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Las enfermedades cardiovasculares cobran anualmente 17,9 millones de vidas; sin embargo, el 80 % de estos padecimientos pueden prevenirse, llamado global hoy al celebrar el Día Mundial del Corazón.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), los factores de riesgo conductuales más importantes de las cardiopatías y los accidentes cerebrovasculares son la alimentación poco saludable, la inactividad física, el consumo de tabaco y el consumo nocivo de bebidas alcohólicas.
«Se ha demostrado que abandonar el consumo de tabaco, reducir la ingesta de sal y aumentar la de frutas y hortalizas, realizar actividad física con regularidad y no tomar bebidas alcohólicas con consecuencias nocivas reducen el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares», señala el ente sanitario.
Hoy día, la enfermedad cardiovascular resulta la primera causa de muerte en todo el mundo y la cifra ascenderá a 23 millones en el año 2030, por ello, indica la OMS, es necesario evitar trastornos como el sobrepeso y la obesidad a fin de evitar mayores riesgos de infarto de miocardio, accidente cerebrovascular, insuficiencia cardiaca y otras complicaciones.
Para ello, los especialistas abogan constantemente por evitar el sedentarismo que se ha convertido en un factor de riesgo cardiovascular con un impacto tan significativo como el tabaquismo o el colesterol elevado.
«Ante estas afecciones es importante incorporar al menos 150 minutos de ejercicio moderado a la semana, es decir, alrededor de 20 minutos diarios. El ejercicio reduce la presión arterial y los niveles de colesterol, lo que ayuda a controlar la glicemia, mantener el peso, mejorar la capacidad pulmonar y la eficiencia cardíaca, además de potenciar los mecanismos antiinflamatorios e inmunitarios», recomiendan los expertos.
Los datos de la organización alertan también que dichos padecimientos agrupan una serie de trastornos del corazón, así como los vasos sanguíneos: la cardiopatía coronaria, los accidentes cerebrovasculares y las cardiopatías reumáticas que provocan cuatro de cada cinco defunciones y una tercera parte de ellas son prematuras (es decir, de personas menores de 70 años).
El Día Mundial del Corazón es una iniciativa global promovida por la Federación Mundial del Corazón que se conmemora cada 29 de septiembre y representa una oportunidad para hablar de la importancia de reducir los factores de riesgo que contribuyen al desarrollo de enfermedades cardiovasculares, las cuales influyen principalmente en personas mayores de 45 años.
Este año, la campaña hace un llamado para que cada país desarrolle estrategias nacionales para combatir estas enfermedades.
29 septiembre 2024|Fuente: Prensa Latina |Tomado de la Selección Temática sobre Medicina de Prensa Latina. Copyright 2024. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.|Noticia
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Un estudio halla que los pacientes consumen en promedio más del doble de la cantidad diaria recomendada de sodio, con poca variación entre los grupos socioeconómicos
Las personas con enfermedades cardíacas son las que más se benefician de una dieta baja en sodio, pero, en promedio, consumen más del doble de la ingesta diaria recomendada de sodio, según un estudio presentado en la Sesión Científica Anual del Colegio Americano de Cardiología.
El sodio es un nutriente esencial, pero consumirlo en exceso puede elevar la presión arterial, lo que daña los vasos sanguíneos y obliga al corazón a trabajar más. El exceso de sodio también puede hacer que el cuerpo retenga líquidos, lo que agrava afecciones como la insuficiencia cardíaca. Las Pautas Dietéticas actuales de EE. UU. publicadas por el Departamento de Agricultura de EE. UU. recomiendan que la mayoría de los adultos limiten su consumo de sodio a menos de 2,300 mg / día, lo que equivale a aproximadamente 1 cucharadita de sal de mesa. Para las personas con enfermedades cardiovasculares, el límite es aún más bajo, de 1.500 mg/día, según las recomendaciones de las directrices de la ACC y la Asociación Americana del Corazón.
