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El aumento de temperaturas producto del cambio climático y la acción humana aumentan la posibilidad de expansión de nuevos microorganismos patógenos potencialmente virulentos para las personas que hasta ahora se habían infravalorado, como los hongos, capaces de escalar a epidemias globales. Así ha advertido un estudio del Instituto de Investigación Biomédica (IRB Barcelona) y del Barcelona Supercomputing Centre (BSC), que ha identificado un hongo de la familia de las cándidas que puede ser mortal en personas inmunocomprometidas.
Según ha detallado el IRB Barcelona en un comunicado, los científicos han descubierto el hongo ‘Candida orthopsilosis’, un microorganismo híbrido que se originó en un ambiente marino a partir de hongos parentales, lo que le ha permitido tener propiedades como la capacidad de infectar el cuerpo humano con gran virulencia, convirtiéndola en amenaza para la salud global. Los investigadores han remarcado que, para prevenir futuras epidemias mortales, se deben estudiar las rutas evolutivas que han seguido los posibles patógenos, cómo han adquirido su virulencia y de qué forma han desarrollado la capacidad de infectar a humanos. El descubrimiento, publicado en la revista ‘Nature Communications’, abre la puerta a identificar las adaptaciones que permiten a determinados microorganismos ser más propensos a colonizar los humanos y generar enfermedades.
‘Llevamos años intentando responder a la pregunta de qué hace que algunas especies sean patógenas para los humanos y otros, como los que tenemos en el microbioma, no lo sean’, ha explicado coordinador de la investigación, el doctor Toni Gabaldón. ‘Los resultados muestran que la hibridación, un proceso hasta ahora poco estudiado, permite obtener de forma muy rápida cualidades que permiten infectar a los humanos y que, por tanto, los hongos podrían ser un atajo para conquistar una especie como la nuestra’, ha alertado Gabaldón. Los hongos, ha añadido, son patógenos oportunistas que suelen infectar personas con enfermedades como el cáncer y el VIH, personas mayores o neonatos, entre otros colectivos. En la actualidad, se estima que hay más de millón de especies de hongos, la mayoría de las cuales están adaptadas para vivir en climas templados, el medio acuático, árboles, plantas o diversos animales.
Los investigadores señalan al cambio climático, la globalización, los cambios en las condiciones de los ecosistemas y la acción de los humanos como factores que incrementan las posibilidades de expansión de los hongos patógenos. Desde la década de 1980, el número de enfermedades infecciosas emergentes ha aumentado un 7 % por año, y cada vez se empiezan a identificar los hongos como amenaza importante para la salud global, destaca el estudio. Por ejemplo, en el caso del ‘Candida auris’, de la misma familia del hongo descubierto por los investigadores, ya ha originado centenares de brotes en todo el mundo, con una mortalidad de entre un 30 % y un 60 %.
Referencia
del Olmo V, Mixão V, Fotedar R, Saus E, Al Malki A, Ksiezopolska E, et al. Origin of fungal hybrids with pathogenic potential from warm seawater environments. Nat Commun[Internet]. 2023[citado 9 nov 2023]; 6919. https://doi.org/10.1038/s41467-023-42679-4
10 noviembre 2023| Fuente: EFE| Tomado de la Selección Temática sobre Medicina de Prensa Latina. Copyright 2019. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.
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La infección por ciertos microorganismos puede derivar en fascitis necrotizante. Los intensivistas, que tratan los casos más graves, dan las claves de esa infrecuente patología.
El mito de los monstruos devoradores de carne humana, ya sea en forma de piraña, tiburón o zombi, ejerce la fascinación de los cuentos. No es de extrañar que se tome esa imagen para hablar, sin ningún rigor científico, de bacterias «carnívoras» o “comecarne” ante algunos casos notorios de infecciones muy graves que acaban dañando los tejidos subyacentes a la piel y la fascia. Y de forma recurrente, surgen noticias de alguien afectado por estos misteriosos patógenos. Acaba de suceder con la modelo norteamericana Jennifer Barlow, que ha sufrido la amputación de una pierna tras infectarse una herida mientras nadaba en el océano.
Pero la realidad es más prosaica y en cualquier caso menos alarmante. Desde el Grupo de Trabajo de Enfermedades Infecciosas y Sepsis (Gteis), coordinado por David Andaluz, en la Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias (Semicyuc), recuerdan que las bacterias carnívoras como tales no existen. Sí hay en cambio ciertos microorganismos de diferentes géneros que pueden llegar a producir, en los casos más graves y de forma muy infrecuente, una fascitis necrotizante.
El patógeno causante de la infección de Barlow, Vibrio vulnificus, no es precisamente el más habitual detrás de los casos de fascitis en España. Borja Suberviola, vicecoordinador del Gteis e intensivista del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla, en Santander, apunta a DM que en nuestro entorno son más habituales las bacterias del género Streptococcus, en concreto S. pyogenes, y, menos frecuentemente, Staphylococcus. De hecho, S. pyogenes también tuvo hace unos años su minuto de fama en los medios tildado de bacteria “comecarne”.
La fascitis por S. pyogenes es “una patología que solemos vemos a nivel hospitalario y, sobre todo, en cuidados intensivos”, indica Borja Suberviola. “Lo más habitual es que se produzca en personas con factores de riesgo, como diabetes, inmunodepresión o problemas de vascularización; patologías que empeoran la cicatrización de las heridas y dificultan la acción de los antibióticos, de forma que los patógenos encuentran un campo abonado donde crecer, reproducirse y dañar el tejido”.
