jul
10
Caminar podría ser lo más sencillo para prevenir el dolor de espalda recurrente, según un estudio publicado en Lancet, que demuestra cómo los pacientes que pasean a diario sufren menos ese problema.
Investigadores australianos descubrieron que las personas que caminaban cinco veces a la semana durante una media de 30 minutos cada día y recibían asesoramiento de un fisioterapeuta permanecían sin dolor casi el doble de tiempo que las que no recibían ningún tratamiento.
Dar pasos con regularidad también mejoró la calidad de vida de los pacientes y el tiempo que tuvieron que ausentarse del trabajo se redujo casi a la mitad. Caminar puede tener un profundo impacto en una enfermedad que afecta a ocho de cada diez personas en el Reino Unido y es la principal causa de discapacidad en todo el mundo.
Es un ejercicio sencillo, de bajo costo y muy accesible que casi todo el mundo puede practicar, independientemente de su situación geográfica, edad o estatus socioeconómico, aseguró Mark Hancock, catedrático de Fisioterapia de la australiana Universidad Macquarie.
Alrededor de 800 millones de personas en todo el mundo padecen lumbalgia, y siete de cada 10 que se recuperan de un episodio vuelven a tener reagudizaciones al cabo de un año.
En la actualidad, el tratamiento y la prevención del dolor de espalda consisten en una combinación de ejercicio, terapia y, en algunos casos, cirugía.
Los científicos hicieron un seguimiento de hasta tres años a más de 700 adultos que se habían recuperado recientemente de un episodio de lumbalgia.
Como parte de la investigación, a la mitad de ellos se les asignó aleatoriamente un programa de caminatas y sesiones educativas de un fisioterapeuta, mientras que el resto se asignó a un grupo de control al que no se proporcionó ninguna intervención específica, pero que podía buscar tratamiento si los síntomas reaparecían.
«El grupo de intervención tuvo menos episodios de dolor limitante de la actividad en comparación con el grupo de control, y un periodo medio más largo antes de sufrir una recidiva, con una mediana de 208 días frente a 112″, afirmó Hancock.
No sabemos exactamente por qué caminar es tan bueno para prevenir el dolor de espalda, pero es probable que incluya la combinación de los suaves movimientos oscilatorios, la carga y el fortalecimiento de las estructuras de la columna vertebral y los músculos, la relajación y el alivio del estrés, y la liberación de endorfinas para sentirse bien.
También sabemos que caminar conlleva muchos otros beneficios para la salud, como la salud cardiovascular, la densidad ósea, un peso saludable y una mejor salud mental, añadió.
08 julio 2024|Fuente: Prensa Latina |Tomado de la Selección Temática sobre Medicina de Prensa Latina. Copyright 2024. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.|Noticia
jun
27
Caminar por lo menos 7 500 pasos al día puede ayudar a controlar el asma moderada o grave en adultos, de acuerdo con un estudio realizado por investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Sao Paulo, Brasil, divulgado hoy martes.
Para los especialistas, mantener el cuerpo físicamente activo favorece el control de enfermedades, incluso entre personas con una rutina sedentaria.
«Por otro lado, la inactividad física y los síntomas de ansiedad y depresión se asocian con el efecto contrario», según el análisis realizado por los expertos brasileños, retomado por la estatal Fundación de Apoyo a la Investigación del Estado de Sao Paulo (FAPESP, por sus siglas en portugués), que financió el proyecto.
La literatura científica ya indicaba que tanto la actividad física como el sedentarismo pueden modular los síntomas del asma -incluyendo dificultad para respirar, respiraciones rápidas y cortas y tos seca-, pero aún faltaban estudios en profundidad sobre su impacto real, por lo que el tratamiento de la enfermedad, que afecta a alrededor de 6,4 millones de brasileños, sigue siendo mayoritariamente asistido con medicamentos, señaló el comunicado de la FAPESP.
