feb
13
Un estudio del Centro Nacional de Epidemiología del Instituto de Salud Carlos III(ISCIII) publicado en ‘Journal of Psyquiatric Research’, evalúa la asociación entre el distrés psicológico y la mortalidad en la población adulta española que el distrés psicológico está asociado a un mayor riesgo de mortalidad, especialmente por enfermedades cardiovasculares y tumores.
Las personas con distrés psicológico que están en tratamiento tienen un riesgo de mortalidad menor.
El estudio, que analizó a 21.003 individuos durante 9 años, concluye que las personas con distrés psicológico que están en tratamiento tienen un riesgo de mortalidad menor.
El estudio está enmarcado en el grupo de trabajo MESES ‘Mortality to Spanish Health Surveys (MESES)’, liderado por el investigador del ISCIII Iñaki Galán, del que forman parte las investigadoras Teresa López-Cuadrado, Cristina Ortiz y Ana Ayuso-Álvarez. Teresa López-Cuadrado e Iñaki Galán señalan que las conclusiones de este trabajo pueden tener importantes implicaciones en salud pública, ya que ‘a pesar de la alta prevalencia de los problemas de salud mental.
Los datos provienen de la Encuesta Nacional de Salud y registros de defunción hasta diciembre de 2020. La variable principal de análisis es el denominado GHQ-12, un instrumento auto-administrado de cribado que tiene por objetivo detectar la prevalencia de casos probables de morbilidad psiquiátrica o de padecimiento psicológico en la población.
Para más detalle, consulte el artículo completo: López Cuadrado T, Ortiz C, Ayuso Álvarez A, Galán I. Impact of psychological distress on mortality in Spain. The importance of early detection and treatment of mental disorders. J Psychiatric Research[Internet]. 2024[citado 13 feb 2024]; 169. https://doi.org/10.1016/j.jpsychires.2023.11.045
12 de febrero 2024| Fuente: Europa Press| Tomado de la Selección Temática sobre Medicina de Prensa Latina. Copyright 2019. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A
feb
6
En las personas que pasan la mayor parte del tiempo sentadas en el trabajo aumenta más de un tercio el riesgo de muerte por enfermedad cardiovascular en comparación con sus homólogos que no pasan la mayor parte del tiempo sentados en el trabajo, según muestra una nueva investigación.
Sin embargo, según los investigadores, los descansos diarios y las actividades de ocio pueden ayudar a mitigar los «graves» riesgos asociados a la sedestación prolongada.
«Como parte del estilo de vida moderno, la sedestación laboral prolongada se considera normal y no se le ha prestado la debida atención, a pesar de que se ha demostrado su efecto nocivo sobre la salud», afirman los autores, dirigidos por Wayne Gao, Ph. D., de la Facultad de Salud Pública de la Taipei Medical University, en Taipéi, Taiwán.
«Nunca se insistirá lo suficiente en la importancia de la actividad física y de moverse», dijo a Medscape Noticias Médicas la Dra. Michelle Bloom, directora del programa de cardiooncología de la NYU Langone Health de Nueva York, en Nueva York, Estados Unidos, quien no participó en el estudio.
«Como cardióloga, planteo este tema en casi todas las consultas a mis pacientes, independientemente del motivo por el que acudan, porque creo que los pacientes responden mejor cuando se los dice su médico que cuando lo saben en el subconsciente», afirmó la Dra. Bloom, que también es profesora de la División de Cardiología de la Escuela Grossman de Medicina de la Universidad de Nueva York, en Nueva York, Estados Unidos. El estudio fue publicado en revista JAMA Network Open.
La sedestación prolongada afecta al corazón
En 2020, la guía sobre la actividad física de la Organización Mundial de la Salud recomendó por primera vez reducir los comportamientos sedentarios debido a sus consecuencias para la salud. Se sabe menos sobre la asociación específica de la sedestación laboral prolongada con los resultados en cuanto a la salud, especialmente en el contexto de una escasa actividad física.
Para su estudio, Gao y sus colaboradores cuantificaron los riesgos para la salud asociados a permanecer sentado durante mucho tiempo en el trabajo y determinaron si un determinado umbral de actividad física puede atenuar este riesgo.
