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La urticaria crónica es la enfermedad alérgica que produce más alteración de la esfera psicológica y, sin embargo, hasta ahora hay muy pocos equipos de investigación básica encaminados a estudiarla. Marta Ferrer, directora del Departamento de Alergología e Inmunología de la Clínica Universidad de Navarra, está realizando un estudio de la patología en colaboración con Allen Kaplan, de la Universidad de Carolina del Sur, en Estados Unidos, en el que están obteniendo buenos resultados, aunque aún no son definitivos. «Es un avance importante porque supondría que los pacientes pueden tener una esperanza en el tratamiento de la enfermedad», afirma.
Según explica la especialista, el anticuerpo IgE (omalizumab) conseguiría remitir la enfermedad en pacientes con urticaria crónica que no respondan a altas dosis de corticoides. En su opinión, podría ser uno de los avances más importantes hasta la fecha, porque ofrecería una solución para estas personas, que ven muy mermada su calidad de vida y que además sufren una enfermedad bastante olvidada e incomprendida: «La alteración psicológica se debe, sobre todo, al prurito intenso que impide dormir e interfiere en las actividades diarias, aparte de la alteración estética del angioedema labial y palpebral, que es muy llamativo. Muchas veces, tanto los médicos como los familiares lo atribuyen a alergia a alimentos o a estrés, y aunque no conocemos la causa, parece intrínseco». Los siguientes pasos consistirán en analizar los resultados a largo plazo y estudiar el coste-efectividad del anticuerpo, que se prevé que podría estar a la venta en Estados Unidos en el año 2014 o en el 2015.
Señalización celular
En la actualidad, las líneas de investigación no van encaminadas a ver qué factores externos pueden influir, ya que la urticaria crónica podría ser una alteración intrínseca de la señalización celular. Así, Ferrer explica que se está centrando más en comprobar la activación del basófilo y del mastocito con señales distintas, para ver indicios activadores e inhibidores. «Lo que sí se está comprobando es que los basófilos de los pacientes con urticaria crónica tienen un fenotipo distinto que los controles; frente a estímulos que actúan a través del receptor de IgE o receptores gE, tienen a veces una hiperliberabilidad o hipoliberabilidad que es característica de estos pacientes y no sabemos a qué se debe».
Otras de las líneas de investigación presentadas en el congreso se dirigen a descubrir por qué se producen a veces alteraciones en algunos factores de la coagulación, así como el estudio del mastocito, que podría tener receptores para estímulos físicos, según se observa en algunos pacientes que sufren anafilaxia al hacer deporte, cuando aumenta su temperatura corporal.
De causa desconocida
Ferrer se lamenta de que exista tan poca investigación básica en este campo, tratándose de una enfermedad que supone un gran problema en la calidad de vida de los pacientes. Se podría pensar que el principal inconveniente es que se desconoce su causa, pero esto ocurre con muchas otras enfermedades que no se pueden tratar o curar. Según explica, el primer avance fue entender que podría tratarse de una enfermedad autoinmune. Ahora, el paso siguiente es encontrar un tratamiento para los afectados.
UNA ENFERMEDAD MÁS FRECUENTE EN MUJERES
Según afirma Marta Ferrer, una de las cuestiones que más preocupan a los alergólogos hoy en día es el aumento de las reacciones graves alérgicas, especialmente las anafilaxias a alergias alimentarias. «Es algo muy llamativo que no sabemos por qué ocurre», comenta. Por otro lado, también es muy habitual la aparición de alergias a polen en gente que está en su treintena y que no había tenido antes manifestaciones de este tipo. Así, entre las enfermedades consideradas más prevalentes en este ámbito destaca la rinitis, seguida en segundo lugar por el asma. En urticaria crónica, la tendencia es al revés, pues la prevalencia en España es muy baja, del 0,6, y no parece que haya diferencias en otros países: «Casi no se ha estudiado la epidemiología; hay otro estudio efectuado en Inglaterra y en Alemania y coincidimos en la prevalencia», explica. Eso sí, se sabe que es mucho más frecuente en mujeres de cualquier edad (casi tres veces más que en hombres) y muy poco habitual en niños, en los que se considera «una rareza».
junio 20/2012 (Diario Médico)