Los gobiernos de los países de los Balcanes se apresuran para comprar vacunas y contener la propagación del coronavirus, pero otro peligro les acecha: la proliferación de los anti vacunas.

vacuna COVIDEntre los reacios al tratamiento, figuran médicos renegados, políticos e incluso la estrella del tenis mundial Novak Djokovic.

La desinformación sobre la COVID-19 se extiende en las redes sociales tan rápido como la pandemia.

 «Por supuesto que los serbios van a rechazar esta cosa maléfica y mortal», afirma un internauta en la página Facebook de un escéptico serbio famoso.

«¿Por qué alguien con buena salud tendría que vacunarse?», pregunta otro.

El movimiento anti vacunas es mundial, pero en los Balcanes occidentales ha encontrado un terreno fértil donde proliferar.

En estos países pobres del sudeste de Europa, será difícil comprar suficientes dosis para toda la población.

A eso suma el escollo de los escépticos, como resume el presidente de Macedonia del Norte, Stevo Pendarovski: «No tenemos que permitir que charlatanes casi analfabetos y pseudomédicos dominen por encima de los grandes nombres científicos y los institutos, que desde la aparición de las primeras vacunas han salvado millones de vidas».

Pero el problema es bien patente. Más de la mitad de los encuestados en la mayoría de países de la región no tenían en octubre la intención de vacunarse contra la COVID-19, según un informe de Balkans in Europe Policy Advisory Group (BiEPAG).

En comparación, una encuesta de Ipsos también en octubre mostraba que más del 60 % de los interrogados en países como España, Alemania o Estados Unidos estaba dispuesto a hacerlo.

En los Balcanes, las teorías conspirativas en torno al virus tienen una presencia «impresionante», según el BiEPAG.

Más de la mitad de los participantes del sondeo cree que el coronavirus fue creado por un laboratorio chino o que la industria farmacéutica contribuye a su propagación. Un tercio de ellos estima que hay un vínculo entre el virus y la 5G, cree que es un arma biológica del ejército de Estados Unidos o un complot de Bill Gates para controlar a la humanidad con microchips.

Estas creencias parecen «profundamente arraigadas en todos los niveles de la sociedad» en Serbia, Bosnia, Albania, Kosovo, Montenegro y Macedonia del Norte, prosigue el BiEPAG.

En los Balcanes, la desinformación prolifera desde hace años debido al recelo hacia gobiernos e instituciones, a menudo salpicados por la corrupción y la falta de transparencia.

En Serbia, para leer «fake news», basta con abrir uno de los tabloides que suelen pronosticar la guerra inminente.

En la región abundan las teorías de complots internacionales para desviar la atención de los problemas económicos persistentes desde las guerras en los años 1990.

Las tendencias anti vacunas se propagan «de forma holgada donde la confianza en la autoridad es débil», explica Zoran Radovanovic, profesor de epidemiología de la Universidad de Belgrado.

Y «en los Balcanes, tras 30 años de degradación, la gente no confía en las autoridades, incluyendo a las autoridades sanitarias».

El contraste es flagrante con la Yugoslavia de Tito, que superó la última gran epidemia de viruela en Europa gracias a una campaña de vacunación masiva en los años 1970.

Según el profesor Radovanovic, el escepticismo frente a las vacunas se ha desarrollado en estos cinco últimos años, como reacción a la vacuna contra el sarampión, las paperas y la rubéola, después de que se vinculara erróneamente con el autismo.

Consecuencia de ello, en 2018, el país registró un fuerte aumento de casos de sarampión.

Según un estudio publicado en Lancet, Serbia forma parte de los seis países en el mundo que entre 2015 y 2019 tuvieron un «aumento significativo» del número de personas que consideran que las vacunas no son seguras.

En los Balcanes, estas teorías son propagadas por un reducido número de médicos, algunos de los cuales tienen decenas de miles de seguidores en las redes sociales.

Defienden las supuestas virtudes de caminar descalzos 15 minutos al día o publican vínculos con artículos sobre los presuntos peligros de las nuevas vacunas.

En Serbia, la cuenta Twitter de Jovana Stojkovic, psiquiatra y política de derechas, fue cerrada después de que publicara informaciones falaces sobre las vacunas, entre ataques contra los migrantes y la comunidad LGTBQ.

«O los médicos no saben mucho, o no aprenden, o se callan deliberadamente sobre los aspectos negativos de la vacuna», explica a la AFP esta mujer que dice defender «la libertad de escoger» y rechaza ser calificada de «anti vacuna».

Varios jóvenes científicos intentan sin embargo luchar contra estos rumores.

Isidora Stankovic, una investigadora serbia que estudia biomedicina en Estados Unidos, enumera los componentes de la vacuna Pfizer en un mensaje que se ha compartido mucho en Facebook. «Lo que parece ‘peligroso’ porque abandonamos las clases de química, no lo es tanto», explica.

 diciembre 19/2020 (AFP) – Tomado de la Selección Temática sobre Medicina de Prensa Latina. Copyright 2019. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.

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