Participaron 481.688 personas adultas (edad promedio: 39 años; 53% mujeres) en un programa de vigilancia de la salud en Taiwán. Se recopilaron datos sobre el trabajo sentado, la actividad física en el tiempo libre, el estilo de vida y los parámetros metabólicos.
Durante un seguimiento promedio de casi 13 años, murieron 26.257 participantes; más de la mitad (57%) de las muertes se produjeron en personas que trabajaban principalmente sentadas. Hubo 5.371 muertes relacionadas con enfermedad cardiovascular, de las cuales 60% tuvieron lugar en el grupo de personas que trabajaban principalmente sentadas.
En un análisis multivariante ajustado por sexo, edad, nivel educativo, tabaquismo, consumo de alcohol e índice de masa corporal, las personas adultas que se sentaban la mayor parte del tiempo en el trabajo tenían un riesgo 16% mayor de morir por cualquier causa (hazard ratio [HR]: 1,16; intervalo de confianza [IC] de 95%: 1,11 a 1,20) y un riesgo 34% mayor de morir por enfermedad cardiovascular (HR: 1,34; IC de 95%: 1,22 a 1,46) en comparación con quienes que no se sentaban la mayor parte del tiempo en el trabajo.
Las personas adultas que alternaban la mayor parte del tiempo entre sentarse y no sentarse en el trabajo no presentaban un mayor riesgo de mortalidad por todas las causas que los individuos que no lo hacían la mayor parte del tiempo en el trabajo (HR: 1,01; IC de 95%: 0,97 a 1,05).
Entre Las personas adultas que se sentaban la mayor parte del tiempo en el trabajo y realizaban una escasa actividad de ocio diaria (15-29 minutos) o nula (<15 minutos), el aumento de la actividad 15 y 30 minutos al día, respectivamente, redujo el riesgo de mortalidad a un nivel similar al de las personas inactivas que no se sentaban la mayor parte del tiempo en el trabajo.
«En general, nuestros hallazgos de una gran cohorte prospectiva ayudan a reforzar la evidencia cada vez más acumulada que relaciona un estilo de vida sedentario y los riesgos para la salud», afirman los autores.
«Los cambios sistémicos, como las pausas más frecuentes, los escritorios para trabajar de pie, las zonas designadas para la actividad física en el lugar de trabajo y las ventajas de hacer ejercicio en un gimnasio, pueden ayudar a reducir el riesgo», añaden.
Un mensaje sencillo pero profundo
La Dra. Anu Lala, de la Icahn School of Medicine at Mount Sinai y el Mount Sinai Fuster Heart Hospital de Nueva York, en Nueva York, Estados Unidos, comentó que este estudio ofrece un «mensaje sencillo pero profundo» sobre los peligros de permanecer sentado durante mucho tiempo.
El hallazgo de una mortalidad por todas las causas 16% mayor en quienes se sentaban la mayor parte del tiempo en el trabajo tras el ajuste con respecto a los principales factores de riesgo es «bastante notable». Y en el caso de la mortalidad por enfermedad cardiovascular, es el doble», dijo la Dra. Lala a Medscape Noticias Médicas.
«Creo que infravaloramos la importancia del movimiento, por sencillo que sea. Incluso acciones sencillas, como ponerse en cuclillas o de pie, tienen beneficios para el corazón», añadió la especialista.
La Dra. Bloom comentó que les dice a sus pacientes: «No tiene que salir mañana a correr un maratón. Simplemente levántese unas cuantas veces al día, camine unas cuantas vueltas en su oficina, vaya y venga del buzón, suba y baje sus escalones un par de veces… simplemente haga algo más de lo que ya está haciendo».
