avionTodo el mundo está preparado para sufrir los efectos del jet lag cuando vuela a algún lugar lejano. Pero ¿hay algo más que deba preocuparnos? La respuesta es sí.

Independientemente de si viajar en avión nos resulta placentero o incómodo, lo cierto es que nuestra fisiología se ve afectada de alguna forma cuando nos sometemos a un vuelo prolongado. Read more

niños obeso comidaLa obesidad infantil aumenta el riesgo de enfermedades cardiometabólicas, particularmente en el sexo femenino, debido a los niveles más altos de HOMA-IR (modelo homeostático para evaluar la resistencia a la insulina), triglicéridos/C-HDL y triglicéridos/glucosa y el tercil superior de la relación triglicéridos/C-HDL. Read more

ola de calorLos expertos han advertido durante mucho tiempo que las olas de calor golpearán con mayor frecuencia y temperaturas más altas a medida que el mundo se calienta, pero el futuro ha llegado más rápido de lo que los investigadores temían y estimaban, particularmente en Europa occidental, que es un punto crítico para las olas de calor.

Ha habido un aumento particularmente significativo de las temperaturas extremas en Europa desde la ola de calor mortal del verano de 2003, que causó un exceso de muertes estimado en 70 000, pero la tendencia al alza continúa sin cesar. De hecho, en junio de 2023, los indicadores climáticos clave, incluidas las temperaturas globales del aire y de la superficie del mar, batieron todos los récords anteriores. A medida que las temperaturas globales continúan aumentando, los científicos del clima reiteran la importancia de reducir las emisiones de carbono y aumentar la capacidad de las personas para adaptarse a las temperaturas extremas, que se cree que son un factor de riesgo importante para las enfermedades cardiovasculares y la mortalidad asociadas.

Calor extremo y mecanismos de respuesta en personas sanas

El estrés por calor puede provocar efectos graves en la salud debido a la exacerbación aguda de enfermedades ya existentes. La exposición al calor ejerce una presión adicional sobre el corazón y puede provocar un golpe de calor si el sistema cardiovascular no regula adecuadamente la temperatura corporal central. Los estudios de cambios fisiológicos en personas expuestas a temperaturas ambiente crecientes (a partir de una línea de base de 28 °C durante 1 hora) han mostrado un aumento de 35 % en el metabolismo en reposo de sujetos sanos durante el periodo de exposición a 40 °C, con un aumento adicional de 15 % en un ambiente a 50 °C.[6]

El estrés por calor en ambientes con una humedad relativa del 50 % aumenta la frecuencia cardiaca (64 %; p = 0,000), la ventilación por minuto (78 %; p = 0,000) y la tasa de sudoración desde el inicio (74 %; p = 0,0001). La carga de trabajo del miocardio (definida como el producto de la presión arterial por la frecuencia) fue aproximadamente 12 % mayor que la basal a 40 ºC y aproximadamente 26 % mayor a 50 ºC, independientemente de la humedad ambiental. La base fisiológica de este aumento es atribuible a la vasodilatación periférica mediada por el calor y la reducción de la presión arterial, con la consiguiente activación de los barorreceptores y la estimulación simpática de la frecuencia cardiaca. En condiciones normotérmicas de reposo, el sistema vascular cutáneo recibe de 5 % a 10 % del gasto cardiaco, mientras que en respuesta al estrés térmico aumenta hasta 6 a 8 l/min lo que representa de 50 % a 70 % del gasto cardiaco.

Así, cuando la temperatura ambiente aumenta, el cuerpo humano activa dos mecanismos principales para regular la temperatura central: la sudoración y el aumento del flujo sanguíneo a la piel. El aumento de la demanda metabólica requiere del incremento en la frecuencia cardiaca, lo que obliga al corazón a trabajar más, pero esencialmente extrae sangre de él, y esto representa una tensión cardiaca que los expertos creen que es mayormente inofensiva para los adultos jóvenes sanos, pero potencialmente letal para las personas mayores o las personas con problemas cardiacos preexistentes.

