vacunasUna investigación reciente ha demostrado que es posible frenar la respuesta inmunitaria causante de la enfermedad encefalitis experimental autoinmune en ratones, un modelo de estudio equivalente a la esclerosis múltiple humana.

Este prometedor avance se ha conseguido mediante una técnica denominada “vacunación inversa”. Intuitivamente, el término parece indicarnos que la vacuna induce un efecto que revierte algo, y así es. Analicémoslo en detalle.

Distintos tipos de vacunas según su uso

La vacunación es un procedimiento por el cual se introducen en nuestro organismo partes de un microorganismo patógeno (denominado antígeno), como una proteína o incluso un fragmento de ella. Puede insertarse directamente o en forma de ARN, como ocurre con las fórmulas de Pzifer-BioNtech y Moderna contra la covid-19.

Además, las vacunas contienen otros componentes (adyuvantes) destinados a potenciar la respuesta inmunitaria. Así se logra un efecto preventivo, pues preparan al sistema inmunitario frente a la posible infección con dicho patógeno. La mayoría de vacunas no evitan la infección, pero sí ayudan significativamente al sistema inmunitario a combatir mejor al agente infeccioso. Estas serían las denominadas vacunas profilácticas: nos protegen antes de la infección.

Nuestra misión es compartir el conocimiento y enriquecer el debate.

También existen las vacunas terapéuticas, cuyo fin es preparar al sistema inmunitario para responder mejor frente a un patógeno determinado cuando ya estamos infectados por el mismo. Por ejemplo, se han intentado desarrollar este tipo de vacunas frente al virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), para tratar a los individuos crónicamente infectados. Con ellas se pretende “reavivar” la respuesta inmunitaria contra el virus.

Más recientemente, se ha comenzado a usar el término “vacuna” en otros contextos, aplicado a los procedimientos que ayuden a nuestro sistema inmunitario a combatir las enfermedades, bien sean producidas por patógenos o por alteraciones del equilibrio (homeostasis) del organismo. Por ello hoy en día se habla también de vacunas contra el cáncer, que en realidad son una forma de potenciación del sistema inmune (inmunoterapia).

Y por si fuera poco, ahora surge el concepto de vacunación inversa para tratar las enfermedades autoinmunes.

Así actúan las vacunas inversas

Este término y su uso en el tratamiento de las enfermedades autoinmunes surgió en 2010. Su objetivo es apagar o revertir la respuesta inmunitaria frente a los autoantígenos, antígenos de nuestro propio organismo frente a los cuales se desata una respuesta inmunitaria no deseada y dañina. Una manera de conseguirlo sería que la vacuna induzca tolerancia inmunitaria, es decir, “señal de reconocer pero no actuar”.

La idea parte de la suposición de que se puede lograr la tolerancia haciendo que el autoantígeno introducido en la vacuna, adecuadamente modificado, sea procesado en el hígado. Y así ha sido.

En el nuevo estudio, los investigadores modificaron el autoantígeno con un azúcar (N-acetilgalactosamina) unido a un conector. Como autoantígeno propiamente dicho usaron una proteína de mielina, la capa que envuelve los nervios y es destruida por la acción del sistema inmunitario en la esclerosis múltiple.

La “dulce señal” hace que el antígeno sea captado por ciertas células del hígado, que lo muestran o presentan a los linfocitos. Pero dicha señal también funciona como una marca de “no ataque”.

El efecto obtenido se debe a varios mecanismos. Entre ellos, al agotamiento y la anergia (no respuesta) de los linfocitos específicos para destruir a ese antígeno, que producen una falta de reacción tras reconocer al supuesto enemigo. Paralelamente se observó un aumento de moléculas de superficie de los linfocitos con función supresora (PD-1, Lag-3 y CTLA4).

Los autores de la investigación fueron más allá. En otro modelo de primates infectados con el virus de inmunodeficiencia en simios (VIS, equivalente al VIH), vacunados previamente, revirtieron la respuesta inmunitaria de la vacuna frente a la proteína Nef del patógeno. Lo interesante es que también detectaron la aparición de linfocitos reguladores (Treg), que actúan frenando la reacción de otras células inmunitarias contra el antígeno.

