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La OPS instó a los países de las Américas a recuperar la cobertura de vacunación de rutina, pues hoy solo 15 de cada 100 niños en la región están parcialmente protegidos contra enfermedades prevenibles.
Aun cuando históricamente esta zona ha sido líder en la eliminación de enfermedades, desde hace más de una década las coberturas de vacunación han disminuido significativamente, aseveró el doctor Jarbas Barbosa, director de la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
Entre las causas están la falsa percepción de que las enfermedades eliminadas y controladas ya no representan un riesgo para la salud de las personas, que los programas de vacunación bajaron en la lista de prioridades y que aumentó la desinformación desde la pandemia de la Covid-19.
En vísperas del inicio de la Semana de Vacunación en las Américas (20 de abril), Barbosa insistió en la necesidad de recuperar la cobertura de vacunación regional, particularmente para enfermedades altamente contagiosas como el sarampión, debido al aumento de casos en todo el mundo, lo que calificó de «muy preocupante».
Advirtió que los países también siguen lejos de la tasa de cobertura del 90 por ciento necesaria para proteger a las niñas de nueve a 14 años contra el Virus del Papiloma Humano, que les brinda protección de por vida contra el cáncer de cuello uterino, una de las principales causas de muerte entre las mujeres.
En su opinión, para alcanzar esta recuperación se requiere vencer desafíos tales como: aumentar los recursos financieros y técnicos para mejorar el desempeño de los servicios esenciales de vacunación, establecer estrategias de comunicación efectivas para abordar las dudas sobre las vacunas y elevar el compromiso político con los programas de vacunación de rutina.
El directivo aseguró que la OPS está lista para apoyar a las naciones a fortalecer la vigilancia de enfermedades, aumentar las tasas de cobertura de vacunación en todos los rincones de su territorio nacional y evitar brotes de enfermedades prevenibles mediante vacunación.
Esto es a través del mecanismo regional de adquisición de vacunas de la organización —el Fondo Rotatorio para Acceso a las Vacunas—, el cual entre 2022 y 2023 proporcionó a los países más de 130 millones de dosis de vacunas y, además, les posibilita el acceso a vacunas seguras y de calidad a precios asequibles.
En este contexto, resalta también el programa especial de la OPS, Plataforma Regional de Innovación y Producción, que continúa apoyando la fabricación de vacunas, lo cual no sólo beneficiará a las Américas durante las emergencias, sino que ayudará a mejorar el acceso a las vacunas para los programas regulares, enfatizó Barbosa.
19 abril 2024|Fuente: Prensa Latina |Tomado de |Noticia
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La inmunoterapia representa un enfoque cada vez más frecuente frente a las alergias porque permite combatirlas desde dentro y de raíz, modificar el curso de la enfermedad y controlar la sintomatología intensa que no responde a otros tratamientos, con una indicación en aumento para evitar la aparición de complicaciones mayores.
«Afortunadamente los tratamientos están evolucionando a la vez que evolucionan las patologías», subraya. en una entrevista con EFE, la especialista de Alergología del Hospital Sierrallana de Torrelavega (Cantabria) Aurora Gutiérrez.
Explica que ahora mismo existe una gama importante de fármacos biológicos para poder tratar los casos más graves de asma, de dermatitis atópica o de urticaria, «que son patologías a veces muy incapacitantes».
Además, la inmunoterapia es una herramienta muy útil en Alergología, destaca.
«Llevamos muchos años utilizando este tipo de vacunas que también se van actualizando a medida que se conoce más sobre los mecanismos de producción de las alergias», advierte esta especialista, que agrega que, de este modo, se consiguen frenar o controlar los síntomas de la alergia y evitar la evolución de la enfermedad.
Las ‘vacunas de alergias’, según abunda esta doctora, se reservan para casos en los que la clínica es muy intensa a pesar de estar realizando un tratamiento sintomático adecuado, aunque «esta actitud está cambiando y se está ampliando su indicación en determinados pacientes», como la población pediátrica.
«En los niños con rinoconjuntivitis alérgica se intenta instaurar antes, ya que hemos visto que en algunos casos se puede evitar la aparición de asma alérgico», comenta.