Aumento de la temperatura y riesgo cardiovascular

Varios estudios epidemiológicos han mostrado hallazgos consistentes sobre los efectos de la exposición al calor en la mortalidad cardiovascular, mientras que los hallazgos sobre las asociaciones entre la exposición al calor y la morbilidad cardiovascular revelaron una gran variabilidad entre los estudios y las ubicaciones geográficas.

Una revisión sistemática y metanálisis buscó arrojar luz sobre esta área investigando los efectos en la salud de las enfermedades cardiovasculares por la exposición al calor ambiental en diferentes zonas climáticas. Un aumento de 1 °C en la temperatura se asoció con un aumento de 2,1 y de 0,5 % en la mortalidad y la morbilidad relacionadas con enfermedades cardiovasculares, respectivamente. Se encontró una asociación positiva constante en todos los diagnósticos de enfermedad cardiovascular considerados para la mortalidad, con los mayores efectos para el ictus (3,8 %) y la enfermedad coronaria (2,8 %).

Las temperaturas elevadas aumentaron el riesgo de morbilidad por arritmias y parada cardiaca (1,6 %), evidenciándose un aumento del riesgo de morbilidad por parada cardiaca extrahospitalaria (2,1 %).

Las olas de calor también se han asociado con desenlaces adversos para la salud cardiovascular, con un aumento del 11,7 % en el riesgo de mortalidad relacionada con enfermedades cardiovasculares y un mayor efecto a medida que aumenta la intensidad de la ola de calor.

Las condiciones climáticas regionales subyacentes desempeñan un papel importante y deben tenerse en cuenta al evaluar el riesgo de mortalidad y morbilidad por enfermedades cardiovasculares relacionadas con el calor. Las personas para las que la exposición al calor se asoció con un mayor riesgo de morbilidad y mortalidad fueron: mujeres, personas mayores de 65 años, personas que viven en climas tropicales y aquellos en países de bajos y medianos ingresos.

El calor extremo y los adultos mayores

Ante la situación de calentamiento global, las definiciones binarias que se utilizan a menudo para identificar a las comunidades de mayores «vulnerables», como las personas de más de 65 años, pueden llevar a subestimar los riesgos futuros del clima extremo. Dentro del gran grupo de adultos mayores, aquellos de edades más avanzadas no solo muestran una mayor vulnerabilidad a los impactos de los fenómenos meteorológicos extremos, sino que también crecerán en número rápidamente.

En los últimos años se ha demostrado que la proporción de muertes por enfermedades cardiovasculares atribuibles al calor extremo en España es 3 veces superior en personas mayores de 90 años que en las de 60 a 74 años, mientras que las de 75 a 89 años tienen el doble de muertes frente a la cohorte de edad más joven.

En el futuro, las tasas de crecimiento proyectadas para los mayores de 65 años pueden variar significativamente: se prevé que los países de ingresos altos experimenten un aumento de 70 % en la población mayor de 65 años para fines de siglo, mientras que los países de ingresos medios-altos, medios-bajos y bajos tendrán respectivamente un crecimiento de 2,5, 5 y 14 veces para el 2100.

Referencia: Rousi, E., Kornhuber, K., Beobide-Arsuaga, G. et al. Accelerated western European heatwave trends linked to more-persistent double jets over Eurasia. Nat Commun 13, 3851 (2022). https://doi.org/10.1038/s41467-022-31432-y      https://www.nature.com/articles/s41467-022-31432-y

Fuente: Medscape

cirugía en fetos

MADRID, ESP. Aunque un bebé nazca sano, si durante la gestación ha estado expuesto a determinadas afecciones, como diabetes mal controlada u otras situaciones que sobrecargan el corazón fetal o las derivadas de un crecimiento intrauterino retardado, es necesario disponer de esta información y someterlo a un seguimiento adecuado, ya que la evidencia más reciente vincula estas circunstancias a un riesgo cardiovascular mayor al del resto de los niños.[1]

Este tema se abordó en una mesa de debate celebrada en el marco del 69 Congreso de la Asociación Española de Pediatría (AEP) en la que se destacaron los principales avances en el ámbito de la cardiología pediátrica.

