Imagen: Archivo.Los incendios forestales y el polvo sahariano repercuten en el agravamiento de determinadas enfermedades, como las cardiorrespiratorias. Ahora, un estudio constata que además pueden tener influencia en las enfermedades mentales, con un efecto ‘estadísticamente significativo’ en los ingresos hospitalarios.

Esta es una de las conclusiones de un trabajo que publica la revista Science of the Total Environment, firmado por investigadores del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), de la Universidad de Alcalá, la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) y el Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (Ciemat).

Agravamiento de enfermedades mentales

El cambio climático afecta tanto a la frecuencia y magnitud de los incendios forestales como al aumento del número de días con intrusiones de polvo sahariano, lo que impacta en la salud, señala una nota del ISCIII. El nuevo estudio analiza cómo influyen ambos fenómenos en los ingresos hospitalarios por trastornos mentales.

Se conocía que el aumento de las denominadas partículas finas (PM), que se produce cuando hay incendios y polvo sahariano, repercute en enfermedades cardiorrespiratorias y variables adversas al nacimiento (bajo peso o prematuridad).

La nueva investigación evidencia que también puede tener influencia en el agravamiento de patologías mentales.

El trabajo analizó la relación entre las concentraciones medias diarias de partículas PM10, PM 2,5, dióxido de nitrógeno (NO2), ozono (O3) y la temperatura máxima diaria en olas de calor, y los ingresos hospitalarios diarios en urgencias en España debidos a trastornos mentales y del comportamiento, depresión y ansiedad.

El período de estudio abarcó 2009-2018 e incluyó datos de una provincia representativa de cada una de las nueve regiones en las que se dividió España para analizar las intrusiones de los compuestos y las partículas: A Coruña, Las Palmas, Madrid, Málaga, Islas Baleares, Sevilla, Valencia, Vizcaya y Zamora.

En algunas provincias, como Vizcaya, Islas Baleares y Sevilla, las concentraciones de PM llegan a relacionarse con cerca del 40 % de los ingresos que se producen los días en los que hay transporte de partículas por combustión de biomasa.

«Las PM que vienen de los incendios forestales son cinco veces más tóxicas que las que pueden venir de un tubo de escape», ha resumido Julio Díaz, investigador del ISCIII y coautor, junto a Cristina Linares, del estudio, en una sesión informativa organizada por Science Media Centre España.

Sin embargo, en los días con intrusiones de polvo sahariano, aunque sí se produce un aumento en las concentraciones de PM, son otras variables consideradas en el análisis las que están más relacionadas con este tipo de ingresos, como la propia temperatura en olas de calor, el NO2 o el O3, que también aumenta en estos días.

Esto podría suponer que en los días con intrusión de polvo del Sáhara centrar su impacto en salud únicamente en el efecto de las PM podría llevar a minimizar sus verdaderos efectos.

Para Julio Díaz, codirector de la Unidad de Referencia en Cambio Climático, Salud y Medio Ambiente Urbano, hay «mecanismos sólidos» que ya explican estas asociaciones encontradas en el estudio. Por ejemplo, las PM, el NO2 y el O3 se relacionan con el estrés oxidativo y la inflamación sistémica.

Dadas estas conclusiones, recomienda poner en marcha planes de prevención en salud pública que tengan en cuenta el efecto conjunto.

«Tenemos que ir a planes integrales que contemplen todas las variables», ha dicho Díaz, quien ha recordado que cuando hay un incendio forestal el penacho puede influir a 500-600 kilómetros.

Ingresos por enfermedades bacterianas

En un segundo estudio, el ISCII, con datos de entre 2013 y 2018, ha examinado una posible relación a corto plazo entre los ingresos hospitalarios urgentes debidos a las principales enfermedades bacterianas de transmisión alimentaria (salmonelosis, campilobacteriosis e infecciones por Eschericha coli) y las diferentes variables meteorológicas y de contaminación atmosférica, incluida la temperatura máxima diaria en olas de calor.

Los resultados respaldan que la temperatura máxima diaria es un factor de riesgo que puede favorecer el aumento de las hospitalizaciones. Se relaciona no solo con la reproducción del número de bacterias, sino también en el tiempo de incubación de la propia enfermedad.

22 julio 2024|Fuente: EFE |Tomado de la Selección Temática sobre Medicina de Prensa Latina. Copyright 2024. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.|Noticia

Imagen: Archivo.Una dieta rica en omega-3 podría ayudar a mejorar la función cerebral y prevenir la demencia asociada con el Alzheimer, según un estudio publicado en Alzheimer’s and Dementia: Diagnosis, Assessment & Disease Monitoring.

