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La investigación sugiere que el bloqueo farmacológico de las conexiones eléctricas del cerebro al corazón aumenta las probabilidades de supervivencia de los pacientes con paro cardíaco.
Un estudio de la Escuela de Medicina de la Universidad de Michigan, en Ann Arbor, Estados Unidos, revela que en los momentos anteriores a la muerte se produce una ‘tormenta’ de actividad cerebral. Como explica el autor principal, Jimo Borjigin, profesor asociado de Neurología y profesor asociado de Fisiología Molecular e Integrativa, «a pesar de la pérdida de la conciencia y la ausencia de signos de vida, el cerebro muestra una actividad mantenida y organizada y una mayor comunicación con el corazón, que se puede interpretar como un esfuerzo por salvar el corazón».
Según este trabajo, publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences, la señalización del cerebro puede, de hecho, acelerar la muerte cardíaca. Para el estudio, realizado en ratas, los científicos analizaron el corazón y el cerebro durante la asfixia experimental y documentaron una liberación inmediata de más de una docena de neuroquímicos, junto con una activación de la conectividad del cerebro y el corazón.
Tal como se visualizó latido a latido a partir de una nueva tecnología desarrollada en el laboratorio de Borjigin llamada electrocardiomatriz, después de una fuerte caída de la frecuencia cardíaca, las señales cerebrales se sincronizan con el ritmo cardíaco.
La investigación concluye que bloquear el derrame cerebral retrasa significativamente la fibrilación ventricular, la alteración más grave del ritmo cardíaco. «La investigación sugiere que el bloqueo farmacológico de las conexiones eléctricas del cerebro al corazón durante el paro cardíaco puede mejorar las posibilidades de supervivencia en enfermos con paro cardíaco», señala Borjigin.