La especialista en nutrición del Hospital Universitario La Luz de MadridImagen: Archivo. , Laura Sánchez Anguita, ha destacado la importancia del diagnóstico en la intolerancia a la trehalosa, un elemento presente en alimentos como los champiñones, las setas o la cerveza, ya que cada vez se registran más casos y tiene una gran afección en la calidad de vida de los pacientes.

«La trehalosa es un tipo de azúcar natural presente en alimentos como los champiñones, setas y cerveza. Esta intolerancia, aún poco conocida por la población general, está comenzando a preocupar a los profesionales de la salud debido a su impacto en la calidad de vida de los pacientes», ha señalado Sánchez Anguita.

La experta reconoce que actualmente no está catalogada ni reconocida como otras intolerancias más comunes como pueden ser, entre otras, la de la lactosa o la del gluten. Es por ello que la intolerancia a la trehalosa puede ser fácilmente confundida con otras afecciones gastrointestinales como el Síndrome del Intestino Irritable (SII), cuyo cuadro se caracteriza por alteraciones del ritmo intestinal, distensión abdominal, calambres abdominales, dolor abdominal y flatulencias o la intolerancia a la lactosa, lo que dificulta su diagnóstico.

«Además de tener estos síntomas están otros propios de la intolerancia también en otras partes del cuerpo como neurológicos (dolor de cabeza, mareos, vértigos, etc.), respiratorios (asma, etc.) y/o dermatológicos como acné», asevera la especialista.

En este sentido, Laura Sánchez ha advertido de que es «fundamental» que tanto los pacientes como los médicos «estén al tanto de esta condición para evitar diagnósticos erróneos y mejorar la calidad de vida de los afectados».

La trehalosa es un carbohidrato disacárido que es sustento de la microbiota intestinal y la intolerancia se debe a que la mucosa del intestino delgado no produce o tiene un déficit de la enzima trehalasa. «Esta patología ocurre cuando comemos algún alimento rico en trehalosa, como puede ser champiñones, setas, miel y/o cerveza», ha afirmado.

Para diagnosticar esta patología se realiza una prueba que se conoce como test de hidrógeno espirado, que puede solicitarla el endocrino, el dietista-nutricionista o un especialista de digestivo. En cuanto al tratamiento, Laura Sánchez señala que la solución más efectiva es la eliminación o reducción de los alimentos que contienen trehalosa, como los champiñones y otros hongos comestibles.

«También se recomienda a los pacientes leer cuidadosamente las etiquetas de los productos alimenticios, ya que la trehalosa puede estar presente como aditivo en algunos productos alimentarios», ha añadido.

03 septiembre 2024|Fuente: Europa Press |Tomado de la Selección Temática sobre Medicina de Prensa Latina. Copyright 2024. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.|Noticia

septiembre 5, 2024 | Carlos Alberto Santamaría González | Filed under: Alergología, Endocrinología, Enfermedades nutricionales, Gastroenterología, Medicina familiar y comunitaria | Etiquetas: , |

Imagen: Archivo.Ciertos tipos de bacterias intestinales pueden obstaculizar la eficacia de la vacuna contra el rotavirus, según investigadores del Instituto de Ciencias Biomédicas de la Universidad Estatal de Georgia (Estados Unidos).

Los hallazgos, dirigidos por los doctores Vu L. Ngo y Andrew T. Gewirtz, publicados en la revista Cellular and Molecular Gastroenterology and Hepatology, indican que la microbiota intestinal, en particular los billones de bacterias que viven en el intestino de un individuo, puede influir en la respuesta a la vacuna contra el rotavirus y, a veces, hacer que los niños sigan siendo propensos a la infección por rotavirus y a la enfermedad grave a pesar de haber sido vacunados.

El rotavirus es un virus que se propaga fácilmente entre los bebés y los niños pequeños y causa diarrea intensa, vómitos, fiebre y dolor abdominal. Los niños infectados por la enfermedad por rotavirus pueden deshidratarse y requerir hospitalización. Las vacunas contra el rotavirus han demostrado ser muy eficaces para proteger a los niños en los Estados Unidos y Europa, pero su eficacia es relativamente baja en algunos países de bajos ingresos.

