may
12
Un tratamiento contra el cáncer que se enfoca en tumores sólidos y estimula el sistema inmunitario se ha mostrado seguro en humanos y se puede combinar con inmunoterapias aprobadas para mejorar sus efectos, según los resultados de un primer ensayo en humanos llevado sobre 115 pacientes con cánceres avanzados.
El régimen combinado también ha mostrado signos prometedores de activación inmunitaria, lo que podría mejorar potencialmente las respuestas al tratamiento en personas con cánceres metastásicos que normalmente no responden a la inmunoterapia, según los datos publicado en el último Science Translational Medicine.
Los anticuerpos anti-PD-L1 y otras inmunoterapias contra el cáncer funcionan activando las células T del sistema inmune que combaten el cáncer. Sin embargo, muchos pacientes no responden a las terapias con inhibidores de puntos de control inmunitarios, también llamados check-points, lo que pone de relieve la necesidad de desarrollar estrategias de tratamiento más eficaces.
Un enfoque potencial implica el uso de agentes coestimuladores, proteínas que añaden un ‘plus’ a los tratamientos de inmunoterapia, como el coordinado por especialistas del Cancer Center Clínica Universidad de Navarra, junto con la compañía farmacéutica Roche. Es un estudio pionero de inmunoterapia en pacientes con tumores sólidos avanzados, en el que se ha ensayado la nueva proteína de activación dirigida 4-1BB (RO7122290) usando otra proteína (FAP) como diana. Los resultados citados en la publicación anteriormente mencionada muestran su capacidad de estimular la respuesta inmune antitumoral en este tipo de tratamientos.
La molécula ensayada en pacientes es producto de las investigaciones del Centro de Innovación de Roche en sus sedes de Suiza, Reino Unido y Alemania, coordinadas por Pablo Umaña.
En el ensayo clínico participaron 115 pacientes que recibieron dosis semanales intravenosas de esta terapia como agente único o en combinación con atezolizumab en cinco hospitales españoles.
En el artículo se pone de manifiesto que actualmente más del 80% de los pacientes no responden adecuadamente o muestran resistencia a la inmunoterapia con anticuerpos monoclonales inmunomoduladores. Por ello, este equipo investigador ha activado el receptor 4-1BB como opción terapéutica, ya que su «actividad coestimuladora para la respuesta inmunitaria antitumoral constituye uno de los principales mecanismos en investigación para incrementar la eficacia de los tratamientos», señala Ignacio Melero, codirector de Inmunología e Inmunoterapia en la Clínica Universidad de Navarra y en el Cima de la misma universidad, que ha sido uno de los investigadores principales de este ensayo.
Aumentar las respuestas
La estimulación de este receptor en los pacientes ha mostrado una mayor proliferación de células T y una formación de memoria, longevidad y citotoxicidad de estas células, lo que aumenta la inmunidad antitumoral de estos pacientes.
En este primer estudio en fase clínica de escalada de dosis se ha evaluado la seguridad, tolerabilidad y actividad antitumoral preliminar en pacientes con tumores sólidos avanzados o metastásicos con resultados que han llevado a este agente biespecífico a ensayos fase 1b-2 actualmente en curso. Melero destaca, de hecho, que la portada de la publicación representa imágenes de microscopia que demuestran, en biopsias seriadas, «cómo el tratamiento incrementa muy notoriamente en los tumores la densidad de células inmunitarias con capacidad para destruirlo».
El investigador indica a Diario Médico que en este ensayo clínico se han probado tanto el agente nuevo biespecífico como la combinación de este con el anticuerpo anti-PD-L1 atezolizumab, observándose que ejerce «funciones que incrementan el infiltrado de linfocitos T intratumorales y su grado de activación en ambas circunstancias en un número limitado de pacientes tratados previamente con múltiples líneas. Se ha observado actividad de control del crecimiento tumoral y, en algunos casos, respuestas objetivas».