Aunque existen estudios similares, como el realizado con la artritis reumatoide, este ha sido uno de los que más claramente ha demostrado que se puede poner freno a una respuesta inmunitaria específica de un antígeno o autoantígeno ya iniciada.

Ventana a la esperanza para otras enfermedades autoinmunes

La ventaja frente al tratamiento con fármacos tradicionales, como los corticoides, consiste en que solo se suprime la respuesta frente a un autoantígeno concreto, sin bloquear el resto de las acciones del sistema inmunitario. De esta forma se evita la inmunosupresión generalizada, que conlleva mayor riesgo de infecciones y cáncer, así como otros efectos secundarios. Además, se originan un tipo de linfocitos (Treg memoria) que garantizan la permanencia de la respuesta en el tiempo.

Basándose en los nuevos hallazgos, ya se han puesto en marcha sendos estudios clínicos para tratar la enfermedad celíaca y la esclerosis múltiple.

La limitación de esta estrategia es que para poder tratar cualquier enfermedad autoinmune (y existen aproximadamente 80 descritas) se debe conocer el autoantígeno fundamental implicado en la patología, y no siempre es el caso. La solución es promover más investigación básica sobre los mecanismos moleculares de las enfermedades autoinmunes, para que avances como la vacuna inversa sean plenamente efectivos.

Referencia

Tremain AC, Wallace RP, Lorentz KM, Thornley TB, Antane JT, Raczy MR, et al. Synthetically glycosylated antigens for the antigen-specific suppression of established immune responses. Nat Biomed Eng[Internet]. 2023[citado 7 nov 2023];7(9):1142-1155. doi: 10.1038/s41551-023-01086-2. Epub 2023 Sep 7. PMID: 37679570.

9 noviembre 2023 | Fuente: The conversation

noviembre 9, 2023 | gleidishurtado | Filed under: Ciencia, Enfermedad autoinmune, Inmunología, Vacuna | Etiquetas: , , |

celulas inmunitariasPara defendernos adecuadamente de cualquier patógeno que pueda entrar en nuestro organismo, las células del sistema inmunitario deben estar en continuo movimiento, de manera que ejerzan una labor de vigilancia hasta en los más recónditos lugares de nuestro cuerpo. Las células de la inmunidad inespecífica (granulocitos, macrófagos, células dendríticas, células NK y mastocitos, entre otras) tienen una distribución muy dispersa, pero las células de la inmunidad específica se encuentran sobre todo en los órganos inmunitarios secundarios, en los que se va a producir la presentación del antígeno y la estimulación de los linfocitos capaces de reconocerlo.

El carácter disperso del sistema inmunitario plantea tres interesantes incógnitas muy difíciles de resolver: cuántas células inmunitarias tenemos, cuántas tenemos exactamente en cada órgano y cuánto es su peso total.

Un interesante estudio recién publicado trata de responder a estas preguntas. Como contar una a una las células es completamente imposible, los autores han usado una triple estrategia.

En primer lugar, han realizado una extensa revisión bibliográfica, recabando todos los datos disponibles referidos a la presencia de células inmunitarias en los tejidos. En concreto, trataron de recopilar las distintas densidades celulares, es decir, el número de células por gramo de tejido, además de datos histológicos.

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En segundo lugar, emplearon imágenes de células en canales múltiples, una nueva tecnología que permite identificar muchos biomarcadores de manera simultánea. Eso permite reconocer tejidos y fenotipos celulares complejos.

Y, en tercer lugar, echaron mano de la de convolución basada en patrones de metilación. Aunque el nombre puede parecer rocambolesco, la de convolución celular consiste en estimar, mediante técnicas computacionales, la proporción de células que existe en un tejido concreto. Como cada célula tiene un patrón de metilación característico, la combinación de ambas técnicas permite identificar las diferentes subpoblaciones celulares presentes en una muestra.

Nuestro sistema inmune tiene 1,8 billones de células

El uso y la validación cruzada de estas tres técnicas ha permitido a los autores llegar a la conclusión de que una persona prototípica –eso sí, varón de 20-30 años, 176 cm de estatura y 73 kg de peso– tiene un total de 1,8×10¹² células. Es decir, casi dos billones (según la nomenclatura española) de células. Son muchas, especialmente si tenemos en cuenta que los tejidos muscular y adiposo constituyen el 75 % del total de la masa corporal pero que, al tratarse de células muy grandes, solo representan el 0,2 % de todas las células de nuestro organismo.