Las vacunas contra el rotavirus son virus vivos atenuados que se administran por vía oral y que deben infectar el intestino del huésped para generar inmunidad protectora. La protección que brindan las vacunas contra el rotavirus es muy diferente entre individuos, lo que llevó a los investigadores a plantear la hipótesis de que la composición de la microbiota intestinal, en la que la vacuna viral debe infectar, influye en la eficacia de la vacuna contra el rotavirus.

En este estudio, los investigadores investigaron la influencia de los microbiomas humanos en la vacunación contra el rotavirus administrando a ratones trasplantes microbianos de niños con una respuesta robusta o mínima a la vacuna contra el rotavirus.

Descubrieron que los ratones que recibieron trasplantes microbianos de individuos que respondieron muy bien a la vacuna contra el rotavirus eliminaron abundantemente antígenos del rotavirus y generaron anticuerpos antirrotavirus de manera robusta. Por el contrario, los ratones que recibieron trasplantes microbianos de niños que no habían respondido a la vacunación contra el rotavirus mostraron solo un aumento modesto de los anticuerpos contra el rotavirus después de la vacunación y, por lo tanto, siguieron siendo propensos a la exposición al rotavirus.

El análisis de los microbiomas mediante secuenciación de ADN sugirió la participación de Clostridium perfringens, que son bacterias que ocasionalmente causan enfermedades manifiestas, pero que también pueden estar presentes sin causar enfermedades en algunos humanos y animales. La administración oral de C. perfringens cultivadas a ratones imitó parcialmente los rasgos de los que no responden a la vacuna contra el rotavirus. Un nuevo análisis de los datos publicados encontró que la abundancia de C. perfringens en niños está modestamente asociada con el fracaso de la vacuna contra el rotavirus.

En conclusión, los investigadores determinaron que la composición de la microbiota influye en la eficacia de la vacuna contra el rotavirus, siendo C. perfringens uno, quizás de muchos, ejemplos de microbiota humana capaz de promover el fracaso de la vacuna contra el rotavirus.

«Nuestros hallazgos reflejan que C. perfringens puede ser uno de un grupo de microbios, incluidas bacterias y virus, que pueden afectar la infección y, en consecuencia, las respuestas inmunes provocadas por los virus de la vacuna contra el rotavirus», señala Gewirtz.

27 agosto 2024|Fuente: Europa Press |Tomado de la Selección Temática sobre Medicina de Prensa Latina. Copyright 2024. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.|Noticia

agosto 29, 2024 | Carlos Alberto Santamaría González | Filed under: Gastroenterología, Inmunología, Medicina familiar y comunitaria | Etiquetas: , , , , |

Imagen: Archivo.La alimentación juega un papel muy importante en el manejo del síndrome de sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado, conocido como SIBO, tanto para evitar la desnutrición, pérdida de peso y deficiencia de nutrientes, como para conseguir un alivio sintomático y eliminar el crecimiento bacteriano excesivo, según han destacado las nutricionistas Patricia Martínez López y Gabriela Retana Bronte, profesoras colaboradoras de los Estudios de Ciencias de la Salud de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).

En este sentido, según ha señalado Retana, la dieta baja en FODMAP (oligosacáridos, disacáridos, monosacáridos y polioles fermentables) es una de las pautas nutricionales que da mejores resultados, ya que las bacterias mueren por inanición. Entre los alimentos que contienen FODMAP se encuentran el ajo, la cebolla, el pimiento verde, la manzana, el melón, la sandía o los lácteos.

Es muy importante hacer una valoración precisa para contabilizar bien los alimentos que contienen FODMAP (fructosa, lactosa, manitol, sorbitol, GOS y fructanos) en el cómputo total del diseño de la dieta elaborada. «Para ello, se recomienda seguir un protocolo de cuatro meses con cinco fases: fase estricta 1, fase estricta 2, fase de reintroducción 1 y reintroducción 2 y, por último, una dieta personalizada equilibrada. Todo ello con una atención médica continuada y con la exclusión temporal de alimentos con FODMAP (no más de seis u ocho semanas)», han explicado las expertas.

Las redes sociales son el espacio donde más se oye hablar últimamente del SIBO, un síndrome que podría afectar hasta a un 15 % de la población sana y que corresponde a la presencia de bacterias en el intestino delgado proximal o a la colonización por bacterias anormales, como pueden ser bacterias productoras de hidrógeno, del metano o ambas.