 

La Dra. Lucía Deiros, coordinadora de la Unidad de Cardiología Fetal del Servicio de Cardiología Infantil del Hospital Universitario La Paz, de Madrid, señaló: «De acuerdo con la evidencia científica más reciente, se puede hablar de un nuevo factor de riesgo cardiovascular con el que algunos niños deberán convivir desde su nacimiento: un entorno fetal determinado. Se sabe que el riesgo de desarrollar una enfermedad cardiovascular surge de la interacción del riesgo en época prenatal, la infancia y la vida adulta y en este contexto, el entorno fetal puede ser considerado actualmente como un factor de riesgo cardiovascular».

La especialista resaltó a Medscape en español que este «nuevo papel» del entorno fetal como factor de riesgo cardiovascular está respaldado por múltiples revistas y artículos publicados en los últimos 5 años y se basa en la hipótesis de la programación fetal, según la cual un entorno desfavorable intraútero puede influir en la estructura y el desarrollo de la función cardiaca. «Esto nos lleva a considerar que el feto es un paciente en el que la función cardiaca es esencial para su bienestar y está asociada a su futura salud cardiovascular».

Crecimiento intrauterino retardado en el punto de mira

En cuanto a las características que definen lo que se consideraría un entorno fetal adverso, la Dra. Deiros señaló que en los cambios epigenéticos producidos en ese entorno con impacto potencial en el bienestar cardiaco fetal pueden estar implicadas afecciones maternas, como la diabetes mal controlada o fenómenos con una hemodinámica más compleja, como la que se puede dar en la transfusión feto-fetal, típica de los embarazos gemelares.

«Pero el más estudiado y que más se ha asociado a un futuro desarrollo de riesgo cardiovascular aumentado respecto a sus iguales es el crecimiento intrauterino retardado. Las evidencias apuntan a que los fetos con este antecedente pueden tener, tanto en la infancia como en la vida adulta, una mayor propensión a desarrollar una enfermedad cardiovascular».

Así, por ejemplo, en la infancia pueden presentarse anomalías en la función diastólica, en la estructura y la función cardiaca, mientras que en la vida adulta este factor se ha relacionado con hipertensión, intolerancia a la glucosa, obesidad e incluso con patología coronaria o mayor propensión a isquemia o infarto«, añadió la especialista.

La experta destacó que contar con esta información es muy importante «porque saber cuáles de estos niños están expuestos a un mayor riesgo cardiovascular permite llevar a cabo actuaciones tanto en la infancia como en la vida adulta, con el objetivo de disminuir las posibilidades de que presenten un evento cardiovascular. Cada vez estudiamos y tratamos mejor ese entorno cardiaco fetal desfavorable que puede dar lugar al desarrollo de enfermedades cardiovasculares en el futuro y esto supone una oportunidad única para llevar a cabo una prevención que resulta primordial».

Por otro lado, como se comentó en la sesión, entre 6 y 12 por cada 1.000 nacidos vivos vienen al mundo con anomalías en el corazón, siendo la malformación cardiaca la causante de hasta 50% de morbilidad grave por malformación en el recién nacido. «Hay que tener en cuenta que las cardiopatías tienen un origen multifactorial y se estima que en uno de cada 100 embarazos el feto puede presentar una cardiopatía de mayor o menor gravedad», comentó la Dra. Deiros.

Diagnóstico prenatal: un nuevo escenario

La médica puntualizó que es en el marco de esta casuística donde cobra toda su dimensión la aportación que ha supuesto la implementación del diagnóstico prenatal, que ha revolucionado en los últimos años tanto la detección como el manejo hemodinámico de los pacientes con cardiopatías.

«Gracias a la tecnología de imagen avanzada de la que disponemos y también a la mayor implicación de los cardiólogos fetales y a la ampliación de unidades multidisciplinarias, la precisión del diagnóstico es de hasta 90%», afirmó la especialista, quien hizo hincapié en que además de un mejor diagnóstico, estos avances también permiten informar a los padres (si así lo desean) sobre la existencia de alguna anomalía genética.

