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Un programa de apoyo telefónico puede ayudar a los pacientes que se enfrentan a una enfermedad crónica y potencialmente mortal
Los pacientes vieron mejoras en la depresión, la ansiedad y la calidad de vida después de llamadas regulares realizadas por una enfermera y un trabajador social
Las mejoras duraron meses después de que concluyó el programa
Las personas con enfermedades crónicas potencialmente mortales pueden recibir un respaldo efectivo por teléfono mientras gestionan su afección día a día, encuentra un ensayo clínico reciente.
Los veteranos gravemente enfermos que vivían con enfermedad pulmonar o cardiaca experimentaron mejoras significativas en la depresión, la ansiedad y la calidad de vida gracias a un programa de cuidados paliativos que se administró por teléfono, encontraron los investigadores.
«Si bien hacemos un gran trabajo en el cuidado de las enfermedades de estos pacientes, podemos hacer más por la calidad de vida. Muchos tienen síntomas persistentes, como depresión, ansiedad, falta de aliento y problemas para dormir, que pueden hacer que vivir con estas enfermedades sea muy difícil, y se han asociado con una muerte más temprana», señaló el autor principal del estudio, el Dr. David Bekelman, profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad de Colorado.
«Los cuidados paliativos pueden ayudar», añadió Bekelman en un comunicado de prensa de la universidad. «Sin embargo, el acceso a especialistas en cuidados paliativos ambulatorios es limitado o inexistente, y se necesitan formas nuevas y escalables de proporcionar cuidados paliativos tempranos».
En este estudio, Bekelman y sus colaboradores proporcionaron consejería telefónica a la mitad de un grupo de 306 pacientes en dos sistemas de atención de la salud de la Administración de Veteranos, ubicados en Colorado y Washington.
Los pacientes tenían una de tres enfermedades crónicas, no estaban siendo tratados en un hospital y todos tenían un riesgo alto de muerte y una mala calidad de vida, dijeron los investigadores. Las enfermedades fueron enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), insuficiencia cardíaca y enfermedad pulmonar intersticial.
Los pacientes asignados a un grupo recibieron 12 llamadas telefónicas de consejería durante un período de cuatro meses: seis llamadas con una enfermera para ayudar con el manejo de los síntomas y seis llamadas con un trabajador social para proporcionar terapia y apoyo.
La enfermera y el trabajador social se reunían regularmente con un médico de atención primaria y de cuidados paliativos para revisar la condición de cada paciente y determinar la mejor manera de abordar sus inquietudes. También tenían acceso a un cardiólogo o neumólogo según fuera necesario.
De esta manera, el programa proporcionó una atención de apoyo que no está ampliamente disponible, además de abordar los problemas de salud que podrían pasarse por alto en las visitas regulares al médico, señalaron los investigadores.
Las personas del otro grupo recibieron un folleto educativo que describía el autocuidado para su enfermedad crónica.
A los seis meses, la calidad de vida de los pacientes del grupo de consejería había mejorado significativamente más que la de los pacientes del grupo de control.
Los que recibieron asesoramiento telefónico también experimentaron mejoras en la depresión, la ansiedad y el estado de su EPOC o insuficiencia cardíaca.
Bekelman dijo que los resultados positivos del programa duraron muchos meses después de que el programa terminó.
El estudio aparece en la edición del 16 de enero de la revista Journal of the American Medical Association.
«Hay personas que soportan síntomas persistentes y mala calidad de vida a pesar de los buenos tratamientos. Necesitamos llenar los vacíos y proporcionar más a estos pacientes», dijo Bekelman.
«Este innovador modelo de atención en equipo es adaptable, escalable y puede ayudar a mejorar la vida de las personas que viven con estas enfermedades», añadió. «Este programa demuestra que incluso un corto período de tiempo proporcionando teleasistencia estructurada da como resultado una mayor calidad de vida meses después de que finalicen las llamadas».