Este nuevo estudio encontró que, entre una muestra de más de 3,100 personas con enfermedad cardiaca, el 89 por ciento consumía más del máximo diario recomendado de 1,500 mg de sodio y, en promedio, los participantes del estudio consumían más del doble de esta cantidad. Limitar la ingesta de sodio es una modificación fundamental del estilo de vida que se ha demostrado que reduce las probabilidades de eventos cardiovasculares adversos importantes posteriores, señalaron los investigadores. Sus hallazgos subrayan los desafíos a los que se enfrentan muchas personas para mantenerse dentro de los límites recomendados de sodio, independientemente de otros factores como el estatus socioeconómico.
Estimar las cantidades de sodio en una comida puede ser un desafío», dijo Elsie Kodjoe, MD, MPH, residente de medicina interna en el Hospital Regional Piedmont Athens en Athens, Georgia, y autora principal del estudio. «Las etiquetas de los alimentos ayudan en la estimación del sodio en la dieta al proporcionar cantidades de sodio en los alimentos envasados. Sin embargo, seguir una dieta baja en sodio sigue siendo un desafío, incluso para las personas con enfermedades cardiovasculares que tienen un fuerte incentivo para adherirse».
El estudio utilizó datos de pacientes diagnosticados con ataque cardiaco, accidente cerebrovascular, insuficiencia cardiaca, enfermedad de las arterias coronarias o angina de pecho que participaron en la Encuesta Nacional de Examen de Salud y Nutrición (NHANES, por sus siglas en inglés) entre 2009 y 2018.
Los investigadores estimaron la ingesta de sodio basándose en cuestionarios en los que se pedía a los participantes que informaran de todo lo que habían consumido en 24 horas. Según los resultados, los participantes del estudio con enfermedad cardiovascular consumieron un promedio de 3,096 mg de sodio al día, que es ligeramente más bajo que el promedio nacional de 3,400 mg/día reportado por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE. UU.
La diferencia relativamente pequeña en la ingesta de sodio sugiere que las personas con enfermedad cardiovascular no están limitando mucho su ingesta en comparación con la población general, y también están consumiendo más del doble de lo que se recomienda», dijo Kodjoe. «Para que sea más fácil para los pacientes adherirse a las pautas dietéticas, necesitamos encontrar formas más prácticas para que el público en general estime los niveles de sodio en la dieta o tal vez considere una reducción en el contenido de sodio de los alimentos que consumimos directamente de la fuente».
Los investigadores también compararon la ingesta de sodio entre personas de diferentes grupos socioeconómicos, pero no encontraron diferencias significativas entre los participantes más ricos y los menos ricos después de tener en cuenta la edad, el sexo, la raza y el nivel educativo.
Los individuos pueden tomar medidas proactivas para reducir su ingesta de sodio, dijo Kodjoe. Esto incluye preparar más comidas en casa, donde tienen un mayor control sobre el contenido de sodio, y prestar mucha atención a las etiquetas de los alimentos, especialmente a los alimentos con niveles de sodio de 140 mg o menos por porción. Los investigadores sugirieron que una mejor educación sobre los beneficios de limitar el sodio también podría ayudar a motivar a más personas a seguir las recomendaciones.
La enfermedad cardiovascular es real, y es la causa número uno de morbilidad y mortalidad en todo el mundo, según la Organización Mundial de la Salud», dijo Kodjoe. «Adherirse a las pautas de sodio es una de las estrategias más fáciles que las personas podrían adoptar fácilmente para reducir las hospitalizaciones, los costos de atención médica, la morbilidad y la mortalidad asociadas con las enfermedades cardiovasculares».
02 abril 2024| Fuente: EurekAlert| Tomado de | Comunicado prensa
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El ayuno intermitente consiste en restringir la alimentación diaria a una ventana de 4 a 12 horas y no tomar nada más el resto del día. La mayoría de los que siguen este régimen comen en 8 horas y ayunan 16. Ahora, un estudio realizado con más de 20.000 adultos ha revelado que las personas que limitan su alimentación a menos de 8 horas tienen un 91% más probabilidades de morir de enfermedad cardiovascular en comparación con las que comen entre 12 y 16 horas al día.
Los resultados de esta investigación preliminar han sido presentados este lunes en las Sesiones Científicas 2024 sobre Estilo de Vida y Cardiometabolismo de Epidemiología y Prevención de la Asociación Americana del Corazón, una reunión anual que se celebra esta semana en Chicago y en la que se van a presentar los últimos estudios sobre salud, bienestar y estilo de vida.