El intestino delgado por norma general no suele tener colonización bacteriana, salvo pequeñas colonias fermentadoras, en cambio, el intestino grueso sí que tiene mayor cantidad. «El sobrecrecimiento de bacterias productoras de hidrógeno (SIBO) o el sobrecrecimiento metanógeno intestinal (IMO) puede producirse si esas bacterias colónicas han migrado o simplemente es debido a una permeabilidad intestinal afectada», han señaladolas expertas.

Los síntomas del SIBO/IMO pueden estar relacionados con los nutrientes mal absorbidos y cambios de permeabilidad o con las consecuencias nutricionales de una mala absorción. «En el primer caso, los más comunes son dolor abdominal, diarrea o deposiciones alternantes, heces pálidas, distensión abdominal, flatulencias y eructos. También esteatorrea (más grave) y algunos signos de intolerancia a la lactosa», ha señalado Martínez.

Por otro lado, las consecuencias nutricionales de mala absorción pueden provocar una lesión epitelio intestinal, disminución de la ingesta de alimentos por la presencia de síntomas gastrointestinales, deficiencia de B12 y anemia, absorción deficiente de vitaminas A, D y E. El SIBO también provoca efectos sistémicos de la inflamación y activación inmunitaria, como dolor corporal y fatiga.

Según ha explicado Retana, la mayoría de los pacientes refieren mala tolerancia a casi todos los alimentos, dando como consecuencia efectos psicológicos (ansiedad, estrés, depresión) y de aislamiento social. Los síntomas crónicos mencionados previamente pueden causar malestar constante y la fatiga y la debilidad provenida de la mala absorción pueden limitar la capacidad de realizar actividades diarias.

El diagnóstico de SIBO se realiza a través de pruebas de laboratorio, pruebas radiológicas y de cuantificación del crecimiento bacteriano, y es recomendable hacer también una prueba de lactulosa, después de identificar síntomas compatibles en la consulta.

Una vez obtenidos los resultados, es conveniente consultar a un médico de medicina general para la puesta en marcha de un tratamiento farmacológico, un tratamiento probiótico (evidencia limitada) y la realización de pruebas de valoración final.

Para Martínez y Retana, algunos de los factores de riesgo que aumentan la probabilidad de desarrollar SIBO son la disminución en la secreción del jugo gástrico, la motilidad intestinal disminuida, el aumento en la respuesta inmune, las alteraciones de la anatomía intestinal, la obstrucción, divertículos y complicaciones postoperatorias, la insuficiencia pancreática exocrina, la pancreatitis crónica o fibrosis quística y el aumento de la edad.

Además, el SIBO a menudo acompaña a otras afecciones gastrointestinales. «Numerosos estudios describen la aparición simultánea de SIBO y síndrome del intestino irritable (SII), siendo ambos trastornos estimuladores del sistema inmunológico, lo que hace que aumenten las citoquinas proinflamatorias en la mucosa intestinal, aumentando así su permeabilidad. Una mayor incidencia de SIBO también se asocia con enfermedades inflamatorias intestinales y con la enfermedad de Crohn en concreto», ha remarcado Martínez. Las investigaciones sugieren que el SIBO puede acompañar también a la enfermedad celíaca.

26 agosto 2024|Fuente: Europa Press |Tomado de la Selección Temática sobre Medicina de Prensa Latina. Copyright 2024. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.|Noticia

agosto 28, 2024 | Carlos Alberto Santamaría González | Filed under: Gastroenterología, Nutrición | Etiquetas: |

Imagen: Archivo. Los investigadores de la Clínica Cleveland han descubierto que el microbioma intestinal interactúa con las células para causar enfermedades cardiovasculares a través de la fenilacetilglutamina (PAG), producida por las bacterias intestinales como producto de desecho, que luego se absorbe y se forma en el hígado, interactúa con lugares no descubiertos previamente en los receptores beta-2 adrenérgicos de las células cardíacas una vez que ingresa a la circulación, según publican en Nature Communications.

Se ha demostrado que el PAG interactúa con los receptores adrenérgicos beta-2 para influir en la fuerza con la que se contraen las células del músculo cardíaco, un proceso que los investigadores creen que contribuye a la insuficiencia cardíaca. Los investigadores demostraron que la mutación de partes del receptor adrenérgico beta-2 que antes se creía que no estaban relacionadas con la actividad de señalización en modelos preclínicos impidió que el PAG deprimiera la función del receptor.