Referencia: Bekelman DB, Feser W, Morgan B,Welsh C, Parsons EC, Paden G, Baron A, et al. Nurse and Social Worker Palliative Telecare Team and Quality of Life in Patients With COPD, Heart Failure, or Interstitial Lung Disease: The ADAPT Randomized Clinical Trial. JAMA[Internet]. 2024[citado 23 ene 2024];331(3):212–223. doi:10.1001/jama.2023.24035
19 enero 2024│Fuente: HealthDay│ Tomado de │ Noticias de Salud
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17
Los médicos internistas han incidido en que considerar la obesidad como una enfermedad crónica facilitará un proceso asistencial alrededor y el abordaje de sus comorbilidades.
Es imprescindible en nuestro país catalogar y evaluar a la obesidad como una “enfermedad crónica” -en la UE lo es desde 2021- y considerar que todas las comorbilidades asociadas son una “consecuencia”, ha señalado a DM Juana Carretero, presidenta de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI) y moderadora de la mesa redonda “La Obesidad en Medicina Interna en el siglo XXI. Construyendo el Decálogo de las comorbilidades asociadas a la obesidad en Medicina Interna. El experto eres tú”. La mesa se ha celebrado durante el 44º Congreso Nacional de la SEMI, que tiene lugar en el Palacio de Congresos de Valencia esta semana.
La prevalencia de la obesidad en la población adulta española es del 23%, pero se estima que para el año 2030 será del 30% y para 2035, del 37%. Y en niños y adolescentes, la prevalencia de la obesidad aumenta un 2,5% interanual, según diversas sociedades científicas y estamentos dedicados a su manejo.
A ello se suma que las personas con obesidad pueden desarrollar enfermedades metabólicas, como la diabetes y la enfermedad metabólica hepática, enfermedades cardiovasculares (cardiopatía isquémica, insuficiencia cardiaca con fracción de eyección deprimida, IC con fracción de eyección preservada, o ictus), apnea del sueño, la enfermedad renal crónica, hasta 32 tipos distintos de cáncer, infertilidad y esterilidad, y problemas articulares -artrosis- y tienen mayor riesgo de necesitar prótesis y su recambio para alguna de las articulaciones deterioradas.
A modo de ejemplo, ha explicado la presidenta de la SEMI, “uno de los principales ítems es la IC y, sobre todo en el caso de con fracción de eyección preservada, el principal problema es el exceso de grasa alrededor del corazón, que impide que se expanda y además infiltra en el miocardio”.
Además, otro ejemplo es el impacto en la enfermedad renal crónica: “Dentro de pocos años la obesidad será la principal causa. La grasa se deposita por fuera del riñón y además hace que el órgano filtre más”. ¿Y qué se puede hacer? Carretero ha reiterado que desde Medicina Interna “estamos convencidos de que la obesidad es la causa de todas las comorbilidades asociadas”. Por ello, debe ser el primer punto del decálogo para estudiarla y abordarla de forma completa. Otro aspecto clave, ha reiterado Carretero, es “dibujar cuál es el perfil principal del paciente” y valorar si necesita perder o no peso, ya que “existen pacientes muy mayores y frágiles donde pérdida es contraproducente”.
Interacción con otros tratamientos
Otro aspecto a analizar y estudiar es ver cómo influye el exceso de adiposidad, que es la forma correcta de medir la obesidad, “sobre los tratamientos que ponemos los internistas habitualmente”. En palabras de Carretero, “estamos habituados a tratar con anticoagulantes a personas que tienen un tromboembolismo pulmonar. Es un miligramo de heparina por kg de peso, ¿pero ¿cuánto se administra a alguien con sobrepeso?”.
En esta línea, también se debe analizar cómo interacciona la obesidad con estos tratamientos. Sobre la financiación de los fármacos antiobesidad, la presidenta de la SEMI ha apuntado que no es sostenible que sea a todo, sino que “se debe priorizar para esos pacientes que tienen una enfermedad asociada a la obesidad». También ha hecho hincapié en el estudio de los estilos de vida y su influencia en la salud de estos pacientes, y si todos, sean mayores o jóvenes, deben recibir el mismo tratamiento. En este sentido, ha recordado que las personas mayores necesitan un abordaje diferente “sobre todo para no perder masa muscular”.