De acuerdo con la investigación de un equipo del Barcelona Beta Brain Research Center y el Instituto de Investigación del Hospital del Mar, el consumo habitual de alimentos ricos en grasas omega-3, de origen vegetal y marino, está relacionado con una mejor capacidad del cerebro para metabolizar la glucosa necesaria para su funcionamiento. El trabajo confirma que el omega-3 tiene un importante papel, ya que contribuye al correcto funcionamiento de los receptores necesarios para la captación de la glucosa en el cerebro, de forma que la incorporación de este producto a la dieta puede ser beneficioso de cara a tener un cerebro resistente a los cambios que están produciéndose antes de la aparición de la enfermedad.

La pesquisa incluyó datos de 320 personas voluntarias, cognitivamente sanas, sin síntomas clínicos de Alzheimer, pero descendientes en su mayoría de individuos afectados por esta enfermedad y por tanto, con un riesgo genético elevado de desarrollarlo.

Los resultados mostraron que los omega-3 de origen vegetal se asociaban a un mejor uso de la glucosa cerebral, especialmente en los participantes con mayor riesgo genético, es decir, portadores del gen APOE-e4.

Por su parte, los omega-3 de origen marino resultaron más beneficiosos en aquellas personas que, pese a no presentar síntomas de Alzheimer, ya empezaban a tener la acumulación de proteínas amiloide y tau, características de la enfermedad.

Los expertos concluyeron que es positivo mantener niveles adecuados de omega-3 en la sangre para prevenir la enfermedad, especialmente en personas con mayor riesgo de desarrollar demencia.

16 julio 2024|Fuente: Prensa Latina |Tomado de |Noticia

Imagen: Archivo.La pobreza y las enfermedades mentales no solo están relacionadas, sino que también existe una relación causal, según un estudio de investigadores de la Universidad Médica de Ámsterdam, la Universidad de Edimburgo y la Universidad de Módena que demuestra que, si bien ciertos problemas de salud mental pueden obstaculizar la estabilidad financiera, la pobreza también es uno de los factores causales que conducen a los problemas de salud mental.

«Este estudio indica que ciertos problemas de salud mental pueden hacer que la situación financiera de una persona sea incierta. Pero, a la inversa, también vemos que la pobreza puede conducir a problemas de salud mental», afirma el psiquiatra de Amsterdam UMC, Marco Boks.

Estudios anteriores han demostrado una fuerte correlación entre pobreza y enfermedad mental, pero es difícil desentrañar la relación causa-efecto. Las consecuencias de la enfermedad mental pueden afectar la situación financiera de una persona, por ejemplo, si esta no puede trabajar bien o tiene mayores costos de atención médica. Pero las circunstancias financieras difíciles también pueden causar problemas psicológicos.

Los investigadores del estudio, publicado en la revista Nature Human Behaviour, utilizaron datos del Biobanco del Reino Unido y del Consorcio Internacional de Genómica Psiquiátrica. «Descubrimos que la esquizofrenia y el TDAH contribuyen causalmente a la pobreza. A la inversa, la pobreza contribuye al trastorno depresivo mayor y a la esquizofrenia. El riesgo de anorexia nerviosa en realidad se reduce cuando hay pobreza», afirma Boks.

En primer lugar, se determinó una medida de pobreza en función de los ingresos familiares, los ingresos laborales y la privación social. A continuación, los investigadores utilizaron la información genética de los participantes mediante una técnica especial llamada aleatorización mendeliana para desentrañar la relación. La aleatorización mendeliana es un método para determinar la influencia de los factores de riesgo en una enfermedad, midiendo la variación de los genes que son más comunes en ciertos rasgos.

«Pudimos captar aspectos de la pobreza que comparten el individuo, el hogar y la zona en la que vive. Esto nos permitió identificar mejor los efectos causales de la pobreza en las enfermedades mentales», afirma el genetista estadístico de la Universidad de Edimburgo, David Hill.

Los resultados de esta investigación son importantes para la formulación de políticas y el enfoque de la pobreza y las enfermedades mentales. Al reconocer la influencia recíproca entre la pobreza y la salud mental, los responsables de las políticas pueden desarrollar intervenciones más eficaces destinadas a romper el ciclo de pobreza y problemas de salud mental. «La investigación proporciona pruebas sólidas de la necesidad de examinar también factores sociales como la pobreza, cuando se profundiza en el desarrollo de las enfermedades mentales», afirma Boks.