En este ensayo clínico, los investigadores han probado, por tanto, el agente coestimulador biespecífico llamado RO7122290, que reconoce la proteína de activación de fibroblastos-α (FAP) para atacar el tumor sólido y también funciona como un agonista 4-1BB para activar las células T. Han participado 115 pacientes con tumores avanzados o metastásicos, de los cuales 65 recibieron dosis semanales de RO7122290 y 50 recibieron el compuesto junto con el anticuerpo anti-PD-L1 aprobado atezolizumab.
Los ensayos, indica Melero, se han llevado a cabo en la población habitual de los ensayos fase 1: pacientes sin otra alternativa de tratamiento, todavía con buen estado general y, generalmente, después de haber recibido varias líneas terapéuticas a las que la enfermedad ha progresado. «Aún no está enfocado a un tipo de tratamiento de tumor, aspecto que precisamente constituye el objetivo de los ensayos fase 2 que es están realizando ahora».
Hace 25 años, el equipo ya demostró, en ensayos con ratón, que este receptor 4-1BB aumentaba la respuesta inmunitara frente al cáncer, hecho que en estos momentos se está explotando en distintas estrategias, sobre todo en combinación.
Mayo 11/2023 (Diario Médico) – Tomado de Oncología – Ensayo multicéntrico en ‘Science Translational Medicine’ Copyright Junio 2018 Unidad Editorial Revistas, S.L.U. Todos los derechos reservados.
may
12
El 14 de abril de 2003 es una fecha importante para la historia de la ciencia. Aquel día de hace poco más de 20 años se anunció el fin del Proyecto Genoma Humano: la secuencia esencial de nuestro ADN había conseguido descifrarse después de muchos años de esfuerzo.
No obstante, ese ‘mapa’, que costó 3.000 millones de dólares y que comenzó a usarse como referencia del genoma humano, no estaba completo. Tenía lagunas en varias regiones genéticas y se basaba principalmente en el ADN de unos pocos individuos de origen europeo. Y aunque en estas dos décadas se han producido avances tecnológicos que han permitido ‘cartografiar’ esas lagunas -la secuencia completa se obtuvo en 2022- y abaratar el proceso, seguía faltando una referencia que fuera más global y diversa.
A partir de ahora, gracias a un consorcio internacional financiado por el Instituto de Investigación Nacional del Genoma Humano de EEUU, ese recurso -un pangenoma de referencia- estará disponible.
El nuevo ‘mapa’, que se presenta como un primer borrador, incluye la secuencia genética completa de 47 individuos de diferentes orígenes, lo que proporciona información detallada de 94 genomas debido a que cada individuo lleva en su ADN dos copias de genes ‘heredados’ de su padre y su madre. El objetivo del proyecto es seguir añadiendo datos al ‘mapa’, por lo que prevé que a mediados de 2024 incluya información genética de 350 personas de ascendencia étnica diversa.
«Hasta ahora, la referencia que usaba la comunidad científica estaba incompleta y carecía de diversidad», señaló en rueda de prensa Benedict Paten, director asociado del Instituto de Genómica Santa Cruz de la Universidad de California y uno de los líderes del proyecto. Este nuevo recurso, en cambio, proporciona una imagen más completa y permitirá realizar análisis más certeros a la hora de caracterizar la variabilidad genética de la población humana sea cual sea su origen, destacó.
De hecho, el nuevo pangenoma ya ha sacado a la luz más de 100 millones de nuevas bases -cada una de las letras que componen el genoma-, y ha destapado nuevos alelos en regiones estructuralmente complejas del genoma que hasta ahora no figuraban en el genoma de referencia. Los detalles de la investigación se publican en cuatro artículos en el último número de las revistas Nature y Nature Biotechnology.
Mediante técnicas computacionales de última generación, los investigadores han sido capaces de construir un recurso que, en lugar de ser único y lineal, como era hasta ahora la referencia GRCh38 que se utilizaba, aporta distintas versiones de una misma secuencia al mismo tiempo, lo que proporciona a los investigadores un mayor abanico de opciones para sus análisis. En el proyecto ha participado un equipo del Centro de Supercomputación de Barcelona liderado por Santiago Marco-Sola.