La mayoría de las células inmunitarias se ubican en dos lugares: la médula ósea y el tejido linfático. La médula ósea contiene un 40 % de esa astronómica cantidad total de células –en un 80 %, neutrófilos–. En el tejido linfático se ubica el 39 % de las células inmunes, con un importante predominio de linfocitos. La piel, los pulmones y el tracto gastrointestinal albergan, cada uno de ellos, un modesto 3 % del total.

Distribución de las células inmunitarias en el cuerpo humano. Estimaciones de las poblaciones de células inmunitarias por tipo de célula y tejido agrupadas por tejidos y sistemas primarios. GI significa tracto gastrointestinal. PNAS, CC BY-NC-ND.

Los macrófagos, que tienen una escasa representación en muchos tejidos, se acumulan en el hígado, donde representan el 70 % de las células inmunitarias de este órgano. También residen aquí un 30% de todas las células NK. De ahí se deduce que el hígado juega un importante papel en la respuesta inmunitaria, en especial en lo que se refiere a la eliminación de antígenos que han entrado por vía digestiva.

Si el sistema inmunitario fuese un órgano sólido pesaría más de un kilo

El estudio ofrece algunos descubrimientos sorprendentes. Por ejemplo, que si el sistema inmunitario fuese un órgano sólido pesaría 1.2 kg. O, lo que es lo mismo, tendría casi el mismo peso del hígado, considerado el órgano más grande y pesado.

De esos 1.2 kilos, los macrófagos, que representan apenas el 15 % del total de células inmunitarias, pesarían 600 gramos. Y las aún más escasas células dendríticas pesarían otros 100 gramos más. ¿Por qué? Pues debido al gran tamaño de estos dos tipos de células, que se contrapone al de los pequeños linfocitos, que a pesar de su elevado número solo representarían menos de 200 gramos en su conjunto. La masa de células inmunitarias contenidas en la médula ósea y el tejido linfático es la más relevante de todas (30 % y 27 % del total, respectivamente).

No obstante, la mayor sorpresa está relacionada con el tracto gastrointestinal. A diferencia de lo que se pensaba, aquí solo se ubica un 3 % del total de células inmunitarias, muchas menos de las esperadas. Y resulta también sorprendente que en el digestivo se acumulen alrededor de un 70 % de las células plasmáticas totales, que son las productoras de anticuerpos.

Mirando al futuro

Este estudio es relevante porque combina múltiples aproximaciones para resolver problemas que no permiten un abordaje directo, y que podría ser de interés para determinar el número de células pertenecientes a otros linajes.

Lo que es más importante aún, al ofrecernos una distribución global de las células del sistema inmunitario puede ayudarnos a entender mejor su organización global y, por tanto, cómo modularlo para diseñar terapias innovadoras.

Sender R, Weiss Y, Navon Y, Milo I, Azulay N, Keren L, et al.  The total mass, number, and distribution of immune cells in the human body. PNAS[Internet]2023[citado 23 oct 2023];120 (44): e2308511120. https://doi.org/10.1073/pnas.2308511120.

25 octubre 2023 | Fuente:  Conversación

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La compañía japonesa Takeda anuncia que los centros de vacunación internacional españoles disponen ya de su vacuna Qdenga, aprobada para la prevención de la enfermedad del dengue causada por cualquier serotipo en personas a partir de los cuatro años.

Es la primera vacuna contra esta enfermedad que puede utilizarse en individuos independientemente de su exposición previa al virus del dengue y sin necesidad de pruebas previas a la vacunación.

Esta enfermedad tiene la peculiaridad de comportarse de forma más agresiva en segundas infecciones por nuevos serotipos. Por este motivo, la compañía señala que «el gran reto» ha sido «garantizar la eficacia y seguridad en personas con o sin infección previa».

Qdenga está basada en un virus vivo atenuado del serotipo 2 del dengue, que proporciona la columna vertebral genética de los cuatro serotipos del virus del dengue y está diseñada para proteger contra cualquiera de ellos. Se administra por vía subcutánea en una dosis de 0,5 ml en un programa de dos dosis (0 y 3 meses).