«Todo ello nos ha dado la posibilidad de predecir el manejo hemodinámico de la cardiopatía específica y, por tanto, de reducir la morbilidad y en algunas cardiopatías, como la transposición completa de grandes arterias o el ventrículo izquierdo hipoplásico, reduce la mortalidad preoperatoria y perioperatoria», añadió.

Asimismo, la Dra. Deiros destacó que es necesario implementar algunos cambios y reajustes para adaptar las pautas de actuación de los cardiólogos pediátricos a este nuevo escenario: «Por ejemplo, estos profesionales deben recibir una buena formación en el ámbito de la cardiología fetal, tanto en el diagnóstico como en el manejo, para así saber determinar en qué ocasiones es necesario tratar en vida fetal las cardiopatías, de forma que siempre sean capaces de predecir el manejo hemodinámico, ya que esta es una fortaleza del diagnóstico prenatal de tales enfermedades».

Limperopoulos C, Wessel D, Du Plessis A. Understanding the Maternal‐Fetal Environment and the Birth of Prenatal Pediatrics. J Am Heart Assoc. 18 Ene 2022;11(2):e023807. doi: 10.1161/JAHA.121.023807. PMID: 35014863. Fuente

8 de agosto 2023 Medscape 

La enfermedad cardiovascular (ECV), que comprende la enfermedad cardíaca, el accidente cerebrovascular (ACV) y la enfermedad vascular periférica, es la causa principal de enfermedad y muerte en las mujeres de todo el mundo.
Las diferencias biológicas y físicas, como el área de superficie corporal más pequeña, el tamaño más pequeño de los vasos coronarios y los factores hormonales relacionados con el sexo son exacerbados por factores socioculturales y contribuyen a las diferencias en la prevalencia, la presentación y la historia natural de la ECV en ambos sexos.

enfermedad coronaria
Las mujeres con ECV experimentan un retraso en el diagnóstico, tienen menos posibilidad de ser tratadas según guías y estándares, y sufren tasas de complicaciones más elevadas y peores resultados que los hombres.
Las mujeres están significativamente menos representadas en los ensayos cínicos mientras que las estrategias diagnósticas y de manejo no están incluidas en las guías clínicas actuales.

Epidemiología

 Australia, 3 de cada 10 mujeres mueren por ECV, incluyendo la enfermedad arterial coronaria (EAC). Se estima que entre los 45 y los 64 años, 1 de cada 9 mujeres desarrollará alguna forma de ECV, con un aumento de 1 cada 3 a partir de los 65 años. Las mujeres indígenas australianas están particularmente en riesgo, sobre todo las más jóvenes.

En 2016, las mujeres indígenas  ≥25 sufrían un evento coronario agudo representado por infarto de miocardio o angina inestable, a una tasa  de 3,8 veces más que otras mujeres australianas. Se destaca que en las últimas décadas, en Australia las tasas de mortalidad por EAC han ido declinando. Desde 2006 hasta 2016, la tasa cayó un 46% para las mujeres (desde 78 a 44/100.000 habitantes) y un 40% para los hombres (de 135 a 84/100.000 habitantes).

Por otra parte, entre 2001 y 2016, la prevalencia de los eventos coronarios agudos (infarto de miocardio y angina inestable) en las mujeres australianas cayó un 57% (de 465 a 215 evento/100.000). Sin embargo, las tasas de declinación son menores en las mujeres <55 años, con un aumento de los ACV y de los infartos de miocardio.

Factores de riesgo cardiovascular

Existen varios factores de riesgo tradicionales específicos relacionados con el sexo que aumentan el riesgo de ECV en las mujeres.

Factores de riesgo tradicionales

Estos factores son frecuentemente poco reconocidos y tratados en las mujeres, En comparación con los hombres, afectan el riesgo de ECV de manera diferente en ambos sexos.

Factores de riesgo específicos del sexo

Varios factores relacionados con el sexo femenino aumentan el riesgo de ECV en las mujeres.

