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En el momento histórico que se está viviendo, en donde se llevan a cabo multitud de acciones heroicas, el autor Juan Gérvas (Médico clínico de Atención Primaria, España), aboga por no olvidar dos fundamentales, la de la solidaridad y que no se hurte a nadie el debate sobre las medidas impuestas, atribuidas exclusivamente a los expertos.
Tiempos históricos
Estamos viviendo tiempos históricos por la pandemia del nuevo coronavirus y su impacto en sufrimiento y muertes, más las consecuencias de las medidas tomadas para disminuir dicho impacto y la consiguiente sobrecarga en los servicios sanitarios.
Tiempos históricos en el sentido de 1/ algo que recordaremos y será recordado, 2/ algo que interrumpe el normal devenir diario y 3/ algo que nos cambiará profundamente.
En tiempos históricos se requieren comportamientos heroicos, que son los más simples y difíciles, los de mantener la calma y el sentido común. La valentía es hacer lo que se debe, y eso es lo que se espera: que seamos capaces de mantener la solidaridad que caracteriza a la especie humana.
No hay una respuesta única a la pandemia, y es un deber ético ciudadano el debatir sobre las mejores alternativas, mientras se cumplen las normas establecidas
Ahora es el tiempo del compromiso social, de ese contrato que nos mantiene y defiende, que lleva al egoísmo inteligente del “hoy por tí, mañana por mí”, en que la equidad es tan importante y más que la efectividad. Hay que hacer lo que “funciona”, pero siendo exquisitos en su aplicación para no producir más daños de los que se pretenden evitar, sobre todo para que los beneficios también lleguen a los que más lo precisan, quienes están “abandonados” y en los márgenes de una sociedad que es profundamente injusta.
Es el tiempo de evitar el pánico y la imprudencia, tan frecuentes y expresión de la naturaleza humana que puede llegar a comportarse irracionalmente en los dos sentidos, de exceso de miedo (pánico) y de carencia del mismo (imprudencia).
Con la declaración del estado de alarma se han tomado medidas excepcionales y solo cabe cumplirlas.
Cumplirlas, pero exigir explicaciones a las autoridades. La transparencia en la toma de decisión es clave en la exigencia del cumplimiento. No sirve el habitual “Son decisiones basadas en la ciencia y recomendadas por los expertos”. Las decisiones que afectan a millones de personas requieren la deliberación ética, pero la ética está en caída libre en las decisiones ante el COVID-19.
No hay una respuesta única a la pandemia, y es un deber ético ciudadano el debatir sobre las mejores alternativas, mientras se cumplen las normas establecidas. En el debate es importante, también, considerar cómo se ha llegado al estado actual de abandono de los servicios públicos en general, y en concreto al quebrantamiento del sistema sanitario público de cobertura universal.
En este debate los “expertos” deberían ser solo parte del conjunto cuya opinión es tan importante como, por ejemplo, la de filósofos, cajeras de tiendas y quienes carecen de techo, personas clave que pueden ayudar a dar sentido a decisiones “drásticas”.
“Nos urge recuperar el control y sumar las experiencias personales; perdamos el miedo; abramos las orejas a la opinión argumentada y desconfiemos de los algoritmos y de las certezas; abandonemos la fantasía del control de riesgos”
La tormenta
Las decisiones que afectan a millones de personas requieren la deliberación ética, pero la ética está en caída libre en las decisiones ante el COVID-19
Vas a salir a pasar la tarde andando por el campo. Hay unas negras nubes en el horizonte, lejanas pero amenazantes. Dudas si mantener el plan, y hay quien te aconseja “Habrá tormenta. ¿Vas a salir al campo? Mejor quédate en casa”. Pero mantienes el plan, y disfrutas de una tarde hermosa en el campo, sin contaminación.
Estando ya pensando en la vuelta, la tormenta se convierte en realidad, y llueve a mares, en medio de un mar de rayos. Piensas “¿Por qué no me habré quedado en casa?”
Aceptas calarte hasta los huesos, y piensas en quien no tenga casa y esté sufriendo este diluvio: “¿Cómo se organizarán?”
Cuando vuelves, te cambias, y todo vuelve a la normalidad en la calma de tu hogar, pero la tormenta continúa, y con ella el sufrimiento que provoca y la sobrecarga de los servicios públicos que intentan dar respuesta a los problemas que provocan la lluvia a mares y el mar de rayos.