Ver artículo completo: Gao W, Sanna M, Hung Chen Y, Kuang Tsai M, Pang Wen C. Occupational Sitting Time, Leisure Physical Activity, and All-Cause and Cardiovascular Disease Mortality. JAMA Netw Open[Internet]. 2024[citado 5 feb 2024];7(1):e2350680. doi:10.1001/jamanetworkopen.2023.50680
5 febrero 2024| Fuente: Medscape.com| Tomado de | Noticias y Perspectivas
ene
9
Las personas con trastorno bipolar tienen entre cuatro y seis veces más probabilidades de morir prematuramente que las que no padecen esta enfermedad, según un estudio de la Universidad de Michigan (EEUU) publicado en en la revista ‘Psychiatry Research’. En cambio, las personas que habían fumado alguna vez tenían aproximadamente el doble de probabilidades de morir prematuramente que las que nunca habían fumado, tuvieran o no trastorno bipolar. ‘Hace tiempo que se considera que el trastorno bipolar es un factor de riesgo de mortalidad, pero siempre bajo el prisma de otras causas comunes de muerte’, ha explicado la autora principal del estudio y gestora de datos del programa de investigación del Programa de Investigación Bipolar Heinz C. Prechter, Anastasia Yocum.
Queríamos analizarlo por sí mismo en comparación con afecciones y comportamientos de estilo de vida que también están relacionados con tasas más elevadas de muerte prematura’, ha añadido. Yocum y sus colegas, incluido el director del Programa Prechter, Melvin McInnis, empezaron por examinar las muertes y los factores relacionados entre 1.128 personas que se habían ofrecido voluntarias para el estudio a largo plazo del programa sobre personas con y sin trastorno bipolar. Descubrieron que todas menos 2 de las 56 muertes desde que comenzó el estudio en 2006 pertenecían al grupo de 847 personas del estudio que padecían trastorno bipolar. Con ajustes estadísticos, su análisis muestra que tener un diagnóstico de trastorno
bipolar hizo que alguien tuviera seis veces más probabilidades de morir durante un período de 10 años que las personas que participaron en el mismo estudio que no tenían trastorno bipolar. En comparación, los participantes en el estudio que habían fumado alguna vez o tenían más de 60 años tenían más del doble de probabilidades de morir en ese mismo periodo que las personas que nunca habían fumado o tenían menos de 60 años, independientemente del estado bipolar.
Otro grupo tuvo datos parecidos
Los investigadores recurrieron entonces a otra fuente de datos para ver si encontraban el mismo efecto. Analizaron los historiales anónimos de más de 18.000 pacientes que reciben atención primaria a través de Michigan Medicine, el centro médico académico de la Universidad de Michigan. En este grupo, las personas con trastorno bipolar tenían cuatro veces más probabilidades de morir durante el período de estudio que las que no tenían antecedentes de trastorno bipolar. El equipo estudió los registros de más de 10.700 personas con trastorno bipolar y un grupo de comparación de algo más de 7.800 personas sin ningún trastorno psiquiátrico. El único factor asociado a una mayor probabilidad de morir durante el periodo de estudio en este grupo de personas fue la hipertensión arterial. Los hipertensos tenían cinco veces más probabilidades de morir que los que tenían una presión arterial normal, independientemente de que padecieran o no trastorno bipolar. Por el contrario, los fumadores tenían el doble de probabilidades de morir que los que nunca habían fumado en esta muestra, y los mayores de 60 años tenían el triple de probabilidades de morir, en ambos casos independientemente del estado bipolar. ‘Para nuestra gran sorpresa, en ambas muestras descubrimos que padecer trastorno bipolar supone un riesgo de muerte prematura mucho mayor que fumar’, ha afirmado McInnis, profesor de psiquiatría de la Facultad de Medicina de la UM. McInnis confía en que los hallazgos impulsen a las comunidades médica y de salud pública a tomar más medidas para abordar los numerosos factores que contribuyen a este riesgo de muerte tan elevado en las personas con trastorno bipolar. ‘A lo largo de los años se han puesto en marcha todo tipo de programas para la prevención del tabaquismo y la concienciación sobre las enfermedades cardiovasculares, pero nunca una campaña de tal envergadura para la salud mental’, ha indicado, señalando que alrededor del 4 por ciento de los estadounidenses viven con trastorno bipolar, mientras que alrededor del 11,5 por ciento de los estadounidenses fuman.
Otras diferencias entre grupos
Yocum y McInnis observan que las personas con trastorno bipolar de ambos grupos eran mucho más propensas que las personas sin trastorno bipolar a haber fumado alguna vez, lo que coincide con estudios anteriores. Casi la mitad (47%) de los pacientes de la UM con trastorno bipolar tenían antecedentes de tabaquismo, al igual que el 31% de los participantes de Prechter con trastorno bipolar.