Esta es la última de una serie de investigaciones sobre la PAG, dirigidas por el presidente de Ciencias Cardiovasculares y Metabólicas en el Instituto de Investigación Lerner de la Clínica Cleveland y codirector de la sección de Cardiología Preventiva, el doctor Stanley Hazen.

El laboratorio del doctor Hazen demostró anteriormente que los niveles elevados de PAG circulantes en sujetos están asociados con un mayor riesgo de desarrollar insuficiencia cardíaca y conducen a peores resultados para los pacientes con insuficiencia cardíaca.

También demostraron que la vía de señalización de PAG microbiana intestinal estaba vinculada mecánicamente a numerosas características relacionadas con la insuficiencia cardíaca y riesgos de enfermedad cardiovascular. «Los nuevos hallazgos nos acercan un paso más a la orientación terapéutica de esta vía para desarrollar un tratamiento mejorado para la prevención de la insuficiencia cardíaca», dice el doctor Hazen.

Los estudios actuales profundizaron más en la determinación de cómo interactúa el PAG con nuestros receptores beta-adrenérgicos. Prasenjit Saha, primer autor, mutó diferentes áreas en el receptor beta-2 adrenérgico y probó si la señalización podía ocurrir con la hormona natural epinefrina (también llamada adrenalina). Las pruebas preclínicas mostraron que la mutación de ciertas ubicaciones mantenía el sitio de unión de la adrenalina intacto y funcionando, pero el receptor mutante ya no estaba regulado negativamente por el PAG.

El doctor Hazen dice que estos resultados indican que los receptores beta-2 adrenérgicos pueden regularse desde un segundo sitio de unión de PAG que actúa como un «interruptor regulador de intensidad» personalizado para la vía de señalización de la adrenalina. Debido a que el PAG interactúa con el receptor en una ubicación diferente a la de la principal hormona adrenalina, el doctor Hazen teoriza que podrían ser dirigidos de forma independiente para bloquear la señalización de PAG generada por microbios intestinales dañinos y, al mismo tiempo, permitir que las señales naturales de adrenalina del cuerpo pasen a través de él.

El doctor Hazen afirma que los hallazgos de su equipo apuntan a una forma completamente nueva de desarrollar medicamentos que regulen el receptor adrenérgico beta-2, una regulación más matizada que la que se encuentra actualmente en el mercado. Actualmente están trabajando para desarrollar medicamentos que se dirijan a la vía PAG y sus interacciones con los receptores adrenérgicos como una nueva forma de medicación para tratar enfermedades cardiovasculares.

«Un betabloqueante que esté más orientado a bloquear la señalización dañina de los receptores adrenérgicos, pero que permita el paso de las señales saludables, sería un enfoque completamente nuevo para tratar o prevenir el riesgo de enfermedad cardiovascular», afirma el doctor Hazen. «Esto tendría el potencial de mejorar la calidad de vida de los pacientes que dependen de los betabloqueantes para calmar las respuestas de su cuerpo al estrés», añade.

22 agosto 2024|Fuente: Europa Press |Tomado de la Selección Temática sobre Medicina de Prensa Latina. Copyright 2024. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.|Noticia

Imagen: Infobae Perú.La hepatitis vírica es una enfermedad que tranquilamente hoy por hoy debería haber sido erradicada con vacunas. Pero en lugar de ello, unas 6 000 personas por día la contraen en sus distintas variantes, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Con el fin de darla a conocer, al igual que sus formas de prevención y tratamiento, la OMS fijó al día de hoy como el Día Mundial de la Hepatitis, la segunda causa infecciosa de muerte en el mundo.

Esta enfermedad provoca una inflamación del hígado que puede ser causada por varios factores incluyendo virus, consumo de alcohol, drogas, fármacos, o por una disfunción del sistema inmunológico. Puede derivar también en enfermedades más graves como la cirrosis o el cáncer de hígado, dependiendo de su evolución a una forma crónica o aguda.

«La hepatitis es una de las enfermedades que se pueden prevenir y hasta erradicar gracias a la vacunación. Un ejemplo concreto es lo que ocurrió en Argentina desde el año 2005 con la hepatitis A, una enfermedad endémica que gracias al control de vacunación en chicos, desde el año 2007 ya no se trasplanta más a niños por esta enfermedad. En adultos todavía afecta a un 20 % porque no están vacunados», explicó el doctor Esteban González Ballerga, médico hepatólogo, Jefe del Servicio de Gastroenterología del Hospital de Clínicas «José de San Martín».