Anticonceptivos hormonales

Los anticonceptivos hormonales combinados aumentan 12 veces el riesgo de infarto agudo de miocardio (IAM) en las mujeres con hipertensión y deben evitarse en este subgrupo. En las mujeres con mayor riesgo de IAM los anticonceptivos a considerar deben ser los compuestos solo por progesterona. Antes del uso de los anticonceptivos hormonales no se observaba un aumento del riesgo de ECV subsecuente.

Trastornos relacionados con el embarazo

Los trastornos hipertensivos y metabólicos del embarazo también están independientemente asociados con un aumento del riesgo de ECV materna. Estos trastornos incluyen la hipertensión gestacional, la preeclampsia, la eclampsia y el desprendimiento de placenta (placenta abrupta).

El comienzo precoz de la preeclampsia (<34 semanas) y su mayor gravedad confieren un aumento particular del riesgo de ECV materna más tarde en la vida, potencialmente debido a la disfunción endotelial resultante, la cual persiste durante muchos años después del embarazo afectado y está relacionada con la ateroeseclerosis. Las mujeres con diabetes gestacional tienen mayor riesgo de ECV subsecuente, y más del 50% desarrollará diabetes mellitus tipo 2 crónicamente.

 Menopausia

Luego de la menopausia, el riesgo de ECV aumenta sustancialmente, lo que posiblemente esté relacionado con un aumento importante del colesterol ligado a lipoproteínas de baja densidad hacia el final del período menstrual. Las concentraciones más bajas de estrógenos y más elevadas de andrógenos contribuyen al aumento del riesgo. La menopausia antes de los 60 años aumenta el riesgo de ECV.

Tratamiento hormonal en la menopausia

Ensayos aleatorizados y controlados no han mostrado ningún beneficio en la prevención primaria o secundaria derivado del uso de la terapia de reemplazo hormonal. El uso de estrógenos provoca un pequeño pero significativo aumento del riesgo de eventos cardiovasculares, en particular en las mujeres que inician el tratamiento 20 o más años después de la menopausia, o al menos, a partir de los 70 años. En las mujeres con IAM, la terapia hormonal menopáusica debe ser suspendida.

 Otros factores hormonales

La menarca precoz (<12 años), el primer embarazo a edad temprana, los antecedentes de aborto, la muerte fetal, el parto prematuro y los bebés con peso bajo al nacer se asocian de manera independiente con un aumento del riesgo de ECV durante el resto de la vida. Posiblemente, esto esté mediado por un estado de inflamación sistémica aumentado y la disfunción endotelial, lo cual acelera la ateroesclerosis.

El síndrome del ovario poliquístico se asocia con aumento del riesgo de ECV, específicamente la EAC. Las causas pueden ser la asociación de resistencia a la insulina, obesidad y síndrome metabólico, el cual lleva a la diabetes tipo 2, la dislipidemia y la hipertensión.

Radioterapia y quimioterapia para el cáncer

La radiación puede causar lesión endotelial de las arterias coronarias llevando a un estado proinflamatorio, la ruptura de a pared vascular, la agregación plaquetaria, la trombosis y el reemplazo de la íntima dañada por miofibrosis, estenosis vascular y ateroesclerosis. Las mujeres con antecedentes de cáncer de mama tratadas con radioterapia muestran un aumento relativo de7,4% en el riesgo de eventos cardiovasculares con cada gray de exposición a la radiación.

Por otra parte, por razones poco claras, las mujeres tratadas con radiación del campo de manto, o mediastinal por linfoma Hodgkin tienen tasas significativamente superiores de eventos cardiovasculares y mortalidad comparadas con las de los hombres, lo que destaca la necesidad de una mayor vigilancia. La menor vigilancia específica cardiovascular también ha sido observada en las mujeres tratadas con radiación por cánceres cervical y uterino.

Evaluación del riesgo cardiovascular

El riesgo cardiovascular debe ser evaluado de manera diferente en la mujer que en el hombre.

El Framingham Risk Score subestima el riesgo de ECV en las mujeres. El Reynolds Risk Score es más adecuado para las mujeres. Este algoritmo para la predicción del riesgo cardiovascular a los 10 años, para mujeres >45 años, incluye 2 variantes de riesgo adicionales: la concentración de proteína C reactiva de alta sensibilidad, una historia parental de EAC prematura antes de los 60 años.

