oct
19
Pacientes sometidos a trasplantes de hígado que contrajeron el SARS-CoV-2 se recuperaron más rápido y con un proceso inflamatorio menor que otros con trasplantes de corazón o de riñón.
Las personas que se sometieron a trasplantes de hígado y luego contrajeron COVID-19 experimentaron una recuperación más rápida y un proceso inflamatorio mucho menor que los trasplantados cardíacos o renales. En ocasiones, los referidos pacientes evolucionaron incluso mejor que individuos no trasplantados. Esta constatación surge de un estudio realizado en el Hospital de Clínicas (HC), el complejo hospitalario administrado por la Facultad de Medicina de la Universidad de São Paulo (FM-USP), en Brasil. Y sus principales resultados constituyeron el tema de un artículo publicado en la revista Transplantology.
Los investigadores analizaron la evolución del COVID-19 en 39 receptores de órganos. De dicho total, 25 se sometieron a trasplantes de riñón, siete de corazón y siete de hígado. Estos datos se compararon con otros 25 pacientes con COVID-19 no trasplantados (el grupo de control), emparejados por edades y sin comorbilidades. Todos los participantes en el estudio se sometieron a un monitoreo diario referente a biomarcadores de infección con SARS-CoV-2 para seguir de cerca la evolución de la enfermedad. Y los voluntarios quedaron divididos por órgano recibido, edad y tiempo de trasplante.
“Una hipótesis para esta evolución desigual de la enfermedad entre los trasplantados puede estar en la disímil cantidad de los inmunosupresores utilizados para evitar el rechazo al órgano”, dice Ricardo Wesley Alberca, becario postdoctoral y autor del artículo.
El investigador explica que los trasplantes de corazón y de riñón requieren de una mayor aplicación de medicamentos inmunosupresores que los trasplantes de hígado, por ejemplo. “Por este motivo, aparte de constatar que no todo paciente trasplantado reacciona de igual manera al COVID-19, nuestro estudio apunta en dirección hacia la posibilidad de testear determinados inmunosupresores en el tratamiento del COVID-19, no necesariamente en pacientes trasplantados”, dice el investigador.
Así y todo, Alberca subraya que la probable relación entre la cantidad de inmunosupresores y la evolución del COVID-19 entre trasplantados es tan solo una hipótesis: aún habrá que investigarla con mayor profundidad.
“A estos pacientes se les aplican tratamientos de inmunosupresión distintos. Las personas sometidas a trasplantes renales y de corazón reciben una inmunosupresión mucho mayor que las que pasaron por trasplantes de hígado. Se está realizando incluso un ensayo clínico, a cargo de un grupo de investigadores de fuera de Brasil, con una inmunosupresión muy conocida que se aplica con los pacientes renales”, comenta.
La hipótesis de los investigadores de la FM-USP indica que una leve inmunosupresión durante la infección provocada por el SARS-CoV-2 podría generar eventualmente buenos resultados en los pacientes. “Esto aún habrá que investigarlo, pero en teoría esa inmunosupresión podría ser beneficiosa en casos de hiperactivación del sistema inmunitario, tal como sucede durante la denominada tempestad de citoquinas típica del COVID-19 grave. En esos casos, el organismo responde de manera exagerada a la infección y esto puede eventualmente resultar letal para los pacientes”, dice.
Un grupo de riesgo
Desde el comienzo de la pandemia, los pacientes con comorbilidades, los ancianos y los trasplantados quedaron determinados como grupos de riesgo para la forma grave del COVID-19. Sin embargo, debido al hecho de que los trasplantados forman un grupo sumamente específico entre la población en general, se realizaron pocos estudios con estos, y en general sin investigar el efecto de la enfermedad entre los trasplantados de distintos órganos.
Este estudio de la FM-USP forma parte de una investigación epidemiológica mayor, en cuyo marco se analizó a más de 500 pacientes con COVID-19 internados en el Hospital de Clínicas durante el primer semestre de 2020. Este trabajo cuenta con el apoyo de la FAPESP y de la Coordinación de Perfeccionamiento del Personal de Nivel Superior (Capes), un organismo ligado al Ministerio de Educación de Brasil.
Los investigadores también evaluarán la infección provocada por el SARS-CoV-2 en personas que se encuentran en tratamiento con inmunosupresores o inmunomoduladores, tal como es el caso de los pacientes con psoriasis, dermatitis atópica o que hacen uso de antirretrovirales (portadores del VIH (virus de inmunodeficiencia humana).
“Estamos evaluando el impacto de distintas comorbilidades en la respuesta inmunológica contra el COVID-19, y con este estudio esperamos arribar a una mayor comprensión de la inmunopatogénesis de la COVID-19 en asociación a enfermedades o condiciones de salud que requieren de tratamiento con inmunosupresores, tal como es el caso de los trasplantes de órganos”, dice Maria Notomi Sato, docente de la FM-USP.
Este estudio, en el cual participan científicos del Laboratorio de Investigaciones Médicas 56 (LIM-56) de la FM-USP y de otras instituciones –tales como el Instituto Adolf Lutz (un laboratorio de referencia en vigilancia epidemiológica del estado de São Paulo), el Instituto de Ciencias Biomédicas (ICB-USP) y la Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz), ligada al Ministerio de Salud de Brasil–, apunta también a analizar posibles tratamientos para el síndrome inflamatorio provocado por el nuevo coronavirus.