«La mayoría de las veces, las personas mezclan las dos situaciones: realizan actividad física tres veces por semana, durante una hora, pero trabajan todo el día sentados en una oficina. Esto significa que son activos pero también sedentarios. Muestran ambos comportamientos al mismo tiempo», señaló uno de los participantes del estudio, Celso Fernandes de Carvalho, profesor de Fisioterapia y Fisiología Respiratoria de la Universidad de Sao Paulo (USP).
Los estudios realizados entre 426 personas de las ciudades de Sao Paulo y Londrina (estado sureño de Paraná) indicaron que cuanto más actividad física, mejor controlan los asmáticos su enfermedad, comentó por su parte el investigador Fabiano de Lima.
«Aquellos que caminaban al menos 7 500 pasos durante el día mostraron mejores puntuaciones en la evaluación del control clínico de la enfermedad, independientemente de mostrar también un comportamiento sedentario», agregó el comunicado.
Aunque la práctica de actividad física por parte de personas con asma ya es recomendada por los profesionales de la salud, el tema aún es visto con temor por la población debido a que las personas con asma sufren una contracción de los músculos de las vías respiratorias durante los ataques.
«Es necesario empezar a romper con la costumbre de impedir que niños y adultos hagan ejercicio debido a una enfermedad», dijo Lima.
25 junio 2024|Fuente: Xinhua |Tomado de la Selección Temática sobre Medicina de Prensa Latina. Copyright 2024. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.|Noticia
feb
20
Caminar es un ejercicio saludable, sencillo y económico, sin embargo, practicarlo incorrectamente ocasiona dolores y malestar físico, por lo que hay que evitar los errores, según un artículo publicado en National Geographic.
Tras consultar opiniones de varios expertos, el escrito destaca cinco aspectos a tener en cuenta al dar una caminata, pues hacerlo correctamente ayuda a prevenir desde enfermedades
cardíacas, diabetes e hipertensión arterial hasta el cáncer. Aunque se trata de un ejercicio sencillo, hay que evitar las lesiones y, para ello, conviene prestar mucha atención a la hora de elegir las mejores zapatillas de andar para no dañar los pies. Se sugiere elegir un calzado deportivo que ofrezca una suela que soporte el impacto de la marcha, sea cómodo y se ajuste
correctamente. Llevar un calzado mal ajustado puede provocar rozaduras, ampollas por fricción, llagas en los dedos y dolor general, y convertir una actividad placentera en una molestia. Los especialistas aseguran que al andar los brazos también desempeñan un papel importante, pues actúan como contrapeso de las piernas en un movimiento natural. Aconsejan mover cada brazo en oposición al movimiento de la pierna e intentar relajar las extremidades superiores y que se alternen con naturalidad, pues dejarlas a los lados o balancearlas fuertemente puede reducir la velocidad de la marcha. Aseguran también que mantener una postura erguida pero suave, con los hombros sueltos, reduce la tensión en el cuello, permite relajar las caderas y afloja los músculos de la zona lumbar. Añaden que no se debe caminar nunca con la cabeza gacha, ya que obliga al cuerpo a trabajar mucho más para mantener la alineación y puede provocar fuertes dolores en la columna cervical. Advierten, además, que no hay necesidad de dar grandes zancadas, pues son menos estables y el caminante puede sentirse un poco desequilibrado, más bien se debe intentar mantener los pasos relativamente cerca del torso, que sean cortos y rápidos, lo que ayudará a mantener la columna recta y evitará sobrecargar la espalda o la cadera. Por último, los especialistas aconsejan mantenerse hidratado durante la marcha, beber una pequeña cantidad de agua u otros líquidos a intervalos regulares. En este contexto sugieren evitar las bebidas con cafeína antes del paseo, porque su consumo provoca pérdida de líquidos y da más sed.