Y agregó: «Respecto a la hepatitis B es una enfermedad de bajo impacto y se contagia a través de la sangre o fluidos sexuales. Una de las formas de prevenirla también es la vacunación, pero en los adultos sigue siendo flojo la adhesión a la vacuna ya que se necesitan tres dosis para obtenerla en forma completa y solo el 20 % termina el esquema de vacunación. Hay que recordar que la vacunas es gratis desde al año 2000, además de ser segura y eficaz. A los niños se da al nacer, luego un refuerzo a los 12 y otro a los 18 años».

Según detallan expertos de Mayo Clinic, tener hepatitis B crónica aumenta el riesgo de desarrollar insuficiencia hepática, cáncer de hígado o cirrosis, que consiste en una afección que deja cicatrices permanentes en el hígado.

«La mayoría de los adultos que tienen hepatitis B se recuperan por completo, aunque los síntomas sean graves. Los bebés y niños son más propensos a desarrollar una infección de hepatitis B de larga duración. Esto se conoce como infección crónica. La vacuna puede prevenir la hepatitis B, pero no existe cura si ya se tiene la afección, por lo que hay que tomar determinadas precauciones para prevenir que se disemine el virus a otras personas», agregaron.

«La hepatitis C es una enfermedad que la mayoría de las veces no da síntomas, por eso es tan importante realizarse el test por lo menos una vez en la vida. Campañas como la que estamos lanzando a nivel nacional son oportunidades inmejorables para hacerlo. Si el testeo -que es rápido e indoloro- da negativo, la persona sigue con su vida. Si, en cambio, da positivo y luego se confirma el diagnóstico, los profesionales de la salud acompañaremos a la persona para que pueda curarse y evitar complicaciones potencialmente severas a futuro», sostuvo González Ballerga, también presidente de la Sociedad Argentina de Hepatología (SAHE).

«Una persona puede tener hepatitis C y no saberlo durante décadas. Si se deja estar y pasan los años, lamentablemente llegará al diagnóstico cuando el daño hepático sea avanzado y tal vez presente grados de cirrosis, riesgo de cáncer de hígado y necesidad de recibir un trasplante. Todo esto puede evitarse testeándose a tiempo, por eso este año la idea de la SAHE es empoderar al paciente y que ellos le soliciten el test a su médico de cabecera», explicó el Dr. Manuel Barbero, protesorero de la Comisión Directiva de la SAHE.

Al ser una enfermedad silenciosa, preocupa el elevado subdiagnóstico que tiene en el mundo y en Argentina. Se calcula que -en nuestro país- entre seis y siete de cada 10 personas que tienen el virus lo ignoran, lo que refleja la necesidad de trabajar en mejores mecanismos de detección y en seguir concientizando a la comunidad para que cuide la salud de su hígado tanto como cuida la de su corazón u otros órganos.

«El estudio para detectar hepatitis B y C es sencillo, pero lamentablemente no se encuentra entre los análisis de rutina que el médico de cabecera solicita en un chequeo habitual. Sobre ese punto también tenemos que trabajar los hepatólogos, gastroenterólogos e infectólogos, que somos los que estamos más cerca de esta enfermedad todos los días. Tenemos que comprometernos a difundir la importancia de pedir este estudio entre los demás profesionales de la salud, como los clínicos, cardiólogos, endocrinólogos, ginecólogos y geriatras, entre otras especialidades», remarcó el Dr. Juan Carlos Bandi, vicepresidente de la SAHE.

«Algunas personas con hepatitis no presentan síntomas e ignoran que están infectadas. Pero si adquieren ese mal pueden incluir fiebre, fatiga, pérdida de apetito, náusea, vómitos, dolor abdominal, orina oscura, heces color arcilla, dolor en las articulaciones e ictericia (coloración amarillenta de la piel y los ojos)», precisó por su parte el doctor Roberto Vázquez Campuzano, profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Y completó: «Si se tiene una infección aguda, los síntomas pueden comenzar entre dos semanas y seis meses después de haberse infectado, pero si es una infección crónica es posible que la gente no tenga síntomas hasta muchos años después. La hepatitis crónica puede ocasionar complicaciones como cirrosis (cicatrización del hígado), insuficiencia hepática y cáncer de hígado. El diagnóstico y el tratamiento temprano de la hepatitis crónica pueden prevenir estas complicaciones».