Restringir el tiempo diario de comida a un periodo corto, como 8 horas al día, se ha popularizado en los últimos años como una forma de perder peso y mejorar la salud del corazón’ pero lo cierto es que ‘no se conocen los efectos a largo plazo’, advierte Victor Wenze Zhong, autor principal del estudio y jefe de epidemiología de la Escuela de Medicina de la Universidad Jiao Tong de Shanghai, China. Para averiguarlo, los autores hicieron un estudio con 20.000 adultos, revisaron la información sobre los patrones dietéticos de los participantes en las Encuestas Nacionales de Examen de Salud y Nutrición (NHANES) anuales de 2003 a 2018 y los compararon con los datos sobre las personas fallecidas en los Estados Unidos entre 2003 y 2019.
El análisis encontró que los que se alimentaban en menos de 8 horas al día tenían un 91% más de riesgo de muerte por enfermedad cardiovascular y también observó un mayor riesgo de muerte cardiovascular en las personas que padecían una enfermedad cardíaca o cáncer. Entre las personas con enfermedades cardiovasculares, una duración de la alimentación inferior a 10 horas al día se asoció con un 66% más de riesgo de muerte por enfermedad cardíaca o ictus.
Por el contrario, la restricción horaria no redujo el riesgo global de muerte por ninguna causa, mientras que la alimentación superior a 16 horas diarias se asoció a un menor riesgo de mortalidad en las personas con cáncer.
Nos sorprendió descubrir que los que seguían un horario de alimentación restringido a 8 horas tenían más probabilidades de morir de enfermedades cardiovasculares’, reconoce Zhong.
Aunque este tipo de dieta ha sido popular debido a sus posibles beneficios a corto plazo, nuestra investigación muestra claramente que, en comparación con un horario de comidas típico de 12-16 horas al día, una menor duración de las comidas no se asoció con vivir más tiempo’, subraya. A la vista de estos resultados, para Zhong, ‘es esencial que los pacientes, sobre todo los que padecen cardiopatías o cáncer, sean conscientes de la relación entre un intervalo alimentario de 8 horas y un mayor riesgo de muerte cardiovascular’ y que las recomendaciones dietéticas tengan en cuenta la salud de cada individuo.
Detalles del estudio En el estudio participaron aproximadamente 20.000 adultos con una edad media de 49 años (la mitad hombres y la otra mitad mujeres) a los que se les hizo un seguimiento de entre 8 y 17 años. El 73,3% de los participantes eran blancos, el 11% hispanos, el 8% negros y el 6,9% de otra raza, incluidos mestizos.
En general, este estudio sugiere que la restricción horaria puede tener beneficios a corto plazo, pero efectos adversos a largo plazo’, concluye Christopher D. Gardner, profesor de Medicina en la Universidad de Stanford (California). No obstante, los autores reconocen limitaciones al estudio que en el futuro deberían completarse con información adicional sobre la calidad nutricional de las dietas de los distintos subconjuntos de participantes y más información para comparar los datos demográficos y las características basales de los grupos clasificados en los distintos intervalos de restricción alimentaria. Además, los autores advierten de que al incluir información dietética autodeclarada, los participantes del estudio pueden haber cometido errores u omisiones provocados por la memoria.
Redacción Ciencia, 18 marzo 2024|Fuente: EFE | Tomado de la Selección Temática sobre Medicina de Prensa Latina. Copyright 2019. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A
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Científicos españoles explican por primera vez cuáles son los mecanismos biológicos que se esconden detrás de las propiedades de algunos alimentos
CIBER/DICYT Varios equipos del CIBEROBN liderados por la Universitat Rovira i Virgili- IISPV han demostrado por primera vez cuál es el proceso mediante el cual las legumbres ayudan a reducir el riesgo de sufrir diabetes tipo 2. Las legumbres se caracterizan por su contenido en proteínas vegetales, fibra, hidratos de carbono, vitaminas y minerales. Son un alimento típico de la dieta mediterránea y su consumo se ha asociado a un menor riesgo de padecer enfermedades como hipertensión, obesidad o diabetes. Sin embargo, hasta el momento ningún estudio había descubierto cuáles son los mecanismos biológicos que se esconden detrás de estas asociaciones.