19 febrero 2024 | Fuente: Prensa Latina| Tomado de la Selección Temática sobre Medicina de Prensa Latina. Copyright 2019. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A
nov
10
Neurocientíficos y neurocirujanos de diferentes centros universitarios de Lausana (Suiza), de la Universidad de Burdeos (Francia) y del Instituto Nacional de Investigación en Salud y Medicina de Francia han diseñado una neuroprótesis que ha conseguido que Marc, un paciente de 62 años que padece Parkinson desde hace casi tres décadas, haya vuelto a caminar.
La dopamina y la estimulación cerebral profunda que recibió Marc en 2004 trataron sus temblores y rigidez. Sin embargo, más recientemente, desarrolló graves trastornos de la marcha que no respondieron a la dopamina ni a la estimulación cerebral. ‘Prácticamente ya no podía caminar sin caerme con frecuencia, varias veces al día. En algunas situaciones, como al entrar en un ascensor, me tropezaba en el sitio, como si estuviera allí congelado, podría decirse’, ha declarado el paciente.
En un estudio publicado en ‘Nature Medicine’, los científicos exponen detalladamente el proceso de desarrollo de la neuroprótesis que ha permitido tratar a un primer paciente con Parkinson, permitiéndole caminar cómodamente, con confianza y sin caerse. Alrededor del 90 por ciento de las personas que se encuentran en una fase avanzada de la enfermedad padecen trastornos incapacitantes de la marcha que, normalmente, suelen resistirse a los tratamientos disponibles en la actualidad.
Estimulación eléctrica de la médula espinal
‘La idea de desarrollar una neuroprótesis que estimule eléctricamente la médula espinal para armonizar el procedimiento y corregir los trastornos locomotores en pacientes con Parkinson es el resultado de varios años de investigación sobre el tratamiento de la parálisis debida a lesiones de la médula espinal’, explica Grégoire Courtine, profesor de neurociencia en la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL, por sus siglas en francés), del Hospital Universitario de Lausana (CHUV) y de la universidad de esta localidad (UNIL). A diferencia de los tratamientos convencionales para el Parkinson, que se destinan a las regiones del cerebro directamente afectadas por la pérdida de neuronas productoras de dopamina, esta neuroprótesis se dirige a la zona de la médula espinal responsable de activar los músculos de las piernas al caminar, que aparentemente no está directamente afectada por la enfermedad de Parkinson. ‘Es impresionante ver cómo estimulando eléctricamente la médula espinal de forma específica, del mismo modo que hemos hecho con pacientes parapléjicos, podemos corregir los trastornos de la marcha causados por la enfermedad de Parkinson’, afirma Jocelyne Bloch, neurocirujana y catedrática del CHUV, la UNIL y la EPFL, y codirectora del centro de investigación NeuroRestore junto con Courtine. ‘La implantación de esta neuroprótesis en un paciente no habría sido posible sin la colaboración del doctor Erwan Bezard, neurocientífico del Inserm, afiliado al CNRS y a la Universidad de Burdeos, que ha dedicado su carrera a comprender las enfermedades neurodegenerativas’, han indicado en un comunicado desde NeuroRestore. Su experiencia en modelos preclínicos de la enfermedad de Parkinson fue esencial para producir correctamente los desarrollos tecnológicos y conceptuales necesarios para la aplicación clínica en seres humanos.