Muchas evaluaciones de riesgo específico no incluyen los factores específicos del sexo en relación a la prevención de riesgo primaria. En este algoritmo, la evaluación del riesgo en las mujeres mejoraría si hubiera más investigaciones que promuevan la incorporación de los factores de riesgo específicos de las mujeres.

Tipos de enfermedad arterial coronaria (EAC)

Entre ambos sexos se observan diferencias entre los distintos tipos de EAC.

 Enfermedad arterial coronaria (EAC)

En general, la EAC tiene manifestaciones similares en ambos sexos siendo el síntoma más común el dolor en el centro del pecho. En las mujeres hay mayor posibilidad de que el comienzo del dolor sea en reposo, durante el sueño o si se halla bajo estrés mental. Con más frecuencia, las mujeres tienen dolor atípico en la parte superior de la espalda, los brazos, el cuello y la mandíbula, así como disnea, diaforesis, indigestión, náusea, palpitaciones, mareos y debilidad.

Por otra parte, la proporción de mujeres ≤55 que se presentan con síndrome coronario agudo sin dolor precordial es significativamente superior a la de los hombres (19% vs. 13,7%). Como resultado, corren mayor riesgo de ser dadas de alta a pesar de estar sufriendo un síndrome coronario agudo, las mujeres con EAC también desarrollan con mayor frecuencia que los hombres una insuficiencia cardíaca sintomática. Esto puede deberse al impacto de la coexistencia de hipertensión artertial, un factor de riesgo de EAC importante, lo que conduce a una mayor incidencia de hipertrofia ventricular izquierda, responsable de la menor respuesta al tratamiento antihipertensivo en las mujeres, provocando una disfunción diastólica e insuficiencia cardíaca con fracción de eyección preservada.

 Isquemia con enfermedad arterial coronaria no obstructiva

La isquemia con EAC no obstructiva es una condición provocada por la disfunción microvascular coronaria o el espasmo de la vasculatura epicárdica.

Es más común en las mujeres, especialmente entre los 45 y los 65 años. Si esta condición o la estenosis coronaria no es diagnosticada se puede cometer el error de ignorar la presencia de enfermedad cardíaca y no ser tratada, lo cual aumenta el riesgo de eventos cardíacos. Un meta-análisis ha revelado un incremento global estimado de la incidencia de mortalidad global o de infarto de miocardio de 0,98 por 100 personas-años en pacientes con EAC no obstructiva comparado con 0,2 por 100 personas-años en la población general comparable.

Por otra parte, el 50% de las pacientes con EAC no obstructiva experimentará episodios repetidos de dolor de pecho isquémico, similar a aquellos con EAC obstructiva, además de atenuar la importancia de la condición. Para evaluar la resistencia macroscópica, la reserva de flujo coronario y la resistencia microvascular es necesaria una angiografía coronaria funcional, para confirmar el diagnóstico, que de otro modo puede no ser detectado por los estudios no invasivos de rutina.

 Infarto de miocardio con enfermedad arterial coronaria no obstructiva

Este tipo de EAC es unas 3 veces más común en las mujeres que en los hombres, según un análisis de 10 estudios agrupados que reclutaron pacientes con EAC no obstructiva y pacientes con infarto de miocardio y EAC obstructiva. Asimismo, casi el 25% de los pacientes del primer grupo presentaron angina, equivalente a la prevalencia en los pacientes con EAC obstructiva.

En aproximadamente una cuarta parte de los casos de EAC no obstructiva, se desconoce la fisiopatología. Se cree que el responsable es el proceso que involucra la enfermedad de los vasos epicárdicos y de la microvasculatura coronaria, lo que entorpece el aumento del flujo sanguíneo miocárdico en respuesta al aumento de la demanda de oxígeno. También puede ser una superposición con las formas leves del síndrome de Takotsubo.

