ola de calorLos expertos han advertido durante mucho tiempo que las olas de calor golpearán con mayor frecuencia y temperaturas más altas a medida que el mundo se calienta, pero el futuro ha llegado más rápido de lo que los investigadores temían y estimaban, particularmente en Europa occidental, que es un punto crítico para las olas de calor.

Ha habido un aumento particularmente significativo de las temperaturas extremas en Europa desde la ola de calor mortal del verano de 2003, que causó un exceso de muertes estimado en 70 000, pero la tendencia al alza continúa sin cesar. De hecho, en junio de 2023, los indicadores climáticos clave, incluidas las temperaturas globales del aire y de la superficie del mar, batieron todos los récords anteriores. A medida que las temperaturas globales continúan aumentando, los científicos del clima reiteran la importancia de reducir las emisiones de carbono y aumentar la capacidad de las personas para adaptarse a las temperaturas extremas, que se cree que son un factor de riesgo importante para las enfermedades cardiovasculares y la mortalidad asociadas.

Calor extremo y mecanismos de respuesta en personas sanas

El estrés por calor puede provocar efectos graves en la salud debido a la exacerbación aguda de enfermedades ya existentes. La exposición al calor ejerce una presión adicional sobre el corazón y puede provocar un golpe de calor si el sistema cardiovascular no regula adecuadamente la temperatura corporal central. Los estudios de cambios fisiológicos en personas expuestas a temperaturas ambiente crecientes (a partir de una línea de base de 28 °C durante 1 hora) han mostrado un aumento de 35 % en el metabolismo en reposo de sujetos sanos durante el periodo de exposición a 40 °C, con un aumento adicional de 15 % en un ambiente a 50 °C.[6]

El estrés por calor en ambientes con una humedad relativa del 50 % aumenta la frecuencia cardiaca (64 %; p = 0,000), la ventilación por minuto (78 %; p = 0,000) y la tasa de sudoración desde el inicio (74 %; p = 0,0001). La carga de trabajo del miocardio (definida como el producto de la presión arterial por la frecuencia) fue aproximadamente 12 % mayor que la basal a 40 ºC y aproximadamente 26 % mayor a 50 ºC, independientemente de la humedad ambiental. La base fisiológica de este aumento es atribuible a la vasodilatación periférica mediada por el calor y la reducción de la presión arterial, con la consiguiente activación de los barorreceptores y la estimulación simpática de la frecuencia cardiaca. En condiciones normotérmicas de reposo, el sistema vascular cutáneo recibe de 5 % a 10 % del gasto cardiaco, mientras que en respuesta al estrés térmico aumenta hasta 6 a 8 l/min lo que representa de 50 % a 70 % del gasto cardiaco.

Así, cuando la temperatura ambiente aumenta, el cuerpo humano activa dos mecanismos principales para regular la temperatura central: la sudoración y el aumento del flujo sanguíneo a la piel. El aumento de la demanda metabólica requiere del incremento en la frecuencia cardiaca, lo que obliga al corazón a trabajar más, pero esencialmente extrae sangre de él, y esto representa una tensión cardiaca que los expertos creen que es mayormente inofensiva para los adultos jóvenes sanos, pero potencialmente letal para las personas mayores o las personas con problemas cardiacos preexistentes.

Aumento de la temperatura y riesgo cardiovascular

Varios estudios epidemiológicos han mostrado hallazgos consistentes sobre los efectos de la exposición al calor en la mortalidad cardiovascular, mientras que los hallazgos sobre las asociaciones entre la exposición al calor y la morbilidad cardiovascular revelaron una gran variabilidad entre los estudios y las ubicaciones geográficas.

Una revisión sistemática y metanálisis buscó arrojar luz sobre esta área investigando los efectos en la salud de las enfermedades cardiovasculares por la exposición al calor ambiental en diferentes zonas climáticas. Un aumento de 1 °C en la temperatura se asoció con un aumento de 2,1 y de 0,5 % en la mortalidad y la morbilidad relacionadas con enfermedades cardiovasculares, respectivamente. Se encontró una asociación positiva constante en todos los diagnósticos de enfermedad cardiovascular considerados para la mortalidad, con los mayores efectos para el ictus (3,8 %) y la enfermedad coronaria (2,8 %).

Las temperaturas elevadas aumentaron el riesgo de morbilidad por arritmias y parada cardiaca (1,6 %), evidenciándose un aumento del riesgo de morbilidad por parada cardiaca extrahospitalaria (2,1 %).