El dengue es una enfermedad vírica transmitida por mosquitos que se encuentra entre las 10 amenazas para la salud pública mundial, según la OMS. Con prevalencia en más de 125 países, este virus provoca cada año 390 millones de infecciones y 500.000 hospitalizaciones en todo el mundo, y es la segunda causa de fiebre más diagnosticada en los viajeros que regresan a Europa desde países endémicos.

Agustín Benito, presidente de la Sociedad Española de Medicina Tropical y Salud Internacional, explica que la nueva vacuna ha despertado grandes expectativas: «Gracias a la investigación disponemos de una nueva estrategia para prevenir el dengue, una vacuna que ha demostrado una eficacia global para impedir casos clínicos de la enfermedad de hasta en un 80%».

Ensayo ‘Tides’

La aprobación de la vacuna se basa en los resultados obtenidos en el ensayo fase III Estudio de Eficacia de la Inmunización Tetravalente contra el Dengue (Tides), en el que participaron más de 20.000 niños y adolescentes sanos de entre 4 y 16 años de edad que vivían en zonas endémicas de Asia y América Latina.

El estudio alcanzó su objetivo primario de eficacia global de la vacuna contra el dengue confirmado virológicamente con una eficacia del 80,2% a los 12 meses de seguimiento. El resultado de eficacia global en la prevención de la hospitalización por fiebre contra el dengue confirmado virológicamente fue del 90,4%.

A lo largo de cuatro años y medio (54 meses después de la segunda dosis), la vacuna demostró una eficacia global sostenida del 61,2% y del 84,1% frente a las hospitalizaciones por dengue.

Hasta la fecha, esta vacuna ha sido en general bien tolerada, sin indicios de potenciación de la enfermedad en los receptores de la vacuna y sin que se hayan identificado riesgos de seguridad importantes en el ensayo Tides.

«Es una satisfacción para Takeda poner a disposición de la población de España una nueva vacuna que permitirá a los viajeros que se trasladan a zonas endémicas de dengue contar con una medida preventiva para una de las enfermedades infecciosas que amenazan la salud del viajero», señala Carmen Montoto, directora médica de Takeda en España.

«Nuestra vacuna supone un cambio de paradigma en las estrategias de prevención frente a esta enfermedad porque se trata de la primera vacuna eficaz frente al dengue que no precisa de análisis previos para determinar si ya se ha pasado la enfermedad», asegura la portavoz del laboratorio.

Mayo 17/2023 (Diario Médico) – Tomado de Empresas – Reduce en un 84% las hospitalizaciones por dengue a los 4 años y medio  Copyright Junio 2018 Unidad Editorial Revistas, S.L.U.

 

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Hace cuatro años un grupo de investigadores encontró a una mujer que podría tener la llave contra la demencia más común en el mundo, el alzhéimer. Aquella huella genética se suma ahora a otra que han hallado en un hombre de 67 años y que servirá como nueva pista con la enfermedad que afecta a más de 38 millones de personas en todo el mundo.

En esta ocasión, la pieza del puzle que porta el hombre está en el gen RELN, H3447R (denominado Reelin-Colbos por el estudio de investigación de biomarcadores de Colombia-Boston), que codifica la proteína de señalización reelina, clave en las principales alteraciones cognitivas y bioquímicas de las demencias relacionadas con la proteína tau. En el caso de la mujer, el misterio se está en una mutación rara en el gen APOE3, uno de los responsables del desarrollo de la neurodegeneración, que actúa como freno frente a la aparición de los síntomas asociados con la enfermedad de Alzheimer. «Hemos caracterizado el segundo caso del mundo en el que hemos comprobado la resiliencia frente la enfermedad de Alzheimer autosómica dominante (ADAD)», explican los autores en Nature.

El equipo de investigación que ha dado con el varón y la nueva mutación es el mismo que encontró a la mujer. El grupo multidisciplinar de la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard, Centro Médico Universitario de Hamburgo-Eppendorf y el Grupo de Neurociencias de la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia en Medellín (Colombia) llevan décadas resolviendo el rompecabezas de las mutaciones genéticas que causan Alzheimer entre los habitantes emparentados en una región rural de Antioquía y que provocan la aparición de síntomas a edades muy tempranas.

