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Siete de cada 100.000 mujeres en Puerto Rico o un aproximado de 75.000 sufren de endometriosis, enfermedad que afecta mayormente a las féminas entre los 32 y 35 años. Así informó Ponce Health Sciences University (PHSU) al presentar la campaña ‘OYE: sobre la endometriosis y el dolor pélvico, oriéntate y edúcate’, con motivo de celebrar el Mes de la Concienciación sobre la Endometriosis.
Este esfuerzo busca fomentar un diálogo abierto sobre la endometriosis, alentando a mujeres a hablar sobre sus síntomas sin temor al estigma y a los patrones a comprender la seriedad de la condición de manera que, mediante la educación, puedan ofrecer apoyo a las mujeres que la padecen.
La profesora de Ciencias Básicas y Obstetricia y Ginecología de PHSU Idhaliz Flores indicó en un comunicado de prensa que entre cuatro y cinco de cada diez pacientes con la enfermedad podrían tener problemas para quedar embarazadas.
La endometriosis es una condición ginecológica que afecta a una de cada 10 mujeres en edad reproductiva. El inicio de los síntomas es variable entre unas pacientes y otras, pero muy frecuentemente el inicio es con dolor intenso durante la menstruación. A veces, se acompaña de molestias con las relaciones o al ir al baño, así como dolor e inflamación del abdomen durante el ciclo menstrual.
Las investigaciones llevadas a cabo en PHSU, indican que las mujeres puertorriqueñas con endometriosis reportan una tardanza en el diagnóstico de nueve años desde el comienzo de los síntomas y reportan visitar más de cinco médicos hasta encontrar el diagnóstico y comenzar el tratamiento. En cuanto a las adolescentes, estudios liderados por el equipo de investigadores de PHSU muestran que un 80 % de las adolescentes puertorriqueñas presentan dolor pélvico menstrual y para cuatro de cada diez, el dolor menstrual es severo e incapacitante.
Otra forma de diagnóstico relativamente frecuente es por historia de esterilidad. El diagnóstico históricamente ha sido lento y dificultoso, ya que se trata de una enfermedad con una presentación heterogénea, y a que los síntomas con frecuencia no son correctamente identificados por el personal médico.
Actualmente, el Ponce Research Institute de PHSU lleva a cabo estudios sobre salud menstrual en adolescentes, terapia inmunológica para endometriosis, manejo de estrés y salud mental en pacientes con endometriosis, ejercicios y endometriosis. También dirige una investigación sobre nuevos tratamientos farmacológicos no hormonales para pacientes con endometriosis.
01 marzo 2024 | Fuente: EFE| Tomado de la Selección Temática sobre Medicina de Prensa Latina. Copyright 2019. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A
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La prevalencia del Virus del Papiloma Humano (VPH) es mayor en hombres que en mujeres. Mientras en ellas baja con la edad, en ellos permanece estable a lo largo de toda su vida, motivo por el que nunca ‘existe el riesgo cero’ de contagiarse, incluso entre parejas estables, pero sí de prevenir sus estragos vacunándose.
Este virus, que es la infección de transmisión sexual (ITS) más común, es responsable del 5 % de todos los tumores a nivel mundial; está detrás del 100 % de los cánceres escamosos anales y de la práctica totalidad de los de cuello de cérvix, del 78 % de los de vagina, del 25 % de los de vulva y del 90 % de las verrugas genitales.
No existe el riesgo cero, y con cada relación sexual, existe la posibilidad de transmisión, incluso en los casos de parejas estables, ha enfatizado Jesús de la Fuente, coordinador de la Unidad de Patología de Tracto Genital Inferior-VPH del Hospital Infanta Leonor de Madrid.
La ausencia de riesgo cero se explica por dos motivos:
La falta de síntomas y la latencia del virus, que hace que una persona que se infectó en un momento determinado mantenga el virus en estado de reposo y pueda a su vez transmitirlo posteriormente. Se da la circunstancia que, en el caso de los hombres, la cantidad de VPH que mantienen es mayor: las mujeres alcanzan su mayor prevalencia entre los 25 y los 30 años, pero va cayendo hasta quedarse entre el 8 y el 10 % a los 50.