Las ciencias ómicas, como en el caso de la metabolómica, han permitido entender mejor los procesos biológicos involucrados en los efectos derivados del consumo de algunos alimentos sobre el organismo, como el café, el aceite de oliva o la carne. Sin embargo, hasta ahora no se había identificado la huella metabolómica -pequeñas moléculas resultantes del consumo de alimentos y vías metabólicas implicadas- de las legumbres y su relación con el riesgo de padecer diabetes tipo 2 o enfermedades cardiovasculares.
El equipo investigador, en colaboración con científicos de la Escuela de Salud Pública de Harvard University y la Universidad de Navarra, estudió muestras de sangre de 1.833 individuos mayores con alto riesgo cardiovascular procedentes del ensayo clínico PREDIMED. A partir de estas muestras se evaluó el consumo de alimentos al inicio del estudio y después de un año de seguimiento. A partir de métodos estadísticos avanzados de aprendizaje automático (Machine learning) se identificó un patrón molecular del consumo de legumbres. La investigación mostró que aquellos individuos que comían más legumbres también presentaban un patrón más alto de adherencia a la dieta mediterránea, con mayor consumo de lácteos, verduras y frutas y una menor ingesta de carne y cereales.
Estos métodos utilizados no sólo permiten identificar vías metabólicas relacionadas con la diabetes y enfermedades metabólicas, sino que confirman la importancia que tiene la alimentación en patologías de larga duración y abre nuevas vías de investigación para desarrollar posibles fármacos y tratamientos preventivos.
La huella metabolómica en sangre estaba formada por 40 metabolitos, entre los que destacan varias clases de lípidos, y ésta se relacionó con un 23% menor riesgo de desarrollar diabetes tipo 2. Estos resultados “muestran la importancia que tiene el consumo de legumbres para la salud y, en especial, en la prevención de esta enfermedad”, indica el equipo investigador. Además, los metabolitos identificados en el estudio «nos ayudan a comprender mejor las vías metabólicas relacionadas con su consumo y su posible implicación en la fisiopatología de la diabetes y las enfermedades cardiovasculares», añaden.
Los resultados de este trabajo se han publicado en la revista científica Cardiovascular Diabetology y lo encabezó el investigador predoctoral Hernando J. Margara Escudero bajo la dirección del equipo de investigación de la URV-IISPV formado por Indira Paz Graniel, Jesús García Gavilán, Nancy Babio y Jordi Salas-Salvadó. Todos son miembros del Centro de Investigación Biomédica en Red de la Fisiopatología de la Obesidad y Nutrición (CIBEROBN) y del Instituto de Investigación Sanitaria Pere Virgili.
Ver artículo: Margara Escudero HJ, Paz Graniel I, García Gavilán J, Ruiz Canela M, Sun Q, et al. Plasma metabolite profile of legume consumption and future risk of type 2 diabetes and cardiovascular disease. Cardiovascular Diabetology[Internet].2024[citado 03 mar 2024];23. DOI https://doi.org/10.1186/s12933-023-02111-z
16 febrero 2024| Fuente: Dicyt.com| tomado de | Alimentación
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Un estudio del Centro Nacional de Epidemiología del Instituto de Salud Carlos III(ISCIII) publicado en ‘Journal of Psyquiatric Research’, evalúa la asociación entre el distrés psicológico y la mortalidad en la población adulta española que el distrés psicológico está asociado a un mayor riesgo de mortalidad, especialmente por enfermedades cardiovasculares y tumores.
Las personas con distrés psicológico que están en tratamiento tienen un riesgo de mortalidad menor.
El estudio, que analizó a 21.003 individuos durante 9 años, concluye que las personas con distrés psicológico que están en tratamiento tienen un riesgo de mortalidad menor.
El estudio está enmarcado en el grupo de trabajo MESES ‘Mortality to Spanish Health Surveys (MESES)’, liderado por el investigador del ISCIII Iñaki Galán, del que forman parte las investigadoras Teresa López-Cuadrado, Cristina Ortiz y Ana Ayuso-Álvarez. Teresa López-Cuadrado e Iñaki Galán señalan que las conclusiones de este trabajo pueden tener importantes implicaciones en salud pública, ya que ‘a pesar de la alta prevalencia de los problemas de salud mental.