Cualquiera pudo haberlo contraído

Por prejuicio o desinformación, muchas personas creen que no estuvieron expuestas al virus o que están protegidas por las vacunas, pero la hepatitis C no es de las hepatitis que pueden prevenirse con vacuna (esas son la A y la B) y ésta se transmite por contacto con sangre contaminada.

Durante muchos años, este virus circuló, pero no se lo conocía, y además no existía la conciencia actual sobre las medidas de esterilización de instrumental que entraba en contacto con sangre. Por lo tanto, miles de personas contrajeron hepatitis C -sin saberlo- en tratamientos odontológicos, cirugías, al realizarse tatuajes, piercings y otros tratamientos de belleza, al recibir transfusiones, compartiendo jeringas, cepillos de dientes, afeitadoras o canutos para aspirar sustancias ilícitas, entre otros elementos cortopunzantes.

El Dr. Barbero aclaró que hoy «es mucho más habitual la esterilización adecuada de todo el instrumental que se utiliza en cada intervención de salud o estética, y las personas tienen más conciencia sobre los riesgos de entrar en contacto con sangre ajena, por lo que hay menos transmisiones que en los años 80 y 90. De todos modos, todos, aunque fundamentalmente los mayores de 35 o 40 años, con mayor o menor conocimiento, pudimos haber estado expuestos al virus, lo que amerita la realización del test para sacarse la duda».

«Vale la pena salir a buscar a los pacientes porque hoy contamos con medicaciones que curan prácticamente a todos en pocas semanas, casi sin efectos adversos, y que son cubiertas por obras sociales, prepagas y por el Estado. Entonces, si se diagnostican antes de que la enfermedad progrese, podrán curarse a tiempo y evitar poner en riesgo su vida», reconoció González Ballerga.

Otro aspecto crítico en esta enfermedad es que hay un grupo significativo de pacientes que tiene diagnóstico hace varios años o décadas, pero no ha vuelto al profesional de la salud para curarse porque ignora que hay medicaciones que curan, porque recuerda los duros efectos adversos de las medicaciones anteriores, cree que deberá pagar los tratamientos actuales de su bolsillo, posterga su salud por otras prioridades o, simplemente, porque no le da importancia ya que esta enfermedad durante muchos años no da síntomas ni duele.

«Para contrarrestar esta situación, múltiples hospitales de nuestro país están llevando adelante acciones de ‘revinculación’, que es una estrategia internacional exitosa que consiste en revisar historias clínicas archivadas o exámenes de laboratorio y convocar a aquellos pacientes con hepatitis C que no han vuelto a la consulta, para que lo hagan y se curen pronto», explicó el doctor Fernando Cairo, expresidente de SAHE y miembro actual de la subcomisión de Hepatitis Virales.

Otra propuesta también consiste en ir a buscar pacientes a comunidades de mayor riesgo, sin estigmatizar, pero valiéndose de estadísticas globales de mayor incidencia, en grupos como veteranos de guerra, población carcelaria, personas con VIH, pacientes dializados o que han recibido transfusiones de sangre y hemoderivados, como las personas con hemofilia, entre otros.

«Quienes durante décadas no podíamos darles respuestas a las personas con hepatitis C, hoy hacemos todo lo posible para encontrar más pacientes porque la cura es una realidad, está al alcance de la mano y puede cambiarles verdaderamente la vida», concluyeron desde la SAHE.

La Organización Mundial de la Salud había propuesto el ambicioso objetivo de eliminar la hepatitis C en el mundo para 2030 y ha tomado múltiples medidas orientadas a ese objetivo, más allá de la dificultad que representa. El desarrollo de constantes iniciativas de testeo a la comunidad es uno de los caminos que contribuyen a lograrlo.

«En el Hospital de Clínicas nos propusimos en los dos últimos años llegar a los pacientes con hepatitis. Por eso iniciamos el Programa de Revinculación en donde los llamamos para volverlos a meter en el sistema de salud y vacunarlos o medicarlos. Así logramos la curación del 90 % de los pacientes revinculables», remarcó González Ballerga.

Ahora, la Sociedad Argentina de Patología, que fundó la Subcomisión de Revinculación de Pacientes quiere reproducir esta experiencia en todo el país y hasta la región.

