oct
5
La actividad física modifica la microbiota intestinal en personas mayores con obesidad y síndrome metabólico, según ha demostrado un estudio llevado a cabo por investigadores del Instituto de Investigación Biomédica (Ibima Plataforma Bionand) y el Hospital Virgen de la Victoria de Málaga.
Los hallazgos, publicados en la revista Biology of Sport, han concluido que la actividad física regular, combinada con una dieta mediterránea, produce cambios significativos en la microbiota intestinal, lo cual podría tener beneficios en personas mayores con obesidad y síndrome metabólico.
Los resultados destacan el impacto positivo que los cambios en el estilo de vida pueden tener en la salud intestinal y general de la población envejecida.
El estudio, que forma parte del proyecto Predimed-Plus -sobre el impacto del estilo de vida en la prevención de enfermedades cardiovasculares-, incluyó a 297 participantes de los nodos de Málaga y Reus, de entre 55 y 75 años, todos con sobrepeso u obesidad y diagnosticados con síndrome metabólico.
Durante un año, los investigadores monitorizaron la actividad física, la dieta y los cambios en la composición de la microbiota intestinal de los participantes.
Gracias al desarrollo de este estudio, aquellos que aumentaron significativamente su actividad física, mostraron alteraciones positivas en su microbiota, incluido el aumento de bacterias beneficiosas como Sutterella y Lachnospira, y una disminución de Collinsella, asociada a niveles elevados de colesterol LDL.
La primera autora del estudio, Patricia Ruiz Limón, ha señalado que este trabajo pone de manifiesto «cómo la actividad física puede actuar como un modulador clave de la microbiota intestinal», lo que «abre una nueva ventana para comprender mejor su papel en la prevención de enfermedades metabólicas».
«Estos resultados nos permiten avanzar en el diseño de intervenciones más personalizadas para mejorar la salud de las personas mayores», ha afirmado la investigadora.
Por su parte, el director científico de Ibima y jefe de servicio de Endocrinología y Nutrición en el Hospital Virgen de la Victoria, Francisco J. Tinahones, ha agregado que «es muy relevante que en este estudio se haya profundizado más allá de la actividad física, la reducción de peso o la mejora del control glucémico».
«Ahora podemos asociar claramente que el ejercicio físico tiene influencia directa en la microbiota intestinal», ha manifestado Tinahones, que ha incidido en que se trata de «un vínculo que podría ser fundamental a la hora de tratar el síndrome metabólico en personas mayores».
Otra de las coautoras del estudio es la investigadora Isabel Moreno, quien ha apuntado que «este hito marca el camino a seguir de futuros estudios» encaminados a destacar el potencial que tiene el estudio de la microbiota con otros factores como la actividad física para «acercar el análisis de este tipo de bacterias» y dirigirlas hacia terapias «más personalizadas».
02 octubre 2024|Fuente: EFE |Tomado de la Selección Temática sobre Medicina de Prensa Latina. Copyright 2024. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.|Noticia
sep
25
Especialistas de la Universidad de Granada, el Instituto de Investigación Biosanitaria de Granada (IBS Granada) y el Instituto de Investigación Biomédica de Málaga (Ibima) han presentado un estudio que analiza la relación entre la fuerza muscular y la salud mental en adultos mayores cognitivamente sanos.
El trabajo incluye noventa adultos mayores (el 57 % mujeres) y ofrece nuevas perspectivas sobre cómo la condición física puede influir en el bienestar psicológico de las personas mayores, ha informado este martes el Ibima en un comunicado.
El estudio, publicado en la revista International Journal of Clinical and Health Psychology, se centró en evaluar la fuerza muscular a través de varias pruebas, como la fuerza de agarre manual, sentadillas y ejercicios de extensión de codo y rodilla, así como mediante indicadores percibidos como la Escala Internacional de Aptitud Física (IFIS).