Las olas de calor también se han asociado con desenlaces adversos para la salud cardiovascular, con un aumento del 11,7 % en el riesgo de mortalidad relacionada con enfermedades cardiovasculares y un mayor efecto a medida que aumenta la intensidad de la ola de calor.

Las condiciones climáticas regionales subyacentes desempeñan un papel importante y deben tenerse en cuenta al evaluar el riesgo de mortalidad y morbilidad por enfermedades cardiovasculares relacionadas con el calor. Las personas para las que la exposición al calor se asoció con un mayor riesgo de morbilidad y mortalidad fueron: mujeres, personas mayores de 65 años, personas que viven en climas tropicales y aquellos en países de bajos y medianos ingresos.

El calor extremo y los adultos mayores

Ante la situación de calentamiento global, las definiciones binarias que se utilizan a menudo para identificar a las comunidades de mayores «vulnerables», como las personas de más de 65 años, pueden llevar a subestimar los riesgos futuros del clima extremo. Dentro del gran grupo de adultos mayores, aquellos de edades más avanzadas no solo muestran una mayor vulnerabilidad a los impactos de los fenómenos meteorológicos extremos, sino que también crecerán en número rápidamente.

En los últimos años se ha demostrado que la proporción de muertes por enfermedades cardiovasculares atribuibles al calor extremo en España es 3 veces superior en personas mayores de 90 años que en las de 60 a 74 años, mientras que las de 75 a 89 años tienen el doble de muertes frente a la cohorte de edad más joven.

En el futuro, las tasas de crecimiento proyectadas para los mayores de 65 años pueden variar significativamente: se prevé que los países de ingresos altos experimenten un aumento de 70 % en la población mayor de 65 años para fines de siglo, mientras que los países de ingresos medios-altos, medios-bajos y bajos tendrán respectivamente un crecimiento de 2,5, 5 y 14 veces para el 2100.

Referencia: Rousi, E., Kornhuber, K., Beobide-Arsuaga, G. et al. Accelerated western European heatwave trends linked to more-persistent double jets over Eurasia. Nat Commun 13, 3851 (2022). https://doi.org/10.1038/s41467-022-31432-y      https://www.nature.com/articles/s41467-022-31432-y

Fuente: Medscape

sueño

Las personas que tienen síntomas de insomnio, como problemas para conciliar el sueño, para permanecer dormidas y para despertarse demasiado pronto, pueden tener más probabilidades de sufrir un derrame cerebral.

Las personas que tienen síntomas de insomnio, como problemas para conciliar el sueño, para permanecer dormidas y para despertarse demasiado pronto, pueden tener más probabilidades de sufrir un derrame cerebral, según un estudio publicado en la edición online de ´Neurology´, la revista médica de la Academia Americana de Neurología.

Además, los investigadores descubrieron que el riesgo era mucho mayor en personas menores de 50 años, si bien precisan que el estudio no prueba que los síntomas del insomnio causen un ictus, sino que sólo muestra una asociación.

«Existen muchas terapias que pueden ayudar a las personas a mejorar la calidad de su sueño, por lo que determinar qué problemas del sueño conducen a un mayor riesgo de ictus podría permitir tratamientos más tempranos o terapias conductuales para las personas que tienen problemas para dormir y posiblemente reducir su riesgo de ictus más adelante en la vida», apunta el autor del estudio Wendemi Sawadogo, de la Virginia Commonwealth University en Richmond y miembro de la Academia Americana de Neurología.

En el estudio participaron 31 126 personas con una edad media de 61 años. Los participantes no tenían antecedentes de ictus al inicio del estudio.

A los participantes se les hicieron cuatro preguntas sobre la frecuencia con la que tenían problemas para conciliar el sueño, problemas para despertarse durante la noche, problemas para despertarse demasiado pronto y no poder volver a dormirse, y la frecuencia con la que se sentían descansados por la mañana. Las opciones de respuesta incluían «la mayoría de las veces», «a veces» o «rara vez o nunca». Las puntuaciones iban de cero a ocho, y un número más alto significaba síntomas más graves.

A continuación, se realizó un seguimiento de las personas durante una media de nueve años. Durante ese tiempo, se produjeron 2 101 casos de ictus.

Tras ajustar otros factores que podrían afectar al riesgo de ictus, como el consumo de alcohol, el tabaquismo y el nivel de actividad física, los investigadores descubrieron que las personas con uno a cuatro síntomas tenían un 16% más de riesgo de ictus que las personas asintomáticas.