Qué supone un nuevo pangenoma para la investigación
«Hasta ahora nos hemos contentado con una sola secuencia del genoma que en su día se decidió arbitrariamente que era la secuencia referencia, formada por trozos de secuencia de un puñado de personas de ascendencia principalmente europea. Y si bien esto ha tenido una gran utilidad, también tiene muchas limitaciones», señala Jorge Ferrer, investigador del Centro de Regulación Genómica de Barcelona (CRG). «Por ejemplo, aunque resulte sorprendente, a cada uno de nosotros nos pueden faltar o sobrar unos cuantos trozos muy grandes del genoma. Si el pedazo de genoma escogido para ser la referencia es de alguien que no tiene ese trozo (o lo tiene suficientemente alterado), el mapa de referencia que utilizamos actualmente no serviría para una persona que tiene una mutación que afecta esa parte», aclara. Para complicar aún más las cosas, continúa, «el genoma puede variar enormemente en diferentes partes del mundo. Y si el mapa de referencia está hecho con variantes europeas, tiene menor utilidad para interpretar el genoma de una persona de Camerún o China».
El trabajo actual, apunta Ferrer, «es el primer paso para resolver estos problemas». «Han creado un sistema complejo que permite cotejar la secuencia genómica de una persona con todas estas posibles secuencias humanas, en lugar de con una sola secuencia y el consorcio tiene planes de desarrollar esta estrategia con la secuencia de muchos más individuos».
Para José Manuel Castro Tubío, líder del Grupo de Investigación de Genomas y Enfermedad del Centro de Investigación en Medicina Molecular y Enfermedades Crónicas (CIMUS) de Santiago, este nuevo recurso va a ayudar, en primer lugar, a «conocer mejor nuestra identidad, a conocer qué es lo que nos hace diferentes genéticamente a unos de otros». Y el hecho de «conocer lo que nos hace diferentes, qué secuencias de material genético nos hacen diferentes, nos va a permitir saber cosas acerca de nuestra evolución y nos va a permitir también saber cosas sobre las enfermedades genéticas que nos afectan».
«La variabilidad genética va asociada a rasgos biológicos y también a la predisposición de desarrollar enfermedades», explica. «Estos nuevos genomas que ahora se publican van a permitir descubrir muchas variantes que todavía no sabemos a qué se asocian».
Si bien la nueva referencia presentada todavía es un primer borrador y solo representa a un número todavía pequeño de individuos, contiene información que va a ser muy útil para avanzar en la investigación biomédica, concluye el investigador.
Mayo 10/2023 (Diario Médico) – Tomado de Genética – Investigación Copyright Junio 2018 Unidad Editorial Revistas, S.L.U. Todos los derechos reservados
may
12
Las enfermedades de la piel son una de las causas más comunes de enfermedad humana y van en aumento, inclusive aquellas que parecían desterradas de nuestro vocabulario porque a menudo se asocian a otras épocas o a poblaciones pobres y faltas de higiene. Este es el caso de la sarna o la tiña.
En España, en el mes de enero los dermatólogos alertaron de un brote de tiña del cuero cabelludo en adolescentes, asociado a los cortes de pelo rasurados o degradados en las peluquerías. La tinea capitis es altamente contagiosa y «es probable que el material de rasurado contaminado se esté compartiendo entre los diferentes clientes de algunas peluquerías que no estarían teniendo en cuenta las normas de desinfección de material», explica Leonardo Bascón, dermatólogo del Hospital General de Granollers y autor principal del estudio Brote de dermatofitosis en región de cabeza y cuello asociadas al rasurado en peluquerías: Estudio descriptivo multicéntrico de una serie de casos, que dio la voz de alarma en enero.
Casi la mitad de los dermatólogos que participaron en el estudio y han sido encuestados después han observado una disminución de casos, subraya Bascón. Un 5% vieron aumentos, lo que significa que alguna peluquería sigue sin tomar las medidas higienico-sanitarias adecuadas. A pesar del énfasis que se ha hecho a la regulación de medidas higiénicas de estos establecimientos.