Esta época del año primaveral es complicada, sobre todo para los pacientes alérgicos al polen. La doctora Gutiérrez explica que las lluvias ayudan a limpiar la atmósfera, pero si finalmente llega una primavera predominantemente seca y cálida, habrá mayor carga de polen en el ambiente y a esto último se une la contaminación atmosférica.
Esta concurrencia de factores hace que las partículas que están en el ambiente sean más agresivas y causen mayor inflamación de la vía aérea, y más problemas a las alérgicos.
En las consultas de Alergología notan un aumento importante de la derivación de pacientes nuevos y, también, en el caso de los que están en seguimiento se percibe empeoramiento del control de los síntomas que obliga a hacer ajustes en el tratamiento.
Generalmente, los síntomas que presentan estos pacientes son los estornudos, moqueo, lagrimeo, picor nasal y ocular, y algunos de ellos presentan dificultad respiratoria por un asma alérgico. Otros pacientes también pueden presentar brotes de urticaria o empeoramiento de la dermatitis atópica de base.
Se recomienda que los pacientes acudan al especialista cuando todos estos síntomas interfieren en su calidad de vida. En estos casos se pueden beneficiar de un estudio de alergias para saber un poco qué es lo que está ocurriendo y pautar un tratamiento.
La prevalencia de alergias ha crecido y actualmente se estima que un 30 % de la población de España tiene algún problema de este tipo. «Los especialistas tenemos la sensación de que este porcentaje va en aumento», dice Gutiérrez, que considera las alergias «un problema grave de salud pública».
También cree que cada vez más la población está más concienciada sobre los problemas de alergia porque afectan a la calidad de vida.
El aumento de los alérgicos se debe «a múltiples factores» y es un fenómeno que está «en constante investigación». «A los especialistas nos interesa mucho», señala Gutiérrez, que cita estudios que afirman «que determinados factores, como el cambio climático, la contaminación, el hábito sedentario o el tabaquismo», están detrás de este crecimiento.
Cuando un paciente acude a una consulta de Alergología, lo primero es realizar una entrevista. Se le hacen unas preguntas con las que se cataloga el tipo de problema y se planifica un estudio. Se hacen pruebas en la piel de los antebrazos con múltiples alérgenos alimentarios y ambientales y, al testarlo, se consigue saber qué sustancias son las que están causando la situación clínica al paciente.
También se solicitan analíticas de sangre con las que realizar un diagnóstico molecular, que consiste en identificar en concreto las proteínas de los alérgenos que están causando el problema al paciente, lo que permite «hacer una medicina de precisión».
Y se pueden hacer otras pruebas, como por ejemplo la espirometría, que sirve para medir la capacidad respiratoria y saber si está alterada o no.
17 abril 2024|Fuente: EFE |Tomado de la Selección Temática sobre Medicina de Prensa Latina. Copyright 2023. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.|Noticia
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La esperanza de vida de las personas que viven con VIH en España y reciben tratamiento antirretroviral es de 73 años, de forma global, tanto en hombres como en mujeres, si bien ronda los 80 cuando el tratamiento se inicia sin diagnóstico de sida y el paciente tiene una buena situación inmunológica.
Así lo ha señalado este lunes en la XI Jornada de Salud pública: Una respuesta integrada al VIH, la jefa de la unidad de coordinación de la cohorte CoRIS, Centro Nacional de Epidemiología del Instituto de Salud Carlos III, Inmaculada Jarrín, que ha subrayado que se trata de la primera estimación que se realiza en España con datos de la cohorte CoRIS.
En la jornada, organizada por la Fundación Seisida y la compañía biotecnológica Gilead, esta investigadora ha insistido en que si el tratamiento antirretroviral se inicia con un recuento alto de linfocitos CD4, «la esperanza de vida se aproxima cada vez más a la media de la población general», que es de 83 años.
Jarrín ha valorado que esta sea la situación habitual ya que hoy día, cuando se diagnostica en España a una persona de VIH, se inicia el tratamiento antirretroviral inmediatamente, lo que demuestra la importancia del diagnóstico precoz.
Según esta experta, se dice que una persona tiene diagnóstico tardío cuando en el momento en el que se le diagnostica VIH tiene una situación inmunológica desfavorable y un recuento de linfocitos CD4 bajo.
En España, el porcentaje de personas que se diagnostica de forma tardía es del 45 %, «y la mala noticia es que ese porcentaje se ha mantenido estable en los últimos años», ha informado.