Los datos provienen de la Encuesta Nacional de Salud y registros de defunción hasta diciembre de 2020. La variable principal de análisis es el denominado GHQ-12, un instrumento auto-administrado de cribado que tiene por objetivo detectar la prevalencia de casos probables de morbilidad psiquiátrica o de padecimiento psicológico en la población.
Para más detalle, consulte el artículo completo: López Cuadrado T, Ortiz C, Ayuso Álvarez A, Galán I. Impact of psychological distress on mortality in Spain. The importance of early detection and treatment of mental disorders. J Psychiatric Research[Internet]. 2024[citado 13 feb 2024]; 169. https://doi.org/10.1016/j.jpsychires.2023.11.045
12 de febrero 2024| Fuente: Europa Press| Tomado de la Selección Temática sobre Medicina de Prensa Latina. Copyright 2019. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A
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Un equipo liderado por la Dra. Guadalupe Sabio en el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), centro dependiente del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), organismo adscrito al Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, ha descubierto una posible diana terapéutica contra la hipertensión pulmonar.
El trabajo, que se publica en la revista ‘Science Advances’, identifica la primera diana capaz de salvar la función cardíaca en esta letal enfermedad, lo que supone una esperanza en la lucha contra esta rara pero letal enfermedad para la que no existe tratamiento curativo.
La hipertensión pulmonar se caracteriza por elevada presión en las arterias que van a los pulmones, lo que provoca que el corazón esté continuamente haciendo un sobreesfuerzo.
Afecta a entre 15 y 50 personas por millón de habitantes. En España se calcula una prevalencia de 1,6 casos y una incidencia (casos nuevos diagnosticados por año) de 0,3 por cada 100.000 habitantes.
A pesar de ser una enfermedad poco frecuente, las personas que la padecen suelen enfrentarse a síntomas que afectan significativamente su calidad de vida: dificultad respiratoria, mareos y desmayos, pudiendo incluso llegar a ser necesario un trasplante para evitar la muerte del paciente.
Existen varios factores de riesgo que pueden contribuir a su desarrollo como el tabaquismo, el sobrepeso, la existencia de enfermedades previas, predisposición genética o estar expuestos a bajos niveles de oxígeno en zonas de gran altitud.
Hasta el momento, las terapias existentes se dirigen al pulmón, buscando disminuir la presión arterial. Sin embargo, estas estrategias no parecen mejorar la función cardíaca con lo que el fallo cardíaco es la principal causa de muerte de estos pacientes.
Estudiando modelos animales, las investigadoras del CNIC descubrieron que los pacientes con EPOC tenían mayores niveles de la proteína mitocondrial denominada MCJ.
La investigadora Ayelén M. Santamans, primera autora del artículo, observó que lo mismo ocurría en ratones expuestos a bajos niveles de oxígeno y en cerdos con algún tipo de daño cardíaco por lo que, asegura Santamans, “estos resultados sugerían que la proteína MCJ podría estar involucrada en la hipertensión pulmonar. La falta de terapias cardio-específicas nos motivaron a seguir adelante en esa dirección.”
Sus investigaciones demuestran que modulando los niveles de la proteína mitocondrial MCJ en el corazón se puede preservar la función cardíaca a pesar del daño pulmonar.
Dicha protección, explican las investigadoras, está causada por la activación de una vía de señalización esencial para la adaptación a bajos niveles de oxígeno, que prepara al corazón para que pueda funcionar correctamente frente a la falta del mismo.
Las autoras concluyen que estos hallazgos podrían abrir nuevas puertas para posibles intervenciones terapéuticas contra la hipertensión pulmonar ya que ofrecen la primera diana capaz de salvar la función cardíaca en esta letal enfermedad.
Referencia: Santamans AM, Cicuéndez B, Mora A, Villalba Orero M, Rajilic S, Crespo M, et al. MCJ: A mitochondrial target for cardiac intervention in pulmonary hypertension. Sci Adv[Internet]. 2024[citado 21 ene 2024];10(3):eadk6524. doi: 10.1126/sciadv.adk6524.
18 enero 2024| Fuente: EurekaAlert| Tomado de | Comunicado de Prensa