La prevalencia de los hombres es de entre un 35 % y un 50 % de media, y se mantiene estable a lo largo de toda la vida’. En 2007 se recomendó la vacunación en chicas adolescentes; en 2018 se aprobó en población con condiciones de riesgo de ambos sexos y desde 2022 se aconseja a los adolescentes varones a los 12 años.
Con esta vacuna, se puede lograr que enfermedades como el cáncer de cérvix ‘pasen a la historia de la medicina’, ha subrayado el presidente de la Asociación Española de Vacunología (AEV), Jaime Pérez.
Pero es importante que lo hagan no solo las chicas: la vacunación universal permite no solo la protección directa de los chicos, ya que hay cánceres que se dan también en hombres, sino también disminuir la circulación del virus, con lo que se logra la protección pasiva de las chicas; y llegar a colectivos a los que no es fácil, como los hombres que tienen sexo con otros hombres (HSH). La cobertura vacunal en chicas es buena, alcanzando en primera dosis el 91 % y del 83 % en segunda; aunque no hay datos de todo el territorio de la vacunación en chicos, en algunas comunidades se ha observado un porcentaje algo menor, de hasta un 5 % menos.
En España no hay datos aún sobre la incidencia de la vacuna en el desarrollo de cáncer, aunque algunos internacionales apuntan a que ninguna chica inmunizada desarrolló después un tumor de este tipo.
Resultan fundamentales los programas de cribado, que han tenido un gran impacto en países como España; sin embargo, no hay que olvidar que el cáncer de cervix es la cuarta causa de muerte de las mujeres en el mundo, ha puntualizado Ana Santaballa, jefa de la sección de Cáncer de Mama y Tumores Ginecológicos del Hospital La Fe de Valencia. Esta experta ha querido hacer hincapié en la importancia de la detección precoz, pues en sus primeras fases, el cáncer de cérvix puede ser curado con cirugía; cuando ya es metastásico o en recaída, ‘el tratamiento es mucho más complejo’ y los síntomas de la enfermedad ‘son devastadores’ para la mujer.
28 febrero 2024 | Fuente: EFE| Tomado de la Selección Temática sobre Medicina de Prensa Latina. Copyright 2019. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A
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El impacto de la grasa abdominal en el deterioro cognitivo resulta más acusado entre los hombres de mediana de edad con respecto a las mujeres. La grasa almacenada en la región abdominal, bien como tejido adiposo subcutáneo o como tejido adiposo visceral alrededor de los órganos abdominales, se asocia una peor salud cerebral, que puede traducirse en mayor riesgo de alzhéimer, sobre todo en varones en la mediana edad que además tienen antecedentes familiares de la enfermedad neurodegenerativa.
Es la principal conclusión de un estudio que acaba de publicar la revista Obesity, realizado por un grupo de investigadores bajo la coordinación de Michal Schnaider Beeri, directora del Centro de Investigación del Alzheimer Herbert y Jacqueline Krieger Klein del Instituto Rutgers de Salud Cerebral. El estudio, se centra en la relación entre grasa abdominal y su impacto en el deterioro cognitivo, en lugar de analizar el efecto del peso o índice de masa corporal (IMC).
Obesidad, factor de riesgo
“Existe amplia evidencia que indica una asociación entre la obesidad en la mediana edad y un mayor riesgo de demencia en la vejez. La obesidad en la mediana edad es uno de los nueve factores de riesgo modificables de demencia, con un riesgo 1,6 veces mayor en comparación con las personas no obesas. Sin embargo, la mayor parte de las investigaciones sobre la relación entre la obesidad, la enfermedad de Alzheimer y el deterioro cognitivo se han basado en el índice de masa corporal (IMC) y la circunferencia de la cintura, que reflejan mal la distribución de la grasa corporal.
Los investigadores analizaron la composición del tejido adiposo abdominal (bajo la piel y alrededor del hígado y el páncreas) mediante resonancia magnética, y cruzaron esos datos con otras pruebas de imagen sobre el volumen cerebral y con la función cognitiva de 204 adultos (con 59 de media; 60% de ellos mujeres), cuyos padres habían sufrido alzhéimer.
Los científicos hallaron que, en los hombres de mediana edad con riesgo de enfermedad de Alzheimer, no así en las mujeres, la presencia de un alto porcentaje de grasa pancreática se asoció con volúmenes cerebrales alterados y pero función cognitiva, “lo que sugiere un vínculo potencial específico del sexo entre la grasa abdominal y la salud del cerebro.