A juicio de Jarrín, el dato de España es comparable a otros países del entorno si bien ha apelado a seguir trabajando en la importancia de hacerse la prueba.
En su opinión, una de los principales barreras para hacerse la prueba es el estigma asociado al VIH y el miedo a tener un resultado positivo, por las consecuencias negativas que pueda tener.
Sobre el estigma, Jarrín ha reconocido que no viene solo de la ciudadanía, sino también del personal sanitario, «en el trato y en el cuidado de las personas que viven con VIH» y ha insistido en que el estigma se combate principalmente con información.
Otro de los problemas asociados al diagnóstico tardío es que la respuesta ante el tratamiento antirretroviral es peor. De hecho la gente que se diagnostica de forma tardía tiene más riesgo a tener sida, desarrollar tumores y enfermedades hepáticas e incluso la muerte.
Además, Jarrín ha abordado el cambio de perfil de las personas que viven con VIH. En 2004, solo el 9 % tenía más de 50 años, en 2022 (últimos datos disponibles) el 33 % tiene más de cincuenta.
Con estos datos, la investigadora ha apelado a prestar atención al envejecimiento y a las comorbilidades, ya que a partir de los 50 años hay más prevalencia de enfermedades como la diabetes, la hipertensión, la enfermedad renal crónica y la enfermedad pulmonar.
14 abril 2024|Fuente: EFE |Tomado de la Selección Temática sobre Medicina de Prensa Latina. Copyright 2023. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.|Noticia
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Las proteínas del complemento de la leche materna pueden contribuir al establecimiento de una microbiota intestinal ´protectora´ durante las primeras etapas del desarrollo, promoviendo la salud infantil y defendiéndola contra diversos patógenos.
hace años hay evidencia de que la lactancia materna tiene muchos beneficios para los bebés. Proporciona una excelente nutrición y parece proteger contra algunas enfermedades a corto o largo plazo. También se sabe que ayuda a proteger contra infecciones comunes al compartir anticuerpos y glóbulos blancos de la madre.
Ahora también se sabe que la leche materna también contiene proteínas del complemento que pueden trabajar con los anticuerpos o «complementarlos» para atacar a las bacterias. Si bien las proteínas del complemento que circulan en la sangre han sido el foco de mucha investigación, las proteínas del complemento en la leche materna han sido mucho menos estudiadas y hasta ahora su papel no estaba claro.
Al respecto, un estudio dirigido por investigadores de la Escuela de Salud Pública Bloomberg de Johns Hopkins (EEUU) sugiere que los componentes del complemento de la leche materna mejoran la salud infantil al eliminar directamente algunos tipos de bacterias que habitan en el intestino.
Si bien el estudio, publicado en la revista ´Cell´, se basa en hallazgos obtenidos con ratones, los investigadores pudieron confirmar, mediante análisis in vitro separados, que la leche materna humana contiene estos componentes del complemento, que demostraron una actividad similar al atacar bacterias específicas.
«Estos hallazgos revelan un papel fundamental de las proteínas del complemento de la leche materna en la configuración de las composiciones de microbios intestinales de la descendencia y en la protección contra infecciones bacterianas en el intestino en las primeras etapas de la vida», explicó el autor principal del estudio, Fengyi Wan, profesor del Departamento de Bioquímica y Ciencia de la Escuela Bloomberg. Biología Molecular. «Esto representa una ampliación importante de nuestra comprensión de los mecanismos protectores de la leche materna», agregó.
Avance en inmunología
Para el estudio Wan y su equipo utilizaron ratones modificados genéticamente que carecían de genes críticos del complemento. Descubrieron que la leche de ratones hembra de este tipo dejaba a las crías de ratón de varias semanas de edad, incluso aquellas con genes del complemento normales, muy susceptibles a la colitis, a menudo letal, por infecciones por Citrobacter rodentium. Por el contrario, aquellos que se alimentaban con leche normal que contenía complemento mostraron sólo signos menores y transitorios de infección intestinal.
El equipo descubrió que este efecto protector de las proteínas del complemento de la leche materna depende de su capacidad para moldear la microbiota intestinal infantil. Las proteínas del complemento matan ciertas especies de bacterias intestinales, y esta eliminación de microbios crea un ambiente intestinal general en el que la inflamación dañina es mucho menos probable en presencia de Citrobacter rodentium. Esta remodelación de la microbiota intestinal deja a las crías de ratón mucho menos susceptibles a la infección por Citrobacter rodentium, protegiéndolas así de ciertas amenazas infecciosas.