Para poner en contexto ambos casos, Joseph F. Arboleda-Velasquez, uno de los autores y profesor asociado Facultad de Medicina de Harvard, explica a El Mundo que «si en la mujer protegida la mutación estaba en el gen APOE, ahora en el varón la mutación se encuentra en el gen Reelin». Y continúa aportando detalles de las diferencias en cada caso. «En ella, la mutación de APOE se denominó Christchurch, las pruebas mostraban un cerebro que tenía muchas placas de amiloide, pero poca acumulación de tau, otra proteína que también resulta importante para en el alzhéimer. En el hombre se ha observado, además, una elevada presencia de ambas proteínas, tanto amiloide como tau, lo cual indica que es posible estar protegido incluso cuando la patología clínica de alzhéimer es alta».

La ADAD es una forma hereditaria rara de la demencia y que está más comúnmente causada por mutaciones específicas en el gen PSEN1-E280A que codifica la proteína transmembrana presenilina 1. «Se caracteriza por la aparición temprana de deterioro cognitivo, como déficits de memoria, a una edad temprana, típicamente a los 40-50 años de edad», explican los investigadores.

En la publicación se pone en contexto la situación del hombre frente a la de su hermana que sí que desarrolló la sintomatología clínica del alzhéimer y terminó falleciendo a los 73 años, con un cúmulo de patologías asociadas, tras iniciar la demencia a los 61 años. Ambos compartían la mutación PSEN1-E280A con la variante Reelin. Ella también presentó un retraso en la edad de inicio del deterioro cognitivo, aunque con una protección menor en comparación con su hermano y una enfermedad en etapa terminal prolongada. «La hermana tenía antecedentes de una lesión grave en la cabeza, que requirió cirugía reconstructiva, así como antecedentes de depresión e hipotiroidismo. Estos factores pueden haber tenido un impacto en su perfil clínico y deben tenerse en cuenta al evaluar su fenotipo», puntualizan en las conclusiones los autores.

Los investigadores explican que compararon al varón con la mujer, los dos con ADAD tardía. «Ambas personas mostraron una patología amiloide generalizada y considerable en el cerebro, que es un sello patológico de la enfermedad de Alzheimer». Y apuntan las diferencias encontradas: «Sin embargo, hubo una agregación limitada de tau (una proteína estabilizadora de microtúbulos en el cerebro) en la corteza entorrinal, una región del cerebro que se ve afectada característicamente en las primeras etapas clínicas de la enfermedad de Alzheimer».

Para verificar qué sucedía los autores realizaron la secuenciación genética y encontraron que el varón albergaba un tipo diferente de mutación: una nueva variante rara de RELN (H3447R denominada Reelin-COLBOS). Los investigadores detallan los complejos procesos que sirven para explicar la resistencia al desarrollo de las manifestaciones de la neurodegeneración que «esta mutación da como resultado un ligando RELN, una molécula de unión, que puede ser más eficaz para limitar la agregación de tau, pero para lo que se necesita más investigación». Las proteínas APOE y Reelina involucradas en la protección de estos individuos funcionan como ligandos de receptores celulares comunes y los autores apuntan que esto podría sugerir un mecanismo común para la resistencia al Alzheimer.

¿Cómo se podría saber si uno tiene estos genes del alzhéimer? 

Con estos descubrimientos cabe especular si habrá más personas que cumplan estos rasgos y si habría posibilidad de plantear cribado para encontrarlas. «Mientras que sí resulta sencillo realmente llevar a cabo los estudios genéticos para buscar la variante, sin embargo, estamos ante una mutación muy rara. Por lo que lo más seguro es que se encontrará en pocos pacientes», lamenta Arboleda-Velasquez.

Pese a ello, el investigador de Harvard subraya la participación de la comunidad estudiada. «Es importante reconocer la contribución de los pacientes que con mucho sacrificio participan de los estudios clínicos y genéticos. Ellos son los héroes de este descubrimiento».

Una puerta a nuevas terapias contra el alzhéimer 

Si bien en los últimos tiempos llegan buenas noticias en el tratamiento del alzhéimer, la caracterización de estas nuevas pistas genéticas puede suponer opciones a corto plazo. «Cada uno de estos pacientes abre la puerta a varias terapias. Estamos avanzando en el anticuerpo inspirado en el caso de Christchurch y también tenemos progresos en los abordajes inspiradas en el caso de Reelin», detalla Arboleda-Velasquez.