De las 19 149 personas con uno a cuatro síntomas, 1 300 sufrieron un ictus. De las 6 282 personas asintomáticas, 365 sufrieron un ictus. Las personas con cinco a ocho síntomas de insomnio tenían un riesgo un 51 % mayor. De las 5 695 personas con cinco a ocho síntomas, 436 sufrieron un ictus.

La relación entre los síntomas de insomnio y el ictus fue mayor en los participantes menores de 50 años: los que presentaban de cinco a ocho síntomas tenían casi cuatro veces más riesgo de ictus que las personas asintomáticas.

De las 458 personas menores de 50 años con entre cinco y ocho síntomas, 27 sufrieron un ictus. Las personas de 50 años o más con el mismo número de síntomas tenían un riesgo de ictus un 38 % mayor que las personas asintomáticas. De las 654 personas de 50 años o más con cinco a ocho síntomas, 33 sufrieron un ictus.

«Esta diferencia de riesgo entre estos dos grupos de edad puede explicarse por la mayor incidencia de ictus a una edad más avanzada –añade Sawadogo–. La lista de factores de riesgo de ictus, como la hipertensión y la diabetes, puede aumentar con la edad, por lo que los síntomas de insomnio son uno de los muchos factores posibles».

Según indica, «esta sorprendente diferencia sugiere que tratar los síntomas del insomnio a una edad más temprana puede ser una estrategia eficaz para prevenir el ictus. Futuras investigaciones deberían explorar la reducción del riesgo de ictus mediante el tratamiento de los problemas de sueño», sugiere.

Esta asociación aumentó aún más en el caso de las personas con diabetes, hipertensión, cardiopatías y depresión, concluyen los investigadores.

Referencia: Association Between Insomnia Symptoms and Trajectory With the Risk of Stroke in the Health and Retirement Study. Wendemi Sawadogo, Tilahun Adera, Maha Alattar, Robert Perera, James B. Burch. Neurology Aug 2023, 101 (5) e475-e488; DOI: 10.1212/WNL.0000000000207449

https://n.neurology.org/content/101/5/e475

 

Fuente: IMMedico

donativoEl Instituto de Medicina Tropical “Pedro Kourí” (IPK) y el Centro Nacional de Genética Médica de Cuba (CNGM) recibieron la visita del Embajador de Canadá en el país, Sr. Geoff Gartshore, y del Representante de la Organización Panamericana de la Salud/Organización Mundial de la Salud (OSPS/OMS), Dr. José Moya. El propósito era reconocer y agradecer el donativo realizado a esas instituciones por el gobierno canadiense para fortalecer la cadena de frío, como parte del apoyo a la repuesta a la pandemia, con énfasis en la vacunación contra la COVID-19.

También participaron la Sra. María Carla Alzugaray, oficial principal de asistencia internacional en la sección de cooperación de la Embajada de Canadá, y la Lic. Alina Pérez, consultora de Inmunización en la Oficina de la OPS/OMS. Por la parte nacional asistió el Dr. José Armando Arronte, jefe de Organismos internacionales de la Dirección de Relaciones Internacionales del Ministerio de Salud Pública (MINSAP).

El IPK, como centro de referencia para la vigilancia de las enfermedades prevenibles por vacunación, recibió 16 refrigeradores modelo E003/083 de 225L; 16 monitores de temperatura E006/040; y 14 freezers con capacidad entre 281 y 338 litros, cuatro de los cuales son de ultrabaja temperatura. Todos estos equipos están precalificados por la OMS. Además, se les entregó 25 freezers convencionales.

La Dra. Yanarys López, directora del IPK, y la Dra. C. Guadalupe Guzmán, jefa del Centro de Investigación, Diagnóstico y Referencia, expresaron su gratitud y expusieron la utilidad de los equipos para la conservación de muestras, vacunas, reactivos, medicamentos, entre otros productos. El uso del equipamiento para estos procesos se mostró a través de un video, ya que a las zonas en las que se encuentra ubicado, no es posible pasar por bioseguridad. En el encuentro también hubo un intercambio acerca de las labores del IPK como centro de referencia nacional para enfermedades infecciosas y el trabajo de los dos centros colaboradores que actualmente radican allí: eliminación de la tuberculosis y estudio del dengue y su vector.