Seis grados de separación
“Se llama seis grados de separación a la teoría que sustenta que cualquiera en la Tierra puede estar conectado a cualquier otra persona del planeta a través de una cadena de conocidos que no tiene más de cinco intermediarios (conectando a ambas personas con solo seis enlaces), algo que se ve representado en la popular frase «el mundo es un pañuelo».
La teoría fue inicialmente propuesta en 1930 por el escritor húngaro Frigyes Karinthy en un cuento llamado “Chains”. El concepto se basa en la idea de que el número de conocidos crece exponencialmente con el número de enlaces en la cadena, y solo un pequeño número de enlaces son necesarios para que el conjunto de conocidos se convierta en la población humana entera”
Wuhan (China), donde empezó la pandemia, está a “seis pasos” apenas, y el coronavirus ha viajado a través de esa cadena que une a la Humanidad a través de seis eslabones.
Del estado de alarma al estado de solidaridad. No abandonar a nadie
Hay que introducir la ética en la salud pública y debatir sin que el monopolio del debate sea de los expertos. Hay que pedir que se consideren la efectividad y equidad de las medidas tomadas y de las posibles alternativas.
“Los miembros de ATD Cuarto Mundo hacemos un llamamiento para que esta alarma sanitaria por el coronavirus sirva para pasar a un estado de solidaridad en el que cada persona y colectivo preste toda la atención posible a quienes viven la exclusión. En su informe de hace pocas semanas, el Relator Especial de pobreza y derechos humanos de Naciones Unidas decía tras su visita a España: “la palabra que he escuchado con más frecuencia (…) es abandonados’”.
¿Qué pasa con las personas y colectivos que no tienen normalmente acceso a la atención sanitaria, a un ingreso básico, a un trabajo remunerado dignamente?
¿Cuáles son las alternativas para las personas que no cuentan con ingresos suficientes o posibilidad para “¡permanecer en casa!” con las condiciones alimenticias y de higiene adecuadas?,
¿Y para las personas que regularmente acuden a bancos de alimentos o a comedores sociales?
Y un tema que nos preocupa especialmente: ¿qué se va a hacer con las y los menores que ya tienen dificultades en la escuela presencial para garantizar que no aumenta la brecha educativa? ¿O se va a seguir culpando a su medio social del fracaso existente?
Para los miembros de ATD Cuarto Mundo un estado de solidaridad debería incluir, al menos, estos tres principios: presencia directa y apoyo mutuo; información veraz y sencilla de acceso a derechos básicos; y construcción de políticas que permitan la vida elaboradas junto con las familias y colectivos afectados.
• Movilizar todas las fuerzas posibles para mantener comunicación, presencia y atención a quienes normalmente viven en situación de abandono por parte de la sociedad, especialmente en materia de participación y libertades y derechos fundamentales. La participación de las personas en situación de pobreza es esencial, pues tienen un conocimiento y experiencia propios de resistencia. (¿Qué situaciones hay que prever o anticipar?)
• Hacer un esfuerzo por informar de manera clara sobre las ayudas o iniciativas previstas en “atención social de urgencia” para personas y colectivos vulnerables. Desde iniciativas para trabajadoras pobres en caso de despido, trámites de becas existentes o de emergencia social. Estas iniciativas requieren la colaboración de profesionales sociales y de la administración, sindicatos, colectivos de defensa de derechos, asociaciones.
• Presionar y denunciar, en caso de no cumplirse, para que se tomen desde ahora mismo medidas y políticas a medio o largo plazo que tengan en cuenta el impacto del estado de alerta en personas en situación de pobreza y exclusión social. Se debe garantizar que estas iniciativas se piensan con estos colectivos y personas, para que respeten la dignidad de todas las personas, sean emancipadoras y se apoyen en las iniciativas de las personas afectadas”
Síntesis
Hay que transformar el estado de alarma en un estado de solidaridad. Hay que cumplir con las medidas del estado de alarma, pero exigir transparencia acerca de su fundamento. Hay que introducir la ética en la salud pública y debatir sin que el monopolio del debate sea de los expertos. Hay que pedir que se consideren la efectividad y equidad de las medidas tomadas y de las posibles alternativas.
En tiempos históricos se requieren comportamientos heroicos, que son los más simples y difíciles, los de mantener la calma y el sentido común. La valentía es hacer lo que se debe, y eso es lo que se espera: que seamos capaces de mantener la solidaridad que caracteriza a la especie humana.
marzo 25/2020 (Acta sanitaria)