En cuanto a la sarna (o escabiosis), se observan aumentos desde antes de la pandemia por covid, pero el confinamiento agudizó este problema. «Desde 2011 se sospecha que hay más casos, aunque es difícil cuantificarlo porque no es una enfermedad de declaración obligatoria en ningún lugar del mundo, salvo en brotes institucionales o profesionales, y no hay buenos estudios sobre esta enfermedad, algunos muestran datos contradictorios entre sí con diferencias de incidencia que van del 0,2 al 71% en algunos sitios, pero no porque haya más, sino porque se destina más dinero para estudiarlo», asegura Cristina Galván, vicepresidenta de la Alianza Internacional para el Control de la Escabiosis (IACS, por sus siglas en inglés) y miembro de la Fundación Lucha contra las Infecciones.
En contra de lo que se asocia habitualmente en el imaginario popular (suciedad y pobreza), la sarna puede afectar a cualquier persona. Se trata de un ácaro parásito que infecta la capa más superficial de la piel, lo que genera una reacción inmune de nuestro organismo, que se defiende, y esa reacción es la que provoca la dermatitis y el rascado. Entre las circunstancias que favorecen el aumento de la sarna destacan los cambios en las costumbres sexuales, el aumento de la esperanza de vida (que hace que haya más personas institucionalizadas en centros) y algunos tratamientos que nos mantienen vivos y cronifican algunas enfermedades pero son medicamentos inmunosupresores que anulan las defensas del organismo.
Hay otras enfermedades infecciosas que afectan a la piel reemergentes en los últimos años, como Arthroderma benhamiae, transmitida por cobayas. También las micosis endémicas, como la blastomicosis y la coccidiodomicosis, muy relacionadas probablemente con el cambio climático, según indica Vicente García-Patos, del Servicio de Dermatología del Hospital Vall d’Hebron, de Barcelona.
Mayo 11/2023 (Diario Médico) – Tomado de Profesión – 50 Congreso de la Academia Española de Dermatología y Venereología Copyright Junio 2018 Unidad Editorial Revistas, S.L.U. Todos los derechos reservados
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Trece hospitales de la Comunidad Valenciana están inmersos en un estudio multidisciplinar que pretende evaluar la adherencia, eficacia y persistencia de los tratamientos biológicos prescritos a pacientes con psoriasis moderada-grave en seguimiento durante un año. Para ello, los tres investigadores principales, Raul Ferrando, jefe del Servicio de Farmacia del Hospital General Universitario de Castellón; Antonio Martorell, jefe de Dermatología del Hospital de Manises, de Valencia, y Joaquín Borrás, farmacéutico de la Unidad de Pacientes Externos del Hospital de Sagunt, de Valencia, pensaron que, para facilitar el registro de datos clínicos, farmacoterapéuticos y de calidad de vida era necesario crear una app. Pero no una aplicación cualquiera sino una que permitiera que el farmacéutico, el dermatólogo y el paciente pudieran introducir datos, cada uno en su campo. Y así lo hicieron y la han llamado PsorUp, ya disponible en IOS y Android, y es de registro solo para los investigadores y pacientes incluidos en el ensayo.
Para aclarar conceptos, Ferrando recuerda a CF que la adherencia es cuando «el paciente se toma la medicación de forma adecuada». Esto está directamente asociado a la eficacia, pues «hay una evidencia clara de que, si un paciente es adherente, la eficacia del tratamiento es mayor y, como consecuencia de esa eficacia, el tratamiento se mantiene en el tiempo sin cambios, que es la persistencia», explica.
«Esta trilogía era lo que pretendíamos valorar en los tratamientos biológicos de la psoriasis moderada-grave -prosigue- y pensamos que eso se podía gestar de una manera más fácil con la creación de una app, que nos permitiera obtener esos datos e implicar a todos los participantes en este acto sanitario, que son el dermatólogo, el farmacéutico hospitalario y el paciente».
Así, el dermatólogo introduce todos los datos clínicos del paciente y el seguimiento de los resultados de salud a través de las escalas de psoriasis. «Hablamos de datos relacionados con el diagnóstico de la enfermedad, qué tratamientos ha llevado, qué es lo que se prescribe, cómo se encuentra el paciente, cuáles son sus escalas de valoración clínica, si el paciente va mejor o peor… Y son datos que actualiza en las sucesivas visitas que tenga con el paciente».