La grasa almacenada en tejido adiposo visceral y en el tejido adiposo subcutáneo tienen “diferentes asociaciones tanto con el funcionamiento cognitivo como con los volúmenes cerebrales”. El tejido adiposo visceral mayor se asoció con “una función cognitiva más baja, menor espesor cortical y volumen cerebral más pequeño”; hecho especialmente constado entre los varones estudiados con más porcentaje de grasa en torno al páncreas.
Revisar el uso convencional del IMC
En cambio, la obesidad medida con el IMC no mostró asociaciones tan estrechas como la grasa abdominal con la función cognitiva y el riesgo de demencia. Los autores cuestionan el uso convencional del peso como un factor de riesgo en el deterioro cerebral.
Es necesario realizar más investigaciones sobre la asociación entre el porcentaje de grasa pancreática, el funcionamiento cognitivo y el volumen cerebral”, aseguran estos científicos, y confían en que investigaciones futuras expliquen los mecanismos subyacentes en dichas asociaciones y conduzcan a intervenciones específicas por sexo para proteger la salud cerebral.
Ver artículo: Golan Shekhtman S, Boccara E, Ravona Springer R, Inbar Y, Zelicha H, Livny A, et al. Abdominal fat depots are related to lower cognitive functioning and brain volumes in middle-aged males at high Alzheimer’s risk. Obesity[Internet].2024[ citado 28 feb 2024]. https://doi.org/10.1002/oby.24004
27 febrero 2024| Fuente: Diario Medico| Tomado de |Medicina| Neurología
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24
La Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Programa Especial sobre Reproducción Humana (HRP) de las Naciones Unidas han publicado seis artículos en ‘BMJ Global Health’ sobre atención materna y neonatal donde se presenta evidencia sobre la importancia de comprender la salud de las mujeres, las perspectivas de los padres y los trabajadores de la salud y un enfoque basado en los derechos para fortalecer la atención posnatal de calidad para todas las mujeres y recién nacidos. La atención de seguimiento incluye controles posnatales seis semanas después del parto que promueven un estilo de vida saludable con buena nutrición, la detección y prevención de enfermedades y la garantía del acceso a la salud sexual y reproductiva, incluida la planificación familiar posparto, son clave para una atención posnatal de calidad. Así, en una de las publicaciones se destaca la oportunidad crítica que supone el alta de un paciente para garantizar que las mujeres, los padres y los recién nacidos reciban apoyo para la transición del centro de salud a la atención en el hogar, ya que las mujeres y las parteras expresaron frustración por la falta de tiempo y recursos disponibles para garantizar una calidad de atención adecuada antes del alta. Durante este proceso se deben considerar las necesidades físicas, emocionales y sociales de las mujeres y las familias.
Asimismo, en los artículos se presenta evidencia sobre los factores que influyen en la adopción de la atención posnatal entre las adolescentes ya que estas enfrentan desafíos y barreras únicos al buscar y beneficiarse de la atención posnatal. Los servicios de atención posnatal deben adaptarse a las necesidades de los adolescentes y jóvenes creando un espacio seguro sin juicios ni estigmas. También se muestra cómo los padres, las parejas y otros miembros de la familia pueden influir en el acceso de las mujeres a la atención posnatal, resaltando la necesidad de adoptar un enfoque más centrado en la familia que involucre mejor a los miembros influyentes de la familia para aumentar el uso de los servicios de atención posnatal para mujeres y recién nacidos, el autocuidado de las mujeres y las prácticas de atención domiciliaria. Por otro lado, se comparten los puntos de vista y experiencias de mujeres y familias inmigrantes sobre la atención posnatal de rutina ya que muchas mujeres se sienten aisladas y luchan con las barreras del idioma y las diferencias culturales en la atención. Los sistemas de salud deben proporcionar información y apoyo más integrados a las mujeres y familias inmigrantes para mejorar su experiencia de atención y resultados de salud.