Síndrome de Takotsubo

Este síndrome es responsable del 7,5% de los casos de IAM en las mujeres; el 90% ocurre en la posmenopausia, entre los 50 y los 75 años. Se desencadena por el estrés emocional o físico, lo cual se asocia con mayor actividad simpática. Los pacientes presentan dolor de pecho y cambios electrocardiográficos característicos del síndrome coronario agudo, pero sin EAC obstructiva en la angiografía. Estos pacientes presentan una dilatación ventricular reversible. En el 5,9% de los pacientes se produce el paro cardíaco.

Disección espontánea de la arteria coronaria

Hasta el 25% de las mujeres ≤60 años, este cuadro causa IAM en ausencia de los factores de riesgo convencionales. Es la causa más común de infarto de miocardio asociado al embarazo. Ocurre principalmente en el tercer trimestre o en el posparto. Existe un gran riesgo de recurrencia, con un proceso patológico independiente de enfermedad ateroesclerótica. Si bien las estrategias para prevenir la disección espontánea de la arteria coronaria incluyen evitar la terapia hormonal y futuros embarazos, actualmente no hay evidencia que permita establecer una guía terapéutica.

Tratamiento de la enfermedad cardiovascular

El manejo de la ECV en las mujeres debe tener en cuenta los factores específicos del sexo incluyendo el tamaño de las arterias coronarias, el riesgo de hemorragia y el estado hormonal, así como las potenciales diferencias farmacocinéticas y farmacodinámicas.

 Revascularización

En comparación con los hombres, las mujeres tienen más posibilidades de ser sometidas a una angioplastia coronaria percutánea pero menos de recibir un bypass coronario.

No está claro si esto representa un tratamiento inconveniente o apropiado dada la mayor mortalidad que presentan las mujeres luego del bypass coronario ligado a un aumento de las comorbilidades, incluyendo los vasos coronarios más pequeños.

Farmacoterapia cardiovascularEn las mujeres más jóvenes, la terapia antiplaquetaria dual da como resultado un riesgo mayor de hipermenorrea y anemia, con necesidad de un monitoreo más riguroso.

Es importante discutir con la paciente acerca de la anticoncepción, ya que las estatinas y los inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina están contraindicadas en el embarazo. La prescripción puede diferir en las mujeres según su edad reproductiva, otros tratamientos hormonales y el uso de anticonceptivos. Las mujeres con ECV tienen más posibilidades de estar tratadas con nitratos, bloqueantes de los canales de calcio y sedantes, y menor posibilidad de recibir aspirina y estatinas que los hombres, lo que posiblemente explique la mayor prevalencia de ECV no ateroesclerótica.

Las estatinas luego del IAM también son significativamente menos indicadas en las mujeres que en los hombres, lo que. en parte, depende de los médicos, pudiendo ser apropiado cuando el infarto de miocardio está provocado por una EAC no obstructiva, más común en las mujeres. Sin embargo, el menor uso de estatinas en las mujeres con EAC obstructiva puede estar relacionado con una menor preocupación de los médicos por los riesgos de una enfermedad cardíaca recurrente en las mujeres y la menor posibilidad de considerar a la enfermedad cardíaca como la principal amenaza para la salud femenina. Aún las mismas mujeres suelen considerar que la mayor amenaza para su salud es el cáncer. Esto puede explicar por qué las mujeres reciben estatinas con menor frecuencia después de un infarto de miocardio, en comparación con los hombres. Hasta el momento, no hay evidencia que apoye que el uso de estatinas sea más seguro en los hombres que en las mujeres.

Un metaanálisis sugiere que las estatinas indicadas para prevenir los eventos cardiovasculares mayores tienen un efecto similar en ambos sexos y que, por lo tanto, el menor efecto en las mujeres sería el resultado de la práctica actual.

Conclusión

Las guías actuales para el diagnóstico, la investigación y el tratamiento de la EAC no discriminan entre los sexos y están basadas en estudios con mayor cantidad de hombres. Las mujeres tienen mayor posibilidad de experimentar retrasos en el diagnóstico y menores posibilidades de recibir atención médica basada en guías establecidas.

