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La constatación de la relación entre el grupo sanguíneo y la predisposición al COVID-19, no ha sido algo que haya pillado de sorpresa a investigadores y profesionales clínicos. Ya en la primera epidemia de coronavirus, a principios de siglo, se observó que el grupo sanguíneo A jugaba un papel en la infección.
“Algunos autores ya publicaron en el año 2003 que había un mayor riesgo de padecer la enfermedad por coronavirus en personas con grupo sanguíneo A respecto a los grupos B y 0”, comenta José Manuel Ramos Rincón, coordinador del Grupo de Trabajo de Enfermedades Infecciosas de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI).
¿Por qué? Es algo que no está claro. “Se especula que hay muchos motivos. Hay diferentes posibilidades teóricas, pero ninguna termina de explicarlo”, apunta Ramos, que enumera otras enfermedades infecciosas en las que el tipo de sangre juega un papel relevante: “diarrea por coronavirus, dengue, hepatitis B… incluso el paludismo, donde antígenos distintos a los del grupo AB0 lo hacen más resistente”.
La hematóloga Cristina Arbona profundiza en algunas de estas enfermedades. Por ejemplo, con el cólera y el grupo 0. Hay “mayor susceptibilidad a la infección por ciertas cepas de Vibrio cholerae así como mayor asociación entre estos y las formas graves de diarrea”.
La clasificación de grupos ABH (otro antígeno) y Lewis también ofrece pistas de cómo afecta la infección por Escherichia coli. “En su forma entero-tóxica, la bacteria presenta una mayor incidencia de diarrea en forma grave en niños de grupo A secretores, también en lactantes cuyas madres son Lewis (a-b+)”.
El sistema Duffy también sirve para constatar diferencias en el paludismo: la población del África subsahariana “presenta una mayor incidencia del fenotipo Duffy-null, donde las frecuencias del fenotipo Fy (a-b-) llegan a 98 y 100 por cien”.
“La incidencia del fenotipo Fy-null coincide con una baja incidencia” del paludismo producido por P. Vivax, del 0,6 por ciento. “Sin embargo, este fenotipo no protege frente al paludismo producido por el P. Falciparum”.
36 sistemas de grupo sanguíneo
Y es que no se trata solo del sistema ABO, el más conocido. “Cualquiera de los 36 sistemas de grupo sanguíneo conocido puede influir en ello [la infección] y cada uno con un mecanismo diferente o similar”, afirma la también directora del Centro de Transfusiones de la Comunidad Valenciana.
“Los grupos sanguíneos pueden desempeñar un papel directo en la infección al servir como receptores y/o correceptores de microorganismos, parásitos y virus, incluso de ciertas toxinas. Los grupos sanguíneos también pueden servir como falsos receptores, impidiendo la unión con el tejido diana”.
¿Influye el grupo sanguíneo en enfermedades más comunes, como la gripe?
Ambos expertos responden que la evidencia disponible es escasa. “Hay unos cuantos artículos que analizan la relación entre el grupo sanguíneo ABO y los virus influenza y parainfluenza”, explica Arbona, “los más antiguos son poco consistentes”.
Donde sí influyen son en otras enfermedades no infecciosas. Por ejemplo, existe relación entre el grupo 0 y los estados de hipocoagulabilidad “que condicionan menor frecuencia de enfermedad tromboembólica”.
También relación entre “la presencia de abortos de repetición con el fenotipo P nulo y la presencia del anticuerpo anti-Tja”, y la ausencia de antígenos del sistema Rh condiciona una alteración de la estructura de la membrana del hematíe, “condicionando una anomalía morfológica (estomatocitosis) y anemia hemolítica crónica”.
junio 08/2021 (Redacción Médica)