En comparación, el porcentaje de fumadores entre los que no padecían trastorno bipolar era del 29 por ciento en los pacientes de la UM y del 8 por ciento en los participantes del Prechter. Las personas con trastorno bipolar de ambos grupos tenían también muchas más probabilidades de ser mujeres, y el sexo femenino se asociaba con un riesgo ligeramente menor de muerte prematura. En la cohorte de Prechter, las personas con trastorno bipolar tenían muchas más probabilidades de padecer asma, diabetes, hipertensión, migrañas, fibromialgia y afecciones tiroideas que las que no habían sido diagnosticadas de trastorno bipolar. Dentro del grupo de participantes en el estudio Prechter que padecían trastorno bipolar, ser fumador y puntuar más alto a lo largo del tiempo en una encuesta estandarizada de síntomas de depresión se asociaron con un riesgo doble de muerte, en comparación con los participantes que padecían trastorno bipolar pero no fumaban o puntuaban más bajo a lo largo del tiempo en las calificaciones de depresión. Asimismo, los investigadores no hallaron ninguna relación entre el riesgo de muerte y el número de años que los participantes en el estudio Prechter llevaban tomando medicación para los síntomas de salud mental.
Enero /2024 (Europa Press) – Tomado de la Selección Temática sobre Medicina de Prensa Latina. Copyright 2019. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.
nov
10
La mortalidad de personas hospitalizadas por enfermedades respiratorias es más alta en verano que en invierno, fruto del calentamiento global provocado por el cambio climático, lo que hace necesario adaptar los centros sanitarios a las nuevas condiciones climáticas estivales. Así lo refleja un estudio liderado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), un centro impulsado por la Fundación la Caixa, cuyos resultados se han publicado en la revista ‘The Lancet Regional Health’.
Según ha informado ISGlobal este martes en un comunicado, el equipo investigador ha analizado la asociación entre la temperatura ambiente y la mortalidad hospitalaria por enfermedades respiratorias en las provincias de Madrid y Barcelona entre 2006 y 2019.
Los resultados muestran que en ambas provincias de la muestra hubo más ingresos hospitalarios por enfermedades respiratorias en invierno que en verano, pero que, en proporción, el pico de mortalidad se dio en los meses estivales, relacionado por las altas temperaturas. En términos de carga atribuible, el estudio ha determinado que las temperaturas del verano fueron responsables de un 16 % y un 22,1 % del total de las muertes de hospitalizados por enfermedades respiratorias en Madrid y Barcelona, respectivamente.
La influencia del calor en los hospitales -alerta el informe- fue inmediata, ya que la mayor parte de su impacto tuvo lugar en los tres primeros días desde la exposición de los pacientes a altas temperaturas. Los efectos del calor fueron especialmente altos en el caso de la bronquitis aguda y la bronquiolitis, la neumonía y la insuficiencia respiratoria.
Por el contrario, ni la humedad relativa ni los contaminantes atmosféricos desempeñaron un papel estadísticamente significativo en la asociación del calor con la mortalidad de los pacientes ingresados por enfermedades respiratorias. Asimismo, el estudio refleja que el calor afectó más a las mujeres que a los hombres. ‘Las mujeres tienen un umbral de temperatura más alto por encima del cual se activan los mecanismos de sudoración, y una menor producción de sudor que los hombres, lo que se traduce en una menor pérdida de calor por evaporación y, por tanto, una mayor susceptibilidad a los efectos del calor’, ha explicado el investigador de ISGlobal, Joan Ballester.
Para calcular la asociación entre la temperatura ambiente y la mortalidad hospitalaria, el equipo ha usado datos de hospitalizaciones diarias, de la meteorología y de contaminantes atmosféricos. ISGlobal ha destacado que las conclusiones del estudio tienen implicaciones para las políticas de adaptación sanitaria al cambio climático, ya que en un futuro cercano las temperaturas estivales serán cada vez más extremas. ‘A menos que se adopten medidas de adaptación eficaces en los centros hospitalarios, el calentamiento global podría agravar la carga de mortalidad de los pacientes hospitalizados por enfermedades respiratorias durante el período estival’, ha advertido el primer autor del estudio, Hicham Achebak.