El farmacéutico, por su parte, registra los tratamientos que se le da y dónde se administra, «ya que puede ser en el hospital, en consulta o se la puede administrar el propio paciente…», aclara. La fecha de recogida y cómo será la recogida, entre otros datos relacionados con la adherencia, haciendo test de Morisky Green. Además, se le pregunta si se le olvida alguna vez o si tiene algún problema.
El paciente también cuenta en esta app, pues, al inicio y en cada una de las visitas siguientes, va introduciendo datos sobre cómo se encuentra, siguiendo escalas de calidad de vida. «Es lo que se conoce como PRO (resultados en salud percibidos por el paciente). Le preguntamos por su calidad de vida, si la psoriasis le está afectando en su día a día, si tiene molestias o picor… Todo vinculado a su percepción, no a la del médico, que él ya pone la suya. Y es que, el clínico puede ver que no hay una afectación cutánea en el cuerpo, pero el paciente puede percibir que no está bien, ya sea emocionalmente o físicamente, y esto hay que alinearlo para ver si los resultados del tratamiento están siendo óptimos».
Según Ferrando, «la potencia de la app radica en la suma de toda esta información» y lo que la diferencia respecto a otras es que «la van a tocar todos: el dermatólogo, el farmacéutico y el paciente, que la van a nutrir de información». A lo que Martorell añade: «A día de hoy no existe una aplicación como el modelo PsorUp, que ponga al paciente en el centro del proceso, lo que permitirá incrementar su proactividad, dándole el papel protagonista que siempre debe de tener». Es más, asegura que «PsorUp es la primera app incluida en las tiendas de IOS y Google a nivel global enfocada a mejorar conocimientos de la adherencia terapéutica de los pacientes con psoriasis incluidos en un proyecto de investigación». Asimismo, califica de «hito colaborativo» que el contenido de la app se haya preparado de forma conjunta por dermatólogos y farmacéuticos hospitalarios de varios centros de la Comunidad Valenciana.
El farmacéutico especialista concreta que los investigadores harán un seguimiento de un año, en función de las visitas programadas por el dermatólogo. En cada una de ellas se hará el registro de datos por parte de los implicados.
Al final de la investigación, verán si la app ha servido para recoger todos los datos y si les ha permitido hacer un seguimiento de la adherencia, la persistencia y la evaluación de los resultados en salud.
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10
Investigadores de la Facultad de Artes y Ciencias de la Universidad de Pensilvania y de la Queen’s University de Canadá han elaborado un modelo teórico de transmisión de la enfermedad Covid-19 que tiene en cuenta los efectos de la dinámica social y, en concreto, el modo en que las normas sociales afectan a las Intervenciones No Farmacéuticas (INF), como el enmascaramiento y el distanciamiento social.
La investigación, publicada en Proceedings of the National Academy of Sciences, muestra que la conformidad social crea una especie de «adherencia» por la que los individuos se niegan a cambiar su uso de las INF si difiere de lo que hacen los demás.
Los investigadores pretendían comprender mejor cómo la priorización del riesgo y las normas sociales afectan a la adopción de las INF durante una pandemia. Para ello, desarrollaron un modelo que tiene en cuenta el riesgo de infección, el coste de las INF y el coste social de desviarse de las normas de uso de las INF. El modelo describe la dinámica de umbral en el número de individuos necesarios para apoyar un cambio de comportamiento, lo que crea «puntos de inflexión» en la adopción de comportamientos INF donde un pequeño cambio en la prevalencia de la enfermedad puede causar un cambio significativo en el comportamiento de la población.
«Nuestro modelo descubrió que pequeños cambios en determinados factores, como la eficacia de las INF, la tasa de transmisión y los costes de las intervenciones, pueden provocar grandes cambios en la tasa de propagación de la enfermedad, o tasa de ataques», afirma Akçay.