En el marco de la actividad se entregó un reconocimiento al Embajador por su contribución al fortalecimiento y la actualización tecnológica de la cadena de frío en función de las enfermedades prevenibles por vacunación; y al Dr. Moya por las múltiples acciones que ha impulsado para fortalecer la colaboración con el IPK. En ese sentido la Directora del instituto comentó sobre su apoyo a los centros colaboradores; su acompañamiento a las redes de trabajo e investigación del instituto; su asesoría a las actividades de capacitación; su gestión para movilizar recursos; su papel durante la pandemia; entre muchos otros esfuerzos que mencionó.

En nombre de todo el colectivo del IPK expresó: “Desde que inició su mandato en la Oficina de Cuba hemos contado en todo momento, en muchas de las actividades del IPK, tanto nacionales como internacionales, con el acompañamiento, el apoyo y la colaboración del Dr. Moya y de su colectivo de trabajo”.

Posteriormente, en el Centro Nacional de Genética Médica fueron recibidos por la Dra. Hilda Roblejo, jefa del Departamento de Docencia e Investigación; Giselle Monzón, subdirectora del Área Técnica; y Yahíma Zúñiga, inmunóloga, quienes igual agradecieron a Canadá la contribución, consistente en: cinco refrigeradores modelo E003/083 de 225L; 20 monitores de temperatura E006/040; cinco freezers de 281 litros; y 32 termos entre 2.7 y 16 litros con sus paquetes fríos. Todos precalificados por la OMS.

Durante el intercambio entre ambas partes se explicó la función del centro y su papel en diferentes tareas vinculadas al Programa de Atención Materno Infantil (PAMI) y al Programa Nacional de Inmunización (PNI), como son: la valoración de la respuesta de la vacuna Abdala; la determinación del nivel de respuesta a la vacunación en convalecientes a la COVID-19; los estudios de la respuesta en niños a las vacunas que se administran a través del PNI, entre otras. De mucho interés para el grupo de visitantes fue la explicación sobre la caracterización genética de la población cubana y el estudio de los centenarios. Además, se realizó un breve recorrido por las áreas de bajo riesgo biológico del centro donde fue posible observar algunos de los equipos donados y conversar con el personal que los maneja.

La ayuda del gobierno de Canadá entre 2022 y 2023 para el fortalecimiento de la cadena de frío en función de la vacunación antiCOVID-19 y el PNI en Cuba, ascendió a más de 1.33 millones de dólares. El pasado 4 de abril de 2023 tuvo lugar el acto central de entrega del donativo con la presencia de altos funcionarios de la OPS/OMS; la embajada de Canadá y el MINSAP.

Fuente: Organización Panamericanan de la Salud

niño enfermo

Si bien los padres identifican al pediatra como la fuente principal para el manejo de la fiebre, alrededor de la mitad se siente insegura de en sus intervenciones, razón por la cual es necesario brindar intervenciones educativas durante las consultas de niños sanos.

El artículo publicado por la Revista Mexicana de Pediatría destaca la efectividad de la educación dirigida cuando se anticipa a un nuevo episodio febril. Otras opiniones consideran además que el impacto real de las intervenciones profesionales deben ser personalizadas, estructuradas y con un reforzamiento constante.

Los autores de la investigación se propusieron describir el conocimiento, actitudes y creencias que tienen los padres ante la fiebre por representar uno de los principales motivos de la consulta pediátrica y motivadora de importante ansiedad en los progenitores.

MATERIAL Y MÉTODOS

El estudio observacional, transversal y descriptivo se realizó entre septiembre de 2017 y julio de 2018, mediante la aplicación de un cuestionario en cuatro unidades médicas del estado de Nuevo León, México. Dos correspondieron al sector privado (Hospital Zambrano Hellion y Hospital San José del Tecnológico de Monterrey) y los restantes al sector público (Hospital Metropolitano «Dr. Bernardo Sepúlveda» y la Clínica de Atención Primaria del Centro de Salud Integral de la Fundación TecSalud).

La encuesta se aplicó en salas de pediatría ambulatoria, a «un padre de familia» o al cuidador primario de niños con edades desde recién nacidos hasta 15 años. La participación fue voluntaria, anónima y confidencial. Se eliminaron cuestionarios con dos o más reactivos sin respuesta o llenados incorrectamente. El muestreo fue por conveniencia.

Características del instrumento

El cuestionario constaba de cinco secciones: 1) datos demográficos, 2) detección y manejo de la fiebre, 3) conocimientos sobre la fiebre y uso de medicamentos, 4) ansiedad ante la fiebre y creencias, y 5) fuentes de información y percepción de autoeficacia para el manejo de fiebre.