En la actualidad, en EEUU ya está disponible Lecanemab para los pacientes. Se trata de un anticuerpo monoclonal desarrollado por la compañía japonesa Eisai y la estadounidense Biogen indicado para los pacientes que están en las etapas más tempranas de la enfermedad. El fármaco ha logrado reducir la tasa de deterioro cognitivo temprano en un 27% en comparación con un placebo.

Mayo 15/2023 (Diario Médico) – Tomado de Neurología – Estudio en ‘Nature’  Copyright Junio 2018 Unidad Editorial Revistas, S.L.U. Todos los derechos reservados.

 

inmunoterapia contra el cáncer1

Un tratamiento contra el cáncer que se enfoca en tumores sólidos y estimula el sistema inmunitario se ha mostrado seguro en humanos y se puede combinar con inmunoterapias aprobadas para mejorar sus efectos, según los resultados de un primer ensayo en humanos llevado sobre 115 pacientes con cánceres avanzados.

El régimen combinado también ha mostrado signos prometedores de activación inmunitaria, lo que podría mejorar potencialmente las respuestas al tratamiento en personas con cánceres metastásicos que normalmente no responden a la inmunoterapia, según los datos publicado en el último Science Translational Medicine.

Los anticuerpos anti-PD-L1 y otras inmunoterapias contra el cáncer funcionan activando las células T del sistema inmune que combaten el cáncer. Sin embargo, muchos pacientes no responden a las terapias con inhibidores de puntos de control inmunitarios, también llamados check-points, lo que pone de relieve la necesidad de desarrollar estrategias de tratamiento más eficaces.

Un enfoque potencial implica el uso de agentes coestimuladores, proteínas que añaden un ‘plus’ a los tratamientos de inmunoterapia, como el coordinado por especialistas del Cancer Center Clínica Universidad de Navarra, junto con la compañía farmacéutica Roche. Es un estudio pionero de inmunoterapia en pacientes con tumores sólidos avanzados, en el que se ha ensayado la nueva proteína de activación dirigida 4-1BB (RO7122290) usando otra proteína (FAP) como diana. Los resultados citados en la publicación anteriormente mencionada muestran su capacidad de estimular la respuesta inmune antitumoral en este tipo de tratamientos.

La molécula ensayada en pacientes es producto de las investigaciones del Centro de Innovación de Roche en sus sedes de Suiza, Reino Unido y Alemania, coordinadas por Pablo Umaña.

En el ensayo clínico participaron 115 pacientes que recibieron dosis semanales intravenosas de esta terapia como agente único o en combinación con atezolizumab en cinco hospitales españoles.

En el artículo se pone de manifiesto que actualmente más del 80% de los pacientes no responden adecuadamente o muestran resistencia a la inmunoterapia con anticuerpos monoclonales inmunomoduladores. Por ello, este equipo investigador ha activado el receptor 4-1BB como opción terapéutica, ya que su «actividad coestimuladora para la respuesta inmunitaria antitumoral constituye uno de los principales mecanismos en investigación para incrementar la eficacia de los tratamientos», señala Ignacio Melero, codirector de Inmunología e Inmunoterapia en la Clínica Universidad de Navarra y en el Cima de la misma universidad, que ha sido uno de los investigadores principales de este ensayo.

Aumentar las respuestas

La estimulación de este receptor en los pacientes ha mostrado una mayor proliferación de células T y una formación de memoria, longevidad y citotoxicidad de estas células, lo que aumenta la inmunidad antitumoral de estos pacientes.

En este primer estudio en fase clínica de escalada de dosis se ha evaluado la seguridad, tolerabilidad y actividad antitumoral preliminar en pacientes con tumores sólidos avanzados o metastásicos con resultados que han llevado a este agente biespecífico a ensayos fase 1b-2 actualmente en curso. Melero destaca, de hecho, que la portada de la publicación representa imágenes de microscopia que demuestran, en biopsias seriadas, «cómo el tratamiento incrementa muy notoriamente en los tumores la densidad de células inmunitarias con capacidad para destruirlo».