«Nuestros hallazgos sugieren que la reducción de las desigualdades podría conducir a ganancias sustanciales en la salud mental pública. A menudo existe confusión sobre el uso de datos genéticos para investigar la relación entre pobreza y enfermedad mental. Hacemos hincapié en que esto no significa que la pobreza sea genética. Al contrario, con los datos genéticos, pudimos identificar la pobreza como un factor ambiental modificable para la salud mental», añade la psiquiatra de la Universidad de Módena, Mattia Marchi.

15 julio 2024|Fuente: Europa Press |Tomado de la Selección Temática sobre Medicina de Prensa Latina. Copyright 2024. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.|Noticia

Imagen: Archivo. El neurofisiólogo experto en medicina del sueño del Hospital Clínico de Valencia, el doctor Manuel de Entrambasaguas, ha afirmado que la terapia cognitivo conductual para el insomnio es la más rentable y efectiva, ya que «la persona que responde a la terapia cognitivo-conductual para insomnio adquiere herramientas que le permiten entender qué hay detrás de su insomnio y cómo manejarlo».

Según un estudio elaborado por el grupo de trabajo de Insomnio de la Sociedad Española de Sueño (SES) y presentado en la última reunión anual de la sociedad, la prevalencia del insomnio crónico se ha duplicado en España desde 1999 hasta la actualidad, pasando de afectar al 6,4 % de la población adulta a hacerlo sobre el 14%, lo que supone que 5,4 millones de personas sufren este trastorno del sueño en España.

Según el miembro del grupo de trabajo de Insomnio de la SES, esos costes indirectos se derivan, por un lado, de que las personas con trastorno de insomnio consumen más recursos sanitarios (más consultas, más fármacos, más pruebas diagnósticas y más hospitalizaciones) porque presentan una mayor morbilidad general, «ya que el insomnio influye negativamente en la salud física y mental, y cuando no se trata, empeora las enfermedades a las que se asocia».

Por otro lado, señala el experto, estarían los costos indirectos relacionados con la pérdida de la productividad laboral, al existir un mayor riesgo de accidentes y absentismo laboral, pero sobre todo de «presentismo» laboral.

En 2023, un estudio de la corporación RAND estimó que el impacto económico del trastorno de insomnio crónico sobre la productividad en España fue del 0,82 % del PIB. «Si extrapoláramos las cantidades estimadas por la corporación RAND a los datos actualizados de prevalencia del insomnio crónico aportados por nuestro estudio, el impacto económico en nuestro país sería enorme, de más del doble de su estimación», subraya de Entrambasaguas.

En su opinión otro de los beneficios de la terapia cognitivo conductual es que es «una de las opciones más rentables» para el abordaje de este tratamiento del sueño y que es la que «puede aportar más beneficios económicos a largo plazo, especialmente en cuanto a eficacia duradera y reducción de costes». «El principal beneficio de la terapia cognitivo-conductual para insomnio es su mayor eficacia frente a fármacos, tanto a corto como a largo plazo.

«Su beneficio se basa, en gran medida, en lo que dice un conocido proverbio chino: Dale a una persona un pescado y lo alimentarás durante un día; enséñale a pescar y lo alimentarás para toda la vida», reflexiona el portavoz de la SES.

EN QUÉ CONSISTE LA TERAPIA COGNITIVO CONDUCTUAL

La terapia, explica Manuel de Entrambasaguas, es un sistema de tratamiento, que puede darse en formato individual o grupal, con múltiples componentes. El primero pasa por adquirir un estilo de vida favorecedor de la salud del sueño. El segundo, por corregir las creencias erróneas acerca del sueño y el insomnio, que generan mayor inquietud y lo empeoran. El tercero, por corregir también las conductas inadecuadas que aparecen como consecuencia del insomnio, y sustituirlas por estrategias útiles. Y el cuarto, por disminuir la hiperactivación, que es el aumento diurno o la falta de desactivación nocturna de la actividad mental en forma de pensamientos que no paran, emociones mal reguladas, y tensión en el cuerpo.

«Esta terapia mejora de forma significativa el insomnio en el 50 % de los casos. Podemos decir incluso que lo cura, y en estas personas se puede llegar a retirar la medicación para dormir si la estaban consumiendo, dado que la expectativa es que su mejoría sea persistente», afirma el experto, que señala que en otro 25 % de los pacientes la mejora es parcial, algo que puede deberse a que algunos pacientes tienen dificultades para seguir las instrucciones y estrategias propuestas.