‘Ya ni siquiera me dan miedo las escaleras’
Hace dos años, el equipo de científicos y médicos estaba listo y se operó a un primer paciente, en el CHUV. Tras una intervención neuroquirúrgica de precisión, Marc, de Burdeos, fue equipado con esta nueva neuroprótesis compuesta por un campo de electrodos colocado contra la médula espinal, que controla la marcha, y un generador de impulsos eléctricos implantado bajo la piel de su abdomen. Gracias a una programación específica de estimulaciones de la médula espinal que se adapta en tiempo real a sus movimientos, Marc ha visto remitir rápidamente su trastorno de la marcha. Tras varias semanas de rehabilitación con la neuroprótesis, ahora puede andar casi con normalidad. Actualmente utiliza su neuroprótesis unas ocho horas al día, y solo la apaga cuando está sentado mucho tiempo o cuando duerme. ‘Enciendo la estimulación por la mañana y la apago por la noche. Esto me permite caminar mejor y estabilizarme. Ahora mismo, ya ni siquiera me dan miedo las escaleras. Todos los domingos voy al lago y camino unos 6 kilómetros. Es increíble’, ha celebrado el paciente, que ha detallado que le diagnosticaron la enfermedad cuando tenía 36 años.
El reto del uso a gran escala
Esta neuroprótesis abre nuevas posibilidades para tratar los trastornos de la marcha que padecen muchas personas afectadas por la enfermedad de Parkinson, pero por el momento el concepto de tratamiento solo ha demostrado su eficacia en una persona, con un implante que aún debe optimizarse para su uso a gran escala. En colaboración con ONWARD Medical, Grégoire Courtine y Jocelyne Bloch están trabajando en el desarrollo de una versión comercial de la neuroprótesis, que incluya todas las funcionalidades necesarias para un uso cotidiano óptimo. ‘Nuestra ambición es proporcionar acceso general a esta tecnología innovadora para mejorar significativamente la calidad de vida de los pacientes de Parkinson en todo el mundo’, explican. Además, gracias a una donación de un millón de dólares (934.929 euros) de la Fundación Michael J. Fox para la investigación del Parkinson, el centro NeuroRestore va a realizar ensayos clínicos en seis nuevos pacientes el próximo año.
Referencia
Milekovic T, Moraud EM, Macellari N, Moerman C, Raschellá F, et al. A spinal cord neuroprosthesis for locomotor deficits due to Parkinson’s disease. Nat Med [Internet]. 2023. https://doi.org/10.1038/s41591-023-02584-1
10 noviembre 2023 |Fuente: Europa Press |Tomado de la Selección Temática sobre Medicina de Prensa Latina. Copyright 2019. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.
ago
15
La Ciencia vuelve a desmentir el mito de los 10.000 pasos diarios: con 4.000 ya se reduce el riesgo de muerte por cualquier causa y disminuye con cada 500-1.000 pasos adicionales.
El kanji (ideograma japonés) del número 10.000 (万) parece un hombre caminando, por eso una empresa japonesa lo usó en los años 60 para lanzar al mercado un podómetro denominado Manpo-kei, algo así como ‘medidor de 10.000 pasos’. La campaña se extendió a otros países y se mantuvo esa cifra, que se convirtió en la referencia de los dispositivos que monitorizan la actividad física. Todo el mundo aceptó que esa era la cantidad ideal para mantenerse en forma y el mito ha llegado a nuestros días. Read more
abr
17
Varios ensayos clínicos y experimentos han demostrado que caminar tiene distintos beneficios físicos y mentales, incluso aunque los paseos sean breves
Paradójicamente, en el hiperactivo siglo XXI, pasear y divagar empieza a tener buena prensa. Preguntado un neurocientífico por los beneficios de andar sin rumbo, dedica 20 minutos a enumerar las buenas razones que tenemos para deambular entre 20 o 30 minutos cada día. “Pasear tiene dos vertientes, cuando lo haces por sitios conocidos y cuando vas por lugares nuevos. Si paseas por sitios que ya conoces, los primeros efectos positivos son los de activación cardiovascular: quien mueve las piernas, mueve el corazón. Mientras paseas, giras la cabeza: el campo visual va cambiando y se encuentran estímulos visuales a la derecha y a la izquierda. De esta manera, se activan ambos hemisferios cerebrales, el paseo los pone a hablar entre sí. Esto es un magnífico ejercicio, pues en el cerebro, un hemisferio suele dominar sobre el otro”, dice el doctor Bruno Ribeiro, profesor del Departamento de Anatomía Humana y Psicobiología de la Universidad de Murcia.