El investigador indica a Diario Médico que en este ensayo clínico se han probado tanto el agente nuevo biespecífico como la combinación de este con el anticuerpo anti-PD-L1 atezolizumab, observándose que ejerce «funciones que incrementan el infiltrado de linfocitos T intratumorales y su grado de activación en ambas circunstancias en un número limitado de pacientes tratados previamente con múltiples líneas. Se ha observado actividad de control del crecimiento tumoral y, en algunos casos, respuestas objetivas».

En este ensayo clínico, los investigadores han probado, por tanto, el agente coestimulador biespecífico llamado RO7122290, que reconoce la proteína de activación de fibroblastos-α (FAP) para atacar el tumor sólido y también funciona como un agonista 4-1BB para activar las células T. Han participado 115 pacientes con tumores avanzados o metastásicos, de los cuales 65 recibieron dosis semanales de RO7122290 y 50 recibieron el compuesto junto con el anticuerpo anti-PD-L1 aprobado atezolizumab.

Los ensayos, indica Melero, se han llevado a cabo en la población habitual de los ensayos fase 1: pacientes sin otra alternativa de tratamiento, todavía con buen estado general y, generalmente, después de haber recibido varias líneas terapéuticas a las que la enfermedad ha progresado. «Aún no está enfocado a un tipo de tratamiento de tumor, aspecto que precisamente constituye el objetivo de los ensayos fase 2 que es están realizando ahora».

Hace 25 años, el equipo ya demostró, en ensayos con ratón, que este receptor 4-1BB aumentaba la respuesta inmunitara frente al cáncer, hecho que en estos momentos se está explotando en distintas estrategias, sobre todo en combinación.

 

Mayo 11/2023 (Diario Médico) – Tomado de Oncología – Ensayo multicéntrico en ‘Science Translational Medicine’  Copyright Junio 2018 Unidad Editorial Revistas, S.L.U. Todos los derechos reservados.

 

cientifica en confinamiento

Los científicos están desentrañando el complejo misterio que subyace a cómo el sistema inmunitario monta una potente defensa contra uno de los asesinos más implacables del mundo: los parásitos mortales que causan la peor forma de malaria.

En dos estudios no relacionados entre sí, ambos publicados en Science Translational Medicine, los científicos llegaron a la misma conclusión: las células asesinas naturales del sistema inmunitario, que se encuentran entre los primeros respondedores críticos durante la proliferación del parásito, son clave para el control de la infección transmitida por mosquitos.

Como parte del estudio, los científicos de Kenia recurrieron a voluntarios adultos a los que se infectó intencionadamente, en condiciones clínicas estrictas, con la especie más mortífera del organismo causante de la malaria. La investigación, de gran alcance, evaluó la infección y la respuesta de las células asesinas naturales en los voluntarios.

En otra rama del estudio, el equipo examinó muestras de sangre de niños que residen en una región de Kenia donde la malaria es endémica. Y en una última parte de su investigación, los científicos analizaron los ataques de las células asesinas naturales a los parásitos de la malaria en placas de laboratorio.

En el segundo estudio, dirigido por científicos de California, un equipo internacional de investigadores identificó una población única de células asesinas naturales que surge en niños expuestos a la malaria en una región endémica de Uganda.

África es el continente más afectado del planeta por esta enfermedad transmitida por mosquitos, según la Organización Mundial de la Salud, que también destacó que la propagación de la malaria está impulsada por un portador muy eficaz, el mosquito Anopheles gambiae. Se trata de un mosquito nocturno que pica entre las 10 de la noche y las 4 de la madrugada, cuando la gente suele estar dormida y es poco probable que los aplasten.

Y lo que es peor, este mosquito es portador del parásito del paludismo más letal, el Plasmodium falciparum. Entre las cuatro especies de parásitos del paludismo que infectan al ser humano, el P. falciparum se asocia a una infección grave y una elevada mortalidad. El grupo más perjudicado es el de los niños menores de 5 años.

En 2019, el año más reciente para estadísticas completas, se estima que 386.000 personas murieron de malaria en África y 274.000 eran niños, según la OMS.

Tras años de intentos fallidos de desarrollo de vacunas, están surgiendo varias inmunizaciones y una desarrollada en el Reino Unido por la Universidad de Oxford y el gigante farmacéutico GlaxoSmithKline, ha sido aprobada en Ghana y Nigeria. La vacuna se diseñó para niños de entre cinco meses y tres años. Como parte de la nueva investigación en Kenia, se estudiaron catorce vacunas en fase de investigación para determinar su papel a la hora de provocar una respuesta de las células asesinas naturales.

