nov
7
Un estudio británico encontró que quienes consumían sal — incluso solo «de vez en cuando» — tenían mayores probabilidades de padecer diabetes tipo 2
. No está claro por qué, pero un investigador piensa que la sal conduce a la sobrealimentación, aumentando las probabilidades de obesidad e inflamación
. Quitar el salero de la mesa podría tener un enorme impacto en tu salud
Deja el salero, especialmente si estás en riesgo de diabetes tipo 2.
Mientras que la condición nos hace pensar en la necesidad de evitar el azúcar, un nuevo estudio la vincula con el consumo frecuente de sal.
«Ya sabemos que limitar la sal puede reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares e hipertensión, pero este estudio muestra por primera vez que quitar el salero de la mesa también puede ayudar a prevenir la diabetes tipo 2,» dijo el autor principal del estudio, el Dr. Lu Qi. Él es el presidente y profesor en la Escuela de Salud Pública y Medicina Tropical de la Universidad de Tulane en Nueva Orleans.
«No es un cambio difícil de hacer, pero podría tener un tremendo impacto en tu salud,» dijo Qi en un comunicado de prensa de la universidad.
Para comprender mejor la conexión, los investigadores encuestaron a más de 400 000 adultos registrados en el Biobanco del Reino Unido sobre su ingesta de sal.
Durante casi 12 años en promedio, el equipo de investigación observó más de 13 000 casos de desarrollo de diabetes tipo 2.
Comparado con aquellos que «nunca» o «raramente» usaban sal, los participantes que «a veces», «usualmente» o «siempre» agregaban sal tuvieron un riesgo respectivo del 13 %, 20 % y 39 % mayor de desarrollar diabetes tipo 2, según el estudio.
Por qué la alta ingesta de sal tendría este impacto no se comprende completamente.
Qi piensa que la sal anima a las personas a comer porciones más grandes, lo que luego aumenta las posibilidades de desarrollar factores de riesgo como la obesidad y la inflamación.
El estudio sí encontró una asociación entre el consumo frecuente de sal y un mayor índice de masa corporal y relación cintura-cadera.
El siguiente paso es un ensayo clínico controlando la cantidad de sal que consumen los participantes y observando los efectos.
Por ahora, nunca es demasiado temprano para comenzar a buscar formas de sazonar tus alimentos favoritos con bajo contenido de sodio, sugirió Qi.
Este es un consejo especialmente bueno para aquellos en riesgo de diabetes, incluyendo a cualquier persona con prediabetes, un historial de diabetes gestacional o un estilo de vida sedentario (físicamente activo menos de tres veces a la semana). Si tienes sobrepeso, tienes 45 años o más o tienes un historial familiar de diabetes, tu riesgo también es mayor.
Referencia
Wang X, Ma H, Kou M, Tang R, Xue Q, Li X, Harlan TS, et al. Dietary Sodium Intake and Risk of Incident Type 2 Diabetes. Mayo Clin Proc [Internet].2023[citado 6 nov 2023]; 98(11): 1641-1652. DOI: https://doi.org/10.1016/j.mayocp.2023.02.029
7 noviembre 2023|Fuente: HealthDay| Tomado de Noticias de Salud
nov
1
En adultos con sobrepeso, una intervención prebiótica que cambia el microbioma en dosis altas disminuye en dos semanas las respuestas cerebrales a las señales de alimentos ricos en calorías.
El artículo publicado por la revista Gut se propuso evaluar la capacidad de la fibra prebiótica en dosis altas para alterar el microbioma intestinal y, por lo tanto, los patrones de activación neuronal de la alimentación provechosa en una población con riesgo de aumento de peso y resistencia a la insulina.
A pesar de los estudios en animales que sugieren que los nutrientes prebióticos de origen vegetal reforzarían las funciones cerebrales homeostáticas y hedónicas a través de mejoras en la comunicación microbioma-intestino-cerebro, poco se sabe acerca de si estos resultados son aplicables a los seres humanos.
Los autores sugieren que la fibra dietética puede influir tanto en la composición de las bacterias intestinales como en las señales de valiosas del cerebro y las tomas de decisiones alimentarias asociadas.
Los prebióticos se utilizan para fomentar la colonización de bacterias beneficiosas en el intestino. Estas fibras dietéticas no digeribles se encuentran en alimentos de origen vegetal como cebollas, puerros, alcachofas, trigo, bananas y, en concentraciones significativas, en la raíz de achicoria.
Favorecen la salud intestinal promoviendo el crecimiento y la actividad de las bacterias intestinales beneficiosas.
