El coronavirus ha ejercido una influencia muy negativa en las personas que han recibido un trasplante: alta incidencia de la infección, mala evolución y alta mortalidad.

enfermedad renal El impacto de la COVID-19 en las distintas áreas médicas y de investigación ha inundado la mayoría de encuentros, reuniones, sesiones y debates científicos. El VI Congreso de la Sociedad Española de Trasplante (SET), que ha reunido a más de 500 expertos de España y otros países, en su formato ‘on line’, no ha sido ajeno a este hecho y ha presentado numerosos estudios en los que se han observado los efectos negativos del SARS-CoV-2 en los pacientes que han recibido un nuevo órgano.

El impacto también se sigue observando, según han señalado en este encuentro científico, en la actividad de donación y trasplante de órganos en España y en el resto del mundo, que ha descendido de manera notable en los últimos meses: un 18,8 % menos en trasplante y un 22,8 % en donación en 2020, aunque “se espera que el ritmo se vaya recuperando a lo largo de 2021”.

Elevada mortalidad y mayor inflamación

Sobre las consecuencias en trasplante de pulmón, un estudio presentado en este foro, en el que han participado los equipos del Servicio de Neumología y del Servicio de Anestesia y Reanimación del Hospital 12 de Octubre, de Madrid, junto con el Servicio de Neumología del Complejo Hospitalario Universitario de Canarias, concluye que la mortalidad por el virus en los pacientes con trasplante pulmonar fue del 40 % y que estos pacientes alcanzaron parámetros de inflamación más elevados que los que superaron la enfermedad.

El análisis se centró en todos los pacientes con trasplante pulmonar seguidos en el hospital madrileño y diagnosticados con la COVID-19 entre marzo y noviembre de 2020, con un seguimiento a 237 personas trasplantadas, de las que 25, el 10,5 %, desarrollaron la enfermedad.

Hasta el momento, la evidencia sobre presentación y pronóstico de la infección viral en el trasplante de pulmón es escasa, mientras que la influencia de la inmunosupresión en estos pacientes también es incierta. De ahí que este estudio se haya realizado con el fin de analizar y determinar la mortalidad y las características clínicas diferenciales entre los pacientes con trasplante pulmonar que fallecieron por la COVID-19 frente a los trasplantados pulmonares supervivientes.

El diagnóstico de los pacientes con el virus se hizo mediante PCR (reacción en cadena de polimerasa) en exudado nasofaríngeo positiva, excepto un caso que se asumió el diagnóstico clínico en ausencia de otras infecciones.

En la investigación también se ponen de manifiesto otros relevantes aspectos, como que la administración de tocilizumab se asoció a una menor mortalidad en los trasplantados pulmonares, mientras que el uso de corticoides o hidroxicloroquina no se asoció a ningún efecto en la supervivencia de los pacientes, aunque, no obstante, subrayan que se necesitan datos comparativos más amplios para confirmar los resultados obtenidos en la investigación, así como sobre las complicaciones a largo plazo en este tipo de pacientes infectados con SARS-CoV-2.

Grupos de mayor mortalidad en trasplante renal 

Otra investigación, realizada a partir del análisis de los datos del registro de pacientes renales con la COVID-19 de la Sociedad Española de Nefrología (SEN), y realizado por el Grupo de Estudio sobre la COVID-19 en Trasplante Renal de la misma sociedad, ha intentado detectar los grupos de mayor mortalidad por la infección de SARS-CoV-2, concluyendo que el grupo de mayor riesgo de mortalidad en trasplante renal en infectados por la COVID-19 son los receptores mayores de 65 años y recién trasplantados de riñón.

La mayor tasa de mortalidad se observó en los pacientes mayores de 65 años y con menos de seis meses de tiempo tras el trasplante renal, con una diferencia significativa con respecto a los otros tres grupos analizados en función de estos parámetros (mayores o menores de 65 años, y más o menos de seis meses de tiempo del trasplante).

Estos datos evidencian que “en los pacientes mayores de 65 años, la selección para acceder a un trasplante renal debería ser especialmente rigurosa durante las fases de mayor contagiosidad de la pandemia, al confirmarse como el grupo de mayor riesgo de mortalidad por el contagio de coronavirus”.

El análisis se ha realizado en todos los pacientes con trasplante renal de las unidades de trasplante de los hospitales españoles entre marzo y noviembre de 2020, incluidos en el registro COVID-19 de la SEN: 1 080 trasplantados renales con la COVID-19 durante la primera y segunda ola de la pandemia, de los que el 86 % tenía recogida su evolución final (fallecimiento o curación). De ellos, falleció el 21,8 %.

 febrero 25/2021 (Diario Médico)

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