Con base en la guía del National Institute for Health and Care Excellence (NICE) 2017, la temperatura < 37.5 o C se consideró normal; mientras que valores > 38.0 o C se consideraron como fiebre. En cuanto uso de medicamentos, el paracetamol se consideró correcto en un intervalo de administración de cuatro a seis horas, seis horas para ibuprofeno y ocho para diclofenaco.

Resultados

Un total de 323 encuestas cumplieron los criterios de selección, de las cuales 170 fueron de unidades médicas del sector privado y 153 del público.

En los pacientes, la edad fue similar entre ambos grupos, donde predominaron los menores de tres años. En cuanto al sexo, la proporción de mujeres fue mayor en el sector público (59.5 %) que en el privado (48.2 %). Respecto a la escolaridad de los padres hubo diferencias; en general, los del sector privado tuvieron un nivel mayor de escolaridad (74.5 % con licenciatura o superior).

Respecto a la identificación de la fiebre por parte de los padres, la mayoría de los ubicados en el sector privado (95.9 %) utiliza termómetro en comparación con el 68 % de los públicos. En relación al intervalo de uso de medicamentos, el porcentaje de respuestas correctas fue mayor para el paracetamol que ibuprofeno y diclofenaco. Sin embargo, los padres del sector público tuvieron menor porcentaje de uso correcto de paracetamol (55.6 versus 73.4 %).

El 95 % de los padres evidencia ansiedad ante la fiebre, siendo de grado leve o moderada en la mayoría. En ambos grupos los porcentajes de respuesta fueron muy semejantes.

En cuanto a las posibles consecuencias de la fiebre, alrededor de 90 % cree que les ocasionará algún daño a los niños, siendo las crisis convulsivas los temores más frecuentes.

En cuanto a la percepción de ansiedad de los padres, un metaanálisis publicado en 2016, señala que la prevalencia de la «fobia a la fiebre» no ha disminuido desde 1980. En este contexto se debe considerar que la gran mayoría de los padres del estudio de la Revista Mexicana de Pediatría respondió que, por sí sola, la fiebre puede provocar convulsiones, daño cerebral, meningitis o la muerte.

Por último, la mayoría de los padres perciben a los médicos pediatras como la mejor fuente de información para el manejo de la fiebre, seguido del consejo de la familia o de los amigos. Además, alrededor de la mitad se percibe apto para brindar las medidas apropiadas.

Semejanzas y diferencias

Los padres del sector privado acuden más frecuentemente al servicio de urgencias cuando sus hijos presentan fiebre, en comparación con los del sector público (21.6 versus 2.9 %).

Esta actitud podría implicar la saturación de los servicios de salud, lo cual enfatiza la importancia de capacitar a los padres en el manejo correcto de la fiebre. Por ejemplo, la definición de fiebre fue contestada de manera incorrecta en alrededor de 60% de los encuestados, esto concuerda con lo señalado por trabajos anteriores en padres latinos de EE. UU., pero es marcadamente distinto de lo reportado en Francia, donde hasta 89% de los papás participantes la definió correctamente. Asimismo, es relevante señalar que alrededor de la mitad de los padres desconocen el intervalo de uso correcto de los medicamentos, particularmente para ibuprofeno y diclofenaco; estos datos son similares a los descritos en un estudio del Reino Unido, en el cual se reportó que 6.4 y 42.3 % de los cuidadores administra el paracetamol e ibuprofeno con mayor frecuencia de la recomendada.

Es interesante mencionar que, al parecer, el nivel de escolaridad de los padres no tiene efecto en las conductas y creencias sobre la fiebre. Al respecto, otros autores concluyeron también que el miedo no siempre es racional y que tiene un importante componente emocional, lo cual sugiere que el miedo a la fiebre es un fenómeno multifactorial y que no depende solamente de la educación.

Por último, los padres identifican al pediatra como la fuente principal para el manejo de la fiebre, lo cual ya ha fue descripto con anterioridad. No obstante, alrededor de la mitad no se sienten seguros de cómo deben actuar ante la fiebre. Lo anterior, hace reflexionar sobre la necesidad de brindar educación dirigida.

Referencia: Rivera-Fernández-Galán B, Rodríguez-de IJ, Garza-Ornelas BM, et al. Conocimiento, actitudes y creencias de los padres ante la fiebre en niños. Rev Mex Pediatr. 2022;89(5):190-195. doi:10.35366/110504.

https://www.medigraphic.com/cgi-bin/new/resumen.cgi?IDARTICULO=110504

Fuente: SIICSalud

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