23 febrero 2024 | Fuente: Europa Press | Tomado de la Selección Temática sobre Medicina de Prensa Latina. Copyright 2019. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A
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21
Se estima que aproximadamente un 4 por ciento (2,5% hasta 8%) de la población mundial tiene alguna enfermedad reumática autoinmune sistémica (ERAS) y, de ese total, el 75 por ciento son mujeres, lo que hace una proporción de 10 mujeres frente a un hombre, según la Sociedad Española de Reumatología (SER). ‘Lo más relevante es que, en los países desarrollados, son la principal causa de mortalidad en mujeres menores de 65 años y ocasionan gran morbilidad’, ha advertido la doctora Blanca Hernández, reumatóloga del Hospital Universitario Virgen Macarena de Sevilla. En el marco del ‘IX Simposio de Enfermedades Autoinmunes Sistémicas de la Sociedad Española de Reumatología (SER)’, que se ha celebrado en Bilbao, la especialista ha señalado que también hay diferencias entre hombres y mujeres en cuanto a la aparición de los síntomas de las ERAS.
No obstante, ha puntualizado que ‘la investigación al respecto acaba de comenzar y, a menudo, se ve confundida por otros determinantes como la raza, la edad y el nivel sociocultural e, incluso, aún por sesgos de género en la propia investigación’. Donde se ven claras diferencias entre ambos sexos es en el ámbito de las espondiloartritis, en el cual la afectación axial y la artritis destructiva periférica es más común en los varones, mientras que las mujeres cursan con peor función física y calidad de vida. Por otra parte, los hombres con síndrome de Sjögren primario tienen una enfermedad extra glandular más grave; y una de las manifestaciones más frecuentes del síndrome antifosfolípido se da exclusivamente en mujeres al sufrir abortos o muertes fetales. Otra sintomatología característica es que la afectación ocular grave es poco común en mujeres con espondiloartritis, mientras que es severa y grave en sarcoidosis en este grupo. Además, las mujeres tienen mayor afectación extracraneal cuando padecen arteritis de células gigantes.
En el caso del lupus eritematoso sistémico en varones caucásicos, se ha observado un inicio a edades más tardías y una mayor proporción de daño; mientras que en hombres latinoamericanos se han encontrado diferencias en manifestaciones clínicas como una mayor frecuencia de artritis, fiebre y afectación renal, ‘pero que no han sido claras en caucásicos o pacientes de Norteamérica, por lo que en este caso la asociación esta confundida con la etnia’, ha detallado. ERAS EN CIFRAS Según estudios actuales, el síndrome de Sjögren primario afecta a 10 mujeres por cada hombre; en el lupus eritematoso sistémico (LES) y la colangitis biliar primaria, la proporción es 10 a 2; en el síndrome de antifosfolípido la cifra es de 9 a 1; mientras que para la enfermedad tiroidea autoinmune (enfermedad de Graves y enfermedad de Hashimoto) es de 10 mujeres por cada 3 hombres, y la proporción en esclerosis sistémica y miastenia gravis es 6 a 1. Para la artritis reumatoide, esta proporción es de 4 a 6 mujeres frente a un varón, pero con la edad la presencia de la enfermedad aumenta en hombres. En el caso de la polimialgia reumática y las miopatías inflamatorias, la frecuencia es de 2 mujeres por cada hombre (excepto por la miopatía por cuerpos de inclusión, que es más frecuente en hombres 3 hombres por 1 mujer). Dentro de las vasculitis, hay una gran variabilidad. En la arteritis de células gigantes se cifra de 2 a 4 mujeres por cada hombre, la enfermedad de Takayasu afecta 8 mujeres por cada hombre. En la vasculitis ANCA+ y la granulomatosis con eosinofilia, la proporción es similar entre hombres y mujeres, y lo mismo ocurre en la artritis psoriásica, donde la frecuencia es igual entre hombres y mujeres.
Solo las espondiloartritis y la enfermedad de Behçet son más frecuentes en varones, ‘pero en el caso de las espondiloartritis, hay un infradiagnóstico en las mujeres’, ha matizado la especialista.
Diferencias en el diagnóstico, evolución y pronóstico
Durante su ponencia, la doctora Hernández ha destacado que ‘se empiezan a definir diferencias en la farmacocinética y la farmacodinámica de, por ejemplo, los fármacos biológicos tipo TNFI y otras inmunoterapias, que en algunos estudios tienen tasas de respuesta menores en mujeres’.
