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Para bastantes personas, llega una etapa de la vida en la que puede darse el caso de que deban afrontar el tener que cuidar a un familiar de edad avanzada y también a uno o varios en la infancia. El caso más típico suele ser el de la persona madura que debe cuidar de un nieto o nietos muy pequeños y al mismo tiempo de su padre o madre ancianos.
Sobre estas personas, que pueden además tener que compaginar estas responsabilidades con una ocupación laboral, recae un gran peso. Conocer cuán extendida está la situación en la sociedad es un primer paso en todo intento eventual por parte de administraciones públicas o entidades privadas de ofrecer servicios lo más ajustados posible a esta realidad.
Un nuevo estudio realizado por Denys Dukhovnov, de la Universidad de la Ciudad de Nueva York, y Emilio Zagheni, de la Universidad de Washington en Seattle, ambas entidades en Estados Unidos, profundiza en el alcance y perfil demográficos de esta situación, en especial acerca de qué tipo de personas se ven en la situación de tener que asumir esa doble responsabilidad de cuidar de niños y de ancianos, y qué tipo de personas reciben tales cuidados por un miembro de la familia.
La investigación se ha centrado en datos demográficos de Estados Unidos, pero en líneas generales sus resultados pueden ser extrapolables a otros países con condiciones sociales comparables, y no tiene en cuenta los servicios profesionales que también ofrecen la posibilidad de cuidar personas mayores.
En el estudio se ha determinado que para el año de referencia escogido, 2012, los adultos estadounidenses proporcionaron cada semana más de 1 000 millones de horas no remuneradas de cuidados, equivalentes al trabajo de 30,5 millones de cuidadores a tiempo completo. Dukhovnov y Zagheni pronostican un aumento en la necesidad de tales cuidados y revelan algunas sorpresas sobre quién los está proporcionando.
Para el propósito de este estudio, Zagheni y Dukhovnov consideraron como un familiar que cuida de ancianos y niños a la persona que durante el transcurso de un día, proporciona cuidados no remunerados a al menos un niño y un adulto, sin importar su relación específica respecto a la persona que los recibe.
Un niño beneficiario de tales cuidados podría ser un nieto, y un adulto en la misma situación podría ser un cónyuge, y las personas dando y recibiendo cuidados podrían vivir juntas o en viviendas distintas.
Los investigadores encontraron que aproximadamente un tercio de la población estadounidense proporciona cuidados no remunerados a otra persona.
Alrededor del 3 % de dicha población puede ser considerada cuidadora de ancianos y niños, según la definición de los investigadores, una proporción más baja de lo que se esperaba.
Las mujeres proporcionan más cuidados que los hombres, 137 minutos al día frente a 110 minutos, respectivamente. De forma parecida, las mujeres que cuidan ancianos y niños proporcionan 181 minutos de cuidados al día, en comparación con los 157 minutos de los cuidadores masculinos.
Los investigadores apreciaron otras diferencias de género: las abuelas pasan bastante más tiempo con niños muy pequeños, de 0 a 4 años, mientras que los abuelos pasan con niños de edades comprendidas entre 5 y 14 años la mayor parte de su tiempo de cuidadores.
Zagheni y Dukhovnov se sorprendieron al descubrir que el 20 % del tiempo dedicado a cuidados para personas mayores (unos 15 minutos al día) era proporcionado por otras personas ancianas, quizá cónyuges, en vez de por adultos jóvenes.
Los investigadores estiman que con el envejecimiento de la población, si se mantiene la tendencia observada, hacia 2 050 se necesitarán alrededor de 1,3 millones de cuidadores adicionales para que los beneficiarios puedan recibir la misma cantidad de cuidados.
Zagheni y Dukhovnov sugieren que cambios en las políticas actuales podrían facilitar que los cuidadores no deban perder horas laborales ni renunciar a su empleo, y así evitar retrocesos en sus carreras profesionales. Por ejemplo, un apoyo extra a los padres de niños pequeños en la forma de más servicios de guardería de horario amplio subvencionados o de bajo costo, y reducciones de impuestos, podrían permitir a los primeros pagar los servicios de cuidado infantil que de otra forma tienen que proporcionar ellos mismos o sus padres que pueden aún estar en edad laboral también.