No hay “obesos sanos”
En esta línea, Carretero ha insistido en que no hay obesos “sanos”. Hasta ahora, se había postulado que la obesidad es un factor de riesgo para otras enfermedades y que existe el fenotipo obeso metabólicamente sano (FOMS), según el cual hay personas obesas sanas que no tienen más riesgo de desarrollar otras enfermedades. Ahora, se empieza a postular que este fenotipo no existe y que la grasa acumulada en el cuerpo siempre es disfuncional; está formada por moléculas muy grandes y, por tanto, el organismo está inflamado y enfermo. “No podemos hablar del obeso metabólicamente sano. Debemos considerar la obesidad como una enfermedad crónica, recidivante y multifactorial. La obesidad no es un factor de riesgo para la diabetes y otras enfermedades cardiacas, sino que la obesidad en sí misma es una enfermedad metabólica, de la que derivan otras enfermedades metabólicas”, ha precisado Carretero.
Novedades terapéuticas
Las novedades terapéuticas más destacables para el manejo de la obesidad son los fármacos agonistas del receptor de GLP-1, tratamiento ya en uso, Está pendiente de aprobación para un perfil de paciente obeso la semaglutida a dosis de 2,4 mg. Otros fármacos en investigación son los agonistas del GLP-1 y agonistas del GIP (otra hormona intestinal), la tianeptina, de la que se ha visto en ensayos clínicos que a dosis altas produce pérdidas de peso superiores al 30%, pero también mucha pérdida de masa muscular.
Más adelante podrían añadirse fármacos combinados como los coagonistas del glucagón y GLP-1 o coagonistas del glucagón, GIP y GLP-1. Estos fármacos aumentan la masa muscular y a la par disminuyen la pérdida de peso excesiva. Asimismo, se han ampliado las indicaciones de la cirugía bariátrica de IFSO (guías americanas), que ahora también puede ofrecerse a pacientes con un IMC > 35, independientemente de que se tenga otra comorbilidad asociada, IMC > 30 si se tiene diabetes u otras comorbilidades asociadas (cuando antes era para pacientes con un IMC > 40), también por encima de los 65 años, y en niños y adolescentes.
17 noviembre 2023 | Fuente: Diario Médico| Tomado de Medicina Interna|44 Congreso Nacional de Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI)
sep
25
Una investigación sugiere que la pérdida de células beta del páncreas con alta expresión del antígeno CD63 se relacionaría con esta enfermedad crónica.
Aunque no siempre se manifiestan de manera temprana, síntomas como orinar con frecuencia, tener visión borrosa o fatiga pueden ser señales de diabetes. Una investigación sugiere que la pérdida de células beta del páncreas con alta expresión del antígeno CD63 se relacionaría con esta enfermedad crónica, información que resulta esencial para el desarrollo de tratamientos más específicos.
El estudio pionero, liderado por la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) con otras universidades del país y de Estados Unidos y España, se centró en investigar el marcador molecular conocido como CD63, que se halló en ciertas poblaciones de células beta del páncreas, las cuales tienen mayor metabolismo de la glucosa y mayor secreción de insulina.
El páncreas, órgano cuya forma es similar a la de un pez, es importante en el proceso de metabolizar los alimentos. Cuando funciona correctamente produce insulina en respuesta a los niveles de azúcar en la sangre, y esto ayuda a mantener la glucosa dentro de un rango saludable.
Para identificar estas poblaciones celulares, los investigadores aplicaron técnicas avanzadas de secuenciación de ARN de una célula (single-cell sequencing) y microscopía con inmunomarcación; así, encontraron que las células beta que expresaban altos niveles de CD63 producían más insulina que aquellas con bajos niveles de este marcador.