Además, se evaluaron diversos aspectos de la salud mental, incluyendo la ansiedad, la depresión, el estrés, la soledad, la satisfacción con la vida, la autoestima y el bienestar emocional.
Una de las investigadoras, María Rodríguez, ha señalado que los resultados «indican que existe una asociación significativa entre la fuerza de agarre y la autoestima, así como entre la fuerza percibida y los síntomas depresivos».
Además, ha incidido en que «los hallazgos en este estudio subrayan la importancia de mantener una buena fuerza muscular no solo para la salud física, sino también para el bienestar mental en la tercera edad».
Otro investigador, Darío Bellón, ha recordado la relevancia de estos resultados para la práctica clínica, ya que «la identificación de la fuerza muscular como un factor modificable puede abrir nuevas vías para la intervención y prevención de problemas de salud mental en adultos mayores, reforzando la necesidad de promover programas de ejercicio físico adaptados a esta población».
Este estudio forma parte del ensayo aleatorizado controlado AGUEDA (Active Gains in brain Using Exercise During Aging).
AGUEDA ha desarrollado una intervención de fuerza muscular de seis meses de duración para examinar si las mejoras en fuerza muscular tras el programa de ejercicio producen mejoras en la salud mental y cognitiva en adultos mayores, e identificar los mecanismos de acción que subyacen a estas mejoras.
24 septiembre 2024|Fuente: EFE |Tomado de la Selección Temática sobre Medicina de Prensa Latina. Copyright 2024. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.|Noticia
may
6
Mantener la actividad física y relacionarse socialmente pueden ser factores hoy determinantes para un envejecimiento cerebral saludable, señala un estudio publicado en la revista Journal of Neuroscience.
De acuerdo con los expertos que estudiaron a los llamados «superancianos» (mayores de 80 años) que mantienen una memoria sana, sus cerebros presentan menos atrofia que los de sus pares.
Ello puede deberse a varios factores como comer sano, mantenerse físicamente activo, dormir lo suficiente y conservar las relaciones sociales; pero también los superancianos probablemente tengan alguna predisposición afortunada o algún mecanismo de resistencia en el cerebro a nivel molecular posiblemente relacionado con sus genes, añade el texto.
Para llegar a esas conclusiones, científicos de la Universidad de Chicago analizaron 119 octogenarios españoles: 64 superancianos y 55 adultos mayores con capacidades de memoria normales para su edad.
Les aplicaron pruebas para evaluar su memoria; sus habilidades motrices y verbales, así como escáneres cerebrales, análisis de sangre, además de responder a preguntas sobre su estilo de vida o comportamiento.
De esta forma, descubrieron que los superancianos tenían más volumen en zonas del cerebro importantes para la memoria, sobre todo el hipocampo y la corteza entorrinal.
Por otro lado, los octogenarios con buena memoria también conservaban mejor la conectividad entre las regiones de la parte frontal del cerebro implicadas en la cognición; y mostraron señales mínimas de la enfermedad de Alzheimer en sus cerebros.
«Los ancianos no reportaron hacer más ejercicio a su edad actual que los adultos mayores típicos, pero eran más activos a mediana edad», señala el estudio.
04 mayo 2024|Fuente: Prensa Latina |Tomado de |Noticia
abr
29
El Ministro de Salud y Bienestar de Jamaica, Christopher Tufton, instó hoy a realizar más actividades físicas al aire libre a todos los jamaicanos, pero especialmente a los infantes.
Tufton pidió a los padres y tutores que alienten a los niños a pasar menos tiempo con sus dispositivos electrónicos.
«Un teléfono inteligente, las películas de guardia y Netflix, combinados con la tecnología y los snacks (alimentos para meriendas) procesados, que se consiguen en el supermercado, incitan a los jóvenes a pasar más tiempo comiendo y mirando o participando con los dedos en el teléfono inteligente que saliendo a jugar con sus amigos e interactuando con ellos», explicó.
