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Hace tiempo profesionales de la Medicina descubrieron la existencia de una relación entre el cerebro y el corazón, pero hasta ahora no habían encontrado el elemento relacionante. Parece ser que Investigadores del Hospital General de Massachusetts, en Boston (Estados Unidos), y de la Facultad de Medicina Icahn de Mount Sinai, en Nueva York (Estados Unidos), han hallado una región del cerebro que vincula el estrés y el riesgo de sufrir un infarto: la amígdala cerebral, un marcador del estrés.
En el estudio, publicado en The Lancet, los investigadores afirman que el estrés activa una serie de procesos en nuestro metabolismo que, a su vez, desencadenan en un incremento de la probabilidad de padecer un ictus.
Tras las investigaciones, los profesionales concluyeron que el nivel de actividad de la amígdala cerebral está asociado al riesgo que tiene un paciente de padecer un episodio cardiovascular. Por tanto, el proceso sería el siguiente: el estrés aumenta el nivel de actividad de la amígdala cerebral. Esto provoca que se incremente la producción de glóbulos blancos y, consecuentemente, la inflamación de los vasos sanguíneos.
El director de la investigación, Ahmed Tawakol, aconseja a las personas propensas a sufrir episodios cardiovasculares que adopten técnicas para reducir el estrés. En los últimos años son muchas las empresas de productos médicos que han ampliado su catálogo, incorporando productos dirigidos a aliviar el estrés. Un ejemplo de ello es HHP Spain, una empresa española dedicada al bienestar, la salud y al cuidado personal. HHP está especializada en la tecnología de Andulación, un método basado en principios biofísicos. Ofrece camillas y otros dispositivos que, mediante la combinación de vibraciones mecánicas, la aplicación de calor por infrarrojos y una postura correcta, se reduce la tensión muscular y se relaja el sistema nervioso y, en consecuencia, se rebaja el nivel de estrés.
Cada persona sufre el estrés de forma individual, con unos síntomas u otros. Existen diferentes factores que provocan estrés. Por un lado, factores físicos que no dependen de nosotros, como las altas o bajas temperaturas, el dolor, el ruido, etc. Por otro, factores químicos como pueden ser los efectos secundarios de medicamentos, el tabaco o las drogas. Finalmente, los factores psicológicos como las preocupaciones, el miedo, la sobrecarga emocional, la situación laboral, entre otros.
Mediante el uso de estos dispositivos médicos y otro tipo de terapias se promueve una vida más relajada y saludable, con el fin de evitar el riesgo a sufrir no solamente ictus o infartos, sino también otras enfermedades severas derivadas del estrés.
enero 23/2017 (noticiasdelaciencia.com)