Hace solo quince años que la comunidad científica es consciente de la asociación que existe entre obesidad y cáncer. Es preciso acumular más datos pero en estos momentos la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer ha establecido esta relación con trece tumores: colon, mama, esófago, células renales, endometrio, páncreas, hígado, cáncer gástrico, vesícula biliar, ovarios, tiroides, mieloma múltiple y meningioma.
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Globalmente, la obesidad afecta en un 20 % al desarrollo del cáncer, a tenor de las cifras que se han manejado en el Congreso celebrado durante los últimos días por la Sociedad Española de la Obesidad (Seedo) en Vigo.
Sin embargo, la investigación ha dado un paso más y hay estudios que demuestran que, una vez instaurado el cáncer, la obesidad condiciona también la respuesta al tratamiento oncológico. Es preciso realizar un esfuerzo en esta línea de investigación porque los datos por ahora no son concluyentes, aunque sí orientativos. En consecuencia, los expertos recomiendan sumar a la terapia contra el cáncer medidas concretas dirigidas a la reducción del peso corporal. “La obesidad puede influir en la resistencia al tratamiento oncológico: hay que tratar la obesidad, además del cáncer”, ha afirmado Ana Belén Crujeiras Martínez, del Instituto de Investigación Sanitaria de Santiago (IDIS-CHUS).
El cáncer de mama y el cáncer colorrectal son las dos enfermedades oncológicas que más evidencia han acumulado sobre su asociación con la obesidad. Igualmente, ambos son los tumores en los que más se han analizado los beneficios que en la respuesta a la terapia oncológica tiene el tratamiento de la obesidad, que se traducen en más supervivencia y menos recidiva.
“Cada vez hay más evidencia de que si se controla el peso en las mujeres que han sufrido cáncer de mama y las personas que tuvieron cáncer colorrectal, tienen más años de supervivencia y menos riesgo de muerte”, ha destacado Carlos González Svatetz, investigador emérito de la Unidad de Nutrición y Cáncer del Instituto Catalán de Oncología y excordinador del proyecto EPIC en España. Abundando en este argumento, González Svatetz ha recordado un metanálisis del año 2014 con más de 50 000 casos, en el que se observó que la cirugía bariátrica disminuye el riesgo de cáncer de mama un 45 %.
“El médico debe saber que la obesidad es uno de los factores de riesgo evitables importantes, igual que el tabaco”, ha defendido Crujeiras. La tendencia actual a la baja del consumo de tabaco y al alza de la obesidad puede desembocar, en su opinión, en que “la obesidad se convierta en el primer factor de riesgo prevenible”. Por tanto, ha de contemplarse en las consultas: “Hay que calcular el índice de masa corporal (IMC), hacer recomendaciones, igual que se pregunta si el paciente fuma o no y se aconseja que deje de fumar”.
Todavía no se conocen con exactitud los mecanismos moleculares de la asociación entre obesidad y cáncer, aunque se estudian varias hipótesis. El equipo de investigación que dirige Ana Belén Crujeiras en el IDIS-CHUS trabaja en los efectos de las proteínas que secreta el tejido adiposo en la obesidad y que se relacionan con la inflamación y el estrés oxidativo, lo que favorece el desarrollo tumoral en el cáncer de mama.
Otra hipótesis investigada tiene que ver con los niveles altos de insulina y los factores relacionados con la cascada de señalización. También se está investigando la influencia de los niveles altos de estrógenos en los tumores de la mujer.
Terapia de grupo y nuevas variantes en las escalas de estadiaje
El estudio ENPE (Estudio Nutricional de la Población Española) indica que más de la mitad de la población adulta de nuestro país tiene sobrepeso y más del 25 % obesidad. En el estudio anterior, Enrica, estas cifras fueron del 39,3 % y 21,6 %. Los datos del ENPE en cuanto a la población infanto-juvenil tampoco son halagüeños: un 25 % de sobrepeso y un 11 % de obesidad. Además, el tratamiento sigue siendo complejo. Hay pacientes que no responden y otros en los que el impacto de la terapia no se mantiene a largo plazo.
Los expertos reunidos en el congreso de la Sociedad Española de Obesidad (Seedo) en Vigo han abogado por un abordaje multifactorial: “Hay que combinar cambios en los hábitos alimentarios, actividad física, acciones encauzadas a controlar la ansiedad y tratamiento farmacológico”, ha señalado el vicepresidente de la Seedo, Diego Bellido. Pero en el congreso se han dado varias claves que pueden mejorar los resultados, como la terapia de grupo y añadir algunas variantes a las escalas de estadiaje.
En el Complejo Hospitalario Universitario de Ferrol, el servicio que dirige Bellido ha apostado por la terapia grupal y ha logrado en el grupo de intervención una pérdida media de siete kilos más que en el grupo que ha seguido una dinámica convencional, según los datos aportados por la especialista en Endocrinología y Nutrición Cristina Tejera Pérez. El contenido es eminentemente práctico y la interacción que se produce entre los pacientes aumenta la concienciación. Se enseñan pautas alimentarias y a distinguir los productos con más contenido calórico, cómo cocinar los alimentos, aplicaciones móviles para monitorización, trucos para la actividad física y, muy importante, la manera de paliar la ansiedad: “Mantener las manos ocupadas, comer fruta o palitos de zanahoria o vaciar la nevera de tentaciones”.
Cristina Tejera está desarrollando una investigación con 450 pacientes que será la base de su tesis doctoral y que concluirá con la propuesta de nuevas variantes a las escalas de estadiaje que habitualmente se usan para obesidad -EOSS y AACE- y que se centran en las comorbilidades y el grado funcional. Tejera plantea sumar parámetros de la composición corporal (porcentaje de grasa, masa muscular, etc.) y el consumo de fármacos: “Con este estadiaje los pacientes no sólo bajan peso sino que mejoran su espectro de complicaciones asociadas a la obesidad”.
Por su parte, el vicepresidente de la Seedo ha reiterado la dificultad que supone que los fármacos disponibles contra la obesidad no estén financiados, lo que disuade a los pacientes: “La Administración debe considerar la obesidad como una enfermedad, como la diabetes o la hipertensión arterial».
marzo 21/2019 (diariomedico.com)