Para reducir el riesgo de ECV en las mujeres es fundamental atender a las diferentes contribuciones de los factores de riesgo tradicionales, como la diabetes, el cumplimiento por parte de los médicos de las pautas establecidas para el manejo de la hiperlipidemia, y un enfoque en los factores del estilo de vida. Por otra parte, reconocer la importancia de los factores de riesgo específicos del sexo, como los trastornos hipertensivos y metabólicos del embarazo, es vital para mejorar los resultados.

Si bien la investigación cardiovascular específica del sexo ha aumentado significativamente en los últimos años, esto no se ha traducido en cambios en la atención recomendada por las guías, ni ha mejorado los resultados clínicos para las mujeres.

Fundamentalmente, la ECV en las mujeres sigue siendo poco estudiada, diagnosticada y tratada. Hasta que esto se modifique, las mujeres seguirán experimentando una morbilidad y mortalidad cardiovascular desproporcionadamente elevada.

agosto 8, 2023 |IntraMed

hipertension arterialLos pacientes en estado crítico con shock circulatorio (cuando el corazón no puede bombear suficiente sangre y oxígeno al resto del cuerpo, a menudo como resultado de una insuficiencia cardíaca, sepsis o hemorragia) requieren una estrecha vigilancia y tratamiento, especialmente para mantener una presión arterial adecuada para prevenir lesiones en órganos importantes.

Un equipo dirigido por investigadores del Hospital General de Massachusetts (MGH) en colaboración con investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) desarrolló recientemente un método para monitorear a estos pacientes, que puede ayudar a los médicos a controlar su presión arterial y función cardíaca para reducir el riesgo de muerte. y otros resultados negativos para la salud. El método fue probado y validado en un estudio publicado en Nature Medicine.

El trabajo consistió en diseñar un enfoque para medir una propiedad de la circulación llamada presión crítica de cierre, que es la presión sanguínea a la que los vasos sanguíneos pequeños colapsan y el flujo sanguíneo se detiene. La presión de cierre crítica puede proporcionar una indicación del tono de los vasos sanguíneos en respuesta a la enfermedad y la terapia, pero no ha sido posible medir este parámetro de forma rutinaria en la atención clínica.

El desarrollo del nuevo enfoque utilizó datos de forma de onda de alta resolución del control de la presión arterial de 5532 pacientes en la unidad de cuidados intensivos cardíacos en MGH. Los investigadores desarrollaron un análisis basado en parámetros medidos (incluida la presión arterial, la presión del pulso y la frecuencia cardíaca) para definir la presión de cierre crítica.

Luego definieron un valor llamado presión de perfusión tisular, que se calcula como la diferencia entre la presión arterial promedio y la presión crítica de cierre, y descubrieron que predecía el riesgo de muerte de un paciente, la duración de la estadía en el hospital y el nivel máximo de lactato sanguíneo (un indicador de la oxigenación tisular).

«Cuando se trata a pacientes con shock circulatorio, es esencial mantener objetivos de presión arterial adecuados, aunque los objetivos estándar no se personalizan para pacientes individuales. Hemos desarrollado una nueva métrica que puede identificar a las personas con una perfusión tisular inadecuada que corren el riesgo de sufrir resultados adversos. Creemos que este método se puede utilizar para optimizar las decisiones de tratamiento para los pacientes en la unidad de cuidados intensivos», dice el autor principal Aaron Aguirre, MD, Ph.D., cardiólogo asistente y especialista en cuidados críticos en MGH y profesor asistente de Medicina en Harvard. Escuela de Medicina.

El equipo del Dr. Aguirre llevará a cabo estudios adicionales para comprender cómo varía la presión de perfusión de los tejidos con las diferentes terapias. También planean diseñar ensayos clínicos para probar si su nuevo método puede ayudar a guiar la atención clínica y mejorar los resultados de salud en pacientes en estado crítico.

Referencia: Aaron Aguirre et al, Tissue Perfusion Pressure Enables Continuous Hemodynamic Evaluation and Risk Prediction in the Intensive Care Unit, Nature Medicine (2023). DOI: 10.1038/s41591-023-02474-6 www.nature.com/articles/s41591-023-02474-6

 

Medicalxpress

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