Un estudio pionero español con linfocitos T de memoria sugiere eficacia terapéutica en COVID-19. Será la siguiente fase del ensayo la que confirme los datos iniciales.

coronavirusLos datos de un ensayo español, que acaba de publicar EClinicalMedicine, del grupo de The Lancet, proporcionan evidencia preliminar que respalda la idea de que el tratamiento de la COVID-19 con linfocitos T de memoria de personas convalecientes en pacientes con síntomas de moderados a graves es factible y seguro.

Se trata de una pionera experiencia mundial en el abordaje con esta terapia celular para COVID-19 en el que han participado 23 especialistas de los hospitales La Paz de Madrid; Clínico de Valencia y Hospital General de Alicante,  así como universidades; Autónoma de Madrid, Valencia y Miguel Hernández, de Elche, además de cuatro Institutos sanitarios: IdiPAZ de Madrid, Incliva de Valencia e Isabial de Alicante.

Sus principales autores, Antonio Pérez Martínez, del Departamento de Hemato-oncología del Hospital La Paz de Madrid, Cristina Ferreras, del Instituto de Investigación IdiPaz, ambos en Madrid, y Bernat Soria, del Instituto de Bioingeniería de la Universidad Miguel Hernández de Elche, Alicante y de Isabial, señalan que la fase I de este ensayo ha demostrado seguridad, ya que no se han registrado reacciones adversas, viabilidad y tolerabilidad, sugiriéndose ‘indicios’ de eficiencia, indica Soria a DM.

La fase II de trabajo ya se ha iniciado y cuenta con la participación del Centro del Cáncer Albert Einstein de Nueva York, Estados Unidos.

Alta hospitalaria entre los 5 y 7 días 

El método sobre como conseguir estas células, linfocitos T de memoria, se publicó anteriormente con alto impacto en diversas revistas científicas internacionales. Ahora, los primeros datos de este trabajo, con 3 cohortes de pacientes y escalada de dosis y grupos control, muestran resultados esperanzadores.

Según Soria, cuando se llega a un millón de células por kilo de peso, en pacientes con COVID-19 de severo a crítico, no intubados, pero a punto de entrar en Unidad de Cuidados Intensivos (UCI, se observa que recibieron el alta hospitalaria a los 5-7 días posteriores al tratamiento, hecho que, a su juicio, y a pesar de tratarse de una fase I, “ofrece indicios de eficacia”, aunque lógicamente, hay que esperar a los datos de la fase II que ya se ha iniciado. Desde luego, estamos muy ilusionados con estos primeros datos, pero hay que extremar la prudencia”.

Cuando en diciembre de 2019 se declara la pandemia mundial, las personas de mayor edad y las que tenían comorbilidades preexistentes registraron un mayor riesgo de complicaciones, como neumonía y linfopenia de células T, un indicador de la gravedad de la enfermedad y un mayor riesgo de muerte

Se precisan más tratamientos 

Hasta la llegada de las vacunas, el distanciamiento físico y el aislamiento fueron las medidas críticas para controlar la infección. Pero, los expertos siguen considerando que se siguen necesitando tratamientos efectivos para reducir la gravedad de los síntomas, el tiempo de hospitalización y mortalidad.

Hasta la fecha, según recoge el estudio, los tratamientos antivirales y la administración de plasma hiperinmune no han mostrado el impacto esperado sobre la mortalidad. Solo el tratamiento con esteroides ha logrado mostrar una disminución.

La progresión de la COVID-19 es generalmente bifásica; inicialmente viral y luego inflamatoria. Dado que la linfopenia inducida por COVID-19 constituye una ventana que puede facilitar el injerto del donante y la protección viral, hasta la recuperación, los autores plantean la hipótesis de que los linfocitos T de memoria específicos del SARS-CoV-2 obtenidos de donantes convalecientes recuperados de COVID-19 se pueden utilizar como inmunoterapia celular pasiva para tratar neumonía y linfopenia en pacientes de moderados a graves.

En este sentido, Soria considera que la actividad de los linfocitos T de memoria es ‘apasionante‘. Cuando aparece una infección, viral, fúngica, bacteriana o por parásitos, el organismo se defiende con linfocitos B y T.

«Los B generan anticuerpos, de ahí las experiencias con plasma hiperinmune. La otra respuesta, atractiva porque se basa en la respuesta inmune celular es la de los linfocitos T, que están en un nicho; un ‘pool’ de células en el que se encuentra la historia de la inmunología celular del paciente y de cualquier persona”.

De este ‘pool’ es de donde se toman las células que se separan, se preparan las dosis crío preservadas que, posteriormente, se administran a un paciente, y donde juega un importante papel el HLA de donante y paciente.

«El linfocito del donante tiene que reconocer a la célula infectada del paciente y eliminarla”, señala el investigador, quien subraya que esta estrategia es en realidad una terapia celular antiviral.

En este sentido, ha adelantado a DM que en unos meses también es posible que comience un ensayo con terapia celular combinada: la de linfocitos T de memoria más células mesenquimales, esta última estrategia diseñada en colaboración con Damián García-Olmo, de la Fundación Jiménez Díaz, de Madrid, para pacientes con alto riesgo de mortalidad por COVID-19.

septiembre 13/2021 (Diario Médico)

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