Referencia
Achebak H, Garcia-Aymerich J, Rey G, Chen Z, Méndez-Turrubiates RF Ballester J. Ambient temperature and seasonal variation in inpatient mortality from respiratory diseases: a retrospective observational study. The Lancet Regional Health [Internet]. 2023[citado 9 nov 2023].DOI:https://doi.org/10.1016/j.lanepe.2023.100757.
10 noviembre 2023| Fuente: EFE |Tomado de la Selección Temática sobre Medicina de Prensa Latina. Copyright 2019. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.
oct
24
Crece 20,5 % la mortalidad por cáncer colorrectal en función del estado socioeconómico de los países
Entre 1990 y 2019, el incremento de la mortalidad por cáncer colorrectal en América Latina fue del 20,5 % con tendencia al aumento en la mayoría de los países de la región; los datos de crecimiento enfrentan la tendencia global que ha sido a la baja por influencia de los países con altos ingresos.
El estudio Colorectal cancer disparities in Latin America: Mortality trends… publicado en la revista virtual Plos One, describe las tendencias de la mortalidad por cáncer colorrectal en América Latina durante 30 años, con diferenciación de las categorías según los desarrollos humanos por país.
El reconocimiento de las desigualdades regionales causadas por las diferencias en el desarrollo es fundamental para descentralizar las acciones para que sean más efectivas, sin perder de vista las disparidades sociales para garantizar la equidad en la gestión de las políticas de salud. De esta manera, incluir el contexto socioeconómico -y sus consecuencias, como la desigualdad- es necesario para un seguimiento adecuado y la prestación de servicios preventivos, diagnósticos y curativos para reducir la carga de enfermedad a nivel mundial.
Además de describir las tendencias de la mortalidad por la enfermedad en América Latina, la investigación llevada a cabo por investigadores de la Escuela Nacional de Salud Pública (Ensp/Fiocruz), el Instituto Nacional del Cáncer (Inca) y la Universidad de California, San Diego, EE.UU. relacionó los datos con el Índice de Desarrollo Humano (IDH) de los países.
El aumento de la mortalidad en la región, la más desigual del planeta, se observó de forma heterogénea. La investigación confirmó que existe un vínculo entre las tendencias de mortalidad por cáncer colorrectal y el desarrollo socioeconómico de los países latinoamericanos. Sin embargo, los autores aclaran que esta relación no es lineal.
Los países con un Índice de Desarrollo Humano (IDH) bajo tienen una menor mortalidad por cáncer colorrectal. ¿¿Los factores que influyen en esta relación son principalmente el infradiagnóstico y el menor acceso a factores de riesgo conocidos, como el consumo de alimentos ultraprocesados ??y carnes rojas.
Tendencia general y casos particulares
Los países de desarrollo medio, padecen por su parte de un acceso tardío al diagnóstico y dificultades para recibir un tratamiento oportuno, factor que reduce la supervivencia de los enfermos. Además, tienen una mayor exposición a factores de riesgo, como es el caso de Brasil.
Por el contrario, los países altamente desarrollados diagnostican la enfermedad antes y la población tiende a adoptar patrones de alimentación más saludables.
“Es interesante observar que la desigualdad entre países es tan llamativa que hay algunos, como Uruguay y l Argentina, que se encaminan hacia una disminución de la mortalidad por cáncer colorrectal. A pesar de tener un alto consumo de carnes rojas, son capaces de diagnosticarla y tratarla oportunamente, previniendo muertes.
Los países centroamericanos muestran un escenario diferente: la alimentación implica menos riesgo, pero hay subdiagnóstico y poco acceso al tratamiento”, explicó uno de los autores, Raphael Guimarães, del Departamento de Ciencias Sociales de la Ensp/Fiocruz.
El investigador afirmó que, en las áreas investigadoras del cáncer, es una tendencia mundial ahondar en el conocimiento de los llamados efectos contextuales, especialmente los socioeconómicos. “La investigación sobre el cáncer ha buscado ir más allá de los factores biológicos, que ya son bien conocidos. Actualmente hay muchos esfuerzos en esa dirección”, explicó.