Dilación en la consulta por una herida
Junto a las personas con comorbilidades, las infecciones de piel y partes blandas también pueden resultar complejas en personas jóvenes sin patología subyacente, si bien “es muy raro”, recalca el intensivista. Suele darse la circunstancia de que una persona diabética consulta antes por una herida, mientras que alguien joven y sin enfermedad de base le da menos importancia, argumenta, y cuando llega al diagnóstico la infección ya sea algo más que local.
Por banal que pueda parecer, una herida o traumatismo local debe considerarse como una “puerta de entrada” para los gérmenes. En ciertos casos, las bacterias “proliferan produciendo toxinas y enzimas que favorecen la extensión de la infección en profundidad, generando necrosis de los tejidos subyacentes y de la fascia, además de la formación de coágulos de los microvasos”, exponen los expertos de la Gteis. “Eso favorece el daño orgánico, no solo a nivel local, sino también a distancia (riñón, hígado, pulmones, entre otros órganos). En esta situación, hablaríamos de una sepsis con evolución a fracaso multiorgánico, que es lo que podría llegar a producir la muerte del paciente”.
Dentro de un equilibrio, pues es evidente que no todas las heridas requieren acudir a un centro sanitario, Borja Suberviola apunta que “una herida que tenga mal aspecto; que no evoluciona bien con un cuidado básico en casa, ya sea por su aspecto feo, porque supura o porque está enrojecida puede ser motivo de consulta. Sobre todo, lo que debe hacernos consultar sin lugar a dudas es el dolor en la zona, la fiebre y los signos de afectación en el herido”.
Con un diagnóstico adecuado, una limpieza que en fases iniciales no tiene que ser necesariamente quirúrgica y un tratamiento antibiótico, el porcentaje de enfermos que evolucionen mal ha de ser muy limitado, tranquilizan los expertos de la Semicyuc.
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La amputación solo es necesaria en casos extremos, pues el tratamiento inicial consiste en cirugía (apertura, limpieza y desbridamiento amplio de la zona afectada) y antibióticos. “Como intensivistas, nos llegan los casos más graves. En esos casos extremos, y muy raros, la fascitis necrotizante tiene una mortalidad de entre el 15 y el 30 %”, apunta Borja Suberviola.
No obstante, matiza que en los últimos años, el pronóstico ha mejorado mucho “sobre todo por el mejor conocimiento de la enfermedad y la optimización de su manejo, en concreto, en las técnicas de soporte vital en los cuidados intensivos, con las que podemos mantener a los enfermos hasta que se consigue controlar la infección”.
Una anécdota en las playas del Cantábrico
En España, cuesta encontrar casos documentados de infecciones graves por Vibrio vulnificus. Ese bacilo suele preferir aguas más templadas. No obstante, en 2007 se publicaron tres síndromes clínicos asociados a la infección en bañistas de la costa del Cantábrico. Específicamente, uno de ellos fue un choque séptico sencudario a celulitis en el brazo después de la infección de una herida por Vibrio vulnificus. El paciente evolucionó bien tras recibir el tratamiento.
En cambio, en Estados Unidos donde la presencia del patógeno es más habitual en algunas de sus playas, el Centro para el Control de Enfermedades (CDC) declaró el pasado viernes una alerta nacional sobre estas infecciones.
La notificación dirigida a los profesionales sanitarios y, en especial, a los especialistas en salud pública y laboratorios les conminaba a considerar la infección por V. vulnificus como posible causa de las heridas infectadas que hubieran estado expuestas a aguas costeras, sobre todo, las del Golfo de México o la costa este de Estados Unidos.
Iniciar el tratamiento cuanto antes
Entre las recomendaciones del organismo americano para el manejo clínico, se indica el inicio cuanto antes del tratamiento antibiótico, así como de la intervención quirúrgica, si procede. “No hay que esperar a consultar con un especialista en enfermedades infecciosas o a la confirmación de laboratorio de la infección por V. vulnificus para iniciar el tratamiento”, reza el comunicado.
El tratamiento antibiótico recomendado se basa en doxiciclina (100 mg por vía oral o intravenosa dos veces diarias en 7-14 días) y una cefalosporina de tercera generación (como ceftazidima, a 1-2 mg intravenosos o intramusculares cada ocho horas). Como esquema alternativo, la CDC propone una cefalosporina de tercera generación con una fluoroquinolona (por ejemplo, ciprofloxacina, 500 mg orales dos veces al día) o una fluoroquinolona sola.
En el caso de los niños pueden tratarse con una combinación de cefalosporina de tercera generación y doxiclina o ciprofloxacino o un régimen alternativo con trimetoprima-sulfametoxazol y un aminoglucósido.
Referencia
Centers for Disease Control and Prevention. Severe Vibrio vulnificus Infections in the United States Associated with Warming Coastal Waters. Disease Control and Prevention (CDC). September 01, 2023. https://emergency.cdc.gov/han/2023/han00497.asp
08/09/2023
Fuente:( Diario Médico) Tomado- Medicina Intensiva © Junio 2018 Unidad Editorial Revistas, S.L.U. Todos los derechos reservados.
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