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Oportunidad y reto: la inteligencia artificial al servicio de la salud y la lucha contra la COVID-19
Pocas áreas escapan ya al influjo de la Inteligencia Artificial (IA). El sector salud tampoco es ajeno a la revolución tecnológica que supone la combinación de algoritmos materializados en máquinas capaces de dar respuestas eficaces y de gran ayuda para el ser humano.
De hecho, mucho antes de que la COVID-19 llegara, la IA ya estaba muy metida en aquellos países donde se le ha dado oportunidad de crear valor.
Aplicaciones en el diagnóstico sin errores, automatización y mejora de los procesos de admisión, internamiento y sanación de pacientes en hospitales o incluso de priorizar las salas de emergencia, turnos de médicos y enfermeros de guardia son buena prueba de ello.
La situación de pandemia no ha hecho más que reforzar su papel, ofreciendo al mundo en estos momentos algo en lo que ya había entrado: la creación de nuevos fármacos y vacunas con IA en vez de hacerlo de forma tradicional en laboratorios. Así lo señala Inmaculada Martínez, científica experta en Inteligencia Artificial, asesora desde el 2010 en esta materia del Gobierno británico y el Parlamento europeo.
Hasta la llegada de una vacuna, la implementación de esta tecnología continuará ofreciendo un amplio abanico de soluciones. “La IA está ayudando en el diagnóstico y en el análisis de por qué ciertos pacientes han demostrado síntomas y otros no, o por ejemplo por qué unos han desarrollado inmunidad en sangre y otros no y pueden quedar expuestos a pasar la COVID-19 otra vez”, apunta.
Asimismo, también está suponiendo una valiosa arma en la trazabilidad de los contactos estrechos. Así, Martínez señala que el famoso aplicativo móvil que Google y Apple han desarrollado para vigilar la ratio de contagio está precisamente regido por procesos de análisis de IA.
De esta manera explica que, “cuando una persona está contagiada y su móvil envía mensajes encriptados a otros móviles a menos de un metro, se puede contrastar con cuántos otros móviles se han comunicado, y qué otros parámetros pueden ayudar a entender si ha habido contagio o no. Estos súper cálculos y mediciones los hace un sistema de IA”.
La robótica al servicio de la salud
Reputada conferenciante, Martínez expone en sus ponencias los efectos de la automatización o la colaboración del humano-máquina. Los robots ya se usan en operaciones de cirugía de precisión.
Por ejemplo, en ablaciones cardíacas en donde se hacen pequeñas incisiones en el tejido muscular del corazón para regular arritmias, apunta. Avanza además que “ahora se está hablando de usar robots en salas de recuperación de enfermos COVID-19 en vez de enfermeros humanos que puedan contagiarse”.
Sin embargo, su llegada no tendría por qué suponer la ruptura con la humanización en la atención. “Los seres humanos son vitales a la hora de crear lazos emocionales con los enfermos y no podemos pretender que una persona grave sea completamente ex comunicada de contacto, advierte.
“En unos diez años nos parecerá inadmisible que el diagnóstico se haya solamente basado en lo que un médico humano ha calibrado en su cabeza”
No obstante, el margen de error prácticamente nulo hace de ellas instrumentos muy aprovechables en el diagnóstico. “Eso significa que los radiólogos y oncólogos no van a tener que deducir con sus ojos humanos falibles si hay marcadores de cáncer en los resultados hematológicos de un paciente o en las pruebas de mamografía”, señala la también profesora del Imperial College London.
En este sentido, Martínez vaticina que “en unos diez años nos parecerá inadmisible que el diagnóstico se haya solamente basado en lo que un médico humano ha calibrado en su cabeza”.