Ribeiro, con consulta de Desarrollo Cognitivo en Sha Wellness Clinic, explica que, si se hace de forma consciente “estando aquí y ahora”, el paseo se transforma en un acto meditativo. “Para eso, hay que abstraerse de pensamientos del pasado y del futuro y concentrarse en el presente. Es muy difícil, pero si se consigue, el paseo tendría todos los beneficios de una meditación. A veces, las personas con dificultades para hacer una meditación clásica pueden conseguirlo durante un paseo”.
Pasan aún más cosas en el cerebro cuando paseamos por sitios desconocidos, según indica Ribeiro, como que se libera dopamina, “un neurotransmisor que marca la novedad en el cerebro y sirve para identificar el peligro o para prestar atención. Un buen aporte diario de dopamina elevará otro neurotransmisor, la serotonina, que es la responsable del estado de ánimo. El paseo ayuda a mantener ambos neurotransmisores en niveles altos”.
Los flâneurs, aquellos románticos paseantes parisinos, fueron identificados por Charles Baudelaire como “observadores diletantes de la vida urbana”. Al principio se los consideraba gente vaga, sin oficio ni beneficio, hombres de poco provecho, dedicados a perder el tiempo. El Gran Diccionario Universal Larousse del siglo XIX de 1872 los describió de un modo ambivalente, inquietos y holgazanes a partes iguales. Pero por esa época también empezaron a aparecer los defensores del arte de pasear. El escritor y crítico literario Charles A. Sainte Beuve dejó escrito que la flânerie era “lo opuesto a no hacer nada”. Y Balzac, que deambular era “gastronomía para los ojos”.
¿Qué se sabe hoy de los beneficios de pasear? Varios ensayos clínicos y experimentos han demostrado que el deambular mental del caminante propicia la creatividad. La explicación es que como no se requiere un esfuerzo consciente para andar, la atención se libera, se abre a nuevas imágenes y asociaciones, la mente lo mezcla todo. Precisamente, es el estado perfecto para innovar. Lo comprobaron dos profesores de la Universidad de Stanford, Marily Oppezzo y Daniel Schwartz, en una serie de estudios en 2014 que midieron cómo caminar cambiaba en cada momento los niveles de creatividad. En los cuatro experimentos, 176 estudiantes tuvieron que completar varias tareas de pensamiento creativo mientras estaban sentados, andando sobre una cinta de correr o paseando por el campus. En una de las pruebas se debían buscar usos atípicos a objetos de la vida cotidiana, como un botón o un neumático. Lo que comprobaron fue que cuando los estudiantes andaban se les ocurrían hasta seis veces más usos para esos objetos que cuando hacían la prueba sentados. Sin embargo, en las pruebas que requerían una respuesta única y precisa se cometieron más errores cuando el grupo iba paseando. Los investigadores concluyeron que dejar la mente a la deriva en un mar de pensamientos era bueno para crear, pero no para encontrar una solución única a un problema.
Por dónde paseamos también importa. No es lo mismo andar por un bosque que hacerlo por una ciudad. Un estudio de la Universidad de Carolina del Sur, dirigido por el profesor Marc Berman, comprobó que los estudiantes que paseaban por una arboleda tenían un rendimiento mejor en una prueba de memoria respecto a los que andaban por la ciudad. Existe una pequeña, pero consistente, selección de trabajos que sugiere que deambular por espacios verdes puede resetear los recursos mentales que se agotan rápidamente en los entornos urbanos creados por el hombre. El argumento de sus autores es que la atención es un recurso limitado que se acaba a lo largo del día. Una esquina llena de gente, con ruido de tráfico, luces y vallas publicitarias consumiría nuestra atención rápidamente, mientras que en un paseo por la naturaleza, en un ambiente sin grandes estímulos, la mente podría desplazarse de una experiencia sensorial a otra y descansar.