Detalles del trabajo
El estudio aleatorizado, controlado y de diseño cruzado, prueba los efectos de una dosis alta de fibra prebiótica en la toma de decisiones alimentarias relacionadas con la satisfacción y evalúa posibles marcadores microbianos y metabólicos.
Los investigadores profundizaron en la posible influencia de ciertos prebióticos en la función cerebral con la mejora de la comunicación entre el microbioma intestinal y el cerebro.
El estudio que encabezó el Centro Médico de la Universidad de Leipzig (Medical Faculty of the University of Leipzig), Alemania, resalta que la ingestión de dosis altas de prebióticos dietéticos conduce a una reducción en la actividad cerebral conectada con la satisfacción que proviene de estímulos alimentarios hipercalóricos.
Los 59 adultos jóvenes y de mediana edad seleccionados, con sobrepeso (19 mujeres, 18-42 años, índice de masa corporal 25-30 kg/m2) y dieta occidental omnívora consumieron en dos semanas, 30 gramos diarios de insulina, prebiótico derivado de la raíz de la achicoria y se sometieron a resonancia magnética funcional antes y después de la ingesta suplementaria indicada.
Además, analizaron la sangre en ayunas de los voluntarios, los niveles de ácidos grases de cadena corta (AGCC), hormonas gastrointestinales, glucosa/lípidos y marcadores inflamatorios.
Durante la ejecución de las resonancias magnéticas funcionales, los participantes observaron la proyección de imágenes de alimentos y fueron consultados por la magnitud del deseo que les generaban los alimentos representados.
Tras la prueba de resonancia magnética, recibieron el plato mejor valorado con pedido expreso de consumirlo.
Resultados de la investigación
El estudio informa que después de la ingesta de prebióticos, disminuyó la activación de las áreas del cerebro relacionadas con la satisfacción (tegmental ventral y corteza orbitofrontal) hacia los alimentos deseados, altos en calorías.
El efecto se vio acompañado por un cambio en la composición de las bacterias intestinales. Mientras que los niveles sanguíneos en ayunas permanecieron en su mayoría sin cambios, la secuenciación de ARNr 16S mostró alteraciones significativas en el microbioma. Entre ellas, los autores observaron un aumento en la presencia de bifidobacteriaceae productoras de AGCC, y cambios en más de 60 vías de señalización funcional posterior a la ingesta de prebióticos.
Los hallazgos surgidos de neuroimágenes avanzadas, secuenciación de una nueva generación de bacterias intestinales y análisis combinados de posibles vías metabólicas, sugieren que los cambios microbianos funcionales pueden subyacer a la alteración de la respuesta cerebral provocada por las señales de alimentos hipercalóricos.
El estudio precisa que una intervención prebiótica atenuó la activación cerebral relacionada con la satisfacción durante la toma de decisiones alimentarias, en paralelo con cambios en el microbioma intestinal.
Los investigadores afirman que se necesitan más estudios para investigar si los tratamientos que alteran el microbioma podrían abrir nuevas vías para enfoques menos invasivos en la prevención y el tratamiento de la obesidad. Una mejor comprensión de los mecanismos subyacentes entre el microbioma, el intestino y el cerebro permitiría desarrollar nuevas estrategias que promuevan hábitos alimentarios más saludables en personan en situación de riesgo.
El artículo informa que un estudio de seguimiento en desarrollo examina actualmente los efectos de la administración a largo plazo de altas dosis de prebióticos sobre el comportamiento alimentario, la función cerebral y el peso corporal en personas con sobrepeso y obesidad.
Referencia
Medawar E, Beyer F, Thieleking R, Bastiaan Haange S, Rolle-Kampczyk U, et al. Prebiotic diet changes neural correlates of food decision-making in overweight adults: a randomised controlled within-subject cross-over trial. Gut [Internet]. 2023[citado 31 oct 2023]. doi: 10.1136/gutjnl-2023-330365.
1 noviembre 2023| Fuente: SIIIC Salud |Tomado de Noticias biomédicas
oct
26
Un nuevo estudio del Reino Unido ha revelado una asociación significativa entre los trastornos alimentarios y la multimorbilidad física, arrojando nueva luz sobre los riesgos para la salud a los que se enfrentan las personas con estas afecciones.
La investigación, dirigida por la Universidad Anglia Ruskin (ARU) en colaboración con el Centro de Investigación Biomédica de la Universidad de Cambridge, explora la compleja relación entre los trastornos alimentarios, la salud física y otros problemas que pueden influir en ella.