«Usted debe hacer que su sangre fluya y su corazón lata para tener un estilo de vida más saludable», añadió Tufton durante un evento escolar, reporta The Jamaica Observer.
Advirtió a su audiencia, compuesta principalmente por estudiantes de escuelas de la Quinta Región (Manchester y St Elizabeth), que la inactividad física es un factor de riesgo de enfermedades no transmisibles.
«Como resultado, muchos de nuestros jóvenes sufren enfermedades relacionadas con su estilo de vida. He visto niños en la escuela secundaria que tienen diabetes. He visto niños en la escuela secundaria que incluso tienen presión arterial alta en algunos casos, obesidad y sobrepeso», argumentó.
«Todas estas cosas los afectarán en los años venideros, por lo que, si bien es posible que ahora no se sientan amenazados, como padres, tutores, maestros y administradores, debemos hacer más para alentar a sus hijos a salir de los teléfonos inteligentes y de Internet. Volvamos al estilo de vida básico», recomendó.
Recordó sus días como estudiante en Manchester High e insistió en que las actividades al aire libre eran cruciales y divertidas.
«Anime a sus hijos a salir del aula durante el tiempo de juego y salir a jugar. Cualquier cosa que jueguen, siempre y cuando sea saludable, también será buena para ellos en términos académicos», afirmó.
Por su parte, la ministra de Educación y Juventud, Marsha Smith, también animó a los estudiantes a participar en actividades físicas.
27 abril 2024|Fuente: Prensa Latina |Tomado de la Selección Temática sobre Medicina de Prensa Latina. Copyright 2023. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.|Noticia
mar
30
La actividad física en la enfermedad de Parkinson: identificación de los responsables de su prescripción, hábitos e impacto en la calidad de vida, y de la gravedad de la enfermedad
La actividad física (AF) beneficia la salud de las personas con enfermedad de Parkinson (EP) a corto y largo plazo. La evidencia destaca la importancia de la AF como terapia coadyuvante en la EP, y se aconseja a los profesionales de la salud que tratan a pacientes recién diagnosticados informar sobre esos beneficios y fomentar la participación en programas de ejercicio específicos para la EP.
Las personas con EP muestran bajos niveles de AF y comportamientos sedentarios prolongados, lo que puede afectar negativamente a la evolución clínica de la enfermedad. En consecuencia, es fundamental identificar y desarrollar procedimientos específicos para aumentar los niveles de AF en esta población.
Para lograr este objetivo, la investigación científica se ha centrado principalmente en identificar barreras de la AF entre pacientes con EP; sin embargo, hay escasa investigación sobre otros factores relevantes relacionados con el comportamiento de la AF. Por ejemplo, falta conocimiento sobre el comportamiento de la AF antes del diagnóstico en personas con EP, lo cual puede ser útil para comprender su participación en la AF. De manera similar, se necesitan estudios adicionales para investigar la relación entre los niveles de AF y factores como la calidad de vida (CV) o el nivel de deterioro.
Además, es interesante determinar quién prescribe AF a personas con EP y a quién pueden acudir para obtener asesoramiento sobre AF. Se espera que los neurólogos proporcionen pautas personalizadas de AF para pacientes con EP después de identificar sus barreras y motivaciones. No obstante, los profesionales no neurólogos también pueden ofrecer un diagnóstico, tratamiento inicial, y manejo regular y oportuno de la EP, especialmente en el ámbito del ejercicio clínico, en el que las pautas de AF para poblaciones con EP carecen de consenso en cuanto a conceptualización y desarrollo.
Es crucial investigar las creencias de las personas con EP con respecto a los beneficios de la AF y los programas de ejercicio, así como las calificaciones de quienes prescriben o supervisan el entrenamiento, ya que estos factores pueden afectar significativamente a la participación en la AF.