El estudio podría suponer también un avance en inmunología básica. Aunque se sabe que las proteínas del complemento en la sangre son capaces de causar daño directo a las células bacterianas, normalmente funcionan en asociación con anticuerpos en una respuesta inmune específica. Sin embargo, Wan y su equipo demostraron que esta actividad del complemento de la leche materna contra las bacterias no requiere anticuerpos y que es una respuesta inmune inespecífica.
«Esto abre la puerta a muchas nuevas investigaciones, por ejemplo, para dilucidar la biología específica del complemento en la leche materna y compararla con la biología del complemento en la sangre, y evaluar el papel del complemento más allá del sistema inmunológico específico dependiente de anticuerpos», concluyó el prof. Wan.
Referencia: Xu D, Zhou S, Liu Y, Scott AL, Yang J, Wan Ffootnotes S. Complement in breast milk modifies offspring gut microbiota to promote infant health. Cell[Internet].2024[citado 21 ene 2024]. DOI:https://doi.org/10.1016/j.cell.2023.12.019
19 enero 2024| Fuente: IMMédico| Tomado de Noticia
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Una investigación reciente ha demostrado que es posible frenar la respuesta inmunitaria causante de la enfermedad encefalitis experimental autoinmune en ratones, un modelo de estudio equivalente a la esclerosis múltiple humana.
Este prometedor avance se ha conseguido mediante una técnica denominada “vacunación inversa”. Intuitivamente, el término parece indicarnos que la vacuna induce un efecto que revierte algo, y así es. Analicémoslo en detalle.
Distintos tipos de vacunas según su uso
La vacunación es un procedimiento por el cual se introducen en nuestro organismo partes de un microorganismo patógeno (denominado antígeno), como una proteína o incluso un fragmento de ella. Puede insertarse directamente o en forma de ARN, como ocurre con las fórmulas de Pzifer-BioNtech y Moderna contra la covid-19.
Además, las vacunas contienen otros componentes (adyuvantes) destinados a potenciar la respuesta inmunitaria. Así se logra un efecto preventivo, pues preparan al sistema inmunitario frente a la posible infección con dicho patógeno. La mayoría de vacunas no evitan la infección, pero sí ayudan significativamente al sistema inmunitario a combatir mejor al agente infeccioso. Estas serían las denominadas vacunas profilácticas: nos protegen antes de la infección.
Nuestra misión es compartir el conocimiento y enriquecer el debate.
También existen las vacunas terapéuticas, cuyo fin es preparar al sistema inmunitario para responder mejor frente a un patógeno determinado cuando ya estamos infectados por el mismo. Por ejemplo, se han intentado desarrollar este tipo de vacunas frente al virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), para tratar a los individuos crónicamente infectados. Con ellas se pretende “reavivar” la respuesta inmunitaria contra el virus.
Más recientemente, se ha comenzado a usar el término “vacuna” en otros contextos, aplicado a los procedimientos que ayuden a nuestro sistema inmunitario a combatir las enfermedades, bien sean producidas por patógenos o por alteraciones del equilibrio (homeostasis) del organismo. Por ello hoy en día se habla también de vacunas contra el cáncer, que en realidad son una forma de potenciación del sistema inmune (inmunoterapia).
Y por si fuera poco, ahora surge el concepto de vacunación inversa para tratar las enfermedades autoinmunes.
Así actúan las vacunas inversas
Este término y su uso en el tratamiento de las enfermedades autoinmunes surgió en 2010. Su objetivo es apagar o revertir la respuesta inmunitaria frente a los autoantígenos, antígenos de nuestro propio organismo frente a los cuales se desata una respuesta inmunitaria no deseada y dañina. Una manera de conseguirlo sería que la vacuna induzca tolerancia inmunitaria, es decir, “señal de reconocer pero no actuar”.
La idea parte de la suposición de que se puede lograr la tolerancia haciendo que el autoantígeno introducido en la vacuna, adecuadamente modificado, sea procesado en el hígado. Y así ha sido.