«En estos casos también se pueden emplear fármacos como rescate puntual, a temporadas, o a bajas dosis de forma más persistente, siguiendo siempre la evolución del paciente», apunta de Entrambasaguas, que destaca que una correcta aplicación de la terapia requiere un diagnóstico correcto y completo del paciente que recoja todas sus características (incluyendo su historia personal y familiar, sus rasgos biológicos, las circunstancias laborales y sociales que influyen en su sueño, así como sus comorbilidades).

«La terapia cognitivo-conductual es un traje a medida, es medicina de precisión», añade el experto, que lamenta que pese a los buenos resultados en España aún sean «escasas» las Unidades del Sueño multidisciplinares «en las que profesionales de distinto origen abordan de forma conjunta los trastornos del sueño».

En su opinión, un error, ya que los trastornos del sueño, y especialmente el insomnio, «son transversales e implican a distintos profesionales». Esta falta de trabajo multidisciplinar, unida a la falta de tiempo, de formación, o desconocimiento de la oferta cuando existe, según el portavoz de la SES, suele derivar en que «muchas veces se despache a los pacientes que padecen insomnio con pastillas para dormir, sin una valoración adecuada ni un seguimiento posterior».

10 julio 2024|Fuente: Europa Press |Tomado de la Selección Temática sobre Medicina de Prensa Latina. Copyright 2024. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.|Noticia

julio 11, 2024 | Carlos Alberto Santamaría González | Filed under: Enferm. Psiquiát. y Psicológicas, Fisiología, Medicina Familiar y Comunitaria, Neurofisiología, Neurología, Psicología | Etiquetas: , , |

Imagen: Archivo.Fumar puede ser uno de los factores de estilo de vida más importantes que afectan la rapidez con la que las habilidades cognitivas declinan a medida que se envejece, sugirió un nuevo estudio divulgado hoy.

La pesquisa fue desarrollada por investigadores del Colegio Universitario de Londres, quienes analizaron datos de 32 000 adultos de 50 años o más de 14 países europeos que respondieron a encuestas durante 10 años, según publicó Nature Communications.

Analizaron cómo las tasas de deterioro cognitivo podrían diferir entre adultos mayores cognitivamente sanos con diferentes combinaciones de comportamientos relacionados con la salud, incluido el tabaquismo, la actividad física, el consumo de alcohol y el contacto social.

La función cognitiva se evaluó de acuerdo con el desempeño de los participantes en pruebas de memoria y fluidez verbal.

Los participantes fueron agrupados por estilos de vida en función de si fumaban o no, si realizaban actividad física moderada y veían a amigos y familiares al menos una vez por semana y si bebían más o lo mismo.

Descubrieron que los estilos de vida en los que se fumaba tenían puntuaciones cognitivas que se reducían hasta un 85 % más en 10 años que en los estilos de vida en los que no se fumaba.

La excepción fueron los fumadores que tenían un estilo de vida saludable en todas las demás áreas, es decir, hacían ejercicio regularmente, bebían alcohol con moderación y socializaban regularmente; este grupo tenía una tasa de deterioro cognitivo similar a la de los no fumadores.

En opinión de la doctora Mikaela Bloomberg, autora principal del estudio, «nuestros hallazgos sugieren que, entre los comportamientos saludables que examinamos, no fumar puede ser uno de los más importantes en términos de mantenimiento de la función cognitiva».

Para las personas que no pueden dejar de fumar, nuestros resultados sugieren que adoptar otros comportamientos saludables, como el ejercicio regular, el consumo moderado de alcohol y la actividad social, puede ayudar a compensar los efectos cognitivos adversos asociados con el tabaquismo, añadió.

05 julio 2024|Fuente: Prensa Latina |Tomado de |Noticia

Imagen: Fundación P. Maragal.La aparición de nuevos fármacos y la aplicación del big data para desarrollar terapias y biomarcadores de detección precoz son avances que están transformando la investigación en el alzhéimer y que recoge el nuevo libro Neurodegeneración y Alzheimer.

Escrita por el director de la Fundación Pasqual Maragall y del BarcelonaBeta Brain Research Center (BBRC), Arcadi Navarro, y la neuropsicóloga experta en formación y divulgación de la misma entidad, la doctora Nina Gramunt, el libro explora los métodos de prevención y nuevos fármacos, como el lecanemab, aprobado por la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA, en inglés) en 2023 y que frena el avance del alzhéimer, para combatir esta enfermedad.

