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Un estudio publicado en Child Development muestra que la producción temprana de gestos rítmicos con las manos (es decir, gestos que normalmente se asocian con funciones de énfasis y que no representan el contenido semántico del discurso) por parte de niños durante los 14 a 58 meses de edad en las interacciones naturales con sus cuidadores predice que estos niños y niñas, más tarde en el desarrollo, hacia los 5 años de edad, obtengan mejores resultados en la medida de sus habilidades narrativas orales.
En cambio, en el estudio no se encontraron estos mismos efectos cuando los niños y niñas producían otros tipos de gestos, como los gestos icónicos (gestos que representan visualmente el contenido semántico del discurso, como mover las manos en forma de balón para expresar «balón») y los gestos de volteo de las manos (gestos realizados girando la muñeca de la mano, por ejemplo para expresar con incertidumbre «no lo sé», al tiempo que se levantan los hombros hacia arriba).
El estudio es fruto de una colaboración entre el Grupo de Estudios de Prosodia (GrEP) del Departamento de Traducción y Ciencias del Lenguaje de la UPF y el Goldin-Meadow Lab de la Universidad de Chicago (Illinois, Estados Unidos). Una investigación que han llevado a cabo Ingrid Vilà-Giménez (UPF y UdG) y Pilar Prieto (ICREA, UPF) con las investigadoras Natalie Dowling y Susan Goldin-Meadow (Universidad de Chicago, Estados Unidos) y Ö. Ece Demir-Lira (Universidad de Iowa).
A través de una metodología longitudinal, el estudio analizó datos en diferentes puntos del desarrollo de los niños.
Los datos analizados forman parte de una gran base de datos longitudinal sobre desarrollo del lenguaje de la Universidad de Chicago. Las investigadoras hicieron un análisis del habla y de la producción de tres tipos de gesto de 45 niños, desde los 14 hasta los 58 meses de edad, durante las interacciones con sus cuidadores durante la hora de comer, o bien mientras hacían sesiones de juego u otras actividades como la lectura de libros. Concretamente, se analizó el valor predictivo de los gestos rítmicos, en comparación con los gestos de volteo de las manos y los gestos icónicos. A los 5 años de edad, los mismos niños y niñas participaron en una tarea narrativa en la que tenían que contar una historia sobre unos dibujos animados sin sonido.
Los resultados demostraron que los gestos rítmicos que producen los niños y niñas desde los 14 hasta los 58 meses de edad tienen un papel muy importante en el desarrollo narrativo en etapas posteriores, ya que pueden predecir mejoras en las habilidades orales de los niños al cabo de unos años. Aunque los resultados del estudio no den evidencias empíricas sobre si producir este tipo de gesto rítmico simplemente refleja que el niño/a tiene la habilidad de estructurar el discurso o bien marcar de forma multimodal elementos del discurso que se asocian con una prominencia del habla (es decir, para marcar énfasis), las investigadoras argumentan que este tipo de gesto tiene un papel pragmático muy relevante en el discurso temprano de los niños.
Cabe destacar que estas funciones pragmáticas de los gestos rítmicos tienen que ver con la función de estructurar el discurso narrativo. Por lo tanto, tal como sugieren los resultados del estudio, las autoras resaltan que se puede afirmar que las funciones pragmáticas que tienen los gestos rítmicos en los discursos narrativos iniciales que hacen los niños y niñas pueden ser muy importantes para el desarrollo de su discurso inicial, así como para el desarrollo de sus habilidades narrativas orales en edades posteriores.
Este estudio contribuye de manera relevante a consolidar la evidencia empírica previa que ya han publicado algunas de las mismas investigadoras sobre los beneficios que tiene una intervención corta en la mejora de las habilidades orales de niños y niñas de 5 y 6 años de edad, en la que se les pide que observen o produzcan estos gestos rítmicos (Vilà-Giménez et al., 2019; Vilà-Giménez y Prieto, 2020; véase también Vilà-Giménez y Prieto, 2021). Del mismo modo, otros estudios complementarios también han demostrado el impacto positivo de estos gestos en otras habilidades lingüísticas más complejas de los niños y niñas, como la comprensión de narraciones (Llanes-Coromina et al., 2018).