En Brasil se están desarrollando investigaciones en la misma línea, afirmó Guimarães.
“Elegimos analizar América Latina precisamente por la desigualdad que existe entre los países que la componen. Esta realidad de la región como bloque es similar a la que tiene Brasil internamente. Por lo tanto, tenemos otras investigaciones en marcha para replicar el estudio. De manera preliminar, podemos afirmar que existe la misma asociación con factores socioeconómicos, la misma paradoja entre el IDH y la mortalidad por cáncer colorrectal”.
La tasa de mortalidad ajustada por edad se extrajo del estudio Carga Global de Enfermedad (CGE) de 22 países, subregiones y grupos de países latinoamericanos previamente clasificados por el estudio según el Índice Sociodemográfico (IDE) en el período analizado. El estudio de la CGE mide la salud poblacional en todo el mundo de forma anual y sus resultados están disponibles por país.
Los investigadores aplicaron un modelo de regresión a la tasa de mortalidad segmentada para analizar la tendencia temporal.
En las conclusiones de la investigación, los autores recomiendan realizar estudios que evalúen los contextos sociales y económicos de los países para una evaluación y provisión robusta de servicios preventivos, diagnósticos y curativos para reducir la mortalidad por cáncer en América Latina.
El estudio del cáncer y su distribución demográfica refleja las condiciones de vida de las poblaciones y el desarrollo de la sociedad. Pueden producirse desigualdades socioeconómicas en el tratamiento de algunos tipos de cáncer; en este sentido, el cáncer colorrectal es uno de los más sensibles a las desigualdades en salud.
La relación entre estos dos fenómenos (cáncer y desarrollo humano) se extiende a la exposición a factores de riesgo conocidos del cáncer colorrectal y a las oportunidades diagnósticas y terapéuticas.
Por lo tanto, reconocer las desigualdades regionales causadas por las diferencias en el desarrollo es fundamental para descentralizar las acciones para que sean más efectivas, considerando las disparidades sociales para garantizar la equidad en la gestión de las políticas de salud. De esta manera, incluir el contexto socioeconómico y sus reveses, como la desigualdad, es necesario para un seguimiento adecuado y la prestación de servicios preventivos, diagnósticos y curativos para reducir la carga de enfermedad a nivel mundial.
Referencia
Muzi CD, Banegas MP, Guimarães RM. Colorectal cancer disparities in Latin America: Mortality trends 1990–2019 and a paradox association with human development. PlosOne[Internet].2023[citado 23 oct 2023]. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0289675
24 octubre 2023| Fuente: SIIIC Salud| Tomado de Noticias biomédicas
oct
12
La enfermedad renal crónica puede aumentar el riesgo y predecir un paro cardíaco súbito entre los adultos hispanos/latinos, según una nueva investigación publicada hoy en Journal of the American Heart Association, una revista profesional con acceso abierto y revisada por pares de la American Heart Association.
En un estudio que comparó a adultos hispanos/latinos que sufrieron un paro cardíaco súbito con un grupo de adultos hispanos/latinos que no lo sufrieron, el 51 % de los casos de paro cardíaco súbito tenía un diagnóstico previo de enfermedad renal crónica y el 20 % de esos casos experimentó enfermedad renal en etapa terminal que requería diálisis.
“Nos sorprendió la alta proporción de personas hispanas/latinas con enfermedad renal crónica y especialmente el alto número en tratamiento de diálisis”, expresó Kyndaron Reinier, Ph.D., autora principal del estudio y directora Asociada de Epidemiología del Center for Cardiac Arrest Prevention en Smidt Heart Institute, Cedars-Sinai Health System, Los Ángeles.
