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Los analgésicos son los fármacos de referencia para el abordaje del dolor, y la oferta de este tipo de medicamentos es afortunadamente muy amplia. Pero ni todos los analgésicos son iguales, ni funcionan de la misma manera en los distintos tipos de dolor y pacientes. Y además, en muchas ocasiones, deben combinarse y complementarse con otras técnicas y terapias.
De la misma opinión es Antonio Montes, jefe de sección de Anestesiología, Reanimación y Terapéutica del Dolor y presidente de la Comisión del Dolor del Hospital del Mar-PSMAR, de Barcelona: «Un 20 por ciento de la población sufre dolor crónico, y un elevado porcentaje tiene problemas de inadecuado diagnóstico y tratamiento. En este sentido, con frecuencia se aplican tratamientos incorrectos que no solo no mejoran el dolor del paciente sino que, además, empeoran su calidad de vida por la aparición de efectos secundarios».
Peldaño a peldaño
El protocolo de abordaje farmacológico del dolor se ajusta a lo que se conoce como la Escalera Analgésica de la OMS, «diseñada con el objetivo de tener una pauta universal de atención al dolor, especialmente en el oncológico y sobre todo en países con sistemas sanitarios insuficientes, pero que ha demostrado ser una herramienta de muchísima utilidad para todo tipo de dolores y en todas las circunstancias», señala Vidal, quien explica en qué consiste: «Se plantea como un árbol de decisión, cuyo primer escalón, en el caso de dolores leves, es el empleo de medicamentos analgésicos menores, como antiinflamatorios o paracetamol. En el segundo escalón, a los anteriores se añaden opioides menores del tipo tramadol o codeína. Un tercer escalón reemplaza a los opioides menores por opioides mayores, como la morfina, oxicodona, tapentadol o fentanilo. A esta escalera clásica se añadió el uso de medicamentos coadyuvantes, tipo antidepresivos y antiepilépticos (neuromoduladores) para los componentes neuropáticos del dolor, y también se propuso añadir un refuerzo a modo de apoyo psicosocial. Un cuarto escalón lo componen los procedimientos intervencionistas implantables, como bombas o neuromoduladores. El uso consecutivo y creciente tenía sentido en enfermedades progresivamente más dolorosas y severas, pero hoy contemplamos el ascensor analgésico, esto es, la posibilidad de saltar algún escalón si la situación clínica lo aconseja».
Valoración previa
En la misma línea, David Abejón, jefe de la Unidad del Dolor del Hospital Quirónsalud, de Madrid y del complejo hospitalario Ruber Juan Bravo, de Madrid, comenta que la aplicación estricta de esta escala ya ha quedado obsoleta debido a que actualmente es posible acceder a cualquier escalón valorando previamente al paciente y colocándole delante de la etapa que requiera su dolor. «En cuanto a las técnicas intervencionistas, suponen el cuarto escalón, y en muchos casos, elegidas previamente a cirugías de espalda, pueden llegar a revertir la situación del paciente, evitando su paso por quirófano».
diciembre 5/2017 (diariomedico.com)