También se han observado diferencias en la presencia de comorbilidades. ‘La cardiopatía isquémica y la insuficiencia cardiaca se diagnostican y tratan menos en mujeres que en hombres y, a la inversa, la osteoporosis se diagnostica y trata menos en los hombres’, ha detallado la reumatóloga. Asimismo, se ha demostrado que las mujeres tienen más depresión, más cansancio, más fibromialgia asociada a la ERAS y más dolor, puntúan más altos los diferentes síntomas de actividad, cursan con mayor número de acontecimientos adversos y su respuesta a la vacunación es mejor. Respecto a la detección, la reumatóloga ha asegurado que ‘hay retraso en el diagnóstico siempre en aquellas enfermedades que predominan en las mujeres y se presentan en los hombres y viceversa’. Por ejemplo, el diagnóstico de esclerodermia, lupus o vasculitis de Takayasu se retrasa en los hombres y el de espondiloartritis en mujeres.
Esto es porque los sanitarios tenemos ciertos patrones establecidos de la enfermedad’, ha aclarado la doctora. En cuanto a la evolución, parece que este tipo de enfermedades cursan de forma diferente, ‘sin embargo, los estudios para identificar estas diferencias a menudo se ven confundidos por otras variables como el nivel sociocultural, el acceso a un adecuado diagnóstico, el tratamiento, etc.’. Asimismo, el pronóstico en algunas patologías, como el LES, es peor en hombres, mientras que, en otras, como la artritis reumatoide, es peor en las mujeres.
Afortunadamente, la visión de perspectiva de sexo/género, tan interconectadas en la biología de la enfermedad, empieza a investigarse y a tenerse en cuenta. Esto, sin duda, hará que nuestras herramientas clínicas mejoren, al tener presentes las diferencias, y nos acercará al reto del siglo XXI: la medicina personalizada’, ha recalcado la doctora Hernández.
19 de febrero 2024| Fuente: Europa Press| Tomado de la Selección Temática sobre Medicina de Prensa Latina. Copyright 2019. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A
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12
La investigadora Candelas Pérez del Villar Moro, investigadora del área de Enfermedades Cardiovasculares del Centro de Investigación Biomédica en Red (CIBERCV), ha advertido de que solo el 37 por ciento de los pacientes que se incluyen en los ensayos clínicos de estas enfermedades son mujeres, ‘a pesar de que la prevalencia de estas enfermedades en ellas dobla esa proporción’.
La enfermedad vascular es la más mortífera en las mujeres y cada año mata a más de 60.000. La también cardióloga en el Hospital Universitario de Salamanca ha destacado que las estas ‘se creen protegidas’ de la enfermedad cardiovascular, pero la realidad no es esa. ‘Nos morimos más que los varones’, ha asegurado la cardióloga.
Así se ha pronunciado durante el encuentro ‘Mujeres: diferenciarnos en investigación para igualarnos en salud Centro de Investigación Biomédica en Red (CIBER)’, en el que se ha reivindicado ‘una investigación biomédica con perspectiva de género que promueva la equidad en la salud de la mujer’.
La reunión se ha celebrado con motivo del día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. La investigadora de CIBERCV, una de las cuatro médicas que ha participado en el debate, apunta que ‘es vital trasladar las medidas de promoción de la salud a la sociedad y decírselas a las mujeres, que es lo que más impacto puede tener’.
El sentirse ‘falsamente protegidas’ en el área cardiovascular y el hecho de que las mujeres dediquen más tiempo a los cuidados de los demás, está provocando que acudan menos frecuentemente al médico, se realicen menos pruebas y que las mujeres participen menos en los estudios científicos.
En esta misma línea, Lucía Artazcoz, investigadora del área de Epidemiología y Salud Pública (CIBERESP) y de la Agencia Salut Pública Barcelona, ha destacado que ‘la sociedad tiene un marcado orden de género’.
‘Si no introducimos esta lectura en los estudios de salud, estamos dando resultados incorrectos, no solo para las mujeres, sino también para los hombres’, ha añadido.
Solo se tenía en cuenta a la mujer en el estudio de la salud sexual La experta en Salud Pública ha explicado cómo, desde su disciplina, se ha ido aprendiendo a incorporar la perspectiva de género desde 1999. Hasta esa fecha únicamente se abordaba desde la mejora de la salud sexual y reproductiva’, ha señalado.
