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Aunque hay cada vez más información sobre los beneficios de la lactancia materna, hace falta un entorno social que promueva el amamantamiento.
A pesar de todos los beneficios que reporta la lactancia materna tanto para el bebé como para la madre, una verdadera promoción, el amamantamiento a todos los niveles, y no solo el sanitario, es necesaria para conseguir que se sigan las recomendaciones internacionales. Con motivo de la Semana Mundial de la Lactancia Materna, que se celebra todos los años del 1 al 7 de agosto (Europa tiene su propia semana del 10 al 16 de octubre 2022), los profesionales vuelven a hacer hincapié en los beneficios esta práctica, que, reconocen, a nivel general se vio mermada por la pandemia de covid-19 debido a, por una parte, que se desconocía si era posible el contagio y, segundo, la distancia social y las bajas en el personal sanitario, limitaron el acceso a las familias a información de expertos.
Con el tiempo se ha comprobado que la trasmisión vertical del coronavirus era prácticamente inexistente y que la leche materna no solo no era una vía de contagio, sino de protección, pues a través de esta se aportaban a los bebés anticuerpos, tanto en madres infectadas por el SARS-CoV-2 como las vacunadas
La Asociación Española de Pediatría (AEP) recuerda que «la lactancia materna protege al bebé contra enfermedades comunes tanto a corto como a largo plazo, reduce el riesgo de la madre de padecer cáncer y otras dolencias e implica un ahorro enorme para las familias, además del beneficio ambiental que supone para el planeta». Los pediatras abogan por fomentar la creación y ampliación de los grupos de apoyo a la lactancia materna, así como de lugares de trabajo respetuosos con esta práctica, que contribuirán no solo a restablecer y mejorar tasas de lactancia materna, sino a la nutrición y la salud infantil.
Tanto la OMS como UNICEF recomiendan el inicio temprano de la lactancia -durante la primera hora siguiente al nacimiento-, mantener la lactancia materna exclusiva durante los primeros 6 meses de vida y continuarla hasta los 2 años de edad o más, con la incorporación de alimentos complementarios a partir de los 6 meses.
Cantidad y calidad, las dudas más frecuentes
Las dudas fundamentales de las madres suelen versar sobre la calidad y la cantidad de la leche. Respecto a la calidad, «todas las mamás tienen leche de una calidad perfecta para las necesidades del bebé. Se ha visto incluso en madres de países del tercer mundo, que muchas veces no tienen una nutrición adecuada», defiende Yasmina Ros, enfermera pediátrica del servicio de Neonatología del Hospital del Mar de Barcelona y consultora certificada en lactancia materna (International Board of Lactation Consultant Examiners -Ibclc-)
En cuanto a la cantidad, muchas madres tienen el miedo de que «no tienen suficiente leche para el niño, que se queda con hambre porque les pide más», explica Susana Ares Segura, coordinadora del área de Lactancia Materna del Comité de Nutrición y Lactancia Materna (CNYLM) de la AEP. «Muchas veces lo que necesitan es apoyo, confirmarles que el niño está ganando peso y creciendo muy bien. Hay bebés muy demandantes, pero es normal, no es que la madre no tenga suficiente leche. Cuando se les explica que tienen brotes de crecimiento y, por tanto, hay temporadas que van a querer comer más que otras, se quedan tranquilas».
En las primeras horas, pueden surgir dificultades en el agarre del bebé al pecho en los partos más medicalizados. Si se da esa situación, Ros explica que «recomendamos mucho, piel con piel, intentar poco a poco reconquistar a ese bebé pasando tiempo juntos, sin interrupciones como, por ejemplo, la de la abuela dando consejos… favoreciendo el máximo tiempo juntos, con mucha paciencia y con la ayuda de un profesional, se puede conseguir sin problema».
La consultora en lactancia también explica que parte de las dificultades para empezar con la lactancia materna también surgen porque «las mamás no están acostumbradas a ver a otras madres dar el pecho, sino el biberón; quienes dan el pecho tienden a taparse… así que toman una serie de posturas que están aconsejadas para el biberón, no para dar el pecho, y aparece el dolor, las grietas, etc. Es por una falta de cultura del amamantamiento. En el resto de especies no se ayuda al cachorro para que tome leche, es instintivo, y, en cambio, nosotros tenemos muchas dificultades porque hay interferencias».
La vuelta al trabajo siempre es momento complicado para la madre. El recurso más habitual es ir guardando leche para alimentar al bebé. Hay madres que incluso antes de la incorporación empiezan a dar biberones a sus hijos, si bien Ros apunta que es posible seguir manteniendo la lactancia materna exclusiva hasta los seis meses mínimos recomendados.
Ares pide más apoyo institucional y en los centros de trabajo para que las madres puedan continuar con la lactancia materna «sin hacer malabares». «En los países nórdicos tienen una baja maternal más larga, con lo cual tienen más tiempo para estar en casa tranquilamente, y en el trabajo tienen más facilidades para ir más tarde o llevárselos y darles de mamar. También tienen muchos bancos de leche, así que les pueden dar incluso si ellas no tuvieran suficiente, mientras que en España las donaciones a los bancos de leche las usamos solo para los bebés que están enfermos».
A partir de los seis meses, se pueden ir introduciendo otro tipo de alimentos para ir acostumbrando al niño, pero no hay una «edad» a la que se tenga que dejar la lactancia. La última instancia, señala Ares, «el tiempo de lactancia es que quieran la mamá y el niño. Hay bebés que dejan de mamar solos y hay madres que, por circunstancias familiares, de salud o con el trabajo, suelen dejar de dar el pecho porque hay más impedimentos como los horarios, la lejanía de la casa… pero la lactancia materna tiene efecto acumulativo. Cuanto más tiempo, más beneficios tiene».
Escasas contraindicaciones
Los sanitarios reiteran que hay muy pocas contraindicaciones a la práctica. En el caso de la madre, se considera que hay que suspender la lactancia en el caso de infección por VIH (virus de inmunodeficiencia humana), o del virus de la leucemia humana de células T. En el caso del bebé, sería si este tuviera galactosemia, una enfermedad rara que se detecta mediante la prueba del talón y por la cual «no podrían tomar ningún tipo de leche salvo una de fórmula especial«, señala
La mayoría de tratamientos y fármacos son compatibles con la lactancia y, en el caso de que alguno no lo sea (como, por ejemplo, en el caso de que la madre tenga que hacer quimioterapia) es posible reservar leche para alimentar al infante mientras el organismo de la mujer elimina el medicamento. Además de consultar con profesionales expertos, las familias tienen a su disposición recursos como la web www.e-lactancia.org, que ofrece información de la compatibilidad de más de 32 800 sustancias o prácticas, como, por ejemplo, la dieta vegetariana, y posibles alternativas de menor riesgo.
Incluso en el caso de que el bebé se ponga enfermo, la leche materna tiene beneficios más allá de la alimentación. «La leche materna es un tejido vivo y puede cambiar su composición para tener más leucocitos», recuerda Ros. «En cualquier enfermedad, ya sea un resfriado a una gastroenteritis, animamos a dar de mamar. Además, el pecho no es solo alimento, sino también consuelo para el bebé».
agosto 13/2022 (Diario Médico)