«Las células asesinas naturales son potentes efectores inmunitarios», escribe Dennis Odera, autor principal de la investigación keniana, al describir los asesinos naturales, una clase de componentes del sistema inmunitario que atacan y eliminan las células infectadas. Los asesinos naturales se llaman así porque su principal especialidad es matar, una tarea mediada por potentes moléculas contenidas en los lisosomas de los asesinos. Estos cuerpos son orgánulos secretores escondidos dentro de los asesinos naturales que liberan compuestos agresivos. Estas sustancias químicas se liberan cuando los asesinos naturales se encuentran con sus objetivos mortales.

Odera y sus colegas observaron que las células asesinas naturales median en las respuestas inmunitarias contra Plasmodium falciparum utilizando múltiples funciones efectoras: Golpean al parásito con sustancias químicas agresivas y señalan el ataque de moléculas inflamatorias, que literalmente aumentan la temperatura, haciendo que las condiciones dentro del cuerpo sean difíciles para los organismos infecciosos.

Entender cómo responde el sistema inmunitario al P. falciparum ayuda a comprender mejor la compleja biología del organismo y su actividad en el torrente sanguíneo humano. Estudiar el organismo activo y sus encuentros con el sistema inmunitario humano aporta nuevos conocimientos para desarrollar la próxima generación de vacunas.

«Nueve de las 14 vacunas candidatas indujeron células asesinas naturales dependientes de anticuerpos», añadió Odera, refiriéndose a los anticuerpos que se desarrollaron en respuesta a la vacunación y que, a su vez, señalaron la actividad de las células asesinas naturales.

Hubo un componente de laboratorio en la investigación, que permitió a Odera y sus colegas observar las células asesinas naturales en acción: cómo responden a los merozoitos en cultivo. Lo que el equipo vio fue el equivalente biológico de la guerra química.

Las células asesinas naturales liberaban compuestos antimicrobianos mediante un proceso denominado degranulación. La molécula inflamatoria interferón-gamma subió la temperatura. Al liberar compuestos antimicrobianos y una avalancha de moléculas inflamatorias, como el interferón-gamma, Odera y sus colaboradores vieron cómo se podía impedir que los parásitos de la malaria siguieran invadiendo los glóbulos rojos.

En la parte del estudio dedicada a la infección controlada por paludismo en humanos, el equipo observó que los adultos keniatas que no desarrollaron fiebre albergaban mayores cantidades de células asesinas naturales dependientes de anticuerpos que los que necesitaron tratamiento. A continuación, el equipo examinó 293 muestras de niños que vivían en Junju y descubrió que las células asesinas naturales dependientes de anticuerpos aumentaban con la edad y se disparaban durante las infecciones por P. falciparum.

Un mayor número de células asesinas naturales dependientes de anticuerpos se correlacionaba con un menor riesgo de paludismo clínico y síntomas, lo que sugiere que las células asesinas naturales desempeñan un papel clave en el refuerzo de la inmunidad contra el paludismo.

Dirigido por investigadores de la Universidad de Stanford, el trabajo científico destaca cómo una población especial de células asesinas naturales favorece la capacidad del sistema inmunitario para proteger al organismo de los parásitos de la malaria. «Es probable que las células asesinas naturales desempeñen un papel importante en la inmunidad contra la malaria», afirma Maureen Ty, de Stanford, autora principal de un estudio en el que participaron investigadores de Uganda y Australia.

El eje de su investigación fue la identificación de un subconjunto atípico de células asesinas naturales, un grupo denominado CD56neg. Estas células se expanden durante exposiciones repetidas al parásito.

«Comprender los factores que impulsan la programación de este subconjunto único de células [asesinas naturales] ayudará a guiar la traslación terapéutica, incluida la mejora de la protección inducida por vacunas», concluyó Ty.

Puede acceder al enlace para seguir leyendo. El artículo está en inglés

Abril 27/2023 (MedicalXpress) – Tomado de Diseases, Conditions, Syndromes-Immunology  Copyright Medical Xpress 2011 – 2023 powered by Science X Network.

Traducción realizada con la versión gratuita del traductor www.DeepL.com/Translator

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