Los investigadores analizaron los datos de 7.403 adultos del Reino Unido. A los encuestados se les preguntó sobre 20 afecciones físicas, incluyendo cáncer, diabetes, problemas oculares, migrañas, problemas digestivos y problemas cardíacos. Los factores influyentes, o mediadores, considerados incluyeron la dependencia del alcohol, el insomnio, el tabaquismo, el estrés percibido, la obesidad y el bajo peso.
El estudio encontró que las personas con posibles trastornos alimentarios constituían el 6,4% de los encuestados, y los individuos dentro de esta cohorte tenían 2,11 veces más probabilidades de reportar multimorbilidad física, definida como tener dos o más condiciones de salud física al mismo tiempo.
Un trastorno alimentario se define como una relación patológica con la comida que provoca alteraciones significativas en la vida cotidiana de una persona. Se estima que hasta 3,4 millones de personas en el Reino Unido tienen un trastorno alimentario.
La ansiedad emergió como el principal factor influyente en la relación entre el trastorno alimentario y la multimorbilidad física. También se identificó que el insomnio, el estrés percibido y la depresión eran importantes.
Investigaciones anteriores han demostrado que la multimorbilidad se asocia con una carga significativa en los servicios de atención médica, incluidos los costos de transición de la atención y la atención primaria, la atención dental y las hospitalizaciones. La multimorbilidad afecta a alrededor del 42,4% de la población mundial.
El autor principal, Lee Smith, profesor de Salud Pública en la Universidad Anglia Ruskin (ARU), dijo: «Creemos que este es el primer estudio que investiga la asociación entre los síntomas de los trastornos alimentarios, o un posible trastorno alimentario, y la multimorbilidad física, y también el primero en cuantificar cómo esta asociación puede explicarse por una variedad de factores influyentes.
«Esta investigación subraya la compleja interacción entre la salud mental y la física. Es esencial reconocer que los trastornos alimentarios pueden tener consecuencias de gran alcance, afectando no solo al bienestar emocional sino también a la salud física. Comprender el papel de los posibles mediadores en esta relación es crucial para desarrollar intervenciones efectivas».
Los hallazgos tienen implicaciones significativas para la salud pública, destacando la necesidad de una mayor investigación sobre la causalidad y los mecanismos subyacentes del vínculo entre los trastornos alimentarios y la multimorbilidad física. A largo plazo, esta investigación podría guiar el desarrollo de estrategias para reducir la multimorbilidad en personas con trastornos alimentarios abordando los factores que influyen».
Referencia
Smith L, López Sánchez GF, Fernandez Egea E, Ford T, Parris C, Underwood BR, et al. Eating disorders and physical multimorbidity in the English general population. Eat Weight Disord[Internet]. 2023[citado 24 oct 2023]. 28(1). doi: 10.1007/s40519-023-01600-0.
26 octubre 2023 | Fuente: EurekAlert| Tomado de Comunicado de Prensa
oct
25
La fructosa está presente en las frutas y en la miel, pero también se genera por consumo de carbohidratos o alimentos salados. La hipótesis plantea que la fructosa impide que el organismo recurra a la grasa almacenada.
Los científicos expertos en nutrición llevan muchos años advirtiendo que, además del factor genético, las dietas altas en azúcar, carbohidratos y grasas serían responsables de los altos índices de obesidad.
Si bien se ha hablado de reducir la ingesta de alimentos altos en calorías, grasas y carbohidratos, la causa de la obesidad no está del todo clara. Ahora, una nueva hipótesis señala que la fructosa sería responsable de conducir a los humanos hacia la obesidad, según se detalla en el estudio publicado este martes (17.10.2023) por la revista especializada Obesity.
No solo está presente en las frutas
Si bien la fructosa no es la mayor fuente de ingesta calórica, los investigadores proponen que esta desencadena un impulso a comer alimentos altos en grasas y en mayores cantidades, lo que provoca la sobrealimentación.
La fructosa es un tipo de azúcar que puede encontrarse de forma natural en las frutas. Esto no significa que haya que dejar de comer plátanos, manzanas, peras o miel, ya que el organismo puede fabricar pequeñas cantidades de fructosa a partir de carbohidratos como la glucosa o alimentos salados.
Asimismo, este monosacárido puede encontrarse de manera inadvertida en nuestra dieta, puesto que suele ser utilizado como un edulcorante para reemplazar el azúcar o formar parte de algún jarabe o postre.
Una hipótesis unificadora
Los especialistas revisaron diversas hipótesis dietéticas sobre la obesidad: «Aunque prácticamente todas las hipótesis reconocen la importancia de reducir los alimentos ultraprocesados y ‘chatarra’, sigue sin estar claro si la atención debe centrarse en reducir la ingesta de azúcar, o de carbohidratos de alto índice glucémico, o de grasas, o de grasas poliinsaturadas o simplemente en aumentar la ingesta de proteínas», escriben los investigadores.