El estudio tuvo como objetivo principal investigar el comportamiento de la AF en personas con EP y, posteriormente, evaluar la influencia de la gravedad de la enfermedad, la CV y las creencias sobre la AF en la prevalencia de la AF. Además, buscó identificar a los profesionales de la salud que proporcionan información sobre la AF y desarrollan prescripciones de AF para pacientes con EP.
Ver artículo: Suárez Iglesias D, Diz JC, Bidaurrazaga Letona I, Ayán C. La actividad física en la enfermedad de Parkinson: identificación de los responsables de su prescripción, hábitos e impacto en la calidad de vida, y de la gravedad de la enfermedad. Rev Neuro[Internet].l 2024[citado 29 mar 2024];78:139-146] PMID: 38482701 DOI: https://doi.org/10.33588/rn.7806.2023211
16 marzo 2024| Fuente:Neurología.com
mar
18
¿Las asociaciones de los pasos diarios con la mortalidad y la incidencia de enfermedades cardiovasculares difieren según los niveles de tiempo sedentario? Un estudio de cohorte basado en dispositivos.
Este estudio tiene como objetivo examinar las asociaciones del recuento de pasos diarios con la mortalidad por todas las causas y la incidencia de enfermedades cardiovasculares (ECV) según los niveles de tiempo sedentario y determinar si el número mínimo y óptimo de pasos diarios se modifica con un tiempo sedentario elevado.
Utilizando datos del Biobanco del Reino Unido, se realizó un análisis prospectivo de dosis-respuesta del total de pasos diarios durante el tiempo sedentario bajo (<10,5 horas/día) y alto (≥10,5 horas/día) (según lo definido por el punto de inflexión del tiempo sedentario ajustado). riesgo absoluto de tiempo sedentario con los dos resultados). La mortalidad y la incidencia de ECV se determinaron hasta el 31 de octubre de 2021.
Resultados
Entre 72.174 participantes (edad = 61,1 ± 7,8 años), se produjeron 1.633 muertes y 6.190 eventos de ECV durante 6,9 (± 0,8) años de seguimiento. En comparación con los 2.200 pasos/día de referencia (percentil 5), la dosis óptima (nadir de la curva) para la mortalidad por todas las causas osciló entre 9.000 y 10.500 pasos/día para niveles altos (HR (IC del 95 %) = 0,61 (0,51 a 0,73) y tiempo sedentario bajo (0,69 (0,52 a 0,92).
Para las enfermedades cardiovasculares (ECV) incidentes, hubo un gradiente sutil de asociación por nivel de tiempo sedentario, observándose el riesgo más bajo aproximadamente 9700 pasos/día para tiempo sedentario alto (0,79 (0,72 a 0,86)) y bajo (0,71 (0,61 a 0,83).
La dosis mínima (pasos/día asociada con el 50% de la dosis óptima) de pasos diarios estuvo entre 4.000 y 4.500 pasos/día en los grupos de tiempo sedentario para la mortalidad por todas las causas y la incidencia de ECV.
Cualquier cantidad de pasos diarios por encima de los 2200 pasos/día de referencia se asoció con una menor mortalidad y riesgo de incidencia de enfermedades cardiovasculares (ECV), tanto para el tiempo de sedentarismo bajo como para el alto.
Acumular entre 9.000 y 10.500 pasos/día se asoció con el menor riesgo de mortalidad independientemente del tiempo de sedentarismo.
Para un número aproximadamente equivalente de pasos/día, el riesgo de sufrir ECV fue menor durante un tiempo sedentario bajo en comparación con un tiempo sedentario alto.
Ver artículo: Ahmadi MN, Rezende LF, Ferrari G, Pozo Cruz B Del, Min Lee I, ¿Stamatakis E. Do the associations of daily steps with mortality and incident cardiovascular disease differ by sedentary time levels? A device-based cohort study. Br J Sports Med[Internet]. 2024[citado 8 mar 2024];58(5):261-268. doi: 10.1136/bjsports-2023-107221.
18 marzo 2024|Fuente: IntraMed| tomado de| noticias