta forma, conseguimos que nuestro sistema inmune, que ya está familiarizado con el virus gripal, responda en realidad frente al parásito y el flebótomo”.
Estigma o inmunidad natural
Los primeros estudios de inmunogenicidad se van a iniciar en el Instituto de Salud Pública y Medicina Tropical de Basilea, en Suiza. Moreno reconoce que el proceso de llevar adelante una nueva vacuna es arduo, pero confía en que en unos años haya resultados de alguna de las candidatas. “Sería un avance muy importante para los países de bajos recursos, donde sufrir una leishmaniasis visceral puede resultar, si no mortal, la ruina para familias que cuentan con escasos recursos. Por no hablar del estigma que conlleva esta enfermedad cuando se presenta en la forma mucocutánea”. Típica de ciertos países sudamericanos, este tipo de leishmaniasis puede dejar graves deformidades como secuelas.
En el otro extremo de gravedad se encuentra la leishmaniasis cutánea, presente también en España, “aunque es difícil establecer una cifra, porque suele producir una úlcera o induración en la zona de la picadura, que puede remitir espontáneamente; por ello, no siempre se comunica. Casi podría considerarse una forma de adquirir inmunidad natural frente al parásito”.
El perro, principal reservorio en España
A diferencia de lo que ocurre en la infección humana, frente a la canina ya existen dos vacunas, a la que se suma una tercera, que se acaba de presentar en el Congreso Mundial de Leishmaniasis, en Toledo.
Javier Moreno, responsable de la Unidad de Leishmaniasis del Centro Nacional de Microbiología, ha destacado que es importante contar con herramientas que controlen al patógeno en el perro.
Estas mascotas son el reservorio del parásito en nuestro país, al que la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera de “alta carga de enfermedad”. Pero aquí también pueden encontrarse otros animales que actúen de reservorio, como ocurrió hace cinco años con el brote de Fuenlabrada, en Madrid, transmitido por liebres y conejos.
En España, se registran unos 200 casos anuales de leishmaniasis visceral. De ellos, un tercio se produce en niños lactantes y de hasta cuatro años; otro, en personas seropositivas para el VIH, y el resto, en ancianos o pacientes inmunodeprimidos.
Saliva de mosquito
El análisis molecular de los compuestos de la “saliva” del flebótomo ha centrado parte del congreso. Un trabajo que acaba de publicarse en PLOS Neglected Tropical Diseases también ha avalado la proteína denominada SALO presente en esa sustancia, como un posible agente para la inmunización.
mayo 22/2017 (diariomedico.com)