La obra también analiza cómo el big data está transformado la investigación en fármacos y desarrollo de biomarcadores.

«En los últimos años, ha habido un cambio de paradigma en la comprensión del alzhéimer y otras enfermedades neurodegenerativas. Ahora tenemos biomarcadores que avanzan el diagnóstico y que se deben complementar con nuevos fármacos que por primera vez modifican el curso biológico de las personas afectadas», afirma en declaraciones a EFE la doctora Gramunt.

Principalmente, se refiere al lecanemab, uno de los fármacos más esperanzadores en la investigación del alzhéimer al ralentizar su avance en pacientes en las primeras fases de la enfermedad y que, pese a obtener la luz verde en Estados Unidos, Japón y China, aún no ha sido aprobado por la Agencia Europea del Medicamento.

Aunque esta dolencia siga siendo progresiva e irreversible, este medicamento es, en estos momentos, el único eficaz a la hora de ralentizar su avance.

Así lo demostró en un estudio previo a la aprobación del fármaco en el que participaron 1 795 pacientes y cuyos resultados revelaron una reducción del deterioro cognitivo del 27 % en 18 meses de los pacientes tratados con lecanemab en comparación con los que no.

«Es un primer paso, pero muy importante, porque hacía 20 años que no teníamos la aprobación de ningún fármaco específico contra el alzhéimer», asegura la divulgadora sobre alzhéimer, envejecimiento y promoción de la salud cerebral.

En la misma línea, Gramunt subraya que, hace unos días, el Comité Asesor de la FDA estadounidense votó por unanimidad respaldar la aprobación otro fármaco contra la enfermedad, el donanemab, al demostrar su eficacia para ralentizar el deterioro cognitivo de pacientes en las primeras etapas de la enfermedad.

«Es de la misma familia que el lecanemab, pero su principio activo tiene algunos aspectos diferenciados a nivel fisiológico cerebral», detalla la neuropsicóloga.

Más allá de los nuevos fármacos, Gramunt ha resaltado que, antes de frenar el avance del alzhéimer, es importante centrarse en la prevención, protegiendo la salud cardiovascular, manteniendo activa la actividad cognitiva -lo que aleja cuadros de ansiedad y depresión- y procurando descansar las horas necesarias.

Otro factor relevante a la hora de investigar el alzhéimer es encontrar técnicas de detección de este trastorno, por lo que los avances en encontrar biomarcadores son clave.

Las investigaciones en el hallazgo de biomarcadores se han acelerado en los últimos años gracias a las nuevas tecnologías y a la irrupción del Big Data, que permite trabajar con grandes cantidades de datos para dar con la mejor combinación.

«Ahora, técnicamente podemos detectar el riesgo de aparición de la enfermedad con un análisis de plasma o de sangre y anticiparnos unos 15 o 20 años antes de que se manifiesten los primeros síntomas», especifica Navarro.

Sobre esta cuestión, el director de la Fundación Pasqual Maragall agrega que los siguientes pasos deben ser hacer que los biomarcadores sean más accesibles y mejores y que tenga sentido hacer un cribado poblacional.

«Aunque la Agencia Europea del Medicamento apruebe el lecanemab, aún no tiene sentido hacer grandes cribados con biomarcadores porque este medicamento, por ahora, funciona una vez aparecen los primeros síntomas del alzhéimer. Hace falta que primero se aprueben medicamentos preventivos», insiste.

Sin embargo, Navarro apunta que este fármaco ya aprobado «se encuentra en ensayos clínicos con hipótesis de partida de que no solo frena la enfermedad, sino que puede retrasar la aparición del alzhéimer antes de que aparezca».

Preguntado sobre el futuro de la investigación de esta enfermedad, el también director del BBRC sostiene que hay que ser «optimistamente prudentes», porque la ciencia «funciona siempre, pero con ritmos lentos».

«Hay motivos para un optimismo cauteloso, con fármacos que pueden frenar el avance de la enfermedad y está habiendo mucha investigación. En algún momento habrá alguna terapia para tratar a personas con riesgo de padecer alzhéimer, pero para eso aún hacen falta mucha inversión y recursos», concluye Navarro.

16 junio 2024|Fuente: EFE |Tomado de la Selección Temática sobre Medicina de Prensa Latina. Copyright 2023. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.|Noticia

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