En tanto, la utilización de la inteligencia artificial y las nuevas herramientas diagnósticas ensayadas por la pandemia de covid-19 permiten un abaratamiento del diagnóstico que lleva a los especialistas a defender el coste-efectividad en población general de entre 50 y 85 años para la hepatitis C no diagnosticada.

27 julio 2024|Fuente: Infobae |Tomado de |Noticia

Imagen: Archivo

La edad, el sexo y el índice de masa corporal están «significativamente relacionados» con la frecuencia de las deposiciones, según un estudio que ahonda en la relación entre la salud a largo plazo y la periodicidad de las defecaciones.

Los resultados se publican en la revista Cell Reports Medicine y la investigación, que examina, entre otros, datos clínicos y de estilo de vida de más de 1 400 adultos, está liderada por investigadores del Instituto de Biología de Sistemas de Seattle, Estados Unidos.

Según los investigadores, la frecuencia con la que se defeca puede tener una gran influencia en la fisiología y la salud.

El estudio se centró en adultos generalmente sanos y excluyó a los que padecían determinadas afecciones o tomaban medicación.

El equipo clasificó la frecuencia autodeclarada de las deposiciones en cuatro grupos: estreñimiento (una o dos evacuaciones a la semana), normal-baja (entre tres y seis a la semana), normal-alta (entre una y tres deposiciones al día) y diarrea, detalla un comunicado del citado instituto.

Después buscó asociaciones entre la frecuencia de las deposiciones y factores como la demografía, la genética, el microbioma intestinal, los metabolitos sanguíneos y la química plasmática.

El estudio constató que la edad, el sexo y el índice de masa corporal (IMC) estaban «significativamente relacionados» con la frecuencia de las deposiciones. En concreto, los más jóvenes, las mujeres y aquellos con un IMC más bajo tendían a defecar con menor repetición.

Los investigadores demostraron, entre otros, que la composición de los microbiomas intestinales de los participantes era un signo revelador de la frecuencia de las deposiciones.

Por ejemplo, constataron que las bacterias asociadas a la fermentación de proteínas o al tracto gastrointestinal superior tendían a enriquecerse en las personas con estreñimiento o diarrea, respectivamente.

Del mismo modo, varios metabolitos sanguíneos y químicas plasmáticas mostraron asociaciones significativas con la frecuencia de las evacuaciones, lo que sugiere vínculos potenciales entre la salud intestinal y el riesgo de enfermedades crónicas.

En concreto, subproductos de la fermentación de proteínas de origen microbiano que se sabe que dañan los riñones, como el sulfato de p-cresol y de indoxil, estaban más presentes en la sangre de las personas con estreñimiento, mientras que las sustancias químicas relacionadas con el daño hepático eran más elevadas en las personas con diarrea.

Como era de esperar, dicen los científicos, aquellos que declararon seguir una dieta rica en fibra, hidratarse mejor y hacer ejercicio con regularidad tendían a encontrarse en una mejor clasificación en cuanto a las deposiciones.

El estreñimiento crónico se ha asociado a trastornos neurodegenerativos y a la progresión de la enfermedad renal crónica en pacientes con enfermedad activa, afirma Sean Gibbons, autor del artículo.

Sin embargo, no quedaba claro -agrega- si las anomalías del movimiento intestinal son o no impulsores tempranos de la enfermedad crónica y el daño orgánico, o si estas asociaciones retrospectivas en pacientes enfermos son una mera coincidencia.

«Aquí, en una población generalmente sana, mostramos que el estreñimiento, en particular, se asocia con niveles sanguíneos de toxinas de origen microbiano conocidas por causar daños orgánicos, antes de cualquier diagnóstico de enfermedad», resume Gibbons.

El estudio también exploró las asociaciones entre la frecuencia de las deposiciones y la ansiedad y depresión, indicando que el historial de salud mental está conectado con la frecuencia.

«En general, este trabajo muestra cómo la frecuencia de las deposiciones puede influir en todos los sistemas corporales y cómo una periodicidad aberrante puede ser un factor de riesgo importante en el desarrollo de enfermedades crónicas», concluye Gibbons.

16 julio 2024|Fuente: EFE |Tomado de la Selección Temática sobre Medicina de Prensa Latina. Copyright 2024. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.|Noticia

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