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La amígdala, centro emocional del cerebro, reacciona al estrés incrementando la producción de una proteína llamada neuropsina, que dispara una serie de reacciones químicas que, a su vez, incrementan la actividad en la amígdala.Un equipo de neurocientíficos de la Universidad de Leicester, Reino Unido, en colaboración con investigadores de Polonia y Japón, han descubierto una vía química clave en el cerebro, antes desconocida, vinculada a la respuesta de los individuos al estrés. El hallazgo, publicado en Nature (doi:10.1038/nature09938), ofrece una nueva esperanza para desarrollar tratamientos, incluso preventivos, dirigidos contra los trastornos psiquiátricos relacionados con el estrés.
Cerca del 20% de la población ha sufrido alguna forma de trastorno de ansiedad al menos una vez durante su vida. La prevalencia de la acumulación de los trastornos relacionados con el estrés durante toda la vida es difícil de calcular, pero probablemente podría superar el 30%.
Según explica Robert Pawlak, quien ha dirigido el equipo de investigadores británicos, “los trastornos relacionados con el estrés afectan a un gran porcentaje de la población y generan un enorme impacto personal, social y económico”.
“Ya se sabía que ciertos individuos son más susceptibles a los efectos dañinos del estrés que otros. Aunque la mayoría de las personas experimentan algún suceso traumático, solo algunos desarrollan problemas psiquiátricos asociados al estrés, como la depresión, la ansiedad o los desórdenes de estrés postraumático. La razón de esto no está clara”, explica.
La falta de correspondencia entre la frecuente exposición a traumas psicológicos y el desarrollo de patologías relacionadas con la ansiedad animó a los investigadores a buscar los factores que pueden hacer a un individuo más vulnerable al estrés que a otros.
Este estudio ha descubierto que el centro emocional del cerebro, la amígdala, reacciona al estrés incrementando la producción de una proteína llamada neuropsina, que dispara una serie de reacciones químicas que, a su vez, hacen que la amígdala aumente su actividad. Como consecuencia, se activa un gen que determina la respuesta de estrés a nivel celular.
“Examinamos las consecuencias conductuales derivadas de las reacciones celulares causadas por el estrés en la amígdala”, comenta Pawlak, señalando que “estudios en ratones revelaron que, al estresarse, se alejaban de las zonas del laberinto donde se sentían inseguros”, que eran los espacios amplios e iluminados.
“Sin embargo cuando las proteínas producidas por la amígdala eran bloqueadas, bien por vía farmacológica o a través de terapia genética, los ratones no mostraban las mismas características. Concluimos que la actividad de la neuropsina y sus homólogos puede determinar la vulnerabilidad de los individuos frente al estrés”, declara.
La neuropsina fue descubierta por Sadao Shiosaka, coautor de este estudio. La investigación de Pawlak, que ha tardado cuatro años en completarse, ha sido la primera en describir este mecanismo de acción en el control de la ansiedad en la amígdala.
Pawlak reconoce que su equipo está “tremendamente emocionado por estos descubrimientos”. “Sabemos que todos los miembros de la vía neuropsina están presentes en el cerebro humano, donde pueden jugar un papel similar” al que desempeña en los ratones, indicó.
No obstante, añade que serán necesarias más investigaciones para valorar el potencial de las terapias de intervención para controlar las conductas inducidas por el estrés. “Aunque los resultados de esta investigación deben aun trasladarse a la práctica clínica, nuestro descubrimiento abre nuevas posibilidades para la prevención y el tratamiento de los desórdenes psiquiátricos relacionados con el estrés, como la depresión y los desórdenes de estrés postraumático”, concluye.
Abril 25, 2011 Jano
Benjamin K. Attwood, Julie-Myrtille Bourgognon, Satyam Patel, Mariusz Mucha, Emanuele Schiavon, Anna E. Skrzypiec, Kenneth W. Young, et. al. Neuropsin cleaves EphB2 in the amygdala to control anxiety. Nature, publicado en línea abril 20/2011.