Nathalia Montoya Oviedo, médica cirujana de la UNAL y coautora del estudio, explica que “el equipo de investigadores llegó a la conclusión de que dentro de las células beta existen subpoblaciones, y que una subpoblación de células beta con alta expresión de CD63 podría detener el desarrollo de la diabetes”.
En el estudio se usó un modelo murino, en el que a los ratones se les suministró una dieta específica que inducía la obesidad, junto con mutaciones genéticas que los hacían propensos a desarrollar diabetes. Luego se tomaron y aislaron las células beta del páncreas, y mediante una técnica de inmunofluorescencia se identificaron aquellas que producían insulina.
“Esto implicaba el uso de anticuerpos que se unen específicamente a la insulina y emiten fluorescencia cuando se encuentran con ella. Las células que emitían fluorescencia indicaban la presencia de insulina y del marcador CD63”, especifica la investigadora.
Como parte del proceso se utilizó una técnica vanguardista de conteo de células que les permitió a los investigadores cuantificar con precisión las células beta que expresaban CD63 en mayor y en menor cantidad, y en un tiempo más corto.
El aporte a la salud global
Aunque con frecuencia muchas investigaciones buscan comprender las complejidades que conlleva la diabetes para desarrollar terapias más efectivas, conocer la existencia de subpoblaciones de células beta del páncreas e identificar los factores metabólicos que influyen tanto en la secreción de insulina como en la tolerancia a radicales libres, e incluso el tiempo de vida de estas células, permitirá conocer mejor esta enfermedad que se caracteriza por niveles elevados de glucosa en la sangre.
Esta investigación fue publicada en la reconocida revista Nature Cell Biology, con un factor de impacto de 21,3, que indica su nivel de importancia mundial al aportar información que se puede emplear para desarrollar tratamientos contra la diabetes.
La médica Montoya sustenta que “esta investigación tiene el potencial de impactar positivamente en la atención médica en Colombia y en todo el mundo. Si se puede entender mejor la función de estas poblaciones celulares y cómo se ven afectadas en las etapas tempranas de la diabetes, se pueden desarrollar terapias más efectivas y personalizadas”.
En el estudio participaron investigadores del Laboratorio del Dr. James C. Lo, en el centro médico Weill Cornell Medicine de Nueva York, y del semillero “Hormonas, división de lípidos y diabetes”, del Departamento de Ciencias Fisiológicas de la Facultad de Medicina de la UNAL.
Referencia
Rubio-Navarro, A., Gómez-Banoy, N., Stoll, L. et al. A beta cell subset with enhanced insulin secretion and glucose metabolism is reduced in type 2 diabetes. Nat Cell Biol 25, 565–578 (2023). https://doi.org/10.1038/s41556-023-01103-1
22/09/2023
Fuente: (Dicyt) Tomado de Salud | Colombia © 2023 Fundación 3CIN
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Una corriente eléctrica atraviesa tu cara, un cuchillo ardiente se clava en tus encías y dientes, en el ojo, en la mejilla, en la mandíbula… y esto durante horas, días o años. Con este dolor y sin avisar, se desata la tormenta en tu cara, junto a un desorden de síntomas que, radicalmente, te tumban y anulan. Hablar, reír, masticar, tragar, sonreír, incluso besar, sí han leído bien, duele. Toda una vida, de manera continua, y sin pausas. Read more
abr
8
Los ordenadores que son capaces de enseñarse a sí mismos a predecir la muerte prematura podrían mejorar en gran medida la atención médica preventiva en el futuro, sugiere un nuevo estudio realizado por expertos de la Universidad de Nottingham, en Reino Unido. Read more
feb
21
El consumo frecuente de bebidas alcohólicas tiene consecuencias a corto, mediano y largo plazo, entre las que destacan los accidentes automovilísticos, los sangrados del tubo digestivo, disfunciones hepáticas y hasta una pancreatitis alcohólica. Read more