Las personas que olvidan cosas con frecuencia también podrían mejorar su memoria con un breve paseo enérgico, pero en este caso la clave está en la palabra enérgico. Según Rong Zhang, profesor de Neurología en el Peter O’Donnell Jr. Brain Institute de UT Southwestern, en Dallas (Texas), para mejorar el flujo sanguíneo en el cerebro deberíamos aumentar el ritmo cardiaco durante el paseo. Esto significa sentir algo de dificultad para respirar y tener problemas para mantener una conversación. En su trabajo, un grupo de personas mayores y de mediana edad mejoró la memoria y la función cognitiva con una caminata de media hora durante cinco días a la semana. Un año después, un estudio de seguimiento corroboró estos resultados. Ambos trabajos sugieren que se necesita mantener estos niveles de actividad al menos durante un año para comenzar a notar mejoras en la memoria y la cognición.
Y si es de los que se queda atrapado en bucles de pensamientos rumiantes, pasear también es para usted. Una breve caminata será suficiente para cambiar el foco de la obsesión. En 2020, un estudio publicado en la revista The Journal of Environmental Psychology demostró que andar 30 minutos era suficiente para romper una espiral obsesiva de pensamiento negativo. “La caminata interrumpe el ciclo y nos saca del bucle de pensamientos, ya sea porque el paisaje redirige nuestra atención o porque el ejercicio físico exige cierta concentración”, escribieron los autores.
Para conseguir beneficios cardiovasculares y protección para algunos tumores y enfermedades crónicas, los paseos no tienen que ser muy largos. Según los resultados publicados recientemente por la revista British Journal of Sports Medicine, bastarían 75 minutos semanales de actividad física moderada, la mitad de la recomendación clásica de la OMS, para prevenir una de cada 10 muertes prematuras. Tras revisar 196 estudios con 30 millones de personas, los investigadores comprobaron que el ejercicio moderado frente a no hacer nada reducía en más de un 30% la probabilidad de una muerte prematura por cualquier causa, en un 29% la mortalidad por enfermedades cardiovasculares, y en un 15% las muertes por cáncer.
Otro trabajo llevado a cabo en 11 centros de Atención de Primaria en España analizó los mínimos necesarios para beneficiarse del ejercicio físico moderado, y concluyó que 50 minutos a la semana de caminar a buen ritmo reducía en un 30% la mortalidad. La importancia de este hallazgo es que para las personas que llevan años de vida sedentaria los beneficios empiezan a notarse con incrementos pequeños de actividad física. Si no se llega a los 150 minutos recomendados, andar 50 minutos semanales a buen paso empezaría a cambiar el estado de la cuestión. No hay un umbral mínimo para conseguir beneficios, siempre se gana paseando.
El filósofo francés Frédéric Gross, autor del ensayo Andar, una filosofía (Taurus), también cree que para pensar bien hay que levantarse de la silla y salir a pasear. “Para pensar libremente hay que hacerlo al aire libre, ligero, como el caminante”, escribe. En su libro cuenta los paseos, más que amortizados, de grandes pensadores como Nietzsche, Rousseau o Montaigne. Y no es que pensemos peor cuando estamos inactivos, pero se nos suelen ocurrir ideas estáticas. “A uno le vienen las ideas precisamente porque no las busca”, dice. Gross recomienda hacer apuntes durante los paseos, en la libreta o en el teléfono, porque son ideas buenas, dice, pero ligeras y frágiles, fáciles de olvidar. Y sería una pena porque, si hacemos caso a Nietzsche, “solo tienen valor los pensamientos que nos vienen a la cabeza mientras andamos”.
Abril 17/2023 (El país) – Tomado de la selección de Salud y Bienestar. Copyright 2021 EDICIONES EL PAÍS.Por qué pasear lo cura (casi) todo