Y si bien consideraron que las diferentes premisas son gran parte correctas y, en algunos casos, parecen incompatibles entre sí, «todas ellas pueden unificarse basándose en otra hipótesis llamada como la supervivencia de la fructosa».
Comida chatarra – El lado oscuro de la industria alimentaria
La fructosa y el adenosín trifosfato
Los científicos se percataron de que la fructosa provoca un descenso en los niveles de un compuesto llamado adenosín trifosfato (ATP), que proporciona energía necesaria para muchos procesos metabólicos.
A medida que el cuerpo descompone la fructosa, el nivel de ATP baja considerablemente y el organismo recibe una señal de que falta combustible o energía, lo que explicaría por qué se abre el apetito.
«La fructosa es lo que desencadena que nuestro metabolismo entre en modo de baja energía y perdamos el control del apetito, pero los alimentos grasos se convierten en la principal fuente de calorías que impulsan el aumento de peso», señaló en un comunicado Richard Johnson, investigador del Anschutz Medical Campus de la Universidad de Colorado (EE. UU.).
Falta más investigación
Los expertos resaltaron que la fructosa provoca también un efecto que impide que el organismo pueda recurrir a la grasa almacenada. Esto significa que este modo de baja energía se activa aunque haya reservas energéticas disponibles.
La mayor parte de la investigación científica relacionada con la fructosa y sus efectos ha sido realizada en pruebas en animales, por lo que nuevos estudios serán fundamentales para determinar exactamente las implicancias de la fructosa en la obesidad de los humanos.
Referencia
Johnson RJ, Sánchez-Lozada, LG, Lanaspa, MA. The fructose survival hypothesis as a mechanism for unifying the various obesity hypotheses. Obesity (Silver Spring[Internet]. 2023[citado 24 oct 2023]; 1-11. doi:10.1002/oby.23920
25 octubre 2023 | Fuente: DW.com| Tomado de Ciencia
oct
25
Se ha revelado una asociación significativa entre los y la multimorbilidad física, arrojando nueva luz sobre los riesgos para la salud que enfrentan las personas con estas afecciones.
Un nuevo estudio del Reino Unido ha revelado una asociación significativa entre los trastornos alimentarios y la multimorbilidad física, arrojando nueva luz sobre los riesgos para la salud que enfrentan las personas con estas afecciones, hasta el punto que observa que tienen el doble de probabilidades de sufrir múltiples problemas de salud.
La investigación, dirigida por la Universidad Anglia Ruskin (ARU) en colaboración con el Centro de Investigación Biomédica de la Universidad de Cambridge, explora la compleja relación entre los trastornos alimentarios, la salud física y otras cuestiones que pueden influir en ella.
Los investigadores analizaron datos de 7 403 adultos del Reino Unido. Se preguntó a los encuestados sobre 20 afecciones físicas, incluidos cáncer, diabetes, problemas oculares, migrañas, problemas digestivos y problemas cardíacos. Los factores influyentes o mediadores considerados incluyeron la dependencia del alcohol, el insomnio, el tabaquismo, el estrés percibido, la obesidad y el bajo peso.
El estudio encontró que las personas con posibles trastornos alimentarios constituían el 6,4 % de los encuestados, y los individuos dentro de esta cohorte tenían 2,11 veces más probabilidades de informar multimorbilidad física, definida como tener dos o más condiciones de salud física simultáneamente.
El trastorno alimentario se define como una relación patológica con la comida que conlleva alteraciones importantes en el día a día de una persona. Se estima que hasta 3,4 millones de personas en el Reino Unido padecen un trastorno alimentario. La ansiedad surgió como el principal factor influyente en la relación entre el trastorno alimentario y la multimorbilidad física. También se identificaron como importantes el insomnio, el estrés percibido y la depresión.
Investigaciones anteriores han demostrado que la multimorbilidad se asocia con una carga significativa para los servicios de atención médica, incluidos los costos de transición de la atención y la atención primaria, la atención dental y las hospitalizaciones. La multimorbilidad afecta a alrededor del 42,4 por ciento de la población mundial.
«Creemos que este es el primer estudio que investiga la asociación entre los síntomas del trastorno alimentario, o posible trastorno alimentario, y la multimorbilidad física, y también el primero en cuantificar cómo esta asociación puede explicarse por una variedad de factores que influyen», ha señalado el autor principal del estudio, el doctor Lee Smith, profesor de Salud Pública de la Universidad Anglia Ruskin (ARU).