En el nuevo estudio, los investigadores modificaron el autoantígeno con un azúcar (N-acetilgalactosamina) unido a un conector. Como autoantígeno propiamente dicho usaron una proteína de mielina, la capa que envuelve los nervios y es destruida por la acción del sistema inmunitario en la esclerosis múltiple.
La “dulce señal” hace que el antígeno sea captado por ciertas células del hígado, que lo muestran o presentan a los linfocitos. Pero dicha señal también funciona como una marca de “no ataque”.
El efecto obtenido se debe a varios mecanismos. Entre ellos, al agotamiento y la anergia (no respuesta) de los linfocitos específicos para destruir a ese antígeno, que producen una falta de reacción tras reconocer al supuesto enemigo. Paralelamente se observó un aumento de moléculas de superficie de los linfocitos con función supresora (PD-1, Lag-3 y CTLA4).
Los autores de la investigación fueron más allá. En otro modelo de primates infectados con el virus de inmunodeficiencia en simios (VIS, equivalente al VIH), vacunados previamente, revirtieron la respuesta inmunitaria de la vacuna frente a la proteína Nef del patógeno. Lo interesante es que también detectaron la aparición de linfocitos reguladores (Treg), que actúan frenando la reacción de otras células inmunitarias contra el antígeno.
Aunque existen estudios similares, como el realizado con la artritis reumatoide, este ha sido uno de los que más claramente ha demostrado que se puede poner freno a una respuesta inmunitaria específica de un antígeno o autoantígeno ya iniciada.
Ventana a la esperanza para otras enfermedades autoinmunes
La ventaja frente al tratamiento con fármacos tradicionales, como los corticoides, consiste en que solo se suprime la respuesta frente a un autoantígeno concreto, sin bloquear el resto de las acciones del sistema inmunitario. De esta forma se evita la inmunosupresión generalizada, que conlleva mayor riesgo de infecciones y cáncer, así como otros efectos secundarios. Además, se originan un tipo de linfocitos (Treg memoria) que garantizan la permanencia de la respuesta en el tiempo.
Basándose en los nuevos hallazgos, ya se han puesto en marcha sendos estudios clínicos para tratar la enfermedad celíaca y la esclerosis múltiple.
La limitación de esta estrategia es que para poder tratar cualquier enfermedad autoinmune (y existen aproximadamente 80 descritas) se debe conocer el autoantígeno fundamental implicado en la patología, y no siempre es el caso. La solución es promover más investigación básica sobre los mecanismos moleculares de las enfermedades autoinmunes, para que avances como la vacuna inversa sean plenamente efectivos.
Referencia
Tremain AC, Wallace RP, Lorentz KM, Thornley TB, Antane JT, Raczy MR, et al. Synthetically glycosylated antigens for the antigen-specific suppression of established immune responses. Nat Biomed Eng[Internet]. 2023[citado 7 nov 2023];7(9):1142-1155. doi: 10.1038/s41551-023-01086-2. Epub 2023 Sep 7. PMID: 37679570.
9 noviembre 2023 | Fuente: The conversation
oct
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Para defendernos adecuadamente de cualquier patógeno que pueda entrar en nuestro organismo, las células del sistema inmunitario deben estar en continuo movimiento, de manera que ejerzan una labor de vigilancia hasta en los más recónditos lugares de nuestro cuerpo. Las células de la inmunidad inespecífica (granulocitos, macrófagos, células dendríticas, células NK y mastocitos, entre otras) tienen una distribución muy dispersa, pero las células de la inmunidad específica se encuentran sobre todo en los órganos inmunitarios secundarios, en los que se va a producir la presentación del antígeno y la estimulación de los linfocitos capaces de reconocerlo.
El carácter disperso del sistema inmunitario plantea tres interesantes incógnitas muy difíciles de resolver: cuántas células inmunitarias tenemos, cuántas tenemos exactamente en cada órgano y cuánto es su peso total.
Un interesante estudio recién publicado trata de responder a estas preguntas. Como contar una a una las células es completamente imposible, los autores han usado una triple estrategia.
En primer lugar, han realizado una extensa revisión bibliográfica, recabando todos los datos disponibles referidos a la presencia de células inmunitarias en los tejidos. En concreto, trataron de recopilar las distintas densidades celulares, es decir, el número de células por gramo de tejido, además de datos histológicos.