El tema se ha hecho más complejo, pero somos capaces de entender mejor la realidad, porque no es lo mismo una mujer pobre o inmigrada que una con nivel adquisitivo mayor. Hay que introducir más variables, además del género’, ha apuntado.
En el ámbito de la salud mental, también se disparan estas desigualdades. Así, Carmen Moreno, investigadora del área de Salud Mental (CIBERSAM) y médica del Hospital Gregorio Marañón, ha querido señalar el impacto de las diferencias por sexo en la prevalencia y presentación de trastornos mentales en las mujeres, la disparidad entre la cantidad de datos disponibles sobre psicofarmacología basados en hombres y la mayor frecuencia de tratamiento en mujeres.
‘Cuando nos ponemos a pensar en los determinantes en salud mental, siempre pensamos en las hormonas, pero no sabemos muy bien cuál es el papel de las hormonas en la evolución de los problemas neuropsiquiátricos. Falta mucho estudio en este sentido’, ha destacado la investigadora. Moreno ha explicado que, además de que muchas veces no se tiene en cuenta el sexo en los modelos preclínicos, excluyendo a las hembras en muchos casos, la descripción de algunas enfermedades está sesgada.
En los manuales, a veces se representan solo los comportamientos de chicos porque se han validado únicamente en poblaciones de chicos. Se debe avanzar en medicina personalizada a la hora de entender la enfermedad y su tratamiento. No solo entre hombres y mujeres, es que cada mujer también es muy diferente’ ha destacado la psiquiatra.
‘Si no incorporamos estos aspectos, si no lo estudiamos correctamente, entonces no lo estamos haciendo tan bien en consulta con nuestros y nuestras pacientes’ ha concluido Moreno.
Diabetes y Mujer
La investigadora del área CIBER de Diabetes y Enfermedades Metabólicas Asociadas (CIBERDEM), Lía Nattero, ha abordado la influencia del sexo en la respuesta al tratamiento y el desarrollo de complicaciones en la diabetes tipo 1. Nattero, que desarrolla su investigación en el Hospital Ramón y Cajal de Madrid, ha insistido igualmente en que las mujeres tienen un mayor riesgo de muerte y eventos vasculares en comparación con los hombres, y el control metabólico de la mujer con diabetes hace que su pronóstico sea peor.
La mujer con diabetes tipo 1 tiene un 37 por ciento más de morbimortalidad cardiovascular que el hombre, lo que contrasta con la infrarrepresentación que tienen las mujeres en los ensayos clínicos’, ha manifestado la especialista en Endocrinología y Nutrición.
En esta línea, ha defendido la necesidad de investigar más sobre cómo el ciclo menstrual afecta al control de la glucosa y cómo estas diferencias pueden ser aprovechadas para desarrollar tecnologías más efectivas en el manejo de la diabetes tipo 1.
La tecnología en diabetes es cada vez más importante, pero se debe tener en cuenta la ciclicidad de la mujer a la hora de mejorar los algoritmos de control’, ha apostillado.
La falta de incorporación de la perspectiva de género en la investigación científica contribuye a continuar con los estereotipos de género y a la ignorancia de las diferencias de género en los resultados de investigación’, ha explicado Elvira Casado, investigadora del CIBERFES (área de Fragilidad y Envejecimiento Saludable del CIBER) en el Instituto de Salud Carlos III (Investén-ISCIII), que ha moderado la sesión.
La investigadora ha expresado cómo esta falta de representación impacta en todos los momentos de los estudios científicos, comenzando por propio el diseño, en los que a menudo no se tienen en cuenta la perspectiva de género. Así, las investigadoras han defendido la importancia de incorporar la perspectiva de género en la investigación para promover la igualdad en salud. Para abordar esta problemática ‘es crucial promover la sensibilidad de género en todas las etapas del proceso de investigación, lo que implica incluir ambos sexos en los estudios, analizar los datos por género y considerar las diferencias de género en la interpretación de los resultados’.
9 de febrero 2024| Fuente: (Europa Press) – | Tomado de la Selección Temática sobre Medicina de Prensa Latina. Copyright 2019. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A