En este estudio, los investigadores compararon a un grupo de 295 personas hispanas/latinas que sufrieron un paro cardíaco súbito con un grupo de control equivalente de 590 adultos hispanos/latinos que no sufrieron un paro cardíaco súbito, con el fin de analizar qué tan frecuente era que cada grupo tuviera ciertas afecciones médicas. En comparación con el grupo de control que no había tenido un paro cardíaco, los adultos hispanos/latinos que habían experimentado un paro cardíaco súbito tenían siete variables asociadas con este evento de salud:
7.3 veces mayores probabilidades en aquellos con enfermedad renal crónica;
4.5 veces mayores probabilidades en aquellos que consumían alcohol en exceso;
4 veces mayores probabilidades en aquellos con fibrilación auricular;
3 veces mayores probabilidades en supervivientes de un ataque o derrame cerebral;
3 veces mayores probabilidades en aquellos con enfermedad coronaria;
2.5 veces mayores probabilidades en aquellos con insuficiencia cardiaca; y
1.5 veces mayores probabilidades en aquellos con diabetes tipo 2.
“La tasa de mortalidad por paro cardíaco súbito es superior al 90 %, lo que hace que la predicción y prevención de esta afección sea una prioridad máxima”, comentó Reinier. “La detección temprana y el tratamiento de la enfermedad renal crónica pueden reducir el riesgo de paro cardíaco súbito entre las personas hispanas/latinas”.
Detalles y antecedentes del estudio:
Los participantes que sufrieron un paro cardíaco súbito fueron seleccionados del estudio Predicción de muerte súbita en comunidades multiétnicas (Prediction of Sudden Death in Multi-Ethnic Communities, PRESTO), el cual realiza un seguimiento a personas que han tenido un paro cardíaco súbito extrahospitalario en el condado de Ventura, California. El grupo de comparación fue seleccionado de los participantes del sitio de San Diego del estudio de la Encuesta de Salud de la Comunidad Hispana/Estudio de Latinos (Hispanic Community Health Survey/Study of Latinos, HCHS/SOL), un estudio amplio en curso en los Estados Unidos que investiga cuestiones relacionadas con la salud en personas hispanas/latinas.
El análisis incluyó muertes por paro cardíaco súbito y supervivientes de entre 18 y 85 años de edad en el momento del evento cardíaco, que eran de origen étnico hispano/latino, entre febrero de 2015 y enero de 2021.
El estudio no incluyó a personas que viven en instalaciones residenciales, como hogares de ancianos o centros de atención de rehabilitación para personas que necesitan asistencia diaria, personal o médica.
“Esperamos que otros investigadores intenten replicar nuestros hallazgos en diferentes poblaciones”, expresó Sumeet S. Chugh, M.D., director del Center for Cardiac Arrest Prevention en Smidt Heart Institute y coautor del estudio. “Nos gustaría comparar los factores de predicción de riesgo del paro cardíaco súbito en todos los individuos con el fin de determinar si se necesitan medidas de prevención o tratamiento específicas para cada grupo étnico”.
Entre las limitaciones del estudio se encuentra la posibilidad de que existan algunas diferencias no medidas entre los grupos de casos y control, las cuales el estudio no pudo tener en cuenta. El estudio también incluyó a personas hispanas/latinas que vivían en el sur de California y que eran, en su mayoría, de ascendencia mexicana. Por lo tanto, es posible que los resultados no se apliquen a las personas hispanas/latinas que viven en otras regiones de los EE. UU. o a todas las personas hispanas/latinas.
El paro cardíaco súbito es la pérdida repentina y abrupta de la función cardíaca en una persona a la que se le puede haber diagnosticado o no una enfermedad cardíaca. Puede aparecer repentinamente o como consecuencia de otros síntomas. El paro cardíaco suele ser mortal si no se toman las medidas adecuadas de inmediato. Cada año, alrededor de 436,000 estadounidenses mueren a causa de un paro cardíaco, según datos de la American Heart Association.
Los nombres de los coautores y todos los datos públicos se encuentran en el artículo. Este estudio fue financiado por el Instituto Nacional del Corazón, los Pulmones y la Sangre, una división de los Institutos Nacionales de Salud (National Institutes of Health).
Leer más:
Reinier K, Young Moon J, Chugh HS, Sargsyan A, Nakamura K, Norby FL, et al. Risk Factors for Sudden Cardiac Arrest Among Hispanic or Latino Adults in Southern California: Ventura PRESTO and HCHS/SOL. JAHA[Internet].2023[citado 11 oct 2023]. e030062. https://doi.org/10.1161/JAHA.123.030062
11 octubre 2023 |Fuente: EurekALert| Tomado de Comunicado de Prensa