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Hace poco más de un año, la Clínica Universidad de Navarra (CUN), en Pamplona, instalaba la primera resonancia magnética (RM) intraoperatoria de alto campo (3 teslas) de España.
Su uso se planteó para intervenciones de tumores cerebrales, tanto adultos como pediátricos -hasta el momento, solo se ha probado su empleo en otro tipo de tumores de forma experimental-, y planteaba una serie de ventajas frente a otras RM intraoperatorias, habitualmente de bajo campo (0,2 teslas) e instaladas dentro del quirófano, lo que supone utilizar en el acto quirúrgico material no ferromagnético, de alto coste. Por ello, la resonancia se instaló en una sala contigua al quirófano, de modo «que la cirugía se desarrolla de la manera habitual, y durante ella se puede trasladar al paciente a la RM para comprobar, por ejemplo, si la resección del tumor ha sido completa, contando con esas imágenes en el quirófano en tiempo real», explicaba Ricardo Díez Valle, coordinador del Área de Tumores Cerebrales de la CUN.
Pasados quince meses desde su instalación, 120 pacientes han sido intervenidos en el nuevo quirófano y Díez Valle describe la experiencia como «realizar un sueño».
Hace tiempo que centros de Estados Unidos y Alemania cuentan con este tipo de equipamientos, y Díez Valle asegura llevar una década «detrás de contar con uno en la CUN». Desde luego, no se arrepiente: «El resultado es el esperado. Cualquier cirujano sale del quirófano con cierto grado de incertidumbre, sin estar seguro de si podría haber hecho más o haberlo hecho mejor».
Ahora, la posibilidad de comprobar in situ si la resección del tumor ha sido completa «nos permite corregir la cirugía o dar un último toque». Por ello, Díez Valle considera que «hemos ganado en calidad, nuestro trabajo es ahora más científico;el resultado no depende solo del arte del cirujano, sino que puede quedar perfecto», algo que beneficia especialmente «a los tumores más difíciles».
Además, durante este tiempo de uso de la RM intraoperatoria «no se ha presentado ningún problema ni avería en el equipo, ni ninguna complicación en el procedimiento quirúrgico».
«En la práctica habitual se realiza una resonancia antes de la operación y, una vez que acaba la intervención quirúrgica, y con el paciente ya en planta, se repite la resonancia para comprobar que se ha extirpado totalmente el tumor cerebral», explica la especialista Sonia Tejada, del Departamento de Neurocirugía de la Clínica Universidad de Navarra. Si no es así, puede ser necesario volver a operar.
Especialmente en el caso pediátrico: «Según la literatura, la RM intraoperatoria evita hasta el 25 por ciento de reintervenciones en niños», dado que en edad pediátrica se tiende a extirpar lo antes posible el cien por cien del tumor, según explica Díez Valle.
En el caso de los adultos, «las reintervenciones que se evitan son a tres o cuatro años; también se reduce la necesidad futura de radioterapia».
Según la experiencia acumulada en la CUN, «hasta en un 50 por ciento de los casos hemos continuado interviniendo después de la RM» y, de estos casos, en torno a una quinta parte hubieran podido necesitar una nueva cirugía.
Anestesia en pediátricos
Aproximadamente el 10 por ciento de los pacientes intervenidos en la CUN son pediátricos, que cuentan con una ventaja extra en el uso de la resonancia intraoperatoria, según Tejada. «Cuando un niño tiene un tumor cerebral, es necesario anestesiarlo en tres ocasiones: para hacerle la resonancia preoperatoria, durante la cirugía y de nuevo para la resonancia de control postoperatoria. Gracias a la resonancia intraoperatoria, reduces el número de las anestesias generales, algo fundamental para la salud de los más pequeños».
Asimismo, incluso «es posible realizar la RM de planificación quirúrgica en el mismo acto», según explica Díez Valle.
La única pega del sistema es el incremento del tiempo quirúrgico:»El estudio completo y el retorno del paciente al quirófano suponen un total de 50 minutos», tiempo que los cirujanos «tomamos como periodo de descanso para volver a la cirugía más frescos, algo a lo que no estamos habituados».
mayo 22/2017 (diariomedico.com)