may
29
Investigadores del Vanderbilt University Medical Center, en Estados Unidos, han descubierto que una proteína de algunas bacterias beneficiosas que se encuentran en los yogures y algunos productos probióticos puede ofrecer en solitario una nueva opción terapéutica contra las enfermedades inflamatorias intestinales (EII).
En concreto, y según las conclusiones de la investigación que publica el Journal of Clinical Investigation (doi:10.1172/JCI44031.), han observado que la proteína p40 era efectiva en modelos animales con colitis ulcerosa, ya que favorece el crecimiento de las células epiteliales intestinales y reduce la respuesta inflamatoria que acaba con las células intestinales.
De hecho, los investigadores demostraron que el consumo oral de dicha proteína en ratones previene la colitis en diferentes variedades de la enfermedad.
Muchas de las bacterias que habitan en el intestino, que forman lo que se conoce como el “microbioma humano”, son útiles para el organismo ya que ayudan a digerir ciertas sustancias, producir vitaminas y combatir las bacterias más peligrosas.
El problema es que, en ocasiones, la falta de comunicación entre estas bacterias y la pared intestinal puede favorecer la aparición de diferentes trastornos como la colitis ulcerosa o la enfermedad de Crohn, que afectan ya a 1,4 millones de personas en Estados Unidos.
Algunas bacterias como el Lactobacillus rhamnosus GG’ (LGG), se utilizan habitualmente en la producción de yogures y suplementos nutricionales como los probióticos, en un intento de prevenir estos trastornos intestinales y otros más leves como la diarrea, si bien los resultados no han generado grandes mejoras.
Sin embargo, el investigador Fang Yan, autor de este hallazgo, comenzó en el 2001 a estudiar dicha bacteria y, pese a las dudas iniciales sobre su eficacia, demostraron que prevenía la apoptosis o suicidio celular de las células epiteliales inducida por la inflamación, identificando dos proteínas específicas (la p75 y la p40) como auténticas culpables de tales beneficios.
En la investigasción actual, Yan estudió los mecanismos por los cuales una de estas proteínas, p40, previene y trata la colitis, para lo que primero se valió de varias pruebas en el laboratorio para determinar que dicha proteína activa el receptor del factor de crecimiento epidérmico (EGFR), crítico para la supervivencia y el crecimiento celular.
La activación del EGFR protege a las células epiteliales de dos maneras: mediante la prevención de la apoptosis y la inflamación inducida por la interrupción de las “uniones estrechas” entre las células epiteliales, que forman una barrera que evita que las sustancias tóxicas y patógenos del torrente sanguíneo.
Para probar la eficacia de la proteína aislada en modelos animales, los investigadores desarrollaron una especie de gel para su administración, que le permitía llegar al colon sin verse afectado por los ácidos estomacales y las enzimas digestivas.
En tres modelos diferentes de inflamación intestinal, Yan y su equipo demostraron que la p40 consigue prevenir y tratar la lesión intestinal y la colitis aguda.
Este estudio es uno de los pocos que ha conseguido identificar y utilizar moléculas individuales de estas bacterias para convertirlos en potenciales agentes terapéuticos, lo que puede ofrecer más ventajas que el uso de toda la bacteria.
“Una es la biodisponibilidad”, ha explicado Yan, ya que “cuando uno ingiere bacterias vivas, a través de los yogures, no significa el 100% que vayan a estar activas en el organismo”.
Otra ventaja es la seguridad, aunque ésta y otras bacterias son seguras para la mayoría de los ciudadanos, “en pacientes con deficiencias inmunológicas podría ser un problema, ya que puede inducir una respuesta inmune anormal”, señaló.
mayo 25/2011 (Diario Salud)
Fang Yan, Hanwei Cao, Timothy L. Cover, M. Kay Washington, Yan Shi, LinShu Liu, Rupesh Chaturvedi, Richard M. Peek Jr., Keith T. Wilson, D. Brent Polk. Colon-specific delivery of a probiotic-derived soluble protein ameliorates intestinal inflammation in mice through an EGFR-dependent mechanism. Journal of Clinical Investigation publicado mayo 23/2011.