Explica que esto se debe en parte a que la gente es conformista y, por tanto, lenta a la hora de adoptar nuevos comportamientos como el uso de mascarillas, hasta que la enfermedad alcanza niveles tan altos que la percepción del riesgo anula la conformidad, momento en que la población se vuelca. El conformismo también funciona en sentido contrario; el nuevo comportamiento persiste más tiempo en la población de lo que lo haría si la gente sólo se preocupara de sus riesgos y costes individuales. Esto crea olas de infección y de comportamiento ante INF distintas.
Según el equipo, los resultados ponen de manifiesto una compleja relación entre las normas sociales y la propagación de la enfermedad. Explican que al realizar una simulación epidemiológica sin uso de INF al principio de la epidemia, obtuvieron una tasa de ataques previsiblemente alta y, con el tiempo, los individuos empezaron a utilizar INF por temor al riesgo de infección.
Sin embargo, el inicio del uso del INF se produce mucho más tarde, cuando los parámetros del coste de desviarse de las normas sociales se fijan más altos «porque si nadie se enmascara no quieres ser la primera persona», afirma Akçay.
«Así que aumentar este parámetro provoca un retraso en el enmascaramiento, lo que hace que la primera oleada de la epidemia sea mucho más alta de lo que habría sido si los individuos reaccionaran a sus niveles de riesgo. Por otra parte, cuando realizamos la simulación con enmascaramiento y el número de casos empezó a descender, se produjo una reticencia a dejar de enmascararse porque nadie quería ser la primera persona en dejar de hacerlo, lo que denominamos pegajosidad.»
Morsky explica que el modelo estuvo motivado inicialmente por algunos resultados de un estudio anterior que investigaba las normas sociales y sus efectos en relación con el comportamiento de reciprocidad, donde el comportamiento conformista puede inducir ciclos de auge y caída en comunidades cooperativas. En este caso, el comportamiento conformista hace que las oleadas epidémicas sean intrínsecamente más distintas de lo que habrían sido de otro modo, inclusive en ausencia de factores externos como la variación estacional de las tasas de transmisión.
Akçay afirma que la información sobre estas tendencias y dinámicas sociales puede ser útil para los responsables políticos que sopesan decisiones sobre cómo responder al comportamiento humano.
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may
10
Utilizando un vector de confirmación de procesos, los investigadores desarrollaron y optimizaron un método de cromatografía de exclusión por tamaño (SEC) con UV y dispersión multiángulo de la luz (MALS) para medir el nivel de cápsides vacías durante la fabricación. En un nuevo estudio, los investigadores demostraron que la SEC-MALS superaba a otros métodos analíticos y se correlacionaba bien con los valores de ultracentrifugación analítica de la velocidad de sedimentación (SV-AUC) de partículas llenas-vacías. El estudio se publica en la revista Human Gene Therapy.
Las capacidades analíticas deben poder cuantificar los niveles de cápsides vacías y llenas en los virus adenoasociados (AAV) fabricados durante el desarrollo de la terapia génica en fase preclínica.
Bryan Troxell, de StrideBio, y sus coautores, demostraron que el SEC-MALS era lineal, exacto y preciso, al tiempo que cumplía las recomendaciones de control de calidad de la cromatografía. Además, en comparación con otros ensayos indicadores de estabilidad, el SEC-MALS tuvo un rendimiento similar al de la PCR digital de gotitas, el ensayo inmunoenzimático de cápsides y los ensayos de infectividad en estudios de estrés acelerado.
«Los datos confirman que la SEC-MALS es una técnica analítica sólida para el avance de los programas de terapia génica«, afirman los investigadores.
«Cada vez está más claro que las cápsides vacías de los vectores representan contaminantes indeseables en los productos de terapia génica AAV de grado preclínico y clínico», afirma el Editor Jefe Terence R. Flotte, MD, Catedrático Celia e Isaac Haidak de Educación Médica y Decano, Rector y Vicerrector Ejecutivo de la Facultad de Medicina Chan de la Universidad de Massachusetts. «La capacidad de medir con precisión el nivel de estos contaminantes es un paso importante para mejorar la calidad y consistencia de estos productos».
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