«Esta investigación subraya la compleja interacción entre la salud física y mental. Es fundamental reconocer que los trastornos alimentarios pueden tener consecuencias de gran alcance, afectando no sólo el bienestar emocional sino también la salud física. Comprender el papel de los mediadores potenciales en esta relación es crucial para desarrollar intervenciones efectivas», ha añadido.
Los hallazgos, que han sido publicado en la revista ´Eating and Weight Disorder´, tienen implicaciones significativas para la salud pública, destacando la necesidad de seguir investigando la causalidad y los mecanismos subyacentes del vínculo entre los trastornos alimentarios y la multimorbilidad física. A largo plazo, esta investigación podría guiar el desarrollo de estrategias para reducir la multimorbilidad en personas con trastornos alimentarios abordando los factores que influyen.
Referencia
Smith L, López Sánchez GF, Koyanagi AI, Fernandez-Egea E, et al. Eating disorders and physical multimorbidity in the English general population. Eat Weight Disord[Internet].2023[citado 24 oct 2023]; 72.. https://doi.org/10.1007/s40519-023-01600-0
25 octubre 2023 | Fuente: IMMédico| Tomado de Atención Primaria Endocrinología y Nutrición
oct
23
Las mujeres que en la mediana edad (40-60 años) siguen dietas saludables son menos propensas a presentar pérdida de memoria y otros deterioros cognitivos en la vejez, según un estudio basado en el seguimiento médico de más de 5.000 mujeres durante 30 años, y que hoy publica la revista científica Alzheimer’s & Dementia.
La investigación, dirigida por científicos de las facultades de medicina de la Universidad de Nueva York y de Columbia, concluye que la modificación del estilo de vida de las mujeres en la mediana edad -con dietas en las que abunden alimentos vegetales ricos en potasio, calcio y magnesio, y haya una mínima cantidad de grasas saturadas, sodio y azúcar- repercute en una mejora de la función cognitiva a partir de los 60 años.
Los científicos han analizado los datos de 5 116 mujeres de las más de 14 000 inscritas en el Estudio de Salud de la Mujer de la Universidad de Nueva York, uno de los más antiguos de este tipo que examina el impacto del estilo de vida y otros factores en el desarrollo de los cánceres más comunes entre las mujeres, así como otras enfermedades crónicas. En su análisis, tomaron como referencia los datos que las participantes dieron sobre su alimentación en cuestionarios llevados a cabo entre 1985 y 1991, cuando se inscribieron en el estudio y tenían, de media, 49 años. La salud de las participantes fue seguida durante más de 30 años (edad media de 79 años), con especial atención a cualquier deterioro cognitivo sufrido cuando se iban haciendo mayores.
Entre otros, realizaron un cuestionario con seis preguntas médicas estándar que son indicativas de un posterior deterioro cognitivo leve, que desemboca en demencia; y que abordan las dificultades para recordar acontecimientos recientes o listas de la compra, comprender instrucciones orales, conversaciones en grupo, o moverse por calles conocidas. En el resultado se vio un detalle significativo: las mujeres que llevaron una dieta más sana de jóvenes, eran un 17 % menos propensas a manifestar deterioro cognitivo de mayores. ‘Tras más de 30 años de seguimiento, hemos visto que cuanto mayor es la prevalencia de una dieta saludable en la mediana edad, menor es la probabilidad de que las mujeres presenten problemas cognitivos mucho más adelante’, señala el autor principal, Yu Chen, investigador y profesor de la Universidad de Nueva York en un comunicado difundido por la revista.
‘Nuestros datos sugieren que es importante llevar una dieta sana siempre, pero especialmente crítico a partir de los cuarenta años para prevenir el deterioro cognitivo en la vejez’, ha añadido el investigador. Aunque habría que realizar más estudios en distintos grupos raciales y étnicos para determinar si los resultados del estudio son generalizables a toda la población, hay investigaciones previstas que ya han demostrado que la hipertensión causada por malos hábitos de alimentación, sobre todo en la mediana edad, supone un factor de riesgo importante en el deterioro cognitivo y demencia en la vejez.
Referencia:
Song Y, Wu F, Sharma S, Clendenen TV, Aldana SI, Afanasyera Y, et al. Mid-life adherence to the Dietary Approaches to Stop Hypertension (DASH) diet and late-life subjective cognitive complaints in women. Alzheimer’s Dement[Internet]. 2023[citado 21 oct 2023]; 1-13. doi: 10.1002/alz.13468.
Fuente: Tomado de la Selección Temática sobre Medicina de Prensa Latina. Copyright 2023. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.