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En segundo lugar, emplearon imágenes de células en canales múltiples, una nueva tecnología que permite identificar muchos biomarcadores de manera simultánea. Eso permite reconocer tejidos y fenotipos celulares complejos.
Y, en tercer lugar, echaron mano de la de convolución basada en patrones de metilación. Aunque el nombre puede parecer rocambolesco, la de convolución celular consiste en estimar, mediante técnicas computacionales, la proporción de células que existe en un tejido concreto. Como cada célula tiene un patrón de metilación característico, la combinación de ambas técnicas permite identificar las diferentes subpoblaciones celulares presentes en una muestra.
Nuestro sistema inmune tiene 1,8 billones de células
El uso y la validación cruzada de estas tres técnicas ha permitido a los autores llegar a la conclusión de que una persona prototípica –eso sí, varón de 20-30 años, 176 cm de estatura y 73 kg de peso– tiene un total de 1,8×10¹² células. Es decir, casi dos billones (según la nomenclatura española) de células. Son muchas, especialmente si tenemos en cuenta que los tejidos muscular y adiposo constituyen el 75 % del total de la masa corporal pero que, al tratarse de células muy grandes, solo representan el 0,2 % de todas las células de nuestro organismo.
La mayoría de las células inmunitarias se ubican en dos lugares: la médula ósea y el tejido linfático. La médula ósea contiene un 40 % de esa astronómica cantidad total de células –en un 80 %, neutrófilos–. En el tejido linfático se ubica el 39 % de las células inmunes, con un importante predominio de linfocitos. La piel, los pulmones y el tracto gastrointestinal albergan, cada uno de ellos, un modesto 3 % del total.
Distribución de las células inmunitarias en el cuerpo humano. Estimaciones de las poblaciones de células inmunitarias por tipo de célula y tejido agrupadas por tejidos y sistemas primarios. GI significa tracto gastrointestinal. PNAS, CC BY-NC-ND.
Los macrófagos, que tienen una escasa representación en muchos tejidos, se acumulan en el hígado, donde representan el 70 % de las células inmunitarias de este órgano. También residen aquí un 30% de todas las células NK. De ahí se deduce que el hígado juega un importante papel en la respuesta inmunitaria, en especial en lo que se refiere a la eliminación de antígenos que han entrado por vía digestiva.
Si el sistema inmunitario fuese un órgano sólido pesaría más de un kilo
El estudio ofrece algunos descubrimientos sorprendentes. Por ejemplo, que si el sistema inmunitario fuese un órgano sólido pesaría 1.2 kg. O, lo que es lo mismo, tendría casi el mismo peso del hígado, considerado el órgano más grande y pesado.
De esos 1.2 kilos, los macrófagos, que representan apenas el 15 % del total de células inmunitarias, pesarían 600 gramos. Y las aún más escasas células dendríticas pesarían otros 100 gramos más. ¿Por qué? Pues debido al gran tamaño de estos dos tipos de células, que se contrapone al de los pequeños linfocitos, que a pesar de su elevado número solo representarían menos de 200 gramos en su conjunto. La masa de células inmunitarias contenidas en la médula ósea y el tejido linfático es la más relevante de todas (30 % y 27 % del total, respectivamente).
No obstante, la mayor sorpresa está relacionada con el tracto gastrointestinal. A diferencia de lo que se pensaba, aquí solo se ubica un 3 % del total de células inmunitarias, muchas menos de las esperadas. Y resulta también sorprendente que en el digestivo se acumulen alrededor de un 70 % de las células plasmáticas totales, que son las productoras de anticuerpos.
Mirando al futuro
Este estudio es relevante porque combina múltiples aproximaciones para resolver problemas que no permiten un abordaje directo, y que podría ser de interés para determinar el número de células pertenecientes a otros linajes.
Lo que es más importante aún, al ofrecernos una distribución global de las células del sistema inmunitario puede ayudarnos a entender mejor su organización global y, por tanto, cómo modularlo para diseñar terapias innovadoras.
Sender R, Weiss Y, Navon Y, Milo I, Azulay N, Keren L, et al. The total mass, number, and distribution of immune cells in the human body. PNAS[Internet]2023[citado 23 oct 2023];120 (44): e2308511120. https://doi.org/10.1073/pnas.2308511120.
25 octubre 2023 | Fuente: Conversación