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La lesión cerebral perinatal restringe las capacidades neurológicas a lo largo de la vida, causando desde problemas motores hasta limitaciones cognitivas graves, por lo que resulta necesario explorar intervenciones que puedan ayudar a contrarrestar sus efectos.
Un nuevo estudio ha demostrado que la estimulación táctil y propioceptiva (relacionada con la percepción táctil y de la posición del propio cuerpo, el tono muscular, el equilibrio y la coordinación de movimientos) mejora los efectos de una lesión cerebral perinatal por hipoxia e isquemia a lo largo de la vida.
La investigación se realizó en ratones modelo de neonatos prematuros. La estimulación sensorial se aplicó desde antes de sufrir la lesión hasta el final de la infancia, un periodo equivalente a bebés prematuros nacidos a los siete meses del embarazo hasta los dos años. La manipulación consistió en acariciarlos y masajearlos de manera táctil y propioceptiva tres veces, cada una durante ocho minutos, dos veces al día.
Los resultados muestran que esta intervención ejerce una notable protección neurológica en ambos sexos a lo largo de la vida, pero es especialmente positiva en el sexo masculino. El análisis histopatológico mostró un daño cerebral un 50% menor que en los ratones no sometidos a la estimulación. En las hembras fue de un tercio. La protección neurológica en ambos sexos se correlacionó con mejoras en las capacidades funcionales, en cuanto a reflejos, y permitió mejorar los resultados de memoria.
Por áreas cerebrales, la región involucrada en el control motor, el aprendizaje y la memoria (caudado y putamen) fue la que registró una mayor diferencia en machos, con un 80 % menos de afectación. En hembras, la principal mejora fue la disminución, en un 66 %, de la atrofia del cuerpo calloso, que permite a ambos hemisferios cerebrales trabajar de forma conjunta y complementaria.
El estudio ilustra el potencial preventivo y terapéutico de este tipo de estimulaciones en neonatos con lesiones cerebrales, en una etapa breve pero muy intensa de desarrollo y plasticidad del cerebro. El estudio se publica en Front Behav Neurosci 2019.